1. La liberación del miedoEleazar López Contreras se distingue desde muy temprano por su...

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MARÍA TERESA LEÓN,RAFAEL ALBERTI Y OTROS COMPAÑEROS DEL EXILIO EN CARACAS MERCEDES FUENTES Universidad de La Rioja 1. La liberación del miedo En 1939, año en el que comienza el exilio que nos ocupa, Venezuela se encontraba comenzando una nueva etapa política que duraría unos veintidós años. Hacía apenas cuatro que había muerto el dictador Juan José Vicente Gómez, responsable de una de las dictaduras más duras que conoció el país sudamericano. Tras su muerte, ocurrida en 1935, asumió el mando, el Ministro de Guerra, el general Eleazar López Contreras 1 , quien, inició, nada más tomar el poder, una paulatina apertura conduciendo progresivamente al país hacia la democracia 2 . A este periodo lo titula Manuel Caballero en su libro Las crisis de la Venezuela contemporánea, como la etapa de la liberación del miedo: y es que para hacerse una idea de lo que representó el gomecismo en Venezuela, basta con leer el primer párrafo del primer capítulo de Memorias de un venezolano de la decadencia, de Rafael Pocaterra, titulado “La vergüenza de América”: A esta hora en sólo Caracas y sus alrededores – a lo que dicen las ordenanzas y a lo que observose llevan detenidas unas ochenta y tantas personas. Vejan, torturan, encarcelan y maltratan a ciudadanos cuyos solos 1 López Contreras autorizó la libertad de expresión, permitió la existencia de partidos y sindicatos, reconoció el derecho a huelga, promulgó una ley de trabajo más moderna e instituyó el Seguro Social Obligatorio. Para cumplir con su proyecto tuvo que enfrentarse con los gomecistas que se oponían a dichos cambios y, al principio de su mandato, logró conjurar una conspiración. (Díaz Rangel, 2007: 72) 2 A pesar de su línea aperturista, en marzo 1937, mediante un decreto, López Contreras ordenó la expulsión del país de un nutrido grupo de jóvenes pertenecientes a la Generación del 28: Raúl Leoni, Rómulo Betancourt, Jóvito Villalba, Gonzalo Barrios y 43 dirigentes políticos más entre los que se encontraba Miguel Otero Silva. González de Garay, María Teresa y DíazCuesta, José (eds.): El exilio literario de 1939, 70 años después. Logroño: Universidad de La Rioja, 2013, pp. 397418.

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    MARÍA TERESA LEÓN, RAFAEL ALBERTI Y OTROS COMPAÑEROS DEL EXILIO EN CARACAS 

    MERCEDES FUENTES 

    Universidad de La Rioja 

     

    1. La liberación del miedo 

    En  1939,  año  en  el  que  comienza  el  exilio  que  nos  ocupa, Venezuela  se encontraba comenzando una nueva etapa política que duraría unos veintidós años. Hacía  apenas  cuatro  que  había  muerto  el  dictador  Juan  José  Vicente  Gómez, responsable de una de las dictaduras más duras que conoció el país sudamericano. Tras  su muerte,  ocurrida  en  1935,  asumió  el mando,  el Ministro  de  Guerra,  el general  Eleazar  López  Contreras1,  quien,  inició,  nada más  tomar  el  poder,  una paulatina apertura conduciendo progresivamente al país hacia la democracia2.  

    A  este  periodo  lo  titula  Manuel  Caballero  en  su  libro  Las  crisis  de  la Venezuela contemporánea, como la etapa de la liberación del miedo: y es que para hacerse una idea de lo que representó el gomecismo en Venezuela, basta con leer el  primer  párrafo  del  primer  capítulo  de  Memorias  de  un  venezolano  de  la decadencia, de Rafael Pocaterra, titulado “La vergüenza de América”:  

     

    A  esta  hora  en  sólo  Caracas  y  sus  alrededores  –  a  lo  que  dicen  las ordenanzas  y  a  lo  que  observo‐  se  llevan  detenidas  unas  ochenta  y  tantas personas.  Vejan,  torturan,  encarcelan  y maltratan  a  ciudadanos  cuyos  solos 

    1  López  Contreras  autorizó  la  libertad  de  expresión,  permitió  la  existencia  de  partidos  y sindicatos,  reconoció  el  derecho  a huelga, promulgó una  ley  de  trabajo más moderna  e instituyó el Seguro Social Obligatorio. Para cumplir con su proyecto  tuvo que enfrentarse con  los gomecistas que se oponían a dichos cambios y, al principio de su mandato,  logró conjurar una conspiración. (Díaz Rangel, 2007: 72) 2 A pesar de  su  línea aperturista, en marzo 1937, mediante un decreto,  López Contreras ordenó la expulsión del país de un nutrido grupo de jóvenes pertenecientes a la Generación del  28:  Raúl  Leoni,  Rómulo  Betancourt,  Jóvito  Villalba,  Gonzalo  Barrios  y  43  dirigentes políticos más entre los que se encontraba Miguel Otero Silva. 

    González de Garay, María Teresa y Díaz‐Cuesta, José (eds.): El exilio literario de 1939, 70 años después. Logroño: Universidad de La Rioja, 2013, pp. 397‐418. 

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    nombres  harían  sonreír  ante  la  idea  de  que  pudiesen  ser  sospechados  de .(Pocaterra, R., 1990: 9)  

    Este texto, escrito como si fuese una carta dirigida a alguna persona, o a sí mismo, está fechado en 1919. Su autor describe cómo son las primeras noches en las cárceles gomecistas donde es imposible dormir porque al frío “mordisco de los grillos”  hay  que  añadir  el  de  los  chinches,  las  cucarachas,  el  aire  irrespirable,  el hambre con todas sus exasperaciones, ya que “hasta venciendo el asco de enguñir el  potaje  fétido  queda  la  desconfianza  de  ser  envenenado  y  cada  retortijón  de estómago es la inquietud de un tóxico” (Ibíd.)  

    Pero como dice Caballero en su libro, a pesar de salir del gomecismo, y de “tener  las mismas  raíces  y de haberse  alimentado  con parejas  savias,  el  general Eleazar López Contreras se distingue desde muy temprano por su profesionalismo (…)  y  por  su  honestidad,  rara  avis  entre  la  cleptocracia  gomecista”.  (Caballero, Manuel, 1998: 56) Y es que hay que decir que, a la muerte del dictador, Venezuela parecía  enfrentarse  a  una  anarquía  sin  fin:  grupos  de  exaltados  se  lanzaron  a saquear  las  casas  de  destacadas  familias  relacionadas  con  el  gobierno,  lo  que parecía dar la razón a quienes sostenían que el país no estaba preparado para vivir bajo un régimen democráticos y que, sin una mano dura, la ex colonia regresaría a la época de las guerras civiles. 

    Pero ya en 1928 el general Eleazar López Contreras se había dado cuenta de que el país se enfrentaba a otro tipo de guerra, y no era precisamente la que se dirimía  con  las  pistolas.  Ello  se  debía  a  que,  desde  los  carnavales  de  ese  año, Venezuela  había  entrado  en  lo  que  Caballero  llama  la  época  de  la  ideología conmovida, marcada  por  una  generación  que  se  había  formado  en  los  claustros franciscanos  de  la  vieja  Universidad  Central  de  Caracas.  Una  generación desarmada, en pie de lucha contra el régimen por medio de protestas. Y el general López Contreras había visto con claridad que esas protestas “eran más peligrosas que  las montoneras  porque  no  podían  ser  vencidas  por  las  armas,  siendo  como eran movimientos desarmados”. (Id.: 43) 

    La generación del 28, como se le llamó a aquel grupo de universitarios que clamaba por  restaurar  la  legalidad del poder  constituido, bajo  cuyas premisas  se había  instaurado  la Cuarta República en 1830,3  luchaba contra el régimen con un 

    3  Desde  la  declaración  de  independencia  en  1810,  cuando  fue  proclamada  la  Primera República,  la  cual  sucumbe  en  1812  ante  jefe  español  Domingo  de  Monteverde,  que comando una ofensiva desde Coro hasta Valencia y Caracas, se sucedieron dos más: entre ofensiva  realista  y  contraofensivas  de  los  patriotas,  la  instauración  de  la  República  se 

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    arma  desconocida  en  el  país  hasta  ese momento:  la  palabra,  oral  y  escrita  que estrenan, en los carnavales de ese año, los estudiantes ventiañeros, portando sobre sus  cabezas  unas  boinas  azules  realizadas  por  alguna  “matrona  caraqueña  que descubre que le sobran unos cuantos metros de paño azul”. (Id.: 41) De tal manera que  los doscientos estudiantes de  la Universidad, que  se aprestan a  celebrar  los carnavales de 1928, portan esas boinas como “su disfraz carnavalesco, y más que eso, su identificación goliárdica”. (Ibíd.) 

    Entre ellos se encuentran escritores, políticos y un poeta, venido de fuera de  las  aulas,4  los  cuales  “remueven  con  sus  discursos  y  sus  versos  a  un estudiantado y a una sociedad aparentemente pasivos e inconmovibles, aquietados bajo  el  duro  puño  de  Juan  Vicente  Gómez”  (Ibíd.)  Las  fuerzas  militares  del momento  los enfrentan apresándolos y  se encuentran  con  la  sorpresa de que el pueblo de Caracas responde con una huelga general espontánea. A partir de aquí se  inauguró una era de movimientos urbanos muy característicos de  la Venezuela de  la  segunda  mitad  del  siglo  XX  y  que  eran  totalmente  desconocidos  en  la Venezuela del XIX.5 

    sucedió hasta llegar a la Cuarta República, instaurada en 1830, al finalizar, definitivamente, la contienda.  4 Este poeta era Andrés Eloy Blanco,  autor de  versos  satíricos  fáciles de  recordar por  su musicalidad. Hay que señalar que el movimiento de los carnavales de 1928 generó, “aparte de esas protestas, una serie de reacciones entre los jóvenes y la ciudadanía, de las cuales tal vez  la  más  interesante  haya  sido  la  floración  de  una  literatura  clandestina.  Como  los Samizdat  rusos  años  más  tarde,  surgió  un  grupo  de  pequeños  periódicos  y  otras publicaciones  reproducidas a máquina  y distribuidas  so  capa”.  (Caballero, Manuel, 1998: 43) 5 Señala Manuel Caballero que en ese momento algo había  cambiado en Venezuela:  “en una ciudad, en un país donde el nombre de Gómez no se mencionaba (ni siquiera para bien) en el  interior de  las  casas de  la gente  corriente  y moliente,  las  lenguas  se  sueltan y hay quienes van a dar a la cárcel acusados de ser simples ‘conversadores’”. (Ibíd.) 

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    Los estudiantes revoltosos,6 muchos de ellos escritores jóvenes adscritos a los movimientos de  la  vanguardia  venezolana,7  y  seguidores de  los movimientos políticos  democráticos  y  populares  emergentes,  fueron  expulsados  del  país.8  En éste, su primer viaje del exilio, puesto que protagonizarían muchos en el transcurso de  los  30  años  siguientes,  llegaron  primero  a  Francia,  pero,  inmediatamente,  se pasaron  a  España  donde  entraron  en  contacto  con  la  vida  intelectual,  cultural  y política que se vivía en aquel momento en la península.9  

    Cuando  en  1935 muere  Juan  José  Vicente  Gómez,  y  asume  el  poder  el general Eleazar López Contreras, encauzando al país hacia una apertura política, el grupo regresa con la ilusión de ver pronto instituidas las libertades que reclamaban y que históricamente  remitían a  la Cuarta República venezolana.10 Esa  temprana 

    6  En  un  primer  momento,  los  jóvenes  que  ingresaron  en  la  Universidad  Central  de Venezuela  entre  1923  y  1925,  tomaron  la  iniciativa  de  reconstituir  los  centros  de estudiantes  pertenecientes  a  las  facultades  de  Medicina,  Derecho  e  Ingeniería.  Como siguiente  paso  promovieron  el  restablecimiento  de  la  Federación  de  Estudiantes  de Venezuela,  organismo  coordinador  de  todos  los  centros  de  representación  estudiantil, hasta  entonces  suspendido  por  una  disposición  que  databa  desde  la  época  de  Cipriano Castro, antecesor del general Gómez en el gobierno. En tal sentido, lo que inicialmente fue un  proyecto  restringido  al  ámbito  de  la  Universidad  Central,  se  transformó  en  una propuesta destinada  a  la modificación del  sistema político  venezolano de  comienzos del siglo XX. 7La  eclosión  formal  y  pública  de  la  vanguardia  literaria  venezolana  coincide  con  las manifestaciones  antigomecistas,  por  cuanto,  según  Hubert  Pöppel,  este  movimiento literario debe comprenderse “como parte de un proceso más general de cambios graduales que se van produciendo en  las condiciones concretas de  la vida venezolana, cambios que incluyen  la  progresiva  formación  de  una  nueva  sensibilidad  y  de  un  nuevo  sistema  de valores culturales dentro de  los cuales se  integran  las  tendencias vanguardistas”.  (Hubert Pöppel, M., 2008: 332)  8 En esa temprana época aparecen involucrados entre los rebeldes algunos jóvenes oficiales y cadetes del ejército venezolano entre  los que se encontraba Eleazar López Volkmar, hijo del general Eleazar López Contreras. (Martínez, Argenis, 2006: 33)  9  En  el  caso  de Miguel Otero  Silva,  fundador  de  El Nacional,  llegó  en  1930  a  Barcelona donde  se  puso  en  contacto  con  los  sindicatos  obreros  y  las  asociaciones marxistas.  Por tanto,  en  esta  época  el  escritor  venezolano  se  dedicó  a  “anochecer  discutiendo  con  los anarquistas bajo  las arcadas de  la Plaza Real que ellos  llamaban  la Plaza Roja, amanecer teorizando sobre política en los bares del Paralelo”(Id.: 43) e incluso llego a participar en un mitin en Lérida donde el orador principal era Dolores Ibarburri. De tal manera que años más tarde diría que su participación al lado de La Pasionaria le valdría salir de España, escoltado por dos guardias civiles, por donde había entrado: Perpignan. En aquel momento ya Miguel Otero se había afiliado al partido Internacional Comunista en Francia. 10 “Si la muerte del dictador Juan Vicente Gómez, ocurrida el 17 de diciembre de 1935 a las 11 y 45 de la noche, desató pasiones y conspiraciones en una Venezuela que parecía callada 

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    etapa  de  Venezuela,  que  se  quería  recuperar,  había  comprendido  una  lapso  de diecisiete  años  caracterizado por  la disidencia  y  la  confrontación de  ideas;  en  el naciente país  se había discutido, en debate público,  todo  lo  referente a cómo  se quería que  fuese  la nueva nación que emergía a partir de  lo que había  sido una colonia agrícola y exportadora, fundamentalmente, de cacao y café.11 

    Y  este  ambiente,  de  debate  y  discusión,  que  se  había  interrumpido  en 1847, es lo que el país retoma en 1936. Por ello no es motivo de extrañeza que en 1939 la posible recepción de exiliados políticos españoles se haya convertido en un punto de controversia entre los sectores conservadores y liberales de la Venezuela de aquel momento. Los que defendían  la masiva  recepción de  los exiliados de  la República española, afirmaban que era una oportunidad única para atraer al país una  generación  bien  formada  y  cuyos  valores  sociales  y  culturales  ayudarían  al desarrollo de una Venezuela necesitada de recursos humanos preparados. Por ello, consideraban que  la actitud acertada, y que se debería  imitar, era  la del gobierno mexicano. Además,  como  se  llegó a afirmar en el periódico venezolano de aquel momento,  Ahora,  la  causa  republicana  española  era  la  causa  del  continente americano y a la recepción de los exiliados españoles sólo se oponían aquellos a los que desde Ahora12 se calificaba como una minoría “mantuana”13 y “frailuna”.  

    y  tímida,  otro  impacto  no menos  significativo  tuvo  en  el  exterior  donde  centenares  de exiliados  venezolanos  (algunos  por  voluntad  propia)  se  prepararon  de  inmediato  para regresar al país”. (Id.: 49) 11 El debate sobre cómo se quería que fuese Venezuela comenzó con la misma declaración de  independencia en 1810, pero quedó aparcado durante el período de  la contienda. Una vez  finalizado  el  enfrentamiento  en  1830,  persistieron  las  divisiones  de  los  bandos  que habían surgido, llamados, durante la contienda los realistas o godos – por estar a favor de la monarquía‐  y  patriotas  los  partidarios  de  la  gesta  emancipadora;  constituida  la  Cuarta República  se  titularon  godos  y  liberales. Una  vez  que  se  inicia  el  primer  período  tras  la guerra en 1830 entra a gobernar lo que se ha catalogado como la oligarquía conservadora, aunque  en  realidad  tuvo un matiz  liberal‐moderado  significativo para  la  época.  La Carta Magna de la naciente república, sancionada el 22 de septiembre de 1830, llegó a establecer un conjunto de parámetros incipientemente democráticos: “quizá jamás se reflexione tanto sobre el destino de Venezuela como entonces, ni se debata con  tanta entereza sobre  los asuntos de la política y la economía”. (Pino Iturrieta, Elías, 1992: 24) 12 Ahora es uno de los periódicos que aparece en 1936. Su aparición, junto con la de otros diarios, fue la muestra de que los tiempos comenzaban a cambiar. (Díaz Rangel, 2007: 73) 13La palabra mantuano en Venezuela hace referencia a  la aristocracia criolla de  la colonia, conformada  por  aquellos  que  descendían  de  los  conquistadores  españoles.  Deriva  de mantilla, prenda de vestir que las damas de este estracto social usaban cuando iban a misa. Según  el  historiador  Herrera  Luque  en  su  libro  Los  amos  del  valle,  los mantuanos  que descendían  de  la  aristocracia  criolla  son  todos  aquellos  que  en  Venezuela  llevan  los 

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    Y  esta  minoría,  a  la  que  se  refería  el  medio  de  comunicación,  estaba conformada por  la opinión de  la Venezuela conservadora,  liderada por el órgano principal de comunicación de  la  iglesia, La Religión, el cual en un editorial escrito por  Monseñor  Jesús  María  Pellín,  se  esgrimía  la  inconveniencia  de  aceptar  la presencia de  los exiliados españoles, porque, según afirmaba, eran portadores de “ideologías que repugnaban al sentir del pueblo venezolano”.  (Sanz, Victor, 1995: 61)  En medio  de  ambas  posturas  la  acción  cautelosa,  primero  del  gobierno  de general  López  Contreras  y  más  tarde  del  presidente  Medina  Angarita,  quien terminó zanjando  la polémica admitiendo a  los exiliados republicanos vascos que, por su probada reputación de católicos practicantes y buenas costumbres, afirmó, serían bien recibidos. Más tarde fueron admitidos también los exiliados catalanes. 

     

    2. Presencia de los escritores del exilio de 1939 en El Nacional 

    Con  las  primeras  remesas  de  grupos  de  exiliados  que  llegaron  al  país, comenzó  la creación de  las  instituciones venezolanas de apoyo a  los republicanos españoles tales como  la Junta de Amigos de  la República Española y  la Asociación de Mujeres Venezolanas Antifascistas, quienes  junto con el partido  recién creado de  Acción  Democrática  y  la  Asociación  de  Escritores  Venezolanos,  dieron  su decidido apoyo a todo tipo de asociaciones formadas por los republicanos y a todas las  actividades  que  se  realizasen  en  pro  de  mantener  izada  la  ilusión  “en  los destinos  republicanos  de  España”,  como  se  dijo  en  un  artículo  publicado  en  la prensa de aquel tiempo.14  

    Sin embargo, hay que hacer notar que desde 1939 a 1945,  las tendencias variaron  en  la  medida  que  variaba  la  situación  política  venezolana.  Así,  por ejemplo,  en  1945  cuando  La  Junta  Revolucionaria  da  un  golpe  de  estado derrocando al gobierno de Medina Angarita comenzó a cambiar  la situación para los  exiliados  españoles  y  su  posible  entrada  en  el  país.15  Lo  primero  fue  el 

    apellidos  Palacios, Blanco, Bolívar, Herrera,  Tovar, Madriz, Rivas,  Salías, Ustáriz,  Losada  , Antunez, Tubiñez‐Bocanegra, entre otros. 14 Años más tarde Raúl Leoni Otero, otro de los fundadores de Acción Democrática, y primo de Miguel Otero Silva, que  fue presidente de Venezuela entre 1964 y 1969, comentó que aquellos  compañeros  de  su  generación  que  salieron  hacia  Europa,  se  inclinaron abiertamente hacia el comunismo: “Rusia y su estrella roja gravitaba categóricamente sobre el proceso político y social de los países europeos”. (Martínez, Argenis, 2006: 45) 15 En la revista Galicia Xurxo Martínez comenta que Rómulo Gallegos e Andrés Eloy Blanco llevaban años “facendo campaña dentro e fóra de Venezuela para que tanto este país coma o resto do mundo rompesen relacións coa España de Franco. Rómulo Gallegos propuxo na Conferencia  de  San  Francisco  de  1945  –que  había  de  dar  nacemento  á Organización  de 

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    reconocimiento de  la República española en el exilio como Gobierno  legítimo y  la ruptura de  relaciones  con  el  gobierno de  Franco.  Todavía  a  esas  alturas  existían más  

     

    de 80.000 refuxiados republicanos en Francia en 1945, ademais de miles e miles nos  campos de  concentración estadounidenses no norte de África. A todo  isto  debemos  sumar  a  gran  cantidade  de  refuxiados  europeos  que procuraban  un  barco  en  que  embarcarse  rumbo  a  Latinoamérica.  (Martínez Crespo, Xurxo, 2006: 49‐64)  

    En  este momento  el  gobierno  venezolano  aceptó  la  entrada  de  15 mil inmigrantes,  entre  españoles  e  italianos.  Pero  sin  duda,  una  vez  ya  en  el  poder Rómulo  Gallegos  Freire,  el  escritor  venezolano  descendiente  de  gallegos,  que asume la presidencia en 1948,16 se inaugura una nueva etapa17  

     

    apoteótica  para  os  exiliados  españois  en  Venezuela.  Vázquez  Gayoso deu  conta disto en El Nacional, xunto a Álvaro de Albornoz e Augusto Barcia Trelles,  que  o  fixeron  en  El  País.  Entre  os  actos,  sobresae  un multitudinario encontro  na  praza  de  touros  de  El  Nuevo  Circo  de  Caracas  na  que  falaron Andrés  Eloy  Blanco  e  Gordón  Ordás,  que  veu  de  México  como  máximo representante da República. Neste acto cantou a coral do Lar Gallego o himno 

    Nacións Unidas– que se tratase o tema da ditadura franquista e se illara internacionalmente ao réxime de Franco. A época dourada chegaría co golpe a Isaías Medina Angarita en 1945. Xa  en  1946  todos  os  exiliados  vascos,  galegos,  cataláns  e  restantes  españois  celebran abertamente o 14 de abril, da man do embaixador republicano por Izquierda Republicana, o lucense Jesús Vázquez Gayoso”. (Martínez Crespo, Xurxo, 2006: 49:64) 16  “Esta  etapa,  na  que  se  sucederon  os  gobernos  da  Xunta  Revolucionaria  presidida  por Rómulo Betancourt (1945‐1948) e o de Acción Democrática, presidida por Rómulo Gallegos (1948),  foi nula  con  respecto  á  inmigración  galega  a Venezuela debido  á  inexistencia de relacións formais entre o Estado español e a República de Venezuela. Porén, foi frutífera en recepcións de exiliados dende a Legación venezolana en Lisboa. Mais o golpe de Estado dun triunvirato militar contra Rómulo Gallegos determinou o remate da primavera do exilio e, paradoxo  importante,  a  época de ouro da  inmigración  galega de  carácter  económico  –e politicamente inculta– cara a Venezuela”. (Ibíd.) 17 En Venezuela se crearón varios centros gallegos. El primero de ellos, el Lar Gallego  fue fundado  en  1946  por  exiliados  republicanos  con orientación  antifranquista  y  galleguista; dos años más tarde, en 1948, se produce una escisión del centro por parte de un grupo que desea una asociación menos politizada (el Lar fue acusado de ser una asociación comunista y  peligrosa)  y  se  funda  el  Centro  Gallego  de  Caracas.  En  en  1956,  la  Casa  de  Galicia. Finalmente en 1960 se integraron en uno solo, la Hermandad Gallega. 

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  • MERCEDES FUENTES 

    de Venezuela, da República e de Galicia e a coral  Juan Gols do Centre Catalá interpretou “Els segadors”. Pero esta man aberta de Venezuela cara ao exilio experimentaría  máis  tarde  un  grave  dano  ao  sufrir  un  golpe  de  Estado  o goberno de Rómulo Gallegos, en novembro de 1948. (Id.)  

    Como se puede observar los lazos de unión entre Venezuela y España eran múltiples, así que no es de extrañar que aún antes de esta etapa de 1945,18 cuando en 1943 Miguel Otero Silva, escritor y periodista venezolano de  la generación del 28,  funda  El  Nacional,  cuente  con  la  participación  de  dos  periodistas  del  exilio Republicano  de  1939:  el  gallego  José  Benavides19  y  el  catalán  José  Moradell, quienes,  como  secretario  de  redacción  y  jefe  de  información  internacional, respectivamente, fueron los responsables del diseño y tipografía que distinguieron a este periódico desde el primer número, según señala en su último libro La prensa venezolana en el siglo XX, el periodista y escritor venezolano Eleazar Díaz Rangel:  

     El  Nacional,  el  diario  que  durante  sus  primeros  50  años  más 

    innovaciones introdujo en el periodismo venezolano y el de mayor influencia en las  capas medias,  clasificadas  en  las  capas  B  y  C.  (…)  El  periodista  español, exiliado,  José  D.  Benavides,  seguido  por  José  Moradell,  le  dieron  esa personalidad que lo caracterizó en sus primeras décadas. (Díaz Rangel, 2007: p. 91)   

    18 Entre 1942 y 1945, los países de América Latina, se habían convertido en los principales socios comerciales de Estados Unidos debido a que, por la guerra, los mercados de Europa y de extremo Oriente estaban cerrados a la compra de los productos latinoamericanos y, por supuesto, tampoco  les vendían  lo que necesitaban. Con el  incremento de estas relaciones comerciales,  se  incrementó  la presencia militar de Estados Unidlos, y de  sus  servicios de inteligencia,  inexistentes durante  los años previos a  la guerra. Al mismo  tiempo, en este período  se  registró  en  América  Latina  el  paso  de  las  dictaduras,  en  muchos  países, herederas  del  caudillismo  remanente  que  había  prevalecido  de  las  guerras  de independencia  del  siglo  XIX,  a  las  democracias,  al mismo  tiempo  que  se  organizaron  y crearon partidos de diferentes tendencias, entre los que estaban los de izquierda, hacia los cuales se desarrollo un nivel de tolerancia nunca antes visto. (Katz, Friedrich, 2004: 16). 19  José  Benavides  se  casó  con  la  poeta,  ensayista,  dramaturga,  cuentista  y  periodista venezolana  Ida Gramcko.  La  escritora  venezolana  desempeñó  labores  periodísticas  en  El Nacional durante sus comienzos. El poeta Juan Liscano, director de El Papel Literario de El Nacional,  junto  con  Ida  Grancko,  sobresalen  en  la  generación  venezolana  del  40:  “El primero,  influenciado por Whitman y Vallejo, tiende a una afirmación de  las posibilidades verdaderas  del  hombre  venezolano  y  americano  (…)  Ida  Gramcko,  cultiva  el  rigor abstraccionista”. (Jozef, Bella, 2005: 266)  

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  • MARÍA TERESA LEÓN, RAFAEL ALBERTI Y OTROS COMPAÑEROS DEL EXILIO EN CARACAS 

    Tampoco sorprende que en el suplemento semanal, El Papel Literario, que comenzó a editar una vez a la semana El Nacional, dirigido desde sus inicios por el escritor, ensayista y poeta venezolano,  Juan Liscano,20 encontrasen  los escritores del exilio español del 39 una  tribuna a  través de  la cual exponer sus  ideas, ya en forma de artículos, críticas, ensayos o poesía.21 De  tal manera que a  través de El Papel Literario Rafael Alberti, Luís Cernuda, Manuel Altoaguirre, María Zambrano, Guillermo  de  Torre,  Esteban  Salazar  Chapela, Margarita  Nelken  y María  Teresa León,  entre  otros,  continuaron  dando  a  conocer  lo  que  escribían  una  vez  a  la semana.  

    Sus trabajos, siempre con la acotación de “Especial para El Nacional”, eran publicados en El Papel Literario, acompañados por plumas de reconocido prestigio como Pablo Neruda, Nicolás Guillen, Rómulo Gallegos, Arturo Uslar Pietri, Miguel Ángel Asturias y Vicente Gervasi, por mencionar algunos de los más emblemáticos escritores  latinoamericanos que escribían para este suplemento. Y es que el paso de Miguel Otero Silva por España en 1930 le marcó de tal manera que “no cesó de recordar  en  mil  y  una  formas,  ya  fuera  luego  por  su  militancia  al  lado  de  la República  como  encendido  propagandista,  o  como  recaudador  de  apoyos  y defensor  de  los  exiliados  cuando  la  suerte  de  las  armas  se  tornara  adversa”. (Martínez, Argenis, 2006: 43)  

    Por  tanto,  cuando  comienzan  a  aparecer  en  El  Papel  Literario  de  El Nacional  las  plumas  de  los  exiliados  españoles,  ya  muchos  de  ellos  conocían personalmente  a Miguel  Otero  Silva.22  Este  es,  por  ejemplo,  el  caso  de  Rafael Alberti y María Teresa León quiénes, en  junio de 1935,23 mientras viajaban en el  20 El Papel Literario creó, desde 1946, un concurso de cuentos anual. 21  Eleazar  Díaz  Rangel  señala  que,  inicialmente,  el  periódico  tuvo  una  inclinación  de izquierda, a menudo coincidente con el Partido Comunista de Venezuela. También apoyó el gobierno del presidente Medina Angarita además de posicionarse abiertamente al lado de la causa de la República Española. 22 No es extraño que Miguel Otero Silva se identificase apasionadamente con la causa de la República  Española  dada  su  historia  personal:  había  nacido  en  el marco  del  inicio  de  la dictadura  de Gómez,  sus  abuelos  habían  estado  presos  durante  el  régimen  de  Cipriano Castro y él mismo estuvo en distintas ocasiones preso o en el exilio: “De ahí la obsesión de Miguel Otero Silva por la justicia y la libertad (de la que se hará eco tanto su vida como su múltiple  obra)  y  el  propósito  de  ficcionalizar  en  sus  novelas  de  tema  venezolano  las distintas etapas del desarrollo histórico nacional”. (Lorenzo, Concepción, 1997: 15) 23 María Teresa señala que cuando el barco Colombia llegó al principal Puerto de Venezuela, La Guaira le dijeron que ni ella ni Rafael Alberti podían bajar a tierra. La pareja, que se había horrorizado al ver los presos políticos de la dictadura de Gómez, trabajando con grilletes en las  piernas,  al  pasar  por  Puerto  Cabello,  se  sintieron  elogiados:  “Perfecto,  nos  hubiera ofendido lo contrario”. (León, María T., 1991: p.156). 

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  • MERCEDES FUENTES 

    barco  Colombia  de  regreso  a  España,  habían  tenido  un  primer  encuentro,  en Trinidad, con el escritor venezolano que seguía en el exilio, después de la expulsión de 1928, y que tras regresar de Europa, en 1933, se había  instalado en el Caribe. Miguel Otero buscó a la pareja a bordo del Colombia, y como dice María Teresa en sus autobiografía: 

     

    Y ahí empezó una  fraternidad que  los Alberti no desatarán nunca. Nos explicó: 

  • MARÍA TERESA LEÓN, RAFAEL ALBERTI Y OTROS COMPAÑEROS DEL EXILIO EN CARACAS 

    Cuando  Juan Liscano  recuerda este viaje, Venezuela estaba, nuevamente, cerrando una etapa y comenzando otra; comenzaba  la década de  los sesenta y  la Generación del 28, aquella que había salido al exilio y vuelto a entrar, una y otra vez,  durante  treinta  años,  había  conseguido,  finalmente,  re  instaurar  la  Cuarta República  tras  el  alzamiento  de  195826  y  la  huída,  a  continuación,  del  general Marcos Pérez Jiménez. De tal manera que en 1960, 32 años más tarde de aquellos carnavales de 1928, era presidente del gobierno el otrora rebelde, y ex –presidente de  La  Junta  Revolucionaria  que  había  presidido  el  país  en  1945‐  Rómulo Betancourt, fundador de Acción Democrática. En ese año  llegaron al país de visita María Teresa León y Rafael Alberti; visita muy publicitada por la prensa. 

    Durante su estancia la pareja dio diversas conferencias dando a conocer su lucha por la República Española, su dolorosa derrota, sus sueños y esperanzas para su  restauración…  Y  es  con motivo de  esta  visita que  Juan  Liscano  cita  el poema Costas de Venezuela, y que forma parte del  libro 13 Bandas y 48 Estrellas, escrito durante su itinerario por costas americanas. De este poema dice Juan Liscano que:  

     

    En él Alberti intuye lo esencial venezolano y en su vertiginoso existir (…) Vio,  evidentemente,  el  litoral  macizo  y  árido  del  Departamento  Vargas,  la enorme bestia antidiluviana de la Sierra de la Costa, entre cuyas garras dormita y serpea La Guaira y los caseríos que se asoman a ella. (Liscano, Juan, 1960)   

    Y es que en el  libro que Alberti publica en 1935, cuando ya España está al borde  la  Guerra  Civil,  primer  poemario  auténticamente  anti  imperialista  tras  su viaje por América, a Venezuela le dedica dos poemas: “En «Costas de Venezuela», el poeta sólo constata que existen señales de violencia, pero en «Puerto Cabello», versos también dedicados al mismo país, se denuncian las cárceles militares donde los  reclusos  se  pudren”.  (Balcells,  José María,  1989:  sp  )  Pero  en  el  inicio  de  la década de  los años 60 esa etapa parecía  superada; era época de esperanza. Una nueva  era  llena  de  ilusión  se  abría  para  aquellos,  en  otros  tiempos  jóvenes rebeldes,  y,  en  ese  momento,  ya  hombres  en  la  plena  madurez  de  la  vida, dispuestos a implementar un proyecto político largamente acariciado. Los literatos del exilio español de 1939 les habían acompañado en ese periplo; un apoyo mutuo que  se  refleja  en  casi  veinte  años  de  publicaciones  en  El  Papel  Literario  de  El Nacional.  

    26 A Marcos Pérez Jiménez ya no sólo se le oponían los partidos y el ejército sino que, desde mayo  de  1957,  “se  habían  agriado  las  relaciones  entre  la  Iglesia  Católica  y  el  gobierno, alcanzando su punto más alto luego de la prisión de Rafael Caldera y su posterior asilo en la Nunciatura Apostólica y su exilio a los EEUU”: (Caballero, Manuel, 1998: 104) 

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  • MERCEDES FUENTES 

    3. Solidaridad entre hombres y pueblos 

    En  el  suplemento  El  Papel  Literario  escritores  del  exilio  español  y latinoamericano expusieron sus ideas, sus ilusiones y esperanzas, recordando, una y otra vez, sus vicisitudes a  lo  largo de los 30 años de  lucha política, tanto  la de  la generación  venezolana,  la  del  resto  de  países  de  Latinoamérica  como  la  de  la República  Española…  El  exilio,  los  encuentros  y  reencuentros  de  los  amigos,  los recuerdos de  los que se fueron y no regresaron… En suma, escribieron y glosaron una vida de lucha e ilusión compartida a través de la amistad que les unió. 

    Este  es,  por  ejemplo,  lo  que  refleja  el  trabajo  de  María  Teresa  León, publicado  en marzo  de  1955  en  El  Papel  Literario,  y  que  se  titula,  justamente, “Regresos y Amistad” donde  la escritora cuenta un re‐encuentro en Buenos Aires entre Alberti, Miguel Otero,27 Miguel Ángel Asturias  y Andrés García de Barga  y Gómez  de  la  Serna,  mejor  conocido  como  Corpus  Barga.  Se  encontraba, nuevamente, Miguel Otero,  en  el  exilio,  y  ya  en  Buenos  Aires  visitó  a  la  pareja Alberti. En su trabajo María Teresa León lo cuenta así: 

     

    La  novela  americana,  el  periodismo  español,  la  poesía  tomaron alegremente  whisky  escocés.  Era  un  encuentro  inesperado  en  este  Buenos Aires  tan  a  trasmano.  “Estoy  como  un  Borgia  entre Miguel  Angel  y  Rafael”, comentó  en  pleno  contento Miguel Otero  que  llegaba  con  su  novela  “Casas Muertas”  trasluciéndose en  la piel el premio nacional. El tiempo se nos había achicado en estrecharnos las manos. Estábamos alegres y sentimentales. Hacía cuatro años que no veíamos a Miguel y dieciséis que nos habíamos despedido de Corpus Barga en Paris pasando  juntos  la última noche de alegría y aviones alemanes. (León, María Teresa, marzo de 1955)   

    En este trabajo, María Teresa, con  la sensibilidad que  la caracteriza, relata la tristeza por la separación en Francia y la felicidad del reencuentro: “El regreso de Corpus  Barga  nos  llenaba  a  Rafael  y  a mi  de  juventud.  (…)  Corpus  conversador estupendo,  colmaba  el  silencio de dieciséis  años  con noticias que  se  tropezaban con nuestras preguntas”. (Ibid.) Y estos encuentros y reencuentros, se sucedieron a lo  largo de  los años, dejando constancia de ello en El Papel Literario. La  lucha por restablecer  la  República,  a  un  lado  y  otro  del  atlántico,  se  confundía  en  una  lid común hermanando a las generaciones de artistas, escritores y políticos.  

    27 En ese año de 1955 se publica en Buenos Aires, por primera vez la obra Casas Muertas de Miguel Otero Silva. El dibujo de la portada de ese libro era de Rafael Alberti. La obra recibió en Venezuela el Premio Nacional de Literatura y el Premio Nacional Arístides Rojas. 

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  • MARÍA TERESA LEÓN, RAFAEL ALBERTI Y OTROS COMPAÑEROS DEL EXILIO EN CARACAS 

    En  1947,  por  ejemplo,  Rafael  Alberti  publica  su  poema  “Portinari”, dedicado, como su mismo nombre lo indica, a su amigo el pintor brasileño Cándido Portinari,  y  que,  justamente  en  ese  año  se  encontraba  en  Buenos  Aires  con  su primera  exposición  latinoamericana  realizada  fuera  de  Brasil.  Ese  año  de  1947 Buenos Aires  vivía un  intensísimo momento  artístico‐  cultural...  y  junto  al pintor brasileño,  y  al  poeta  español,  se  encontraba  también  el  poeta  cubano,  Nicolás Guillén  quien  escribiría,  durante  ese  encuentro, Un  son  para  Portinari28,  poema que,  posteriormente,  sería  cantado  por  toda  América  Latina  por  la  argentina Mercedes Sosa, tras ponerle música el chileno exiliado Horacio Salinas.  

    Por esta razón no es de extrañar que cuando se realiza un acercamiento a los escritores del exilio literario de 1939 se diga, como ha sido en el caso de Alberti, que:  

     

    en su  largo exilio escribe una poesía en  la que dominan  la  tristeza y  la nostalgia,  unidas  a  la melancolía  y  al  dolor  de  la  añoranza.  Pero  siempre  se manifiesta vivaz y jugosa, con relámpagos de alegría corporal y anímica ante la presencia de América y la solidaridad de hombres y pueblos. (Zardoya, Concha, 1990: 173‐178)   

    Y  sin  duda  El  Papel  Literario  es  un  fiel  reflejo  de  esa  solidaridad  entre hombres  y  pueblos.  En  él  dejaron  testimonio  los  escritores  del  el  exilio  literario español, quienes publicaron en este medio, en muchos casos, por primera vez, sus creaciones  y  sus  vivencias  del  exilio. Un  ejemplo  de  ello  es  el  poema Nocturno Español, que Rafael Alberti dedicó a la memoria de Agustín Zoroa caído en la guerra civil, escrito por el poeta en 1947, y publicado en El Papel Literario el 14 de marzo de 1948, presumiblemente por primera vez.  

    Y desgranando su pasado, “porque  la memoria reconstruye en el aquí y el hoy la dicha que, sin recuerdo, se hubiera perdido y muerto” (Id.), adelantó algunos pasajes  que  formarían  parte  de  su  autobiografía  La  arboleda  perdida.  De  tal manera que el 14 de febrero de 1960 publica, con el título de “Una visita a Santo Domingo  de  Silos”,  y  siempre  con  la  acotación,  “Especial  para  EL Nacional”,  los recuerdos  de  su  experiencia  en  ese  convento  durante  el  verano  de  1925  y  que quedan  reseñados en el primer  volumen de  sus memorias  terminado en Buenos Aires en 1959. 

    28 Sobre Portinari escribirá también Margarita Nelken un trabajo para El Papel Literario que se titula “Portinari, el angustiado”. 

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  • MERCEDES FUENTES 

    Pero no sólo el compromiso político, el amor a  la  literatura y  la vocación por  escribir,  es  lo  que  une  a  los  escritores  del  exilio  español  de  1939  con  sus homólogos  latinoamericanos, y en concreto con Miguel Otero Silva:29 el amor a  la pintura, a la escultura y al arte en general es otro nexo que los vincula, como ya se ha podido apreciar en el encuentro de 1947 entre el pintor Portinari y  los poetas Nicolás Guillén y Rafael Alberti. Por ello, a  lo  largo de El Papel  Literario,  junto al desgranar de  recuerdos,  se desgranan  lo poemas, ensayos  y artículos que hacen referencia al arte en general, tales como el poema de Alberti escrito en Roma en 1968,  “Los  ocho  nombres  de  Picasso”,  y  publicado  por  El  Nacional  el  24  de noviembre de ese mismo año y que sería publicado en 1970 en el  libro Los ocho nombres de Picasso y no digo más de lo que no digo. 

    En  este  apartado,  el  del  arte,  hay  que  destacar  la  labor  de  Margarita Nelken30 que durante los años del exilio escribe asiduamente sobre el tema para el suplemento venezolano. Así en febrero de 1955, se publica un trabajo suyo titulado “Resonancias  de  la  Síntesis Mexicana”  en  el  cual  aborda  la  aportación  del  arte mexicano a la evolución del arte universal. Al año siguiente, en enero de 1956, con motivo  de  la  exposición  que  sobre  los  etruscos  se  celebró  en  Paris,  escribe  un ensayo titulado “El mensaje de los etruscos” y ese mismo año, en febrero, escribe sobre el pintor  judío‐francés de origen ucraniano Mané‐Katz,31 un ensayo titulado “Mané‐Katz  o  el  dramatismo  como  expresión  plástica”  y  se  publica,  en  El  papel Literario, el 1 de marzo.  

    Pero Margarita Nelken,  aunque  escriba de  arte, no puede,  igual que  sus compañeros  de  exilio,  dejar  se  transmitir  su  dolorosa  experiencia  vital,  dejando testimonio de  la época  trágica que  le  tocó vivir, y es así como en este  trabajo  la escritora destaca  los rasgos de  la obra del pintor que evidencia cómo se engarzan los recuerdos de la guerra con el arte, creando una amalgama que nos transmite un 

    29 Miguel Otero Silva fue un gran coleccionista de arte y uno de los propiciadores, en 1968, junto  con  artistas  venezolanos  de  la  talla  de  Alejandro Otero  y Manuel  Espinoza,  de  la creación de una  galería de arte nacional que,  finalmente,  se hizo  realidad mediante una resolución del Instituto Nacional de Cultura y Bellas Artes, del 1º de octubre de 1974. Dos años después, en marzo de 1976, la Galería de Arte Nacional abría sus puertas al público. El edificio de la primera sede del Museo de Bellas Artes pasó a albergar la nueva institución. 30 Margarita Nelken adquirió popularidad y prestigio en México como periodista y crítica de arte.  Se había  iniciado  como  “crítica de arte  con el articulo  “Los  frescos de Goya”, en  la revista inglesa The Studio, y el “Espíritu del Greco” en el Mercure de France. (Ena Bordona, Angela, 2000: 45) 31  Pintor  francés  de  origen  ucraniano,  autor  de  obras  inspiradas  fuertemente  por  el judaísmo. Nació en Krementchoug en 1894 – Murió en Tel Aviv, en 1962. 

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  • MARÍA TERESA LEÓN, RAFAEL ALBERTI Y OTROS COMPAÑEROS DEL EXILIO EN CARACAS 

    mensaje de belleza y dolor: “Hay un arte que es captación y fijación de alaridos. De alaridos clamados, o callados. Sentidos o presentidos”. (Nelken, Margarita, 1956)  

    Y vuelve nuevamente Margarita a retomar el tema de arte y exilio cuando a escribe  “En  Torno  a  un  Retrato  Histórico”.  Y  es  que  ese  mismo  año  habían coincidido en México, de visita, Mané‐Katz y el músico catalán exilado en San Juan de Puerto Rico, Pau Casals. Durante este encuentro Mané‐Katz  realiza un  retrato del músico  español  exiliado  y Margaritta  Nelken  narra  el  encuentro  de  los  dos artistas: “Pau Casals, reposado, meticuloso, mesurado en gestos y palabras; Mané con mercurio en las venas (…) a quien no se representa inmóvil ni aún después de muerto. Aquel de cráneo casi desnudo; éste de voladiza cabellera (…)”. (Ibid.) 

    Sobre arte y pintura escribe también otra colaboradora habitual de El Papel Literario, María Zambrano que  reflexiona  “sobre  la  inquietante  imbricación de  la ficción y la realidad”. (Revilla Guzmán, Carmen, 2005: 179‐180) Así en 1959, desde Roma,32 escribe el ensayo “Mitos y Fantasmas: la pintura”, publicado en noviembre de ese mismo año en El Papel Literario, y al año siguiente, desde  la misma ciudad eterna,  redacta “Verdad y ser en  la pintura de Armando Barrios” publicado en El Nacional en octubre. Y es que en 1960 Armando Barrios  se encontraba en  Italia participando en  la XXX Bienal de Venecia como pintor y, también como Comisario por  Venezuela  para  la  organización  de  la muestra  venezolana  en  dicha  Bienal. María  Zambrano  había  conocido  al  pintor,  que  estaba  casado  con  la  poeta venezolana Reyna Rivas, con quien traba una larga y duradera amistad.33 

    32 María  Zambrano  se  instala  en  Roma  con  su  hermana  Araceli  en  junio  de  1953  hasta septiembre  de  1964  —excepto  por  breves  periodos  transcurridos  en  Francia,  Suiza,  y Florencia—. Después María volverá de nuevo a Roma en 1973, esta vez sola, pues Araceli murió el año anterior. Al período que va desde 1953 a 1964 lo denomina Carlos Ferrucci, en su trabajo Roma en María Zambrano, como la segunda estancia, pues ya la escritora había estado en  la ciudad en 1949: “Entre  los numerosos  intelectuales y artistas españoles o de lengua española a los que María conoce o reencuentra en aquellos años romanos, recuerdo los nombres de Diego de Mesa, Jorge Guillén,  los pintores Ramón Gaya y Juan Soriano —que  en  1954  pintará  en  México  el  Retrato  de  una  filósofa—  José  Bergamín,  Alfredo Castellón, Jaime Gil de Biedma —que de alguna manera escribe con ella, a cuatro manos, con  la base de su «relato del éxodo»,  la poesía «Piazza del Popolo»— y además  también están  Carlos  Barral,  Juan  Bosch,  futuro  y  desafortunado  presidente  democrático  de  la República Dominicana,  la poetisa  venezolana Reyna Rivas, el escritor  y poeta Enrique de Rivas”. (Ferrucci, Carlos, 1997: sp)  33  En  el  2004  fue  publicado  por Monte  Ávila  Editores,  el  libro  Epistolario,  que  reúne  la correspondencia entre María Zambrano y la poeta venezolana Reyna Rivas, a lo largo de 29 años, entre 1960 y 1989. 

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  • MERCEDES FUENTES 

    Igual  que  sus  compañeros  de  exilio, María  Zambrano  también  recupera retazos en los eslabones de su memoria para escribir en El Papel Literario y así, en noviembre de 1955, con el comienzo de: “Ha muerto a  la misma hora en que por años,  ‐hasta 1936‐  solía dar  su  clase de Metafísica  en  la  Facultad de  Filosofía…” inicia un  ensayo  sobre Ortega  y Gasset,  enfocando  el perfil  del  filósofo  como  el maestro que había  conocido en  su época de estudiante.  El motivo de  la  reseña, titulada “Ortega y Gasset, filósofo y maestro”, era, como es de suponer, la muerte del pensador español acontecida el 18 de octubre de ese mismo año. Y en el mismo mes de octubre, pero dos años más tarde, pública Tragedia y Novela: el personaje en el que centra sus reflexiones sobre las diferencias entre la tragedia y la novela y de cómo estas diferencias determinan el papel que  juegan  los personajes en cada uno de estos géneros. 

    Por  su parte, María Teresa León, publicó a  los  largo de  los años diversos ensayos, algunos  inéditos  todavía hoy en día en España y otros que,  como en el caso de Rafael Alberti, forman parte de su autobiografía Memoria de la Melancolía. De  tal manera  que  en  1956  se  puede  leer  en  El  Papel  Literario  “Canto  a  Doña Marina”,  La Malinche,  la  intérprete,  la  india azteca  regalada  como esclava,  junto con otras 19 jóvenes indias, a Hernán Cortés por el cacique azteca de Tabasco tras su derrota ante el conquistador español. María Teresa León, con su acostumbrada sensibilidad, se calza, por así decirlo,  los mocasines de  la  india y nos proporciona una  visión  personal  de  los  sentimientos  que  pudieron  embargar  a  esta  mujer indígena que se vio obligada, por las circunstancias, a renunciar a sus costumbres y cultura  y  a  adaptarse  a  otras  que  le  eran  totalmente  desconocidas  al  lado  del conquistador Hernán Cortés.  

    En  junio de ese mismo año, 1956, escribe sobre otra mujer, en este caso María Sanmarti, pintora catalana del exilio español y madre de Antoni Clavé, a su vez  pintor,  grabador  y  escultor.  En  este  caso  la  escritora  relata  en  su  trabajo titulado “María Sanmarti, pintora no ingenua” un encuentro que tuvo con la madre y el hijo durante el exilio, y que le sirve de excusa, para hablarnos de la pintora, de sus destrezas artísticas y de su sufrimiento como madre, por la pérdida del hijo en el momento en que éste había pasado a Francia con el Ejército Republicano. 

    Pero en febrero de 1958 encontramos “Aquella casa que era como mi casa” y que presumimos, por su nota “Especial para El Nacional” que fue el adelanto de una  parte  de  su  libro  autobiográfico  Memoria  de  la  Melancolía  en  el  que  la escritora  hace  referencia  a  sus  recuerdos  de  infancia  en  la  residencia  de  su  tía materna María Goiry, casada con Ramón Menéndez Pidal. O cuando en marzo de 1960 se publica “Quienes salvaron el Museo del Prado”, en esta ocasión fuera de El Papel Literario, posiblemente por su extensión.  

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  • MARÍA TERESA LEÓN, RAFAEL ALBERTI Y OTROS COMPAÑEROS DEL EXILIO EN CARACAS 

    De  la misma manera, repasando sus colaboraciones, se observa como a  lo largo de aquellos años María Teresa  toma y  retoma, una y otra vez, siempre con motivo del aniversario de su fallecimiento, aspectos de  la vida de su compañero y amigo  Federico García  Lorca;  así  encontramos  los  títulos  “Federico  y Margarita” publicado en 1956; “Al canto del cante al cuplet”, en 1958 y al año siguiente “Doña Vicenta Lorca y su hijo”. Mediante estos ensayos  la escritora acometió  la  labor de rendir homenaje al escritor granadino desde El Papel Literario.  

     

    4. El destierro es nostalgia 

    Son muchos los trabajos y los autores del exilio de 1939 que publicaban en El Papel Literario y que no se mencionan en este artículo. Es imposible hacer repaso de  todo  lo que publicaron  los ya mencionados y de  todos  los que escribieron en este  trabajo; de  tal manera que mencionaré sólo  los nombres de otros escritores habituales,  tales  como  el  periodista,  escritor  y miembro  del  Partido  Obrero  de Unificación  Marxista  (POUM),  el  asturiano  Ignacio  Iglesias;  el  poeta  sevillano Antonio Aparicio, quien  llegó a Venezuela, después de vivir en Chile y Londres, en 1954; el poeta nacido en Algeciras, José Luís Cano; el periodista y escritor gallego Álvaro  Fernández  Suárez;  el  también  escritor  y  periodista  orensano,  Eduardo Blanco Amor; la tinerfeña, también alumna de Ortega y Gasset, María Rosa Alonso; el  profesor,  filósofo  y  escritor  asturiano  exiliado  en  Venezuela, Manuel  Granell, entre otros.  

    Y  a  los  ya  mencionados  hay  que  añadir  a  aquellos  escritores  que  se quedaron en España y que también publicaban en El Papel Literario, puntualmente, como  es  el  caso  del  poeta  Vicente  Aleixandre  y  el  periodista  y  escritor  Juan Fernández  Figueroa.  Con  el  tiempo  se  seguirían  sumando  plumas  como  la  de Manuel Lamana y el ensayista y profesor de  filosofía,  Juan Antonio Nuño, hoy en día considerado venezolano, nacido en Madrid el 27 de marzo de 1927, quien tras terminar el bachillerato, «intentó ingresar en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Madrid, pero su solicitud fue rechazada por no poder presentar el comprobante de adhesión al  "Glorioso Movimiento Nacional"» y que en 1947  se traslada a Venezuela, donde, en 1951, se gradúa en filosofía en una de las primeras promociones de la Escuela de Filosofía de la Universidad Central, fundada en 1946 por otro exiliado español del 39, el filósofo Juan David García Bacca. 

    Hay que señalar además que, en muchas ocasiones, los escritores escriben sobre sus compañeros de pluma, que comparten espacio en el mismo suplemento; por ejemplo, Alberti escribe  sobre Vicente Aleixandre o Vicente Aleixandre  sobre Alberti. Este es el caso de un ensayo publicado en  julio de 1957  titulado, “Rafael 

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  • MERCEDES FUENTES 

    Alberti pintor” donde Vicente Aleixandre recuerda su encuentro con Rafael Alberti en  la primavera de 1922. Escribe en aquel año de 1957, cuando ya habían pasado 35 años, y rememora al joven Rafael Alberti que conoció en el ateneo de Madrid y que quería ser pintor:  

     

    Un  traje  oscuro,  un  cuello  alto  y  se  adornaba  con  una  corbata  viva, estallada en colores. Si suprimíais el atuendo manifiestamente anacrónico, vista la figura en el marco de la ventan, recortada contra la luz del atardecer, erguida en su asiento, la mirada puesta en una lejanía invisible, minuciosa la realidad, el ámbito  transparente,  podría  estar  pintada  por  un  maestro  florentino  y  se hubiese  podido  leer  debajo:  “Retrato  de  joven  desconocido”.  (Aleixandre, Vicente, 1957)   

    O, por ejemplo, el poema que publica en marzo de 1959 Rafael Alberti, y que  fecha  en  Bosque  de  Castelar  de  ese  mismo  año,  “Retorno  de  Vicente Aleixandre”; debajo del título Rafael Alberti escribe, entre paréntesis: Al cumplir 60 años: 

     

    ¿Dónde estás tú, mi amigo, De dónde vienes tú, desde que fondo De los años me llegas, En este mediodía tan distante De aquellos otros o de aquellas noches En las que te encontraba, Alto, pulido y rubio, Ya como en busca de lo que iba a darte Con el tiempo esa voz en la que alienta Todavía el verde claro de entonces. (Alberti, Rafael, 1957) 

     

    O cuando Rafael Alberti publica, en mayo de 1960, “Un solo toro para Luís Miguel  Dominguín”,  y  debajo  del  título  escribe  la  dedicatoria  “A Miguel  Otero Silva”.  Pero  también  se  pueden  encontrar  poemas  más  sencillos,  familiares  y entrañables  como el que  se publicó en  julio de ese mismo año y que  se  titulaba “Epitafio para Clarita”, y debajo del título la acotación de “La tortuga de Aitana”.  

    En  1955  Esteban  Salazar  Chapela  dedica  su  colaboración  para  El  Papel Literario,  titulado  “Antología  Andaluza”,  a  reseñar  el  libro  de  José  Luís  Cano, Antología de poetas andaluces contemporáneos y cuyo libro editado tenía él ya en sus manos, como bien lo deja claro en el primer párrafo: “Tengo a la vista el último libro del poeta José Luís Cano”. Y es el mismo José Luís Cano quien en julio de ese 

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  • MARÍA TERESA LEÓN, RAFAEL ALBERTI Y OTROS COMPAÑEROS DEL EXILIO EN CARACAS 

    mismo año, publica un artículo sobre el poeta José Moreno Villa con motivo de su muerte: 

     

    El  destierro  es  nostalgia,  y  para  los  poetas, más  quizás  que  para  los demás hombres,  es  vida  con muerte. El destierro  se  traga,  incansable,  años, vidas,  cuerpos  de  poetas.  Comido  por  la  nostalgia  de  su  tierra  y  su  sol españoles, murió, va a hacer pronto cinco años, Pedro Salinas. Y hace sólo unos meses la tierra mexicana, que él amaba como su segunda tierra, ha servido de piadosa tumba a otro poeta en el destierro: José Moreno Villa. (Cano, José Luís, 1955: 3)   

    Nuevamente en 1959 José Luís Cano toma la pluma para escribir sobre otro compañero de destierro, también con motivo de su fallecimiento y quien, a su vez, había sido colaborador de El Papel Literario de El Nacional. En el mismo título deja constancia de quien es, “Manuel Altolaguirre, ángel malagueño”:  

     

    Si existía alguna muerte  impensable,  casi  imposible de  imaginar, esa era  la  de Manuel  Altolaguirre,  poeta  e  impresor  de  poetas.  Pues Manolo  – Manolito para  los amigos desde que, casi un niño aún, amaneció en  la playa malagueña  de  la  Poesía,  junto  a  su  fraternal  Emilio  Prados‐,  era  la  juventud misma, la alegre y dorada inconsciencia de vivir, tan lejana a la muerte en cuya opaca residencia podía uno difícilmente imaginárselo. (Cano, José Luís, 1959)  

    Atrás  quedaba  ya  el  año  de  1956  cuando  el  propio Manuel  Altolaguirre publicaba, en el mismo  suplemento  literario de El Nacional, una  reseña  sobre el libro No callaré tu voz del, para entonces, novel escritor venezolano Pedro Duno,34 quien a sus 24 años había publicado en México en 1955; por ello la reseña se titula “Las primeras letras de Pedro Duno”  

    Como se puede apreciar los escritores del exilio de 1939, así como  aquellos que se quedaron en España, tuvieron una fructífera relación con el mundo literario venezolano, y en concreto con El Papel Literario de El Nacional. No fue este el único 

    34 A mediados de  los  cincuenta,  y  a principio de  los  sesenta,  comenzaron  a  aparecer  en Venezuela un grupo de  jóvenes escritores que tendían a formar grupos artísticos‐literarios atendiendo  a  criterios  estético‐ideológicos. Pedro Duno era uno de  esos  jóvenes;  estaba integrado  en  el  grupo  que  en  1958  publicaría  el  primer  número  de  la  revista  Sardio. Seguidores de  la  línea de pensamiento de Jean Paul Sartre, se consideraban afiliados a un humanismo político de izquierda: “Declararon un compromiso activo con la cultura y el país, y asumieron una actitud contestataria”. (Carrillo, Carmen V., 2007: 58‐81)  

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  • MERCEDES FUENTES 

    medio de comunicación donde la generación literaria de exilio publicó: también se pueden  encontrar  extensos  ensayos  en  la  Revista  Nacional  de  Cultura,  del Ministerio de Educación venezolano, la cual se sigue editando hoy en día, y que fue fundada por el ensayista Mariano Picón Salas. Así en esta  revista  tenemos  títulos como  “Moça  tan  fermosa”  o  “Algo  sobre  la  verdadera Dulcinea  del  Toboso”  de María Teresa  León;  también  se puede  leer  “Don Francisco Quevedo: poeta de  la muerte” de Rafael Alberti y “La historia como tragedia” o “La persona humana” de María Zambrano, todos ensayos publicados en 1956. 

    Volviendo a El Papel Literario, y planteando  la  interrogante de por qué su duradera relación con los escritores del exilio de 1939, se puede entender mejor si se conoce el trabajo publicado por el que fue durante años su director, el escritor venezolano Juan Liscano, en su sección de  la Ventana Abierta, titulado “Las obras de  exilio”,  y  en  el  cual  hace  un  repaso  por  las  grandes  obras  latinoamericanas, normalmente  escritas,  según  señala,  en  el  exilio  voluntario  o  involuntario.  Juan Liscano hace un repaso de esas obras y se remonta a una etapa tan temprana como la que  inauguró Andrés Bello en el siglo XIX y otra más tardía de  la que el mismo fundador  de  El  Nacional,  Miguel  Otero  Silva,  fue  también  protagonista; generaciones de un lado y otro del atlántico, hermanadas ya no sólo por un pasado cultural común, sino por un presente de lucha, ideales y exilio compartido.  

    Y  a  través  de  las  páginas  de  El  Papel  Literario  de  El Nacional  es  posible hacer un  recorrido histórico de este hermanamiento y de este compromiso de  la generación venezolana del 28 con  la del exilio  literario del 39 porque, como en su día  expresó  Juan  Liscano  en  su  sección  “La  Ventana  Abierta”,  la  generación española del exilio del 39  fue una  “generación  trágica y noble” que  “vio nacer y morir a la segunda República Española”. Y como había dicho Ahora, “la causa de la República Española era la causa del continente americano”. 

     

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