1. las tentaciones del mesias

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La prueba para el Ungido «Jesús, lleno del Espíritu Santo, regresó de las orillas del Jordán y fue conducido por el Espíritu al desierto, donde fue tentado por el demonio durante cuarenta días. No comió nada durante esos días, y al cabo de ellos tuvo hambre. El demonio le dijo entonces: «Si tú eres Hijo de Dios, manda a esta piedra que se convierta en pan». Pero Jesús le respondió: «Dice la Escritura: "El hombre no vive solamente de pan"». Luego el demonio lo llevó a un lugar más alto, le mostró en un instante todos los reinos de la tierra y le dijo: «Te daré todo este poder y esplendor de estos reinos, porque me han sido entregados, y yo los doy a quien quiero. Si tú te postras delante de mí, todo eso te pertenecerá». Pero Jesús le respondió: «Está escrito: "Adorarás al Señor, tu Dios, y a él solo rendirás culto"». Después el demonio lo condujo a Jerusalén, lo puso en la parte más alta del Templo y le dijo: «Si tú eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: "El dará órdenes a sus ángeles para que ellos te cuiden". Y también: "Ellos te llevarán en sus manos para que tu pie no tropiece con ninguna piedra"». Pero Jesús le respondió: «Está escrito: "No tentarás al Señor, tu Dios"». Una vez agotadas todas las formas de tentación, el demonio se alejó de él, hasta el momento oportuno» (Lc 4,1-13) El Evangelio del 1er Domingo de Cuaresma trata de las tentaciones de Jesús, que de inmediato siguen al Bautismo. Éstas intentan de poner en duda la declaración del Cielo escuchada en el Jordán: ¿Jesús es Hijo de Dios? ¿Puede demostrarlo? A la vez las tentaciones proponen un camino mesiánico diferente, que Jesús es capaz de rechazar. DOMINGO I – Tiempo de Cuaresma La alternativa de otro camino

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La prueba para el Ungido«Jesús, lleno del Espíritu Santo, regresó de las orillas del Jordán y fue conducido por el Espíritu al desierto, donde fue tentado por el demonio durante cuarenta días. No comió nada durante esos días, y al cabo de ellos tuvo hambre. El demonio le dijo entonces: «Si tú eres Hijo de Dios, manda a esta piedra que se convierta en pan».Pero Jesús le respondió: «Dice la Escritura: "El hombre no vive solamente de pan"».Luego el demonio lo llevó a un lugar más alto, le mostró en un instante todos los reinos de la tierra y le dijo: «Te daré todo este poder y esplendor de estos reinos, porque me han sido entregados, y yo los doy a quien quiero. Si tú te postras delante de mí, todo eso te pertenecerá».Pero Jesús le respondió: «Está escrito: "Adorarás al Señor, tu Dios, y a él solo rendirás culto"».Después el demonio lo condujo a Jerusalén, lo puso en la parte más alta del Templo y le dijo: «Si tú eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: "El dará órdenes a sus ángeles para que ellos te cuiden". Y también: "Ellos te llevarán en sus manos para que tu pie no tropiece con ninguna piedra"».Pero Jesús le respondió: «Está escrito: "No tentarás al Señor, tu Dios"».Una vez agotadas todas las formas de tentación, el demonio se alejó de él, hasta el momento oportuno» (Lc 4,1-13)

El Evangelio del 1er Domingo de Cuaresma trata de las tentaciones de Jesús, que de inmediato siguen al Bautismo. Éstas intentan de poner en duda la declaración del Cielo escuchada en el Jordán: ¿Jesús es Hijo de Dios? ¿Puede demostrarlo?

A la vez las tentaciones proponen un camino mesiánico diferente, que Jesús es capaz de rechazar.

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Dios conduce a su Hijo por el desierto«Jesús, lleno del Espíritu Santo, regresó de las orillas del Jordán y fue conducido por el Espíritu al desierto …» (Lc 4,1).

El relato evoca la narración del Éxodo. Jesús revive la experiencia de su pueblo cuando salió de Egipto. En ambos casos se dice que Dios los CONDUCE (Jos 24,17; Lc 4,1):

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ISRAEL JESUS

Atraviesa el Mar (Jos 24,6-7). Entra en el Jordán (Mt 3,21)

«Cuando Israel era niño, yo le amé, y de Egipto llamé a mi hijo» (Os 11,1)

«Tú eres mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección» (Lc 3,22).

Murmuran contra Moisés y Aarón: «Ustedes nos han traído a este desierto para matar de hambre a toda esta asamblea» (Ex 16,3).

«No comió nada durante esos días, y al cabo de ellos tuvo hambre» (Lc 4,2).

Fue nómada cuarenta años en el desierto, por su infidelidad (Nm 14,33).

Después de resistir 40 días logra mantenerse fiel a Dios.

El que recibió la misión de dar conducir «a su Pueblo la salvación mediante el perdón de los pecados» (Lc 1,77) inicia para ellos un nuevo camino a través de la FIDELIDAD a Dios.

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El lugar de la Alianza

Entre la liberación de la esclavitud en Egipto y la entrega de la Tierra prometida, la tradición bíblica sitúa otra acción salvadora de YHWH: la guía a través del DESIERTO.

La marcha por el desierto se recuerda como un tiempo de relaciones de amor entre Israel y YHWH:

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En la tierra no sembrada Israel estaba completamente abandonado en los brazos de YHWH. Aún no había sucumbido a los halagos de la fertilidad que encontraría en la Tierra prometida. Ningún Baal se había entrometido entre Israel y YHWH.

Los profetas anuncian que esos días de amor de Israel regresarán:

«Así dice YHWH: De ti recuerdo tu cariño juvenil, el amor de tu noviazgo; aquel seguirme tú por el desierto, por la tierra no sembrada. Consagrado a YHWH estaba Israel, primicias de su cosecha... Luego los traje a la tierra del vergel, para comer su fruto y su bien» (Jer 2,2-7).

«Por eso yo voy a seducirla; la llevaré al desierto y hablaré a su corazón. Allí le daré sus viñas, el valle de Akor lo haré puerta de esperanza; y ella responderá allí como en los días de su juventud, como el día en que subía del país de Egipto. Y sucederá aquel día - oráculo de YHWH - que ella me llamará: «Marido mío», y no me llamará más: «Baal mío» (Os 2,16-18).

«Jesús, lleno del Espíritu Santo, regresó de las orillas del Jordán y fue conducido por el Espíritu al desierto …» (Lc 4,1).

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El lugar de la tentación

Pero el desierto se recuerda también como el lugar de la prueba:

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Tentar a Dios es poner en duda su fidelidad y probar, mediante reclamos, si es capaz de cumplir sus promesas.

A ese tipo de desafío Jesús se resiste, conforme al primer mandamiento:

«¡Cuántas veces se rebelaron contra él en el desierto, le irritaron en aquellas soledades! Otra vez a tentar a Dios volvían, a exasperar al Santo de Israel; no se acordaron de su mano, del día en que les libró del adversario; cuando hizo en Egipto sus señales, en el campo de Tanis sus prodigios» (Sal 78,40-43).

«Cuida de no olvidarte de YHWH que te sacó del país de Egipto, de la casa de servidumbre. A YHWH tu Dios temerás, a él le servirás, por su nombre jurarás. No vayáis en pos de otros dioses, de los dioses de los pueblos que os rodean, porque un Dios celoso es YHWH tu Dios que está en medio de ti. La ira de YHWH tu Dios se encendería contra ti y te haría desaparecer de la faz de la tierra. No tentarán a YHWH su Dios, como lo han tentado en Massá» (Dt 6,12-16).

En el desierto JESUS confía en Dios, igual que lo hizo antiguamente su homónimo bíblico [JOSUE], cuando el pueblo quería retornar a Egipto (Num 14,6-9). Puede así guiar a su pueblo en una nueva historia de redención.

«Jesús, lleno del Espíritu Santo, regresó de las orillas del Jordán y fue conducido por el Espíritu al desierto …» (Lc 4,1).

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Pensamientos de Dios y pensamientos humanos La tentación se presenta también como un obstáculo que puede desviar

respecto al camino propuesto por Dios. En este caso es el hombre quien es probado en su fidelidad.

Es lo que narra el relato del jardín de Edén (Gn 3,1-7). La atracción de lo «bueno para comer, hermoso de ver y deseable para adquirir sabiduría» (Gn 3,6) lleva a los seres humanos a apartarse de la voluntad de Dios.

Es también lo que se en los Evangelios. No sólo se pide a Jesús que demuestre que es Hijo de Dios, sino que también se le sugiere OTRAS ALTERNATIVAS para su misión mesiánica. Se le propone:

TENER

OSTENTACION

PODER

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Al rechazar el anuncio de la Pasión de Jesús, Pedro se ubica, sin saberlo, en la misma posición que el tentador en el desierto. Busca apartar a Jesús de un camino que, desde la mirada de los hombres, es una locura. La réplica de Jesús es muy dura, pero deja en claro que la preocupación de Pedro es un obstáculo para los planes de Dios:

«Tomándolo aparte Pedro, se puso a reprenderlo diciendo: «¡Lejos de ti, Señor! ¡De ningún modo te sucederá eso!». Pero él, volviéndose, dijo a PEDRO: «¡Quítate de mi vista, SATANÁS! ¡Escándalo eres para mí, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres!» (Mt 16,22-23).

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La tentación consiste en querer probar otro camino, al margen de lo que la voluntad divina ha propuesto.

Jesús se vio TENTADO durante todo su ministerio por las expectativas de la gente. No sólo en el desierto se le sugiere que haga surgir pan. Mucha gente lo buscará sólo por eso (Jn 6,26), porque así debía ser el Mesías.

«Cuando se cumpla lo que está previsto empezará a manifestarse el Mesías. La tierra dará su fruto, diez mil por uno... Y todos los hambrientos se alegrarán y serán cada día espectadores de prodigios. En aquel tiempo el maná guardado en reserva caerá de nuevo y comerán de él esos años, porque habrán llegado al fin de los tiempos» (Apocalipsis Siríaco de Baruc, 29,3-8).

«No será débil en sus días, apoyado en su Dios, porque Dios le hizo poderoso por el Espíritu Santo y sabio en el consejo inteligente con fuerza y justicia. Y la bendición del Señor estará con él en la fuerza: no será débil, su esperanza está en el Señor y ¿quién puede contra él?» (Salmos de Salomón 17,42-44).

No sólo en el desierto se le sugiere un acto espectacular, como arrojarse del Templo. Algunos le pedirán prodigios para creer en él (Lc 11,29), porque también eso se esperaba del Mesías:

Jesús considera que ceder a tales requerimientos es tentar a Dios (Lc 4,12).

Otras alternativas

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El dueño de los reinos de este mundo

Y como dueño del mundo Calígula entregaba el poder a quien él quería, tal como lo había hecho con su amigo de niñez, Herodes Agripa, a quien liberó de la prisión tras la muerte de Tiberio, «puso una diadema sobre su cabeza, y lo nombró rey» (Josefo, Antigüedades XVIII,237).

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«Luego el demonio lo llevó a un lugar más alto, le mostró en un instante todos los reinos de la tierra y le dijo: «Te daré todo este poder y esplendor de estos reinos, porque me han sido entregados, y yo los doy a quien quiero. Si tú te postras delante de mí, todo eso te pertenecerá»» (Lc 5,5-7).

La peor tentación que Jesús tuvo que rechazar era la esperanza en un dominio político como Mesías. Muchos «querían apoderarse de él para hacerlo rey» (Jn 6,15).

El relato de esta tentación evoca el ceremonial practicado en la corte de Roma. El pensador judío Filón de Alejandría narró cómo él mismo se había visto obligado a adorar al emperador Calígula al ser recibido por éste en audiencia:

«Fuimos conducidos ante él; al verlo, nos inclinamos hasta el suelo con toda reverencia y temor, y lo saludamos con el tratamiento de Sagrado Emperador. Pero su respuesta fue tan cortés y amable que desesperamos, no ya de nuestra causa sino de nuestra vida. Porque con una sonrisa irónica observó: «¿Conque vosotros sois los impíos que no creen en mi condición divina, cuando todos los demás la reconocen, y creéis en el Dios innombrable!» (Delegación ante Cayo 352s).

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Probado en todo como nosotros

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Más allá del relato del desierto, la tentación ha sido en la vida de Jesús una experiencia compartida con el resto de la humanidad, y por eso está cerca de cada uno de nosotros:

«Fue probado en todo como nosotros, aunque él no cometió pecado» (Heb 4,15).

«Por haber experimentado personalmente la tentación y el sufrimiento, él puede ayudar a aquellos que están sometidos a la prueba» (Heb 2,18). La prueba le fue presentada por los que no creían en él, por los que se

formaron expectativas triunfalistas y por sus propios discípulos:

En el desierto En su ministerio y pasión

«Si tú eres Hijo de Dios, manda a esta piedra que se convierta en pan» (Lc 4,3).

Después de comer pan hasta saciarse la gente decía: «Verdaderamente este es el Profeta que debe venir al mundo» (Jn 6,14)

«Si tú eres Hijo de Dios, tírate abajo» (Lc 4,9)

[Pedro]: «Señor, si eres tú, mándame ir a tu encuentro sobre el agua» (Mt 14,28).

«Si eres Hijo de Dios, ¡baja de la cruz!» (Mt 27,40).

En el relato del desierto están resumidas todas las tentaciones que experimentó Jesús. Él enseña con su propia conducta que nada en el mundo -promesas de alimento, seguridad o poder- debería desviar a los creyentes de la confesión de fe en el Dios único y verdadero:

«Está escrito: "Adorarás al Señor, tu Dios, y a él solo rendirás culto"» (Lc 4,8; cf. Dt 6,13).