1. ARISTÓTELES Y SU MUNDO · 1.2 Crítica a la teoría de las ideas El contacto entre Platón y...
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III. ARISTÓTELES (384-322 a. C.)
¿Qué hay que sea correcto y que no esté ya en Aristóteles?
(GADAMER, H.G. )
1. ARISTÓTELES Y SU MUNDO
En el siglo IV a. C., el reino de Macedonia constituía
una pequeña pero ambiciosa potencia, cuyos monarcas
guerreros soñaban con extender su territorio y obtener un
reconocimiento que no poseían. Atenas, civilizada y
democrática, consideraba Macedonia como una tierra de
semibárbaros y recelaba de ella. La vida de Aristóteles
transcurrió entre estos dos mundos en constante
conflicto: era un hombre que se hallaba muy cercano al
poder macedonio, pero, como brillante intelectual, gustaba
del ambiente de la culta y refinada Atenas.
Aristóteles nació alrededor del 384 a. C. en Estagira. El padre de Aristóteles, Nicómaco, a pesar de
ser un griego puro, se relacionó con el rey Amintas de Macedonia, y se convirtió en médico oficial de la
familia real, además de amigo y consejero de la corte macedonia. En esta corte, Aristóteles conoció y
trabó amistad con Filipo, hijo de Amintas y futuro rey. En su infancia recibió una formación con un elevado
componente práctico y empírico que marcó su actividad filosófica (véase su interés por la biología).
En el año 367 a. C., Aristóteles se trasladó a Atenas e ingresó en la Academia de Platón.
Aristóteles fue miembro activo durante veinte años, desde los 17 hasta los 37; primero como alumno y
después como profesor. De hecho fue el primer profesor de retórica de la Academia, materia inicialmente
despreciada por los platónicos. El ambiente de debate y reflexión le seducía. Además, allí pudo convivir y
discutir con Platón. La influencia platónica fue decisiva en esta época de aprendizaje.
Sin embargo, la posición hegemónica sobre toda de Grecia del rey Filipo II de Macedonia, ejercida
desde el 358 a. C., provocó profundos odios entre los atenienses contra todo aquel que fuera macedonio, y
Aristóteles se vio obligado a abandonar precipitadamente su querida Academia y Atenas en el 347 a. C.
Además, aquel mismo año había muerto Platón, y su sobrino Espeusipo fue reconocido como director de la
Academia. Aristóteles no salió de tierras griegas y se instaló en Aso, y luego en Mitilene, en la isla de
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Lesbos. En este segundo período realizó importantes estudios de ciencias naturales. Simultáneamente,
se fue distanciando de muchas de las posiciones platónicas.
En el año 342 a. C., el rey Filipo pidió a Aristóteles que se encargara de la educación de su hijo
Alejandro, el futuro Alejandro Magno. Aristóteles aceptó y, junto con sus colaboradores, se trasladó a
Macedonia. De este modo, pudo realizar aquello que tanto había deseado Platón: formar intelectualmente a
un futuro rey, unir poder intelectual y poder político. Alejandro contaba entonces trece años. Hasta los
dieciséis, Aristóteles fue su educador (desde los cuarenta y dos hasta los cuarenta y cinco años). Sin
embargo, no parece que Aristóteles pudiera influir demasiado en la formación del pensamiento político de
Alejandro. La educación del joven príncipe se vio interrumpida cuando éste tuvo que hacerse cargo de la
regencia (Filipo se encontraba ausente por actividades bélicas). Estamos en el 339 a. C.; es el momento de
volver a Estagira para Aristóteles donde sistematizó sus observaciones y sus reflexiones. La hegemonía
macedonia en Grecia se consolidó en la batalla de Queronea (338 a. C.), con la victoria sobre la alianza de
Atenas y Tebas. El rey Filipo fue asesinado en el año 336 a. C. y Alejandro se impuso como nuevo
monarca. En adelante sus conquistas militares fueron realizadas en nombre de los griegos, no sólo en
nombre de Macedonia.
Mientras Alejandro se preparaba para las famosas campañas militares contra Persia, Egipto y el
Indo, Aristóteles volvió a la sometida Atenas y fundó una nueva escuela (335 a. C.) en los jardines del
santuario dedicado al dios Apolo Likeis, de ahí el nombre de la escuela: el Liceo. Durante trece años,
Aristóteles enseñó en el Liceo; fueron años de gran actividad científica y teórica: de observación empírica
y de especulación a partir de ella. Esta frenética actividad intelectual caracteriza el tercer y último período de
su vida. Mientras Aristóteles enseñaba en el Liceo, la situación socio-política griega era cada vez más
comprometida. La hegemonía macedonia había deshecho el sistema de polis o ciudades-Estado
característico de Grecia. Además, las victorias y conquistas orientales de Alejandro alimentaban sus
inclinaciones más despóticas y hacían crecer sus pretensiones de divinidad. Debido a todo ello, al final de
esta época se rompió la amistad de Aristóteles con Alejandro.
Poco antes de la muerte de Alejandro, el partido macedonio era odiado por el pueblo griego.
Aristóteles, asociado con Alejandro y con el poder macedonio, fue también odiado. Cuando, en el año 323
a. C., murió Alejandro, Aristóteles fue acusado de impío, y para evitar lo que él denominó un segundo
crimen contra la filosofía, abandonó la ciudad de Atenas y se retiró a la isla de Eubea. Murió al año
siguiente, 322 a. C., a los 62 años.
1.1 El Corpus Aristotelicum
Gran parte de la obra aristotélica se ha perdido. Su biblioteca y su obra soportaron diversas
vicisitudes. Nada nos queda, por ejemplo de los llamados escritos exotéricos, que se supone son diálogos
de carácter lúdico y divulgativo que Aristóteles escribía para el gran público. Por oposición a ellos, se habla
de los escritos esotéricos, que son transcripciones o apuntes de las lecciones que Aristóteles impartía a los
estudiantes del Liceo. Son, por tanto, escritos difíciles, sólo asequibles para los iniciados.
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Sabemos que buena parte de la obra aristotélica fue a parar a Roma y que Andrónico de Rodas,
undécimo director del Liceo, la ordenó y publicó con el nombre de Corpus aristotelicum. A Andrónico
debemos el nombre de metafísica (Metà ta fisicá, etimológicamente, los de después de la física), ya que al
reunir las obras sobre física en sentido estricto, quedaron catorce obras que explicaban el ámbito físico
desde una perspectiva más profunda; o en terminología aristotélica, sobre la filosofía primera o la ciencia
universal. Prácticamente la totalidad de las obras de Aristóteles hoy conservadas pertenece a su tercer período o años del Liceo y son escritos esotéricos. Los podemos clasificar de la siguiente forma:
Escritos de... Principales obras
Lógica Reunidos con el nombre de Organon o instrumento para el conocimiento: Categorías, Sobre
la interpretación, Primeros y Segundos analíticos, Tópicos y Refutaciones sofísticas.
Ciencias
Naturales
Historia de los animales, Sobre la marcha de los animales, Generación de los animales... La
mayor parte de la obra aristotélica se enmarca en el campo de la zoología.
Psicología Sobre el alma, Sobre la memoria, Sobre la percepción, El sueño, La vida y la muerte...
Física Física (un total de ocho libros), Sobre el cielo, Meteoros...
Metafísica Metafísica (formado por catorce libros).
Ética y
Política
Ética a Nicómaco, Ética a Eudemo, Gran moral, Política, una colección de constituciones de
158 Estados...
Estética Retórica, Poética...
1.2 Crítica a la teoría de las ideas
El contacto entre Platón y Aristóteles es innegable, y
también lo es la influencia que el primero ejerció sobre el segundo. A
pesar de ello, fíjate en el fragmento del cuadro La escuela de Atenas.
Platón señala hacia arriba; en cambio, Aristóteles apunta hacia abajo.
Esta actitud opuesta simboliza las diferentes posiciones, inclinaciones
y concepciones entre los dos filósofos. Mientras Platón centra su
interés en el abstracto e inmutable mundo ideal, Aristóteles, se
acerca y ancla en el mundo sensible y palpable que nos rodea.
Recordemos que, para Platón, la auténtica realidad es el
mundo inmutable y perfecto de las ideas. Lo que nos rodea sólo es
una copia imperfecta y corruptible de éstas; de modo que únicamente
si llegamos a conocerlas, podemos también entender lo que vemos. Detalle de La Escuela de Atenas (RAFAEL)
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Para Platón, las ideas son aquello que hace inteligible el mundo físico, porque constituyen la esencia de las
cosas.
Como discípulo de Platón, Aristóteles se educó en esta concepción de la realidad; aunque pronto
le surgieron dudas, que se convirtieron, con el paso del tiempo y la maduración intelectual del pensador, en
crítica abierta y rechazo. Algunos de los inconvenientes que Aristóteles advertía en la teoría platónica son
los siguientes:
a) Si el mundo sensible y material que nos rodea sólo se explica como una copia imperfecta
de las ideas, es lógico suponer que todo lo que existe tiene un modelo perfecto en el
mundo ideal. Entonces surge la pregunta: ¿existe una idea de cualquier cosa, de barro, de
broza, de maldad, de crimen?, ¿existe la idea de maldad perfecta? Para Aristóteles es
inadmisible la existencia de ideas perfectas de todo lo malo y negativo que hay en el
mundo.
b) Otra. Si todo lo que existe en el mundo es lo que es: un caballo, un hombre, un árbol...
porque participa de la correspondiente idea de caballo, hombre o árbol, es natural
considerar que la esencia de cada cosa es la idea de la que participa. Ahora bien, ¿cómo
es posible que la esencia de una cosa, aquello que la hace ser lo que es, esté separada
de esta cosa? Para Aristóteles, la esencia de una cosa, su causa, no puede existir
separada de esa misma cosa.
c) Otro grave inconveniente que Aristóteles descubre en la teoría ideal de Platón radica en
que ésta no consigue explicar ni dar razones de aquello que es más característico del
mundo material y sensible: el movimiento y el cambio. ¿Cómo puede el mundo perfecto,
incorruptible, inmutable y eterno ser causa y explicación de un mundo cambiante,
imperfecto, donde todo es mortal y provisional?
Como veremos en el siguiente apartado, el problema del cambio y el movimiento, y la
imposibilidad de la teoría platónica de ofrecer una explicación convincente constituirán el acicate de la teoría
aristotélica.
2. METAFÍSICA, MÁS ALLÁ DE LA FÍSICA
Una de las grandes pasiones de Aristóteles fue la observación y el análisis de la naturaleza. La
mayor parte de su obra es el resultado de este estudio empírico. Incluso una disciplina tan abstracta como
la Metafísica se encuentra unida de forma inseparable a este estudio, pues no se puede entender su
explicación de la naturaleza y el cambio sin conocer su concepción de la realidad y del ser.
2.1 El problema del cambio
Como recordarás, una de las primeras preocupaciones de los filósofos fue encontrar una
explicación racional para lo que les rodeaba. Una explicación que les hiciera comprensible y clara la
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naturaleza. Este interés por la naturaleza pronto se tradujo en una investigación sobre el cambio y el
movimiento, verdaderos protagonistas del mundo natural. Desde un principio, los físicos se percataron de
que lo que nos rodea es una realidad diversa y múltiple, y que, además, se halla en continua y perpetua
transformación. Las estaciones se suceden, la noche sigue al día, el sol a la lluvia; lo que antes era verde
vivo ahora es amarillo marchito; allí donde había una casa ahora se amontonan los escombros; los niños de
ayer ahora son ancianos...
Los primeros filósofos, entre ellos Heráclito y Parménides, tuvieron que enfrentarse con este
confuso e imprevisible mundo, para tratar de otorgarle un orden y un sentido que lo hiciera comprensible.
Como recordarás, Heráclito recogía esta constatación de nuestros sentidos y la elevaba a razón
universal: todo se halla en perpetuo cambio y transformación; el movimiento es la ley del universo.
Parménides, al contrario, cuestionaba en su famoso poema los datos proporcionados por los sentidos y se
aferraba a la evidencia lógica: el movimiento es imposible, pues el cambio es el paso del ser al no ser; o a
la inversa, del no ser al ser. Ello es del todo inaceptable, ya que el no ser no existe y nada puede surgir de
él. Por tanto, nuestros sentidos nos engañan y las transformaciones que vemos son sólo una ilusión.
La teoría platónica supone una especie de síntesis de estas dos concepciones opuestas. Por
un lado, tenemos el mundo sensible, caracterizado por un proceso constante de transformación (como
decía Heráclito); por el otro, el mundo abstracto y perfecto de las ideas, caracterizado por la incorruptibilidad
y eternidad (como afirmaba Parménides).
Sin embargo, según Aristóteles, Platón sólo yuxtapuso las dos concepciones, pero no llegó a
integrarlas. Por ello, no consideró su respuesta una auténtica explicación de la naturaleza y el cambio. Para
ver cuál es la concepción que defiende Aristóteles, deberemos adentrarnos tanto en su Física (ciencia del
ente móvil) como en la Metafísica, pues para entender su explicación del cambio es preciso primero
conocer su concepción de la realidad.
2.2 La realidad sustancial
La concepción metafísica de la realidad que sostiene Aristóteles es muy sencilla. La realidad,
aquello que es y existe, es lo que Aristóteles denomina sustancia.
Las sustancias no son sino los individuos concretos que nos rodean. A diferencia de Platón, que
sólo reconocía como auténtica la realidad ideal y consideraba los objetos sensibles ilusión y engaño, para
Aristóteles trata de superar la teoría de las ideas. Los dos mundos platónicos se
convierten en dos dimensiones presentes en todo ser sensible, dos caras
(materia y forma) de una misma realidad: la sustancia. Por ejemplo, Platón
hablaba de la idea de caballo y de un caballo concreto como cosas diferentes.
Aristóteles, en cambio, ve la idea de caballo dentro de cada uno de los caballos
concretos existentes.
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Aristóteles todo lo que nos rodea: este gato, esta casa, el vecino..., son sustancias y constituyen la única y
auténtica realidad.
Toda sustancia es algo concreto y, por tanto, se encuentra en un lugar y momento determinados;
es decir, forma parte del mundo sensible y material. No obstante, no por ello debemos pensar que esta
realidad sustancial se identifica con el mundo sensible de Platón. La realidad sustancial constituye una
síntesis de los dos mundos platónicos. Veámoslo.
— 2.2.1 El hilemorfismo
Toda sustancia es un compuesto de materia y forma. De todo individuo concreto, por ejemplo
de la mesa sobre la que escribes, se puede distinguir la materia de la que está formado (madera, si es el
caso), y la esencia o forma, aquello que la hace serlo que es, en este caso una mesa y no una silla o una
cuchara (entre otras cosas, estar formada por una base plana sustentada por cuatro patas).
En otras palabras, en los individuos concretos, en las sustancias, puedo encontrar dos
dimensiones que se corresponden con las dos realidades que postulaba Platón. Por una parte, la materia,
componente físico; y por otra, la forma, conjunto de cualidades específicas de una cosa que hacen que
sea aquello que es. Estos dos componentes sólo son escindibles teóricamente, en un proceso de
abstracción. En la realidad, materia y forma constituyen un compuesto inseparable y no, como mantenía
Platón, dos mundos irreconciliables.
En otras palabras, el mundo de Aristóteles es, por decirlo así, bidimensional. Cada uno de los seres o
sustancias individuales que lo integran se compone de materia y forma. Materia y forma son las dos caras de
una misma realidad, tan inseparables una de otra, como un individuo chato respecto de su nariz.
(COLOMER, E.«Introducción a Aristóteles», en Psicología)
Esta teoría que defiende la composición material y formal de toda sustancia se denomina
hilemorfismo, del griego hylé (materia) y morphé (forma). La materia es el soporte o sustrato de la forma
(la madera es el sustrato de la mesa), sin materia no hay sustancia (sin madera, o hierro o mármol, no hay
mesa). Pero la materia por sí sola tampoco es nada. Sin forma, sin esencia, la madera o el mármol
(hablando de una mesa) no constituyen ninguna sustancia: la forma es lo que hará de ella una mesa, una
silla o un arca.
— 2.2.2 Sustancia primera y sustancia segunda
Aristóteles habla de dos clases de sustancia: sustancia primera y sustancia segunda. Por un lado,
tenemos individuos concretos, por ejemplo todos y cada uno de los caballos: Bucéfalo, Babieca,
Rocinante… Constituyen sustancias primeras. Por otro lado, aquello que tienen en común Bucéfalo,
Babieca y Rocinante y todos los caballos; es decir, la esencia o forma de caballo, es también sustancial,
porque es precisamente aquello que nos permite hablar de la sustancia caballo. En este sentido, la esencia
o forma de los individuos es también sustancia, sustancia segunda.
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2.3 Potencia y acto
AI ser la Naturaleza principio de movimiento cambio, y al habernos propuesto nosotros estudiar precisamente
la Naturaleza, no podemos ignorar qué es el movimiento. Pues, desconociendo qué es el movimiento,
desconoceremos también qué es la Naturaleza [...].
(ARISTÓTELES, Física, III)
Ya hemos visto cuál es la concepción aristotélica de la realidad. Todo lo que existe, todo lo que es,
es una sustancia. No obstante, esas sustancias se transforman, aparecen y desaparecen. El caballo fue
primeramente un potro, pero envejecerá y morirá. Lo mismo sucede con el resto de las sustancias: ninguna
es inmune al paso del tiempo. Según Parménides, esto era imposible. Lo que es no puede surgir de la
nada, ni tampoco puede acabar así. La generación, transformación y destrucción de las cosas es aparente,
el ser es perfecto y eterno. Este razonamiento conduce inevitablemente a la negación de la posibilidad de
cambio y movimiento.
Para Aristóteles, el tratamiento que Parménides hace del ser no es el adecuado y tampoco lo es
su negación del cambio natural propio de todas las cosas. Según el estagirita, el error de Parménides radica
en el hecho de no darse cuenta de que existen diversas maneras de ser o no ser. Fijémonos en ello. Una
semilla no es un árbol, pero puede llegar a serlo. Un árbol no es un armario, pero puede llegar a serlo. En
otras palabras, todas estas maneras son maneras relativas de no ser. El no ser del ejemplo anterior es un
no ser diferente de este otro: una semilla no es una gallina ni llegará a serlo nunca, un árbol no es un niño,
ni lo podrá ser. Ésta es una manera absoluta de no ser.
Esta distinción entre no ser relativo y no ser absoluto nos lleva a una distinción típicamente
aristotélica: potencia y acto. La semilla no es un árbol en acto, pero sí lo es en potencia. El árbol es árbol en
acto, pero en potencia puede ser una mesa, un armario, una silla... Veamos la distinción:
a) Potencia (dynamis). Capacidad que posee la materia de una sustancia de asumir o recibir
una forma diferente de la que tiene. La madera es en potencia una mesa, un banco, una
cuchara, porque tiene la capacidad de adquirir la forma de todas estas cosas.
b) Acto (enérgeia). Es la realidad actual de cualquier sustancia y es la forma particular que
haya recibido la materia; en otras palabras, siempre es consecuencia de la actualización
de una potencia.
Este binomio acto y potencia es lo que hace posible la explicación del fenómeno físico del
cambio, es decir, de la adquisición de una nueva forma por parte de la materia. Todo ser está en acto de
alguna cosa y tiene diferentes potencias. Esto explica el dinamismo que regula el mundo. ¿Qué es el
cambio o el devenir? Todo cambio consiste en la actualización de una potencia.
2.4 Las cuatro causas
La explicación del cambio se completa con la teoría de las cuatro causas. El concepto de causa
que emplea Aristóteles es diferente del que utilizamos en la actualidad. Para el filósofo clásico, todo aquello
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que es necesario para que se produzca un fenómeno es su causa. Así pues, aquello de lo que está
hecho (materia), sus cualidades esenciales (forma), el ejecutor (causa eficiente) y el objetivo que persigue
(finalidad) son considerados sus causas.
Veámoslo más claramente con un ejemplo. Las cuatro causas que se pueden atribuir a una
escultura de Zeus son: el mármol de la que está hecha (causa material), la idea o modelo con que ha
trabajado el artista (causa formal), el artista o productor de la obra (causa eficiente), y el móvil u objetivo
que ha motivado al artista, por ejemplo honrar a los dioses (causa final).
— 2.4.1 El teleologismo
De las cuatro causas establecidas, la causa final es posiblemente la que implica más
repercusiones. Afirmar que todo fenómeno o suceso responde a un objetivo supone defender, en palabras
del propio pensador que «la naturaleza no hace nada en vano» (De caelo, 271a 33).
Si respondemos a la pregunta «¿por qué llueve?» diciendo «porque el vapor de agua de las nubes
se enfría y se condensa formando gotas de agua que caen al suelo», Aristóteles replicaría afirmando que
esto no es suficiente, que aún hay más: «llueve porque las plantas y los animales necesitan agua para
poder crecer y vivir».
Al igual que el hombre actúa en pos de unos objetivos que se autopropone, toda la naturaleza está
animada de tendencias hacia fines determinados. Un canal, obra humana, se construye para poder regar;
un río, obra natural, también tiene una finalidad parecida. Para Aristóteles, todo en la naturaleza tiende a un fin: mejorar y perfeccionarse, actualizando sus potencias (el árbol dando fruto, el cachorro creciendo...).
Esta concepción teleológica o finalista de la naturaleza se convertirá en la concepción
predominante durante la Antigüedad y la Edad Media.
— 2.4.2 Especificaciones sobre el movimiento y la materia
En todo cambio hay entonces:
a) Algo que permanece a través del cambio;
b) Algo que aparece y
c) Algo que desaparece.
Teniendo claro ello, Aristóteles considera que hay dos clases de movimiento:
a) Cambio sustancial: o cambio cuyo resultado es la generación o la destrucción de una
sustancia; y el
b) Cambio accidental: en que no se generan ni destruyen sustancias, sino que éstas sufren
modificaciones o cambios accidentales de su ser. Estos pueden ser de tres clases:
I. cuantitativo o según la cantidad: crecimiento y disminución;
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II. cualitativo o según la cualidad: alteración;
III. local o cambio de lugar: traslación.
Por tanto, tratándose del movimiento o cambio accidental lo que permanece a través del cambio
no plantea problema alguno: son las sustancias naturales que pierden ciertos caracteres accidentales
(atributos) para adquirir otros que no poseían.
Pero ¿qué es lo que permanece en los cambios sustanciales? No, desde luego, la sustancia, ya
que el cambio sustancial supone su generación o destrucción. Lo que permanece es un substrato o materia
primera. Por tanto, estamos ante una nueva distinción aristotélica, en esta ocasión de la materia:
a) Materia primera o substrato. Es captable sólo por la inteligencia, y se caracteriza por
ser en potencia todos los cuerpos. Aunque es indeterminada, sí está en la sustancia.
b) Materia segunda. Es determinada, desde luego que también está en la sustancia, es
captable a través de los sentidos (como la madera, el mármol), y es apta para recibir una
forma específica y convertirse así en un cuerpo definido (que veo y puedo manipular).
Recuerda que la forma es la que determina a la materia; es lo que hace que algo sea lo que
concretamente es (hombre, caballo, mesa, estatua…); y la materia es aquello con que está hecho algo
(carne, madera, bronce…); y que la forma es común a individuos de una misma especie: por ejemplo
Sócrates y Gorgias tienen en común la forma o esencia de hombre.
2.5 De la Cosmología a la Teología: el Primer Motor Inmóvil
Ya hemos visto que la naturaleza está compuesta por sustancias que se hallan en constante
movimiento y cambio. Sin embargo, esto no es sino una pequeña muestra de la visión que Aristóteles tenía
del Universo. Según él, el Universo es un cosmos finito en el espacio y eterno en cuanto al tiempo, y que
se encuentra dividido en dos mundos: el sublunar o terrestre y el supralunar o celeste.
Tanto si es rectilíneo e imperfecto (mundo sublunar) como circular, perfecto e inalterable (mundo
supralunar) en ambos mundos, el movimiento necesita, según la Física aristotélica, un motor que lo
produzca. Ahora bien, como no podemos retroceder hasta el infinito (lo considera lógicamente imposible) en
busca de un motor anterior, Aristóteles deduce la existencia de un Primer Motor inmóvil. Este motor
mueve todo el Universo a través de la esfera de las estrellas fijas.
El primer motor inmóvil es una sustancia inmóvil, que es la causa primera del Universo, es acto
puro. ¿Cómo si no podría ser inmóvil? Recuerda que hemos dicho que el movimiento consiste en la
actualización de las potencialidades, en el perfeccionamiento de las posibilidades que tiene toda sustancia.
Por tanto, potencia es sinónimo de movimiento, y el Motor Inmóvil ha de estar exento de él. Asimismo, el
primer motor será también forma pura sin materia, pues, como hemos visto, la materia comporta
potencialidad y movimiento.
El Primer Motor mueve como causa final, y no como causa eficiente, ya que todo el Universo se
mueve y transforma por la atracción y el deseo de aproximarse a esta perfección. Este Primer Motor es Dios
en el sentido que es causa suprema del Universo, a pesar de que no se pueda identificar con un dios
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personal y creador del mundo. En definitiva, podemos afirmar que la Cosmología nos ha llevado a hablar
dela divinidad; es decir, nos ha conducido hasta la Teología.
3. ANTROPOLOGÍA Y ÉTICA
La visión aristotélica de la naturaleza es inseparable de su visión metafísica. Así como la teoría de
las ideas era guía y referente de todos los proyectos platónicos, los binomios metafísicos de materia y
forma, de acto y potencia, determinarán, en primer lugar, Ia concepción aristotélica del ser humano, un ser
natural compuesto de materia y forma, de cuerpo y alma, y, en segundo lugar, una ética en la que
defenderá la aspiración a actualizar las más profundas potencialidades humanas.
3.1 El hombre, un ser animado
El ser humano, al igual que el resto de los seres vivos, es un ser animado, es decir, tiene alma.
La misma palabra animal está emparentada con animado y alma. Además, el término alma es la traducción
latina del nombre griego psykhe, que en un sentido primigenio significaba ‘aliento, vida’. Alma y vida son dos
conceptos cercanos y prácticamente sinónimos. El alma es lo que da vida a la materia o cuerpo y, por ello,
su posesión distingue a los seres vivientes de los seres inertes.
Como uno más de los seres animados, el ser humano está constituido, aunque no sea de manera
exclusiva, por un alma. Como Platón, Aristóteles mantiene una postura dualista hacia el hombre. El ser
humano es un compuesto de alma y cuerpo, de forma y materia, de acto y potencia.
Ahora bien, en contra de la teoría platónica, el dualismo aristotélico no pretende establecer una
oposición entre cuerpo y alma como si se tratara de realidades de naturaleza contraria. Alma y cuerpo
son,según el estagirita, complementarios y no opuestos. De la misma forma que materia y forma
constituyen toda sustancia, alma y cuerpo forman un individuo separable únicamente en teoría. Asi pues, a
pesar de que el alma es el principio vital que mueve y da vida al cuerpo, podemos concluir que ésta, para
existir, depende tanto del cuerpo como la vista del ojo o la
sonrisa de la boca.
Poseer alma, como hemos dicho, es propio de
todo ser animado: plantas y animales la tienen, al igual que
el ser humano. En todos ellos, el alma es principio vital, es
decir, aquello que da vida y energía al cuerpo. Ahora bien, la
naturaleza y el rango diferente que ostentan plantas,
animales y seres humanos hacen que su alma sea también
diferente. Así, nos encontramos con tres tipos de alma o
tres funciones que ésta cumple: alma vegetativa (propia
de las plantas), alma sensitiva (propia de los animales) y
alma intelectiva o racional (exclusiva del ser humano).
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Cada una de estas funciones anímicas (vegetativa, sensitiva e intelectiva) es característica de una
especie (plantas, animales y seres humanos). Sin embargo, no lo es en exclusividad, ya que, por ejemplo, la
función superior del alma, la intelectiva, supone las otras dos.
Tipo Función Propia de...
Alma
vegetativa
Nutritiva. Está relacionada con la búsqueda, la asimilación y el
aprovechamiento de los recursos vitales. Su objetivo es la
conservación de la especie.
Todos los seres vivos,
aunque es especifica de
las plantas.
Alma
sensitiva
Apetitiva y motora. Está relacionada con la percepción sensible y la
capacidad de trasladarse, modificar e interactuar con el entorno.
Todos los animales,
incluso el ser humano.
Alma
intelectiva
Conocimiento, reflexión, deliberación y elección. Permite conocer
el mundo y a uno mismo, así como llevar a término la acción
mejor.
El ser humano en
exclusividad.
Esta concepción antropológica del ser humano tendrá repercusiones en la tª ética aristotélica.
3.2 Ética: a la búsqueda de la felicidad
La ética, un saber práctico, trata de la manera como han de organizar su vida los humanos para
poder vivir bien y ser felices. En los animales, según Aristóteles, el ethos, carácter o manera de ser,
determina su comportamiento y su forma de actuar. EI ser humano, en cambio, está dotado de alma
racional, puede pensar, reflexionar y decidir más allá del condicionamiento de su ethos, Por ello, la ética
tiene sentido, ya que es una disciplina encargada de orientar y guiar el comportamiento.
Igual que su Física, su Ética tiene una importante dimensión teleológica. Toda acción responde
a un objetivo o finalidad; en otras palabras, actuamos buscando un bien, ya sea ganar dinero, vivir
tranquilos u obtener fama y reconocimiento.
Detrás de todos estos objetivos que, o sólo tienen apariencia de bienes o son en realidad un
medio para alcanzar otro objetivo, existe un bien que se busca por él mismo: la felicidad.
Según Aristóteles, la felicidad (eudaimonia) es el bien supremo, deseable por él mismo y que no
se subordina a ningún otro. Pero si nos preguntamos en qué consiste la felicidad, nos damos cuenta de que
cada uno encuentra la felicidad, si la encuentra, en un lugar diferente. A pesar de esto, para Aristóteles, la
finalidad de cada cosa radica en aquello que le es propio, en actualizar sus posibilidades o potencias. Así,
para un cuchillo lo más propio es cortar, para un árbol crecer y dar fruto. Para el ser humano, lo más
característico y natural es la racionalidad, por ello la felicidad consistirá en ejercer esta facultad, es decir, en
llevar una vida contemplativa dedicada al saber.
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3.3 Virtudes dianoéticas
Como acabamos de decir, la actividad más específica del hombre será aquella que le proporcione
mayor felicidad. Aristóteles la deduce a partir de su concepción antropológica. Aquello que es propio y
característico del hombre no es su dimensión vegetativa, ni su dimensión sensitiva, sino su dimensión
intelectiva. En la actividad racional, en la actualización de sus potencialidades intelectuales, el hombre
encuentra la más completa felicidad.
La buena ejercitación de la actividad intelectual o racional, en todos sus aspectos, nos dota de
excelencias o eficiencias teóricas que son denominadas virtudes dianoéticas. Dianoétíco proviene, en
griego, de diánoia, que significa ‘pensamiento’ o ‘razón discursiva’. Por ello, las virtudes dianoéticas son
todas aquellas que están relacionadas con la capacidad de reflexión y deliberación y, por tanto, con la
capacidad para entender cómo es el mundo y saber cómo aplicar aquello que se reconoce como correcto
en la elección más acertada. Aristóteles habla de las siguientes virtudes dianoéticas:
a) La prudencia (phrónesis): consiste en la razón práctica o juicio, entendida como la
capacidad de aplicar los principios generales a las situaciones cambiantes. En concreto, la
prudencia es la virtud que nos hace reconocer cuáles son los medios que nos acercan al
bien y, al mismo tiempo, nos indica la manera en que se pueden llevar a la práctica.
La prudencia, pues, es necesariamente una manera de ser racional, verdadero y práctico, en relación con los
bienes humanos.
(ARISTÓTELES, Ética a Nicómaco, VI 5c.)
b) El arte (techné): capacidad de saber hacer o producir de manera racional.
c) La sabiduría (sofia): comprensión teórica de la realidad mediante la razón contemplativa.
d) La ciencia (epístéme): conocimiento objetivo de aquello que es universal y necesario y
que, por tanto, es demostrable.
e) La inteligencia intuitiva (nous): la habilidad de captar los principios más generales o
axiomas de la ciencia.
Las virtudes dianoéticas o intelectuales son teóricas y tienen un valor por sí mismas; y es
precisamente en su ejercicio donde radica el ideal de vida y la posibilidad de máxima felicidad. Una persona
que no ejercite estas capacidades deja de realizar la más genuina actividad humana. Por tanto, está como
incompleta y es poco probable que pueda ser realmente feliz.
3.4 Las virtudes éticas y el término medio
Según Aristóteles, el ser humano es feliz cuando actúa y vive de muerde con aquello que le es
propio; por tanto, como lo característico y peculiar de los humanos es la racionalidad, el máximo bien y
felicidad consistirá en la actividad intelectual.
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Sin embargo, el ser humano no es solamente intelecto, el ser humano forma parte del reino
animal y, como el resto de los animales, tiene necesidades, deseos, etc. Recordemos que el alma humana
no sólo cumple una función racional, también tiene una función sensitiva y vegetativa. Por esta razón, las
virtudes que posibilitan al ser humano llevar una vida de acuerdo con el bien no son sólo dianoéticas,
también son necesarias las virtudes éticas.
Si las virtudes dianoéticas tenían que ver con nuestra manera de reflexionar y conocer, las
virtudes éticas están relacionadas con la manera de actuar en el mundo, controlando nuestras pasiones
y nuestros deseos. El ser humano actuará correctamente y será virtuoso si sus deseos y costumbres se
encuentran dentro de lo racional, una racionalidad que en cada circunstancia escoge según un término
medio óptimo entre dos extremos de conducta, ambos negativos.
Ante la variedad de factores y circunstancias, y de la imposibilidad de dictar reglas para cada
momento o reglas generales que sean válidas en cualquier situación, la pauta ética más adecuada es
buscar siempre el término medio, la moderación en todos los aspectos del comportamiento. Cuando me
pregunto qué he de hacer, la respuesta es evitar tanto el exceso como el defecto.
Por ejemplo, una persona poseerá la virtud de la valentía si su comportamiento es un término
medio entre la cobardía (incapacidad para racer frente a situaciones difíciles) y la temeridad (falta de
comprensión y evaluación de las dificultades y posibles consecuencias de la acción). EI hombre que
siempre está de juerga no lleva una vida virtuosa, pero tampoco lo hace aquel que no se permite ningún tipo
de placer; la templanza o el dominio de uno mismo sería el término medio entre estos dos extremos.
Aristóteles continúa aplicando la norma del término medio a un conjunto de virtudes como la
amabilidad, la veracidad, el buen humor, la justicia... Consciente de que este término medio dependerá de
cada caso y de cada situación, considera que sólo la prudencia y la razón de cada uno garantizan la
elección correcta del término medio.
3.5 El ideal de vida aristotélico
Aristóteles sabe muy bien que alcanzar la felicidad no es tarea fácil. Además se da cuenta de que:
la felicidad no puede prescindir de los bienes externos. Es asimismo imposible, o por lo menos difícil, hacer el
bien si se está falto de recursos, ya que podemos realizar muchas cosas si tenemos, como instrumentos,
amigos, dinero o influencia política. Y, por otra parte, hay quien ve quebrantada su fortuna si le faltan algunas
satisfacciones, como provenir de una buena familia, tener hijos educados o gozar de buena presencia.
(Aristóteles. Ética a Nicómaco, 1099a 30 – 1099b 5).
Por ello, su ideal de vida feliz implica, entre otras cosas, tener solucionados los problemas
inmediatos y, disfrutando del ocio, poder dedicarse a la actividad científica, a la búsqueda teórica, a la
contemplación de lo universal y necesario. La felicidad suprema, aquella que nos hace semejantes a la
divinidad, sólo la genera la vida contemplativa.
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4. EL CONOCIMIENTO INTELECTUAL
Desde los presocráticos, la sensibilidad y la experiencia estaban muy devaluadas como fuente de
conocimiento: los sentidos eran casi un continuo estorbo. Pero Aristóteles adopta una perspectiva opuesta:
no duda en devolver todo su valor a lo empírico. Los seres reales son únicamente las sustancias
individuales y corpóreas, compuestas de materia y forma. Esto significa, en otras palabras, que los cuerpos
poseen un principio de inteligibilidad: su forma o esencia inmanente. Por lo tanto, el conocimiento sólo
es posible cuando se ocupa de las cosas sensibles de este mundo. Todo conocimiento comienza por las
sensaciones y suele terminar en el pensamiento; o sea, nuestro entendimiento conoce primero lo particular,
concreto y físico, antes que lo universal o abstracto. Según Aristóteles, sólo a través de lo particular
podemos llegar a conocer lo universal.
Por otro lado, Aristóteles, al contrario que Platón, no admite la preexistencia del alma; así que
el alma racional no puede pensar nada si primero no ha recibido las representaciones, sensaciones o
materiales que le suministran los sentidos. Es decir: no hay nada en el entendimiento que primero no
estuviera en los sentidos. Los sentidos son receptores de las formas sensibles de los cuerpos sin la
materia, lo mismo que la cera recibe la marca de un anillo sin el hierro o el oro. El ojo que contempla el
bosque se apodera de las formas del bosque (sus colores, siluetas, olores, sonidos...) y así el bosque está
en él (aunque sea en sentido figurado, inmaterial).
Aristóteles distingue varios niveles de conocimiento que van ascendiendo desde el alma
sensitiva al alma intelectiva o racional: desde el nivel más bajo, la sensación, va subiendo (imaginación,
experiencia) hasta alcanzar el nivel de conocimiento del entendimiento. El entendimiento es la capacidad
de discurrir racionalmente, de razonar. Se dan dos tipos de entendimiento (también llamado intelecto):
a) Entendimiento pasivo (también llamado paciente): recibe las imágenes que le presentan
los sentidos. Percibe así las cosas, los objetos materiales, físicos y tiene en potencia la
capacidad para recibir y conocer las formas universales inteligibles.
b) Entendimiento activo (llamado también agente): En rigor, este entendimiento actualiza la
potencia del intelecto pasivo. Se habla del intelecto activo cuando se abstrae la esencia,
los conceptos universales, de las cosas que había recibido el entendimiento paciente. Su
tarea es la de elaborar conceptos a partir de cosas singulares.
Por tanto, los sentidos son facultades
aplicadas a cosas particulares, individuales; el
entendimiento es una facultad que se ocupa de
cosas universales: Con Aristóteles podemos decir
que el ojo ve a Sócrates, pero que el entendimiento
piensa en hombre (la forma o esencia universal de
hombre). Por eso es necesario arrancar desde la
sensación para, acumulando experiencias, llegar
por inducción a la esencia universal común
(hombre en este caso).
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5. LA ORGANIZACIÓN POLÍTICA
Ética y política, tanto en Platón como en Aristóteles, son ámbitos inseparables: la ética conduce
a la política y la política vehicula el ideal ético. Si la ética se ocupa de organizar y orientar el comportamiento
individual en pos del bien y la felicidad, la función de la política es organizar la vida y el comportamiento
colectivo para asegurar el bien común. En definitiva, ética y política tienen el mismo objetivo: el bienestar y
la felicidad humanos.
No obstante, la ética está subordinada o depende de alguna manera de la política, pues, por un
lado, es preferible el bien de la comunidad a la felicidad de un solo individuo y, por otro, el individuo, en
tanto que ser social, sólo puede desarrollarse y ser feliz en el marco de la polis o sociedad. Ésta tiene la
obligación y el deber de proporcionar las bases y las herramientas necesarias para que sus miembros
satisfagan sus necesidades e intereses.
5.1 . EI hombre, un animal político
Para Aristóteles, el ser humano es, por su naturaleza y condición, un ser esencialmente político
(polis), es decir, social. Esto significa que es en el seno de la comunidad donde el hombre puede realizarse
como tal y desarrollar todas sus posibilidades. Aristóteles justifica este carácter inherentemente social de la
siguiente manera:
[La razón de] que el hombre [tenga] más de animal político que toda abeja o cualquier animal gregario [es]
evidente. La naturaleza, como hemos dicho, no hace nada sin algún propósito y el hombre [es] el único de los
animales dotado de palabra. El mero sonido es indicación de placer o dolor, que pertenece también a los
otros animales (su naturaleza los capacita para percibir el placer y el dolor y significarlo a los demás). Pero el
lenguaje sirve para expresar aquello que es conveniente o nocivo, lo justo o lo injusto. Y es característico del
hombre frente al resto de animales, que él solo tenga percepción del bien y del mal, de lo justo y lo injusto, y
otros valores; pues bien, la común posesión de estos [o el compartir este valor, es lo que] forma casa y polis.
(ARISTÓTELES. Política, 125b 27 – 1253a 29)
Este carácter social de la especie humana hace que las personas necesiten el marco de la ciudad
para desarrollarse como tales. El individuo no es como la mano, una parte del cuerpo que pierde su
finalidad si se separa de él; una persona ya es, por sí misma, una unidad con sentido. A pesar de ello, ha de
convivir con los demás para completarse. El hombre aislado, en soledad, no puede realizarse
completamente, pues no es una isla.
5.2. Los regímenes políticos
Aristóteles constata que el ser humano se realiza en sociedad, pero es consciente de que no
todas las organizaciones sociales favorecen y potencian por igual el desarrollo y la felicidad de sus
miembros. Fiel a su talante observador, estudia la realidad política de su tiempo. A raíz de estos estudios,
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niega la posibilidad de un Estado perfecto, al contrario de lo que había defendido Platón. Cada pueblo
vive unas circunstancias geográficas, climáticas, culturales... que hacen imposible establecer un orden
general válido para todos. Así, cada comunidad deberá encontrar la organización que se adapte mejor a sus
necesidades y recursos. Ahora bien, ciertamente se pueden establecer algunas diferencias entre unos
regímenes y otros.
A la hora de clasificar las formas de gobierno de la polis, Aristóteles no las enumera de mejor a
peor como Platón. Aristóteles no acepta la utopía platónica. Clasifica las formas de gobierno siguiendo
dos criterios:
a) el número de individuos que ejercen el gobierno (uno solo, varios o la mayoría de los
ciudadanos). Y
b) el interés perseguido por el gobernante (formas de gobierno lícitas o justas y formas
de gobierno ilícitas o injustas).
Según estos dos criterios las formas de gobierno son:
a) Monarquía (un solo gobernante, mira por el bien común). Degenera en la forma de
gobierno ilícita o injusta de la tiranía (un solo gobernante que mira por su propio interés, la
peor forma de gobierno).
b) Aristocracia (varios gobernantes, el gobierno de los mejores). Degenera en la forma de
gobierno ilícita o injusta de la oligarquía (varios gobernantes que miran por su interés, es
decir, por el beneficio de los poseedores de la riqueza)
c) Democracia o Politeia (gobierno de la mayoría que mira por el interés de la mayoría).
Degenera en la forma de gobierno ilícita o injusta de la demagogia (gobierno del pueblo).
Aunque unos regímenes sean mejores que otros, lo que sí está claro para Aristóteles es que lo
más importante para que la vida social sea satisfactoria es la estabilidad. Ésta sólo se puede conseguir
evitando los extremos. Por ello, Aristóteles defiende que la mejor comunidad será la más moderada,
aquélla en la que los ciudadanos no sean ni muy ricos ni muy pobres, es decir, donde la clase mayoritaria
sea la clase media. Por tanto, Aristóteles se atreve a profetizar que posiblemente el mejor régimen se
encontraría a medio camino entre la oligarquía y la democracia.
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— ACTIVIDADES. UNIDAD 1 —
Apartado 1
1. Lee y subraya la biografía de Aristóteles. Presta atención a la cronología y la influencia política y
filosófica.
2. Copia del cuadro del Corpus aristotelicum las principales obras y el campo en que se encuadran.
3. Escritos esotéricos y escritos exotéricos.
4. Cita los inconvenientes aristotélicos hacia Platón.
5. ¿Sobre qué versan los catorce libros de la Metafísica aristotélica?
6. Cita las diferencias entre Aristóteles y Platón
Apartado 2
7. ¿Qué es la realidad para Aristóteles? ¿Y la sustancia?
8. ¿Qué es la materia y la forma de una sustancia? Crea un ejemplo.
9. ¿Qué expresa la bidimensionalidad aristotélica?
10. Explica, entonces, el hilemorfismo (puedes hacerlo resumiendo el último párrafo de 2.2.1).
11. ¿Cuáles de estas afirmaciones son compatibles con lo que acabas de estudiar? Rectifica las que no lo
sean.
- Juan es sustancia primera y ciudadano, sustancia segunda.
- La forma es sustancia primera.
- La sustancia segunda es un compuesto de materia y forma.
- La materia ya nos dice que es un cosa determinada.
12. ¿Qué decía Parménides sobre el movimiento?
13. Crea un ejemplo de manera absoluta de no ser y otro de manera relativa de no ser.
14. Definición de potencia aristotélica.
15. Definición de acto aristotélico.
16. ¿En qué consiste el cambio según Aristóteles?
17. Completa las siguientes frases de manera que resulten verdaderas.
- Un bloque de mármol es una estatua en ..............
- Un/a niño/a es en potencia ………...
- Una bellota es un roble en cierto sentido y, en otro, no. Una bellota es un roble en ……………, pero no lo es en .................
- Un soltero es un casado en ............... y es un mozo en .................
- Esto es ................ en acto y es ............... en potencia.
18. Definición de causa aristotélica.
19. Cita las cuatro causas del movimiento y descríbelas.
20. Con el fin de ejercitarte en el planteamiento aristotélico de la causalidad, establece las relaciones
adecuadas.
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— Causas explicativas de la construcción de una casa:
- Causa material
- Causa formal
- Causa eficiente
- Causa final
- equipo de albañiles
- mortero, bigas, ladrillos
- cobijar a una familia
- plano de la vivienda
— Causas del nacimiento de una ternera:
- Causa material
- Causa formal
- Causa eficiente
- Causa final
- perpetuar la especie
- progenitores
- cachorro
- rasgos de la especie bovina
21. Busca el sentido etimológico de teleología.
22. ¿Qué afirma la causa final?
23. ¿Qué relación hay entre teleología y potencia-acto?
24. Subraya los aspectos más importantes del apartado 2.4.2 sobre el movimiento y la materia.
25. Esquematiza la composición completa de la sustancia aristotélica.
26. ¿Por qué es acto puro el Primer Motor Inmóvil? ¿Por qué forma pura?
27. ¿Qué causa es el Primer Motor Inmóvil? Explícalo.
Apartado 3
28. ¿Qué distingue a los seres vivientes de los inertes?
29. ¿De qué está compuesto el ser humano según Aristóteles?
30. Diferencia entre dualismo platónico y dualismo aristotélico.
31. ¿Toda sustancia tiene alma? Razona tu respuesta.
32. Copia el cuadro de la página 50.
33. ¿Qué relación tiene la felicidad con la teleología?
34. ¿En qué consiste la felicidad humana? ¿Por qué?
35. ¿Qué son las virtudes dianoéticas? Enuméralas y explica la prudencia.
36. ¿Con qué están relacionadas las virtudes éticas? ¿Qué controlan?
37. Según las virtudes éticas, ¿cuándo actuará correctamente y será virtuoso el ser humano?
38. ¿Qué evita el término medio? ¿Por qué?
39. ¿Qué elementos garantizan la elección correcta del término medio?
40. ¿Puede desarrollarse una vida contemplativa ajena a los problemas inmediatos?
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41. Siguiendo el ejemplo que se propone, indica en qué consistirá el comportamiento virtuoso o término
medio en los siguientes casos. Razona tu respuesta.
Temeridad Valentía Cobardía
Despilfarro ….…………..
Avaricia
Desvergüenza ………………
Timidez
Apartado 4
42. ¿Qué papel tiene lo sensible en la obtención de conocimiento en Aristóteles?
43. Razona por qué no es posible para Aristóteles la teoría platónica de la reminiscencia del alma.
44. Explica cómo los sentidos reciben las formas y no la materia.
45. Cita los cuatro niveles de conocimiento en orden ascendente.
46. Explica la relación entre entendimiento pasivo y activo.
47. Abstracción e inducción en la teoría aristotélica del conocimiento.
Apartado 5
48. Según Aristóteles, ¿para qué sirve el lenguaje? ¿Qué puede expresar el hombre (y no los animales)?
49. ¿Es el hombre un ser político por naturaleza o por conveniencia?
50. ¿Establece algún tipo de utopía Aristóteles? ¿Por qué?
51. ¿Cómo puede alcanzarse una vida social satisfactoria?
52. Realiza un esquema sobre las formas de gobierno y sus degeneraciones, según su número de
individuos y los intereses de sus gobernantes.