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  • 7/21/2019 1. El Estudio de La Literatura

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    FR NCO RIOSCHI

    y

    COST NZO DI GIROL MO

    INTRODUCCIN

    L ESTUDIO

    DE L LITER TUR

    Con la colaboracin de

    ALBERTO BLECUA,

  • 7/21/2019 1. El Estudio de La Literatura

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    Ttulo original:

    Elementi di teoria letteraria

    Traduccin de

    CARLOS

    ALLO

    1. edicin: septiembre 1988

    2. edicin: diciembre 1992

    3 . edicin: julio 1996

    4. edicin: octubre 1998

    1984: Principato, Miln

    Franco Brioschi, Costanzo Di Girolamo,

    Alberto Blecua, Antonio Gargano, Carlos Vallo

    Derechos exclusivos de edicin en espaol

    reservados para todo el mundo

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    EL ESTUDIO DE LALITERATURA

    10.

    LA CRTICA LITERARIA

    Siempre que la literatura asume caracteres institucionales en

    una sociedad histrica, le acompaa irremediablemente cierta

    actividad critica o terica. Aristteles con la Potica los fillogos

    alejandrinos, que ordenan el

    corpus

    homrico, o el annimo del

    tratado Sobre lo sublime proporcionan los ejemplos ms famosos

    de la antigedad clsica. En las literaturas romnicas el consorcio

    es an ms estrecho: pinsese en los ratos provenzales, el De

    vulgari eloquentia de Dante o la Carta prohemio al condestable

    de Portugal

    del marqus de Santillana. Hoy en da, se da ms a

    menudo la profesin de critico que la de escritor.

    En esencia, la funcin de juzgar se delega al crtico (como

    revela la etimologa de la palabra, del griego xpvei, juzgar). Se

    trata de una funcin inherente al discurso de uso repetido, y por

    tanto, fundamental. Sin embargo, por una parte, no incumbe slo

    al crtico,

    ~~O

    a cada lector ej~r~a; por otra,

    no es la nica funcin de la critica ni podria ejercitarse aislndola

    de las dems. El crtico es sobre todo un mediador que tiene la )

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    LA INSTITUCIN LITERARIA

    no slo un manual ya clsico; algo similar sucede con algunos

    escritos crticos de Menndez Pelayo o de Menndez Pidal.

    Ms que sobre la funcin, ser entonces til reflexionar sobre

    el objeto de la crtica. De qu se ocupa un crtico? Responder

    que se ocupa de los textos literarios sera fcil, pero simplificadr.

    En efecto, como hemos visto, un texto se califica como literario

    dentro de un proceso de comunicacin que implica una plura-

    lidad de factores 4). De ah la variedad de los mtodos crticos,

    cada uno, a su manera, legtimo.

    Volvamos por un momento al esquema de Jakobson, tal como lo

    plantea Orlando: Se podr hablar: 1)del mensaje mismo segn criterios

    innumerables [...]. Se podr hablar 2) de emisor, esto es, de la persona

    y la vida de autor con o sin relacin a la obra, o de los autores, si son

    ms de uno, o de la autoria de la obra, si es incierta o disputada; los

    estudios en este campo abarcan desde una cuestin como la homrica

    a las biografas de autores vivos, y no hace falta aadir que tambin entre

    las biografas se encontrarn mtodos extremadamente diversos. Se po-

    dr hablar 3) de destinatario, esto es, de la fortuna de la obra en periodos

    de tiempo largos o cortos, antiguos o recientes, a travs de testimonios

    colectivos o individuales, fundados en hechos o en palabras; los estudios

    en este campo abarcan desde la sociologa de la composicin cualitativa

    y cuantitativa de un pblico a la historia de la critica que pasa revista

    a opiniones de lectores considerados autorizados. Se podr hablar 4) de

    contexto, esto es, de las circunstancias histricas en las que ha nacido

    la obra y ha vivido e autor, tanto si constituyen el objeto de la obra, como

    si pueden haberla condicionado en su gnesis; tambin aqu se abarca

    desde e simple comentario informativo sobre alguna alusin contenida

    en el texto a los nexos sugeridos por cualquier variedad de historicismo

    o de estructuralismo gentico moderno. Se podr hablar 5) de cdigo,

    es decir, de todas las re aciones que existen entre determinada obra ,y

    la literatura precedente y subsiguente, trtese de relaciones sistemticas

    como la pertenencia a un gnero literario o particulares como la remi-

    niscencia o la semejanza. Se abarca aqu desde la actitud normativa de

    la critica anterior al Romanticismo y desde la investigacin positivista de

    las fuentes hasta toda la variedad de estudios modernos sobre la tradicin

    de las formas, de los temas o de los estilos, Se podr hablar 6) de contacto,

    es decir, de la transmisin del texto por conductos fsicos a lo largo de

    tiempo [...]: es e campo de los estudios de filologa textual (1973: 12-

    13),

    Esta pluralidad de objetivos tal vez parezca desconcertante. En

    efecto, nos preguntamos desde hace tiempo si, al menos en el

    plano metodolgico, no sera ya hora de poner un poco de orden.

    Una distincin ampliamente acreditada es la que, por ejemplo, se

    establece entre mtodos intrnsecos y mtodos extrnsecos:

    EL ESTUDIO DE LA LITERATURA

    59

    unos se prefieren para el anlisis del te~to como objeto, los otros

    se orientan a la exploracin de las relacIOn~s con hecho~ exter~os

    (biogrficos, culturales, sociales). Los pnmeros no solo senan

    lgicamente prioritarios, sino que, por prestarse al emp~eo de

    procedimientos formalizados, ap~ic~~d~ o adaptando los, nstru-

    mentos proporcionados por la lIngUIstIca y la selt.llologIa a los

    estudios literarios, podran adquirir un rango cientfico de ce~t~za

    demostrativa. Por su parte, los mtodos extrnsecos seguman

    movindose en el terreno de lo hipottico y lo analgico, p~ro al

    menos ahora podran seleccionar mejor ~us datos, est~bleclendo

    con ayuda del anlisis objetivo del texto SIson o n~ ~ertmente~.

    A grandes rasgos, ste es el programa de la critica formalista,

    luego estructural, finalmente semiolgica, que cuenta ya con ~n~

    tradicin consolidada y un buen nmero de resultados ya clsi-

    coso Se puede, sin embargo, objetar qu~ la di:t~ncin entre m-

    todos intrnsecos y extrnsecos es demasiado rgida para res~etar

    la realidad. El texto en s no existe, si no es como ~na sene de

    trazos de tinta sobre el papel. Nos habla, y partlcular~ente

    como un texto literario, slo cuando lo interrogamos; las mfor- '

    maciones de que dispongamos pueden alterar totalmente ~u per-

    cepcin. Si leemos Apenas haba el rubicundo Apolo tendido por

    la faz de la ancha y espaciosa tierra las doradas hebras ...

    ,

    po-

    dramos considerar este fragmento como un ejemplo de torpe

    solemnidad retrica; pero si sabemos que el autor es Cervantes,

    entonces el trozo cobra el valor de una refinada insinuacin

    pa

    rdica de un estilo de su poca. Cul de los dos juicios es el

    1

    . di ?

    ms objetivo? El que se limita a los datos rea es mme? atos.

    '0 el que recurre a todos los datos reales que poseamos.

    e En realidad, la pregunta est mal planteada. Como ha demos-

    trado la teora de la percepcin, no existen datos reales puros

    e inmediatos: no vemos slo lo que miramos, sino tambin lo que

    sabemos. Ver es un acto conceptual, que implica e~~so ~e ca-

    tegoras, hbitos, hiptesis. Leemos el mundo, dlstmgUIend?

    mesas, rboles, personas, igual que vemos la hora en el.reloj:

    la diferencia es slo de grado, no de naturaleza. es ObVIOque

    veremos tanto mejor, cuanto ms numerosas, sutiles y ricas sean

    las categoras con que interroguemos las cosas. .

    Leer un texto no es una operacin diferente. Como objeto, el

    texto es simplemente mudo. Pero ante todo, cmo haremos para

    distinguir

    a priori

    la informacin reveladora de la superflua? S~

    sabr, slo despus de haber inte,ntado interrogar a~ texto, SI)

    descubrimos cualidades nuevas o SI,en cambio, no vana nuest:a

    percepcin. No es preciso aadir que hace falta tener fantasa,

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    6

    . LA INSTITUCIN LITERARIA

    imaginacin, incluso audacia: cualidades que difcilmente confi-

    guran un mtodo formal riguroso.

    Est, por tanto, la crtica condenada a seguir siendo una

    disciplina no cientfica? Lo cierto es que las propias teoras cien-

    tficas no se construyen de modo sustancialmente distinto. No

    existe ningn mtodo para inventar una teora: tambin hace

    falta fantasa, imaginacin, audacia. El mtodo cientfico sirve

    para orientar la investigacin, proporciona procedimientos tc-

    nicos, ratificados por la experiencia de los xitos pasados, sugiere

    comportamientos apropiados y. permite justificar el descubri-

    miento de la manera ms conveniente. Pero el descubrimiento

    mismo nunca es deducible formalmente, y su formalizadn es

    siempre ulterior.

    Naturalmente, esto no impide que la experiencia esttica sea

    una cosa distinta del conocimiento cientfico; ni, por otra parte,

    exime a la crtica literaria del deber de respetar en sus plantea- .

    mientos el mximo de racionalidad

    54). El problema vuelve as

    al punto de partida.

    La

    crtica no tiene slo la finalidad de ofre-

    .cernos anlisis e interpr,etaciones de los textos.:.Jitex:arios, ue

    ~ servirn para leeI:lps ~jor, cuando los leamos; el fin ~o

    es persuadirnos a leerlos, para que no se interrumpa la cadena

    de uso

    repet

    o. n este sentido, al margen de toda descripcin

    objetiva de los textos, se la implica en la temtica del valor

    57).

    Idealmente, la crtica debera proporcionar un mapa del

    cor

    pus literario, que indique jerarquas y aconseje itinerarios. En la

    prctica, un mapa de esta especie slo es posible dentro de una

    cultura literaria muy compacta y estable. Quiz en el pasado,

    cierta tradicin clasicista se acerc a este ideal, pero hoy sera

    impensable volverlo a proponer. En sus mltiples variedades,

    individuales o de escuela, la crtica constituye el ejemplo de un

    debate permanente y abierto, en el que cada uno tratar de hacer

    prevalecer sus criterios, contrastndolos con los contendientes,

    y en el que, a fin de cuentas, corresponder al pblico la ltima

    palabra. En definitiva, ms que en el campo de la demostracin,

    nos hallamos en el campo de la argumentacin 16). Esto eleva

    la responsabilidad de todos los sujetos de la comunicacin; el

    crtico no es un simple analizador, que hace pasar el texto bajo

    una rejilla interpretativa y transcribe los resultados, sino ms

    bien un detentador del gusto, que se cuida de sus juicios y nos

    invita a verificarlos por nuestra cuenta. Pero precisamente por

    esto, la delegacin que le hemos conferido es temporal, ya que,

    EL ESTUDIO DE LA LITERATURA

    61

    a la postre, seremos nosotros, los lectores, los nicos ~~eces de

    nuestra

    experiencia.

    Menos interesantes para nu~st~os fines s~n o.tras ~~1~cl~sn~~r~~~e~

    la estdablecidmaee,ntot~eo~ri~~~~~: e~~~a~~~:o~~~~ e~bjetivos POSd

    ible

    )y

    pasa o con, d . , t

    o parte e una

    critica militante (que se inte~esa por la P~~t~CI~;a:~i~:c decantndose

    p~rspectiv~ ~~~~~h:~:f~ec~ ~~:n~~~c~a del g~sto, de la p~litica ~ultural,

    a avor o e los fines de la comunicacin literaria, su papel ~s actIVO;.por

    etc.). P~ra bietvidad y participacin, estan demasiado

    lo dems, pasad~ y presente, o

    J

    t 1distincin pueda rebasar la nueva

    entretejidos en literatura, para que a

    convencin. .. d alidad de mtodos crticos no se

    El franco re.conocImIee~\~ct~is~ ~enrico. Para descifrar la riqueza

    hdade CSo

    I

    .

    g

    ruf~fi~cda~~~~au~braequiere una indagacin estereoscpica, ~ue

    e sus , .. . . mbargo converjan

    f que desde puntos de VIsta distintos, que, SIn e . '

    a en o .., b ll tratando de devolver una Imagen o mas

    c~:ml;~epc~s:~~e~~l~a~~j~ ;~l critico es ms afn al.~el traductor ~ue ~l

    SImI 'd d a su interpretacin lo que paso a a

    del cientfico. ASI,pue e su~ ~r V. ilio por Enrique de Villena: a sus

    versin castellana de la Enei al e irgi erfecta reproduccin del poeta

    contemporneos pudo parecer ,es .una p a de inmediato la ptina

    latino; hoy, incluso el lector mas Ingen~~e~a~~a desde dentro la Edad

    medieval (invisible, ciertamente, para q d V ilio) Esta provi-

    . do entre otras cosas, e eer a rrg. .

    Media como un mo , . h. u'til la interpretacin. SI no

    . lid d ' it obviamente no ace In ,

    siona a congeru a d. d los trminos de la cultura coetanea

    fuese continuamen.te t~a ~CI o~;~esaria de decimos algo; desde esta

    a nosotr?s, el patn~~~~~eI~:r~ritica aplicar a la obra una interpretacin

    persp.e~tIva,.no h

    es

    o

    J

    ible o al menos favorecer, nuestro dilogo con

    definitiva, SInO acer pOSI ,

    el texto.

    11.

    HISTORIA

    TEORA DE LALITERATURA

    Si hablamos ~or separado de la historiografa litera:i.a, no. es

    or ue pretendamos distinguirla artificialmente de la cnt~ca, SIllO

    p q . del si 1 XIX se le ha asignado a aquella una

    orque a partir e sig o , . d

    funci~ especfica. La historia de la literatura es un~ cn~tu[a ;

    Romanticismo y debera representar la fase de la sIlltes~s ~ene

    a la actitud analtica propia del ensayo, del comentario, e a

    apoBrt~cintami~~a~~ehistOriade la literatura slo es .posi?l.e si

    ajo es, d

    t i ea historicista:

    subsisten dos presupuestos. Ante to o, una es e I tili ti os

    la obra ya no es valorada sobre la base de ~rece~tos ef s %d~

    de cnones retricos, reglas de gneros, considera os a a me

  • 7/21/2019 1. El Estudio de La Literatura

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    6 LA INSTITUCIN LITERARIA

    de criterios normativos universales; se concibe corno el producto

    de una civilizacin, cuyos caracteres se imprimen de modo inde-

    leble en la representacin artstica. En segundo. lugar, una

    filo-

    sofa de la historia: el sucederse de las culturas, pocas o. fases

    de la vida colectiva posee una lgica interna, una direccin, un

    sentido. Aun antes que los conceptos de progreso o.de dialctica,

    el concepto de nacin ofrece un marco. unitario. de investigacin,

    al que reducir la

    fenomenologa

    multiforme de

    los hechos

    lite-

    rarios,

    La

    Historia de la literatura italiana

    de Francesco De Sanctis es la obra

    maestra indiscutible de la historiografa literaria en Italia. En su arqui-

    tectura, refleja ejemplarmente el siguiente esquema. Tras salir del seno

    oscuro de los orgenes, la literatura italiana alcanza bien pronto con Dante

    una expresin suprema. Forma y contenido, esmero artstico y pasin

    humana, encuentran en la

    Divina Comedia

    un punto de equilibrio: es la

    sntesis de lo real y de lo ideal, conseguida en el plano de la trascendencia

    religiosa. Ya con Petrarca el equilibrio disminuye, el artista prevalece

    sobre el poeta, la forma sobre el contenido; con Boccaccio, irrumpe lo

    real con plena autonoma, satisfecho de s, espectculo esplndido, que

    posee en s mismo su fin. Paulatinamente, la literatura italiana se vuelve

    una literatura aristocrtica, formalista, cada vez ms alejada de los

    acontecimientos de la historia. El Renacimiento consagra, con Ariosto, su

    sueo de belleza. Y sin embargo, justamente con Ariosto principia un

    nuevo espritu crtico, que definitivamente disuelve las fbulas y los

    fantasmas de la Edad Media, inaugurando la conciencia moderna; corres-

    ponder a Maquiavelo y Galileo sacar a flote en esta conciencia los

    contenidos vivos de la realidad. Pero el proceso ser interrumpido en

    Italia por la Contrarreforma. Proseguir en Europa y celebrar su triunfo

    con la Ilustracin: Parini y Alfieri recuperarn su inspiracin fundamen-

    tal, dando as inicio a la nueva literatura, siquiera sea an dentro de la

    antigua envoltura retrica del clasicismo. Con la revolucin romntica,

    el contenido moderno hallar al fin su forma natural: lo ideal y lo real

    volvern as a coincidir, pero ya no en el plano de la trascendencia

    religiosa, sino en el de la inmanencia histrica.

    Tesis, anttesis, sntesis. En el trasfondo, la experiencia dramtica de

    una nacin que se pierde y se redime; en primer plano, una riqueza

    extraordinaria de observaciones, de anlisis, de interpretaciones, y un

    estilo apasionado, conciso, nervioso. Pero las mismas razones que todava

    hoy nos hacen admirar esta

    Historia

    hacen de ella un caso irrepetible.

    Ni qu decir tiene que la presencia simultnea de elementos

    tan diversos y complejos

    poda

    muy difcilmente sobrevivir largo.

    tiempo. en nuestro. siglo. Ninguna esttica del siglo.xx ha posedo

    ya la fuerza de atraccin ejercida po.r la esttica romntica (por

    lo. dems, muy lejos de ser unitaria). Quiz la esttica de Croce

    EL ESTUDIO DE LA LITERATURA

    63

    btuvo por algn tiempo. un corrseriso casi g.eneralizado.; p~ro. s.u

    ~sttica justamente negaba la posibilidad misma de ~na hIs~o.na

    de la literatura, empeada corno estaba en v~lo..rarla smg.~land~d

    articular de la obra. Por otra parte, algo. SImilar .su~edlO con a

    filo.so.fade la historia:

    nos

    invita a leer

    los

    aco.nt~cImIento.s ~e~de

    una pluralidad de perspectivas antes que a reducIrlo.s,a una lgica

    lineal a una secuencia inequvoca Y co.herente. De ah, entre o.trafs

    co.sas', la

    ncomodidad Y

    las dificultades q~e ~nc~~tran:o.s ante

    1 pro.blemas suscitados po.r cualquier peno.dIzaclOn. SI por un

    lo.~o. sta ntroduce una primera clasificacin de lo.~fenmenos,

    a

    o.r

    ~tro presupone una disco.ntinuidad entre las epocas y una

    ~structu~a

    orgnica

    interna, no. siempre de~o.strabl.es:

    Ciertamente, la historia de la literat~ra s~~ue existiendo en la

    tradicin crtica contempornea. e~nqu~cIendo.se. con nuevas

    referencias: la historia social y la historra de las ideas. de /as

    institucio.nes Ylas mentalidades colectivas, de los gru :,o.sinte ec-

    tuales y de la recepcin literaria, de la lengua y ~el. libro, e~\?,

    el estudio. o.el anlisis de una obra cualqwera sena mco.nce; e

    sin tener en cuenta, de alguna manera, est?s aspectos. ero

    recisamente porque la red se hace tan tupida, pa~e~e .aho.ra

    p . onfiar el cometido de la sntesis a o.tra dIscIphna: la

    necesarto e

    teora de la literatura. o

    El estilo. la retrica, los

    gneros:

    en este t~rreno., que en ,o.~ro.

    tiem o. er~ el dominio de la crtica normativa,

    hoy

    el ~eo.r~co.

    ado.;a al co.ntrario. una actitud descriptiva. En este ~~bIto.,

    identifica en lo.s text~s la Co.nstantes ue lo.s (~adIclO::;s, /

    _ as aflnIdades estructura~~,~.e.u..~.l~~....$.lIla .es

    Jp..lllO .

    tir

    reClar

    ~ ue lo.sdistin uen; estas generaliza~....l9.l ;er~ 2 an ap ...-

    mejor las particulari aaes Y a nao.le caractenstlca de os textos

    individuales. .

    Aun ue se uede considerar heredera de las poticas y los estudios

    retric~s tradi~ionales,la t\eora de l~literatura es fun~ame~t~:~J:j~~~

    disciplina nacida en el siglo xx. En CIertos aspectos, co ma e . ,

    or la crisis de la esttica filosfica. Al renunciar a .una r~presentaclOn

    unitaria del sistema de las bellas artes, cuyas marnfestaclOne: proven-

    dran de cierta facultad del espritu, la esttica contemforane~ n~s

    invita a desplazar la indagacin a las leyes que ~egulan los, ~:~~~~~: d:

    1 rtes en sus modalidades tcnicas. Eso exp ea por , -ue

    l:sli~eratura consiste en gran medida e~ la tradicin crtica qu~ ar~:~~: o

    del formalismo ruso de principios d~l siglo ~ y, ?asando por a p

    estructural, llega hasta la actual semiologa literana.

    Una distincin neta entre historia y teora, sin embargo. p:-e-

    supo.ndra que tales co.nstantes o. generalizacio.nes alcanzanan

  • 7/21/2019 1. El Estudio de La Literatura

    7/9

    64

    LAINSTITUCINITERARIA

    efectivamente a definir la literatura en trminos formales. Corno

    ya se ha visto, una definicin de este tipo, que nos indique de

    modo concluyente las propiedades especficas de los textos lite-

    rarios, an no existe, ni es de presumir su posibilidad. De hecho,

    ms que de una teora, quiz se podra hablar de una morfologa

    histrica. Las formas literarias, vale decir, tienen una historia

    propia, y su estudio aparece, junto a los dems tipos de inves-

    tigacin, corno necesario, pero no por ello predominante. En este

    sentido, la perspectiva histrica sigue siendo imprescindible; se

    trata de hallar las mediaciones necesarias que permitan una

    unificacin orgnica con el anlisis de tipo estructural.

    Con toda probabilidad, el camino a seguir pasa por el reco-

    nocimiento, en el plano terico, del papel asumido en la consti-

    tucin de la obra por un factor tpicamente histrico corno es el

    pblico. La nocin de pblico resulta de hecho decisiva por una

    doble serie de razones. Por una parte, permite superar cualquier

    reduccionismo implcito en las explicaciones sociolgicas del

    hecho literario: El medio es una vis a tergo observa Sartre

    (1947: 95); el pblico, por el contrario, es una espera, un vaco

    que ha de llenarse, una aspiracin. La obra, cabra decir, no se

    coloca al final de una cadena causal, corno un efecto que tiene

    su sentido en lo que la precede (y que la vuelve en definitiva,

    superflua); se halla en el centro de una relacin, corno un ele-

    mento dinmico y activo. Por otra parte, en tal relacin los datos

    estilsticos y formales de la obra ya no sern una envoltura

    exterior, un ltimo residuo de aquella cadena causal, sino el eje

    mismo del proceso de comunicacin. Escoger un lenguaje signi-

    fica seleccionar a un destinatario que posea la competencia en

    aqul. Aqu, la estrategia del autor y la iniciativa del pblico

    encuentran su punto de equilibrio inestable; en la objetividad de

    su material lingstico, que garantiza la permanencia ideal a

    travs del tiempo, la obra lleva inscrita en s la forma histrica

    de tal encuentro.

    12. LAENSEANZA

    Es un afn cvico por excelencia que una comunidad nacional

    transmita, de generacin en generacin, un patrimonio literario

    que constituye la pars magna de su historia y de su identidad al

    margen de las variaciones del gusto y de los valores represen-

    tados. La escuela desempea, desde esta perspectiva, una funcin

    ELESTUDIOELALITERATURA

    65

    decisiva: sobre todo desde que se complet, tanto en Espaa

    corno en todos los pases industriales, un proceso considerable

    de

    escolarizacin

    de masas, que ha involucrado a grupos hasta

    ahora marginales al pblico literario. Aparte, su responsabilidad

    acaba de realzarse con otro fenmeno caracterstico ~ las so-

    ciedades avanzadas, el surgimiento de una cultura especfica-

    mente juvenil, tpicamente orientada hacia la comunicacin

    audiovisual ms que a la escrita. En suma, gran parte de la actual

    poblacin estudiantil vive su encuentro con la literatura casi

    exclusivamente en el aula, por el espacio de algunas horas sema-

    nales de clase. Esta responsabilidad acrecentada, no obstante,

    hace ms delicadas las dificultades y contradicciones de la en-

    seanza literaria.

    El placer esttico se funda, por su naturaleza, en un acto de

    libre eleccin; responde a un deseo, a una necesidad, que cada

    uno de nosotros satisface cuando y corno mejor cree. Por el

    contrario, la escuela tiene por finalidad convertir los derechos en

    deberes, y esto vale tambin para la literatura. As, la escuela no

    puede tornar en consideracin los gustos y las disposiciones

    circunstanciales que suelen guiar nuestras preferencias: si en tal

    da y tal hora tocan las

    Rimas

    de Bcquer, no queda ms remedio

    que leer las

    Rimas

    o refugiarse en una distraccin culpable. Se

    trata, repetimos, de una contradiccin general, que afecta a la

    institucin educativa y no especficamente a la enseanza de la

    literatura y no resulta ms lamentable aqu que en otra parte.

    Por lo dems, es una contradiccin necesaria, a la que probable-

    mente no cabe dar una solucin; a lo sumo tener conciencia cri-

    tica.

    Algunas dificultades, en cambio, son peculiares, pero tambin

    en gran medida objetivas, porque derivan de caractersticas p~o-

    pias de la literatura espaola, Todas las grandes lenguas nacio-

    nales europeas alcanzan su forma moderna entre los siglos XVI

    y XVII;el patrimonio literario correspondiente abarcar, as pues,

    un perodo de cinco siglos. Si se considera que la lengua. caste-

    llana no experimenta solucin de continuidad desde el sIglo.~

    hasta el presente, el patrimonio literario que hay que transmtr

    a nuestros estudiantes abarca un perodo de ocho siglos. En

    segundo lugar, el mercado literario moderno se caracteri~a,. con

    toda evidencia, por el predominio de la novela y sus

    mltiples

    subgneros; pero los estudiantes acabarn el bachillerato habien-

    do ledo cierta cantidad de poesas, por lo general, lricas, algo

    de prosa de variada ndole ensaystica, y casi con certeza ninguna

  • 7/21/2019 1. El Estudio de La Literatura

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    LA INSTITUCIN LITERARIA

    EL ESTUDIO DE LA LITERATURA

    67

    No es tarea nuestra entrar aqu en otros detalles de la enseanza

    literaria, sobre los que, por lo dems, se ha discutido mucho en estos

    ltimos aos. Por ejemplo, elhecho que el conjunto de obras seleccionado

    para su estudio sea muy reducido a causa de la marginacin de los textos

    en otras lenguas del pas, de los autores menores, de las formas expre-

    sivas no cannicas, de los gneros paraliterarios (la novela policaca, la

    nov~la ro~a: e~(~c?mic,etc.). Tampoco entra dentro de nuestra compe-

    tencia emitir

    JUICIOS

    sobre el uso didctico de la composicin escrita o

    redaccin o sobre los mtodos y programas adoptados. Claro est que

    no se puede ms que apoyar un juicio escptico, ya muy extendido, sobre

    el empleo de la literatura como modelo de lenguaje (hablado o escrito),

    que el estudiante deberia de algn modo imitar o aprender. De hecho,

    es ya opinin corriente que la lengua presenta niveles y registros dema-

    siado complejos para. que la literatura pueda constituir un instrumento

    adecuado y completo de adiestramiento en la comunicacin verbal. Aun

    as, seria legtimo seguir atribuyndole una funcin privilegiada en el

    plano de la educacin moral o, ms en general, cultural. Sentado esto,

    no obstante, la cuestin contina abierta: cul es el modo mejor de

    facilitar el acceso a la literatura en cuanto experiencia esttica?

    la literatura. Esto poda bastar cuando la escuela era una insti-

    tucin de lite y los estudiantes adquiran este hbito es-

    pontneamente dentro de su ambiente vital.. .

    Hoy en da, el encuentro con los textos adquiere un reheve

    estratgico decisivo. Y determinante es la experiencia vivida por

    el estudiante en clase: si ser juzgada como una experiencia digna

    de ser vivida, y por consiguiente, de ser imitada, o, por el con-

    trario, como un simple ejercicio escolar, cuyo objeto no est muy

    claro y de cuya utilidad se puede razonablemente dudar (en vista

    de que la literatura, en cuanto institucin social, no ofrece ni ricas

    prebendas ni ocupaciones seguras, sino, todo lo ms, un prestigio

    ambiguo).

    En esta perspectiva, parece necesario seguir al mismo tiempo

    dos lneas de conducta. En primer lugar, conviene procurar al

    estudiante los elementos fundamentales de una competencia

    literaria consciente; es decir, ponerle en disposicin de leer un

    texto y de reconocer los rasgos

    estilticos,

    el gnero, la tcnica

    constructiva, etc. Tales operaciones son tiles tanto por razones

    metodolgicas abstractas como en el mismo plano didctico, ya

    que nos familiarizan con el texto; tienen un efecto orientativo y,

    por lo general, poseen la ventaja de poderse repetir, controlar,

    cuando no confrontar con otros textos.

    En adelante, sin embargo, no hay que olvidar que la literatura

    sigue siendo una experiencia esttica y que el lector aprender

    tanto ms a moverse con independencia, cuanto ms haya ela-

    borado criterios de gusto, fundados no en el simple me gusta)

    o no me gusta, sino en una curiosidad ms amplia y una aper-

    tura intelectual menos prctica. La exp~riencia esttica involu~ra : lI ..

    las niveles ms diversos de la personahdad; produce resonancias

    psicolgicas

    y

    existenciales, cuestiona valores de todo tipo, con-

    cita, por ltimo, los resortes ms subjetivos de quien la disfruta.

    Aun si tales aspectos no se prestan a una teora explcita, en

    cualquier caso se han de resaltar y hacer percibir por la atencin

    del estudiante, a fin de que pueda dominarlos mejor.

    novela, aparte de Don Quijote y quiz alguna de Galds o de Ba-

    raja.

    Es un programa demasiado amplio, se podra sacar en conclu-

    sin, que al mismo tiempo corre peligro de fallar en un objetivo

    esencial: crear a un futuro lector, un ciudadano a ttulo completo

    de la repblica de las letras. Adanse, en fin, ciertos defectos

    tpicos de nuestra cultura

    humanstica,

    que con excesiva gene-

    rosidad ha promovido los estudios literarios a fundamento de la

    educacin, pero tambin con demasiada frecuencia los ha em-

    pobrecido en significado, transformando la literatura en puro

    ejercicio de efusin verbal. Probablemente ningn pas moderno

    como Italia atribuye a la enseanza de la literatura, en el cu-

    rrculum escolar de sus jvenes, un peso mayor que el previsto

    por los ordenamiento s acadmicos. Pero no es casual, si, a pesar

    de ello, el consumo de libros en Italia resulta ser de los ms bajos

    en las naciones desarrolladas.

    En la repblica de las letras, el ejercicio de la soberana se cifra

    en un gesto elemental: entrar en una librera y adquirir un libro.

    En este gesto, a su vez, se traduce un hbito, una disposicin, una

    costumbre civil y social antes que intelectual; y la comunidad

    espera que la enseanza de la literatura contribuya a hacer de

    ello un gesto natural, a interiorizar su necesidad en el mayor

    nmero de destinatarios. Desde este punto de vista, la enseanza

    de la literatura ya no se asimila a la enseanza de la historia de

    Al modo de Lotman, Terracini (1980) propone una solucin distinta.

    A su parecer, existen dos tipos de cultura: las culturas tradicio?ale?,

    basadas en la imitacin de comportamientos presentados como sirnb-

    licos; la cultura moderna, que, en cambio, provee de reglas explcitas. Esta

    ltima no nos da un producto, invitndonos a reproducirlo a nuestra vez

    lo mejor posible, sino las reglas con las que ha sido obtenido y con las

    que podremos sacar una rplica. Las culturas tradi~ionales son cultu.ras

    textualizadas: transmiten los textos (comportamientos o puros y sim-

    ples objetos lingsticos) que se deben imitar, no las gramticas con las

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