04_El Gallito Jazz

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EI- BARCO GatLito Jazz Una fábula de gattinero Fe[ipe Jordán Jiménez PREMIO EL BARCO DE VAPOR 2006 PREMIO MUNICIPAL DE UTERATURA 2OO7 VAPOR edicionesfl

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texto de lectura obligatorio. gallito jazz

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EI- BARCO

GatLito JazzUna fábula de gattinero

Fe[ipe Jordán Jiménez

PREMIO EL BARCO DE VAPOR 2006

PREMIO MUNICIPAL DE UTERATURA 2OO7

VAPOR

edicionesfl

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Dirección editorial: Rodolfo Hidalgo C.Dirección liieraria: Sergio Tanhnuz PCoordinacióñr María PazAlegria N4.

Direcció¡ de a¡te:Cármen Gloria Robles S.Diagramación:Gabriela de la Fuente G.Producc ón: A¡drea Carasco Z.

llustraciones Roberlo dei Real E.

Primera edicióñ tulio de 2006Cuarla ed¡ción: d c¡embre de 2010

O Felipe Jordán J¡ménezO Ediciones SIV ChileCoyancura 2283, of¡c¡na 203,Providencia, Santiago de Chile.

wwwed¡c¡ones-sm.clchile@ediciones sm.cl

ATENCIÓN AL CLIENTETeléfono:600 381 13 12

ISBN: 978-956-264-404-4Regislro de prcpiedad ntelectual T48.199

lmpresión Salesiános lmpreso¡esS.A.General Gana 1486, Sanliago.

lmpreso en Chile / P/inied n C/rlle

TOoo ERA agitación en elgallinero. Las gallinas viejas, los pollosnuevos y hasta algún pato intruso co-mentaban el acontecimiento del día: lospolluelos estaban rompiendo el cascaróny, uno a uno/ se asomaban tímidamente ala luz del día. Eran hermosísimos, pare-cían motas de algodón amarillo, con losojazos negros y sus patitas debiluchas.

Mamá Gallina los recibía sonrien-do y, amorosamente, los cobijaba bajosus alas, para darles calor y protección.

\o est¿ pe n,lida la reprodJc.ión roi¿l o par.¡¿lde esle l¡bro, n¡ su iralamienlo informático, n suú¿_smisió1 de ningLna form¿ o por cu¿lqJier n edioya sea electrónico, digital, mecánico, porfolocop a,por regisr'o u o[os ¡rérodos sin el permi.o previoy por escrito de los tilulares.lel copyr¡ght.

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Mientras, Papá Gallo esperaba ansroso

afuera, pues, a Pesar de 1o fiero Y au-

toritario que era, no se atrevía a entrar

a ver la escena y comProbar que todotranscurriera en orden y sin problemas.Pero la verdadera causa de su ansiedadno era el nacimiento de sus hijos en sí,

después de todo, ya había Pasado Poresto treinta y dos veces, sftl contar esta

última. No, lo que a é1 le PreocuPabaera otÍa cosa: quería saber si entre sus

nuevos hijitos, había un gallito rudo y

valenttin, para enseñarlo a ser el rey del

gallinero cuando él ya no estuviera.Lo que pasaba era que PaPá Ga-

llo, con la sabiduría que solo tienen 1os

,l¡rim¡lt's, y.¡ se sentía un poco vieio y

no quería esperar a estar del todo aca-

bado para elegir a un sucesor. No, estegtrllo era muy diligente y metódico y

deseaba preparar é1 mismo a quien 1o

reemplazara, enseñándole todo lo que

sabía. Sin embargo, hacía mucho tiem-po que en las nidadas de Mamá Gallina,

tt

no nacía un gallo y, aunque las pollitasle parecían muy amorosas y tiernas, ylas quería mucho, esta falta de herederoempezabaadesesperarlo. Poreso,sepa-seaba ysepaseaba,sumamente inquieto,en tanto los polluelos salían de los hue-VOS.

Por fin, sinpoder aguantarse más,fue hasta donde estaba Mamá Gallina y1a interrogó con la mirada. Pero ella lomiró triste y desolada: hasta ahora, ha-bíannacido once pollitas y solo quedabaunhuevo enelnido. Elgallo miró ese úl-timohuevo, chiquitito y casioculto entrela paja y el aserrín, y perdió las espe-ranzas. Suspirando, se alejó abrumado.

Todos estaban muy tristes en elgallinero. Si el gallo no tenía su propioheredero, entonces llegaría un nuevogallo afuerino con quizás qué costum-bres extrañas y habría que adaptarse.Eso no le gustaba a nadie, porque lasgallinas son muy apegadas a su rutinay cualquier cosa que las saque de ella,

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li: I?ne muy nerviosas. pero, tal comoroan tas cosas, parecía que asi no másseria el asunto. Sin embargo, MamáGalltna se echó sobre ese huevo remo_ron, con la intuición de que de él saldríaro que necesitaban.Claro que ese huevo no dejaba de

::::1" :r-bté, Aparre de su hma.ño,l,^ll1""b_*.-dido denrro se demorólll l-": T* * aecidirse a sa lir y cuandol^oJ.:l p hizoltue en el mome¡rro menosllll"n

p*., las galinas: ta noche. Esosr que causó revuelo. ¡Un polluelo querompe el cascarón durante la noche! Na-llll-"1o T*b,menosaú¡ papá Gallo,qxten,

-bostezando y medio dormido, seacerco al nido para comprobar tal suceso.r-ero at veJ la cara radiante de Mamá Ga_urna, se despabiJó del todo y se asomó

:^yTj :r.l et corazón "ío de

"spe-¡anza. y allí estaba: un galüto irüvaracho h,hd; ; ?;;#,¡l:;11:,:lr.-""r",*

sus dos,patas negras y fla-Lusrds. Et gauo estabá feliz, y todo el

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gallinero compartía su alegría. Teníanheredero, después de todo.

Sin embargo, con el correr de losdías, las cosas empezaron a ponerse di-

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fíciles otra vez. Al principio, naclie se

l":.ur:. d" que aquel polluelo, al que

todos l i¿m¿ban simplemente Gal l i to,fuera d¡st into ¿ los demás pol los, pormucho que hubiera nacido de noÁe.Pero lo sería, eso no lo dudaría nadiedentro de poco.

. Cierto día, cuando papá Gallojuzgó que ya era tiempo de ernpezar aenseñ¿ r ¿ :u hijo los secretos pd rd ser unbuen ga l lo, lo l levó a un r incón apa r tadoy, con aire deprofesor, comenzó su labor.

-.Mira, pequeno _dije. I o prime-ro que debes saber, es que en todo galli_nero que se respete, hay r-rr solo gallo y éles quien manda... ¿has entendido?

-Pero, tr-i y yo somos dos gallos,p.:pá -Je.respondió cl pequeño, un tantocontundtdo.

-Tii aún no eres un gallo...completo, ¿me entiencles? _le explicóPapá Gallo-.Tienes que crecer y cuan_oo seas grande como yo, tomarás mi1Ugar..

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-Y tú, ¿dónde irás, papito? lepreguntó Gallito.

-Yo... este, bueno... Yo iré don-de van todos los gallos cuando... ejem...cuando pasan a retiro... -le contestó supadre, bastante incómodo con la pre-gunta . ¡Pero eso no importa, hijol Loque importa es que tú ocuparás mi lu-gar y yo te prepararé para eso...

-¡Bien, papito...! --exclamó elpolluelo entusiasmado-. ¿Qué me en-señarás pr imero? ¿A r o lar? ;Como ca-var un túnel? ¿Los nombres de las es-trellas? ¿Qué...?

-¡Un momento, hijo, un momen-to! -pidió el gallo, abrumado por tantaspreguntas-. Una cosa a Ia vez, calma...¿Por qué diablos tendría que enseñartetodas esas cosas... inútiles?

-Lo siento, papá -dijo un pocoavergonzado Gallito . Pensé que...

-Nada, n¿da, h i j r r -seña lc! su pa -dre un poco molesto . No debes pensarsino escucharme. Primero, los gallos y

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gallinas no volamos, eso queda para lospatos que están todos locos. Segundo,tampoco cavamos túneles, eso lo hacenlas lombrices y nosotros las comemos.Tercero, hasta donde sé, las estrellasno tienen nombre... ¿Para qué ponerlesnombre si estamos durmlendo cuandoaparecen en el cielo?

-Un gorrión me dijo que el se_ñor chunchor sabía cómo se llamaban...-respondió tímidamente Gallito_. pen_se que si é l lo s¿bia, tú t¿mbién.. .

-¡El señor chuncho! _exclamóPapá Gallo-. Los gorriones no son con-fiables, hijo, ningún pájaro volador loes... Y en cuanto al señor chuncho ese,lo es aún menos, pues aparte de volar,lo hace de noche... No te juntes con ellosy pon atención solo a lo que yo te digo,¿has entendido?

-Sí, papá -dijo el polluelo resig-nado.

I Chuncho: búno pequcño.

Bien, bien. -El gallo 1o miró sa-tisfecho-. Ahora, la segunda lección:los gallos despertamos a todos en lamadrugada...

-¿Por qué? lo interrumpió Ga-llito.

-¿Cómo que por qué? -pregun-tó Papá Callo sorprendido-. Porquehay que levantarse cuando sale el sol...

¿Y si alguien no quiere levan-tarse? - in lerrogó el pol luelo . Digo.. . semolestará si lo despertamos...

-¡Jo, jo,jo...! -riósupadre . ¡Nadade eso, hijo, nada de eso...! Todo animaldecente se mueve a la luz del día y ellosagradecen que los despertemos.

-Pero, papá -dudó Gallito , ¿ylos otros animales? ¿Los que salen denoche? ¿O los que viven fuera del galli-nero y simplemente no quieren levan-tarse temprano?

-Ya re ol le, nr jo responoro |apaCallo poniéndose muy serio-. Los úni-cos animales decentes y, por lo tanto,

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que cuentan, son los que se levantantemprano y hacen sus cosas bajo la mi-rada benévola del sol...

-Pero, ¿y los demás? _rnsistió suhijo.

-¡Esos no cuentan, hijo! __excla_mó disgustado con tanta cháchara elgallo-. ¡Nadie los manda a trasnochary a no querer hacer las cosas de la ma_nera correcta...l

-¿Por qué salir de noche o volar

1..lol1, t upal -pregturtó Gallito, muyintrigado.

-Porque... ¡ya basta de pregun_t¿si ;L¿s crrs¿s son asÍ y puntol _(1)n¡es_lo Papá Gal lo malhumorado, pero.r lverIa carita confundida de su hiio, moderósu ton(, y le expl icó _: Mira, h i jo, nues_Ía manera de vivir es esta: nos levan_tamos y nos acostamos muy rempra_noi recorremos y escarbamos la tierra,buscando alimento; las gallinas ponensus huevos/ de donde salen los pollue-los como tú y que ellas protegen... y yo,

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o sea el gallo, cuido de todos y, espe-cialmente, de que nada rompa nuestratranquila rutina diaria...

-¿No es un poco aburrido todoeso, papá? -interrogó el gallito.

-Eres joven, hijo, por lo tanto, eslógico que pienses así -dijo su padre-.Pero pronto entenderás que esta vidaaburrida, como la calificas, es la más se-gura... y las gallinas, hijo, quieren, antetodo, seguridad...

¿Seguridad? el polluelo lomiró dudoso.

¡Por supuesto! señaló enfáticoel gallo-. Las gallinas son, por sobre to-das las cosas, madres y como tales, ne-cesitan tener seguridad para criar a suspolluelos. lor eso. nuestros sabios an-tepasados se escondían por las noches,pues la oscuridad era, y sigue siendopeligrosa. También por seguridad deja-mos de volar... era un riesgo innecesa-rio, considerando que nuestro alimentolo encontramos a ras del suelo. ¿Ves?,

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todo tiene una razónestilo de vida nos havivir hasta ahora.

de ser y nuestropermitido sobre-

Gallito guardó silencio y meditóaquello que su padre le decía. Era cler_to que él era muy ioven, apenas teniaunas cuantas semanas de nacido, y nosabía que la vida fuera tan peligrosa.Nunca lo había imaginado siquiera. Élvivía tranquilamente tras la alambra_da, con los pies bien puestos sobre laüerra y cuidado por Mamá Gallina yPapá Galkr. Miró a su alrecledor y vio¿ los demás, paseándose en l t r suyo, >inmiedos de ningún tipo. Sin duda, todosse sentían muy seguros y papá Galloparecra tener razón.

Pero enlonce5, dos gorrioncs 5eposaron gráciles en el piso, buscandorestos de maíz para comer, y Gallito sepreguntó cómo era que las otras aves,las que volaban y las que salían de no_che, podían sobrevivir tan bien comolas gallinas en el peligroso mundo. por-

que, si había gorriones, chunchos, pa-tos, zorzales y tantos otros pájaros porahí, era porque ellos, a su manera, tam-bién sobrevivían sin estar encerradostras un cerco ni renunciar a volar. Sinembargo, nada le dijo a su padre parano contrariarlo otra vez.

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. Papá Gallo, por su parte, consi-

dero teminada la lección de ese clía,dejó al polluelo solo y se subiít a su es_taca favorita a descansar. Nulca supu_so que enseñar a su heredero pucfieraprovocarle el fuerte dolor de cabezaque sentia en ese momento. ,,yo jamásosé. poner en duda Io que me decia mipadre , rumiaba pdra sus adentros, srncomprender la actifud tan inusual de suhijo como la de rornper el cascarón clenoche. -'Debió ser un presa¡;io,,, pensócenando los oios para echarse una sles_tecita reparadora.

._ Al d i¿ s iguiente, e l perseverante

gdl lo volv ió al ataque y l levándosenuevamente a su hijo aparte, recomenzósus lecclones. Menuda sorpresa le es_peraDa.

-Hoy es un hermoso día -dijoPapá Gallo mirando el cielo azul y el solradiante-, indicado para el arte... Vea_mos/ pues, el canto. Has de saber, hijo,

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que la característica especial que nosidentifica a los gallos, es nuestro can-to, ese potente, pero melodioso llama-do matutino saludando al sol. Debe sergallardo, pero sin ostentación; sutil, sinembargo, nolorio; armonioso, pero sinmonotonía. En fin, extraordinario... ¡ysin extravagancias2! Debes saber que esel sello que marcará toda tu vida... que,cuando sea escuchado, todos sabrán lacalidad de gallo que eres... y que cuan-do 1o entones, sentirás que para eso hasnacido y estarás orgulloso de tu porte,de tu cresta, de tus espolones y, sobret^ , - l^ . ' la hr orro.ñtr

-¡Oh, vamos, papito, enséñamecómo se hace...! exclamó Gallito, entu-siasmado por las palabras de su padre.

Entonces, envalentonado conla infant i l admir¿cion de:u pequeño,I'apá Callo Ie explicó:

2 triravagancia: comportamiento fuera de lo conside

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-Primero, hijo, tonras mu_cho aire inflaldo tu pecho hasta casireventar...¡así!... luego, bates las alascomo para alentar a las notas a quesalgan con toda su fuerza...¡así!... ¡y lolanzas todo afuera, dejando tu almaen ello!...¡así! -y papá Gallo emitió elmás impresionante, altisonante y des_templado3 canto que se haya escucha_oo

_en mucho t iempo en el gal l inero.Incl .uso, l¿s gal l inas se paral izaron porun instante, hechizadas por ese alardede varonil fuerza. Gallito quedó con laboca..., es decir, con el pico abierto.

. El gallo se sacudió displicentea las

ptumas para acomodárselas, esperandoel comentar io obl igado de su hi jo, quelo miraba con enormes ojos de sorpresay/ supuso/ admiración. pero Gallito nodijonada. Aunque no era la primera vez

; ; - -r uesrempl¡'lo: (n $ie c¿s,,, d.safinadu

q ur<Prkpnr( Fn e\re.J_o. con d,_(r¡ ;d^ . , ,nroqurr .nno qurerc la cosa. Con desdón

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que escuchaba a su padre hacer ese es-fldente sonido, siempre creyó que era::1"_l-1

despertar át mundo y que,l1;l lo".dgr h¿bt¿b¿n der c¿nro del:",1:', .t"

reteridn a olra cosa, basl¿n_

::l:'.:'"." a ese... ¿t¿rido. FI creia que

;,n¡1Oo los Sallo5 c¿nrdbdn, h¿c¡an eso:

'o , ' t tdr l rd l .como cantaban las otras aves,

1:Tf"" había escuchado embelesado

mas de una vez.

r¡ -¿Y bien.. .? _preguntó t ,apá Ca_Ito y ojalá n, , lo hubier¿"hecht. .

r,.. ., ;F ... es ht¡rrible -<ontestci el po_¡¡ue¡o, incap¿z de mentir. y quedó l.rgrande.

_¡¿Co_co_co_círmo...?! __exclamó

.::,1?"t :l: su padre y rocto et murdo(j¡ r- er, g.titrneru se volvió h¿ci¿ ellos ¿l

:::Tt't: A papá Cario c.lsi te dd un;:l^.Tt.",y

queda tendido ai_r múmo,:rj: l:1"

t¿ oUa. Fue r¿nr.: su sorpresa,meTct¿d¿ con r¿bia y desconsuelo, que

se quedó mudo v solo atinaba a mirar alpolluelo alterrradamente con cada unode sus ojos llenos de furia. Su cresta, na-turalmente colorada, se puso de un tonogranate oscuro y, si hubiese tenido unhoyo en la cabcza, seguramente habrías¿l ido humo por el . Mamá Cal l i ra, queconocía el temperamento arrebatado desu consorte, corrió a rescatar a su pollito,mienhas las otras gallinas atendían al po-bre gallo, que ya llevaba un minuto o dossin respirar de lo molesto que estaba.

-Pero, hijito dijo Mamá Gallina,

canto es el orgullo de los gallos, así como

¡rrner huevos es el orgullo de las galli-rras. ¿Cómo puedes encontrarlo horrible?

-Es que he escuchado a otros pá-

iaros cantar -respondió triste Callito , ysu canto no se parece en nada al de papá.

tso es porqu(.esos pájaros nocantan para despertar a nadie -le ex-

una vez que puso aleste le contara lo que

polluelo a salvo yhabía pasado-, el

s s,,p.*,.-*-a -

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plicó su madre-. Ellos cantan por otrasfazones...

-¿Cuáles, mamá...? _pregr-ntóel polluelo-. ¿para qué cantan ellos?

-No lo sé -respondió Ia gallina,un poco sorprcndid¿ con la pregunta_.|ar¿... p¿ra... encontrdr pareja, supon_9o... o porque les gusta cantar asr, no se.

-¿Y yo podría cantar así? _la ca_rita de Gallito se ilurninó de pronto.

-¡Ay, hijo..! *Mamá Gallina lomiró

.algo desconsolada_. ¿por qué

quernas cantar de esa manera? Así,m¿s que despertar, arrul lar ias a quiente e>cuche... Además, tr-r pad re...

-¿Papá no estaría contento?-preguntó el pollito.

_ -No, no lo estaría -respondióla gallina-. Pero eso sería porque él esmuy apegado a nue5trds t radicrones.. .

- -¿Por qué son tan importantes

las tradiciones, mami? _Gallito estabaun poco confundido.

-¡Ufl... Es algo difícil de expli_

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car... suspiró su madre, tratando deencontrar las palabras justas . Porque...porque las tradiciones nos ayudan a serquienes somos...

-No entiendo... -E1 pollueloahora estaba demasiado confundido.

-Mira, hijo, para ser gallina,hay que actuar como gallina -explicóla madre . Los perros acostumbran aenterrar huesos, es algo que solo elloshacen y por eso se les reconoce. Si ungallo se dedicara a enterrar el rr.aiz, enlugar de comérselo, no sabríamos si esgallo o si se cree perro... ¿Me entiendes?

-Pero, ¿por qué sería malo eso...?-Gallito no entendía mucho, en realidad.

-l\o sé si es m¿lo, pero si se quesería muy extraño y que provocaríaconfusiones y, tal vez, más de algúnproblema... -contestó Mamá Gallina.

-¿Problemas...? -Su hijo la miróintrigado.

-Claro... ¿Cómo saber si ese ga-llo es confiable, digamos... como para

L,L

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defender.el gal l inerol . d i jo su madre_.)¡ no ¿ctu¿ como gal lo ¿ la hor¿ de co_

let, puede que tampoco lo haga a la

hora de pelear...-O sea, ¿si sigo las tradiciones,

seré un buen gallo... para los demás?-inquirió el polluelo.

-Exacto -le respondió su madre.

. -Pero, ¿no basta con que yo sepa

que lo soy...?

Papá Galkt, una vez repuestodel mal rato, se encaramó en su estacaa pensar. No entendía qué pasaba consu hijo. Jamás había sabido áe un gatlo,gallina o pollo al que no le gustara elcanto propio de su especie. ,,¿Será queno es un gallito, en realidad...?,,, pensórecordando que, cierta vez, Mamá lratahabía_empollado un patito sumamenteteo, el cual . f in¿lmente, resul to ser uncisne. Pero sacudió la cabeza como paradesechar tan absurda idea: esas cosaspodian pasarle a los patos, por su m_

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apropiado modo de vida, pero no a lasgallinas, siempre decorosas y recatadas.Además, e1 chico era evidentemente unpollo. No, no iba por ahí la cosa

Pero, por más que pensaba y pen-saba, el gallo no podía dar con una res-puesta a su inquietud. Por eso, se alegróclc ver aparecer al Viejo Ratón que, sa-liendo de su escondite, se aprestaba a re-co¡Jer algunos granos de maíz que había

¡.xrr ahí. Aunque no solían tratarse mu-cho, el gallo y el roedor charlaban a ve-ccs, si es que se le puede llamar charlar acruzar dos o tres palabras acerca del cli-ma, que era a lo que más habían llegado.Itcro Papá Gallo no tenía a nadre más ar.¡uien acudir, pues ser el rey del galline-lo no le permifa altemar con otros ga-llos (simplemente porque no había más),v rrtr conJi¿Lr¿ en los patos, con quienesnr¡ntenía una relación de fría y distanterrrrdialidad. Entonces, confirndido comocst¡ba, decidió hablar con el Viejo Ratón,r¡rrr . tenía fam¿ de ser muy sabio, pues

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en su iuventud había vivido en una bi_blioteca antes de ¡etirarse al campo.

-Es un problema, sin duda _dijoel roedor, luego de que el gallo le con_tara su preocupación . pero en ningrincaso es un problema extraño...

-¿Qué quieres decir? preguntóPapá Gallo.

-Estos son otros tiempos, muydistintos a los de nuestra ,uventud,amigo gallo -respondió el raton, son_riendo amable-. Como dijo el sabioCalileo: las cosas cambian... y los hijostambién.

-¿Como...? Pero seguimos sien_do gallos y ratones... -señaló el ave,algo confundido.

-{iertamente, tú sigues teniendotu ruia oesta y tus afilados espolones y yo,mi cola y mis gtandes dientes --explicó elratón-. Pero ya no actuamos exactamentecomo antes actuaron nuestros padres.

-¿Cómo que no? ¡yo sigo levan_tándome y acostándome con el sol, y

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sigo cantando para despertar al mundo

y.. . ! - re lutó Papá Gal lo con r ehemencia- ¡Lo sé, lo sé. . .1 - lo ¡nterrumPiÚ

el roedor sonriendo divertido-. Pero,tu padre o tu abuelo, ¿habrían pedidoconsejo a tm ratón, como tú 1o estás ha-ciendo ahora?

-¡Caramba! No lo había Pensa-do... -E1 gallo se sintió un Poco aver-gonzado, sin embargo, se rePuso Yagregó-: Pero ellos no tuvieron un hijoque pusiera en duda lo que le decían.

-¿Estás seguro? -PreguntÓ mis-terioso el ratón.

-¿ Por qué preguntas eso? - in-tluirió el gallo intrigado.

-¿Siempre creíste que tu Padretenía razón en todo? -Preguntó a suvez el roedor.

-Esteee... -El gallo dudó un ins-tirnte.

¿Haces todo exactamente como

tu padre te lo enseñó? -atacó de nuevo

cl ratón.

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-Buenooo... vaciló otra vezPapá Gallo.

-¿Y bien...? -el roedor guardósilencio, esperando.

-La verdad..., no -admitió porfin el gallo-. Mi papá solía darme unoque otro picotazo para hacerme entraren razón y eso siempre me fastidió, porlo que juré nunca hacerlo con mis hijosy así ha sido...

- .Vesl crrncluyti el otro-. Segu-ramente tu padre tampoco hizo todo talcomoselo enseñó tu abuelo... ¿Porquétuhijo tendría que ser diferente? Ya lo dijoel famoso Sócrates: los chicos prensan,amigo gallo, y más de lo que uno cree.

En tanto, al otro lado del galline-ro, Gallito se paseaba pensativo. Él sa-bía que era un gallo: había nacido deun hucvo puesto por Mamá G¿l l ina,pronto le crecería la cresta y, a pesarde todo, sentía ya deseos de cantar, engran parte, porque Papá Gallo lo había

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cntusiasmado con la idea. Entonces,

¿por qué tenía que demostrárselo a losotros? ¿Por qué demostrar, además,algo que era tan obvio? Definitivamenteno lo entendía.

Confuldido, se sentó a la sombratlc la higuera que crecía tras la alambra-da. De pronto, un gorjeo melodioso yrítmico, se dejó escuchar cayendo des-tle arriba de su cabeza. Levantó la vistal'usc¿ndo ¿l c¿ntor y vitr, no a uno, sino ¿virrios pájaros de un color negro azuladot¡ue, irstalados en la higuera, alegremen-tt' improvisaban u¡ coro. Sonriri encan-tudo con lo que oía y r.rno de los pájaros,slltando a una rama más baja, le dijo:

-¡Buen día, pollito! ¿Cómo e'fáslri? ¿Te gusta la música, helmanito?

¡Buenos días, señor mirlo6!lcspondió Callito, educado-. Me gus-

la nrucho, ustedes cantan muy bien...

r' Nlirlo ¡!c dc La familia de los cucrlos, de gorieo aLrr

'r¡i{ o. ln cautivcrio, puede lle¡jar á imit¿r la voz hu

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-¡Oyeron eso, negdtos...l €l mir_losedir ig iósonr iente¿ suscompdñeros . .;EJ pollito sabe lo que es salsa, caray...!

..._¡Y él debe sé' un expelto...l _res_pondió otro-. Si es un gallo y los gallossaben de canto, ¿o no?

_¡Es zteldó.-. es ueldá...! _gritaronlos demás mirlos entusiasmados.

-¡Anda, chico, ú¡ete a la banday hagamos bailá al gallinero! -dijo elprimero-. ¡A ver: y uno, y dos, y tres..!

Y todos los mirlos comenzarona go4ear y a silbar, llenando el aire deun armomoso canto que, si bien no tandulce como el de los canarios, era igual-mente agradable y, sobre todo, conta_gioso. El polluelo los miraba embele-sado y, poco a poco, el deseo de cantartambién, fue c¡eciendo en su interior,subiéndole desde el pecho a la gargan-ta, donde se instaló como rma bomba apunto de estallar. El primero de los mir-los se dio cuenta de lo que pasaba conel chico y, de pronto, exclamó:

-iEso es, negritos... ! ¡Ahora tu, hel-nrnnllo, suéltalo y danos tu mejor nota...!

C¿l l i to no se hizo esPerrr Y s inpensarlo mucho, tomó aire, batió lasplumas y empezó con ganas, tratandode ajustarse al ritmo de 1os mirlos:

-¡Kiiki ri...coooc...l {¿ntó confuerza, tal como le había erseñado su pa-clre. Los mirlos se miraron sorprendidos.

-¡Azzzúcar...l -exclamó el Pri-mero ¡Oye. mi negro, el pollito si quecanta...!

-¡Tiene la voz áspera, Pero not'stá mal, nada mal...! -dijo otro

-¡Está listo Pa' cantó iazz...t. -co-mcntó un tercero.

-¡Hagámosle coro a este tenor/rrcgritos...! ¡A cantar.. a cantar! -orde-nti el primero y todos, incluido Calli-to, se lanzaron entusiasmados con unanr.r0va canciÓn.

Por supuesto, el barullo atrajo Ia¡tt.nción de todos en el gallinero. Prime-ro, frreron las pollas más jóvenes las que

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se acercaron curiosas a escuchar aquelconcierto y pronto perdieron la timidez,comenzando a mover la cola al ritmo delas contagiosas melodías. Luego, llega-ron en tropel los patos, que sin recato al-guno, se unieron a 1a fiesta con bastantemás escánda1o. Por último, las gallinastambién se acercaron, aunque muchomás conservadoras y apegadas a su ru-tina, no parecían muy contentas con elt'spectáculo. Incluso, a lgr-rn.rs empez¿-ron a cuchichear por lo baio, comentan-do 1o poco conveniente de la conductadel polluelo, considerando que sería elsucesor de PaPá Gal1o. Sin embargo,¿un ellas tuvieron que admitir que el

¡requeño lo hacía muy bien, a pesar de(lue se daban cuenta de que cantandoasí no despertaría a nadie jamás.

Gallito, sin percatarse mucho deIo que pasaba, cantaba y cantaba feliz.liso, hasta que vio a Papá Gallo, atrás detoclos, mirándolo alternadamente cont,rcla ojo, estupefacto, sin poder creer lo

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que estaba viendo. Cuando las gallinasy pollas se dieron cuenta de que el galloestaba allí, presurosamente se alejaronasustadas. Los patos hicieron lo mrsmo,aunque reclamando por lo bajr ,6¡¡¡¡¿el aguafiestas que venía a arrurnar elmomento. Gallito enmudeció y los mir_los, sorprendidos por el súbito cambioen la situación, igualmente se callaron,sr¡ entender mucho lo que pasaba.

Papá Gallo se acercó a su hijo ymirándolo indignado, le preguntó:

-¿Qué significa esto?-Na... nada, papá contestí) el

polluelo, tragando saliva-. Solo cantá_bamos...

-¡Ya me di cuenta de kr que ha_cían...l -exclamó su padre molesto_. Loque quiero saber es por qué estabas can_tando con estos... pájaros voladores...

- ;No comr candela, mi señrrr

7 No coma cand€Lr: (expresia)n c¿ribeña) no se cnojc.

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IIIt

don gal1o...! -intervino el mirkl-. El chi-

co solo se diaeltía sanamente...-¡No hablo contigo! -1o cortÓ en

seco el gallo-. ¡Y soy yo quien determi-na qué cs "divert i rse s¿namcnte" Pdrami hijo...!

-¿Que lc P,rsa d este, mi negro ?

preguntó otro mirlo . Si cantar no essano, entonces, ¿qué cosa lo es?

-¿Y e* que lú no c¿ntas, señorg.r l lo? - inquir ió, ¿ su vc/ e l pr imero-Creí que cantá era kr que mejor hacen

krs gallos...-Por suPuesto... -resPondió

I'apá Gallo-, pero los gallos cantamos

¡rara despertar al mundo, no para... di-ve rtírnos sanamente. Mi hijo deüe can-llr como su padre, su abuelo Y todossrrs antepasados 1o hicieron y no comourr... páiaro de circo.

-¡Y a mucha honra, mi helntnolcxclamó el mirlo molesto-. ¡Prefiero

rr,r un pájaro de circo, alegre y cantor, a¡,1|l/ p¿.ga'o al suelo como tú...!

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-¡Largo de aquí, vagos...l _gritóel gallo furioso, engrifandos las plumasdel cogote.

-¡Sí que nos vamos...! -respon_dió el mirlo y, dirigiéndose al polluelo,agregó-: Lástima , helmanito , una cosa esvivir apega'o al suelo por falta de alas yotra muy distinta es pol4ae no se qureraoolá... Lo haces bien, chico, buena srel-fe... ¡Adiosito!

-¡Chao, no más...! bufó et gallo,que quería tener la última palabra, lue_go se volvió hacia su hijo-. En cuanto ati, iovencito, esta es la gota que rebalsóel bebedero... ¡No quiero que vuelvas atratar con aves ajenas al gallinero, espe_cialmente las voladoras!

-¡Pero, papá...! -intentó protes_tar el polluelo, mas su padre no lo dejó.

-¡Nada de peros...! -lo inrerrum_pió autoritario-. ¡Se acabó y eso es todo!

8 Engrifar: erizar et ¡reto o las plunasy at¡que.

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Gallitobajó la mirada, triste Y mo-

lesto por la actitud de su padre que no

comprendía en absoluto. Casi llorando

se aleió caminando lentamente hacia

krs ponederos. El gallo se quedó vién-

clolo y por poco se arrePiente de haber

sido tan duro con é1, Pero sacudió la

cabeza para espantar esa incipiente de-

I ' i l id¿d: no debia f laquear s i qu( ' r ia que

su hijo fuera un di¡;no heredero. Ya se

lc pasaría y, cuando creciera, complen-rlcría y hasta Ie agradecería 1o que esta-

bir haciendo. Convencido de esto, saca)

pcchuga y se encaÍamo en su estaca a

v igilar que el día, tan disparatado hasta('sc momento, por lo menos termrnararrrmo debía ser, esto es, sin que pasara

rr¡cla extraordinario.Pero no fue así. Estaba escrito

r¡rrc ese día no debía ser como los de-

rrr,ís. Papá Gallo, un tanto cansado por

r.l nral rato, dormitaba su siesta cuan-rlo, repentinamente, una sombra se

¡rloycctó sobre el suelo del gallinero.II

L

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Las pollitas miraron hacia el cielo, perono le dieron mayor importancla a esegran pájaro negro que se acercaba rá_pidamente hacia ellas. Eran demasiadojóvenes para reconocer al Jotee y el pe_ligro que significaba. Afortunadamen_te, una de las gallinas viejas salió de losponederos y, horrorizada, dio la voz dealarma, justo cuando el rapaz intentabacoger con sus garras a r.rna pollita lerdaque no alcanzó a huir. papá Gallo, des_pertó de golpe y de inmediato se le su-bió la sangre a la cabeza, encolerizán_dose con la desfachatada osadía de eseavechucho impertinente. Seguramenteno sabía que él estaba allí.

El gallo quizás no podía volar,pero sus alas no eran del todo inútiles,ya que le servíanpara dargrandes saltoscuando era necesario. y ahora lo era. Ve_loz como solo r-rn gallo enojado puedeserlo, voló impetuoso, cayéndole por

, r J,r te. ¿\ p rJpdl r ( r /dJ, , rd L no muy Erdnde

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sorpresa al jote que, efectivamente,nunca se había enfrentado a r-rn gallo fu-ribundo. Eso sienificó una doble venta-ja para Papá Gallo: primero, porque erarealmenle Dueno Deleanoo v no conoctael miedo y, segundo, porque el jote notenía idea de cómo responder al ataquede ia que suponía era una presa y no unrival. Fue tarea fácil para el gallo, queva-puleó como quiso al desventurado jote,quiery inútilmente trataba de emprenderel vuelo, pero esos espoloneslo certerosle habían estropeado un ala y los pico-tazos imparables no lo dejaban pensar.Las gallinas, entusiasmadas por l¿ des-treza de su campeón. lo alentaban congritos emocionados y, a veces, crue]es:

-¡Eso es, Papá Gallo, co-cooc...!

¡Enséñale lo que es bueno, co-co-co-oc...! ¡A los oios, a los ojos, para que noVuelva, coooc...!

fnpolón: garra larga y afilada. Los gallos tienen unaÍr (¡d¡ pata y es su principal arma de ataque.

4'l

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Callito, asombrado, veía con laboca abierta como su padre maltrata-ba al más tcrrible enemigo de las galli-nas, como si de un gorrión sc tratara.No sabía si reír, gritar o correr a ayu-clarlo, aunque esto último no era nece-sario. Sin embargo, a pesar del regañoy el castigo, su corazón se inflamír deorgullo por su progenitor: Papá Galb,el rey del gallinero, el defensor de lasgallinas, ¡el terror cle los jotes!

Finalmente, el pobre jote, humi-llaclo y malherido, pudo escapar sal-

tando, apenas, la alambrada. Aunquepodía hacerlo, Papá Galkr no quiso sal-tarla él también, pues sabía que su ene-rnigo no estaba l¿n ¿ :¿lr r r como creí .1.lifcctivamente, pronto el jotc sc diocuenta de que había caído de la sartén¡ Ias brasas cuando los perros, que eranlruenos aliados de las gallinas, se le fue-ron encima gruñendo bajo y con los pe-krs del lomo erizados. Solo haciendo uncsfucrzo supremo pudo echarse a volary hr-rir, maldiciendo la hora en que se lelr.rbía trurrido meterse a robar pollos en

' ; ' t , . "11

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ese gallinero, y maldiciendo, también, lo peligroso que puede ser buscarle c¿a este gallo desgraciado, que no sabíacuál era su lugar en la cadena alimenti_cia. Pero ya se vengaría algún día...

-¡Yno te atrevas a volver...! _gri_taba aún enojado Papá Gallo, mrentrasveía al jote alejarse-. ¡Ja, pájaro estupi-do.. . !

-¡Buena pelea, señor gallo! _ex_clamó uno de los perros, felicitándolo.

-Gracias, amigo perro... _res_pondió Papá Gallo, acomodando susplumas con gallardía y añadió, bravu-cón-: Pero no fue nada... Era un jote-cillo jovenzuelo que no sabía pelear si-quiera... ¡Los viejos sí que dan batalla,esos me gustan a mí!

-¡Guau! ¡De todos rnodos, hayque ver cómo le diste...l -dijo sorpren_dido uno de los perros más jóvenes-.¡Nunca había visto a un gallo enfren-tarse a un jote y molerlo a picotazos... !

-Eres un cachorro aún, hijo _lccontestó el otuo perro-. Ahora ya sabes

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morra a1 señor gallo...

Bier¡ hijo, bien... Papá Perro

-¡Seguro que sí, papá ...! -el cachorro estuvo de acuerdo ¡Lecciónaprendida!

miró a su hi;o con orgullo, luego se di-rigió al gallo : ;Alr. Jos hijos...l ;Cuinto nos alegran la üda, pero cuánto noscuesta enseñarlos también!

¡Dímelo a mí... ! -respondió PapáGallo, con desilusión.

-¿Qué pasa? ¿El pequeño galloda problemas? -preguntó Papá Perro conti¡e burlón.

-Algunos... -contestó el gallo .No quiere seguir nucstras costumbres...

- Dp weric ' - , l i in el nprrn- : l i , :

tlma...! Lo que es mi chico, sólo hace 1oque le digo...

-¡4y...! ¡Ojalá tuüera yo un hijomo el tuyo...! exclamó Papá Gallo,pirando.

-No, tú en realidad no piensas

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eso... ¿cierto? -Papá Perro cambió depronto el tono, al tiempo que le hacíaun gesto exfuaño con la nariz.

El gallo lo miró confundido, perocomprendiendo de pronto lo que pa-saba, se volvió y vio a su polluelo pa-rado a1lí, tras é1, con los ojos llenos delágrimas. Gallito se había acercado afelicitarlo admirado de su triunfo, perose quedó paralizado de golpe al oír elúltimo comentario de su padre. Antesde que Papá Gallo pudiera explicarnada, el pollito dio media vuelta y echóa corre¡ hacia los ponederos. Su padrese insultó mentalmente por su lenguasuelta.

Más tarde, Papá Gallo conversa-ba nuevamente con el Viejo Ratón.

-Pues, la verdad es que metistela pata, amigo gallo -dijo el roedor.

-¿Qué puedo decir...? Tengocerebro de pollo y a veces no piens(,antes de hablar -se recriminaba el gallo,desolado.

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-Bueno, bueno... Como diría elsabio Pasteur, no vale la pena llorarsobre la leche derramada -sentenció elratón-. Lo que debes hacer es ir y ha-blar con el pequeño.

-¿Con qué cara? Me odia, deseguro... -se negó Papá Gallo.

-No te odia, amigo gailo -loconsoló el roedor-. Solamente está do-lido. Te repito, ve y habla con é1...

-¿Y qué le digo? -preguntó in-deciso el gailo.

-¿Qué más podría ser? -le res-pondió el ratón, un poco molesto portanta duda-. Que te perdone, que ha-blaste sin pensar...

-Tendré que hacerlo... MamáGallina también está enojada conmigo

-se queró el ave.-Ya lo dijo Macbeth, del inmor-

tal Shakespeare, ellas saben cómo man-dar -citó el ratón-. Entonces, doble ra-!ón para hablar con el chico y arreglarlns cosas.

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-¡Sí, eso haré! Iré ahora mismo ahablar con mi hijo... -dijo muy conven-cido Papá Gallo, levantándose decidi_do-. ¡Gracias, amigo ratón, has sido degran ayuda...! ¡Adiós!

Por su parte, Gallito, después demucho llorar y escuchar a su madre,quien intentó explicarle que papá Gallorealmente no había querido decir lo quedijo, se secó las lágrirnas y salió a tomaraire, para despejar la mente y el cora_zón. Otra vez se sentó a la sombra de lahiguera, mirando el mundo de fuera dela alambrada. Allá estaban los perros,echados dormitando, y también unoschincolesll, que saltaban graciosamen-te, buscando algo que comer en el sue-lo. Arriba, en el cielo, una bandada de

si se hubiesen vuelto locas de pronto.El polluelo se preguntó cómo sería vo-lar y qué cosas habría en ese mundotras los alambres. En eso estaba cuan-do un ruido venido de arriba llamó suatención: en una rdma de la higuera,un extraño pájaro acababa de posarse.Gallito no había visto nunca un ave así,con esos ojazos tan grandes y ambosmirando al frente. Pensó en hablarlepara saber quién era, pero recordó laprohibición de su padre y se contuvo.Sin embargo, el pájaro aquel bajó la mi-rada hacia él y sonriendo bonachón, lo¡aludó:

-Buenas tarrdes, pequeño gallo,

¿cómo tú estás?-Buenas... -respondió el pollue-

lo, preguntándose si saludando contra-golondrinas parecía danzar, girando rle venía ld orden de Papá Gallo-. Estoyaquí para allá y de allá para acá, como

1l Chincoi: áve pcqueña, muy similar al gorrión.

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-Pues, porr tu carra no 1o parre-Cc, pequeño -le dijo el otro-. ¿Sucedell¡¡o malo? Un entrometido no quierro

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serr, Perro si en algo puede ayudanteesta vieia lechuza...

-¿Es usted una lechuza? -pre-guntó el polluelo.

-Bueno, 1o erra cuando me dorr-mí en casa esta mañana y lo seguíasiendo cuando me desperrté hace unrrato -respondió iocosamente la lechu-za, con su manera de hablar tan rara-.¿Cuál es tu problema, pequeño?

-Es que... -Callito se detuvo,dudoso.

-¿)r...1 -La tecnuza to mlro conatención.

-Mipapá no qu iere que hable conpájaros extraños...-explicó ei polluelo.

-¡Oh, entiendo...! -señaló elotro-. Eso está muy bien. Tu padre sabelo que hace. Peligroso es parra un chicocomo tú exponerrse... anda mucho locosuelto porr ahí...

-Pero él no quiere que hable connadie que no sea del gallinertr... ¡connadie! -se quejó el pequeño.

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-¡Ah, ya...! Eso es un poco exa-gerrado, sin duda... -acotó 1a lechuzay luego preguntó-. ¿Y porr qué noquierre?

-Porque no soy un buen gallo...-dijo tristemente Gallito, bajando lamirada.

-¿Cómo? ¿Porr que dic,

-el palafo estao¿ exffanaolslmo.

que dices eso?

-No canto como lo hace é1... -se-ñaló el polluelo.

-¡Clarro que como é1 no puedescantarr! ¡Iú erres muy Pequeño aún yte falta mucho porr aprenderr! --excla-mó sonriente la lechuza.

-No es eso... -Gallito bajó lavoz, como avergorzado . No me gustacomo canta, no es... muy bonito.

-iYa, yat. A}orra entiendo meiorr

-dijo el ave girando su cabeza casi com-pletamente-. Y tú quierres cantarr a tumanerra, ¿no es así?

-Me gusta mucho cantar, peroél dice que mi canto no despertará a1

cl

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mundo, sino todo lo contrario... expli-có Gallito.

-Bien, bien, pequeño gallo. -Lalechuza habló después de pensarlo unpoco-. Yo creo que en un vaso de aguate estás ahogando. La verrdad es que tupadre tiene rrazón en cuanto a exigirrteque cantes como debe cantan un ga_llo, parra desperrtarr al mundo comcrdices, porrque tu trabajo ese serrá y esrmporrtante que lo hagas bien. y cuan_do aprendas a hacerrlo así, entoncespodrás darr rrienda suelta a tu creativi-dad y cantarr como quierras.

-Pero, no me gusta... -refutó to-zudamente el polluelo.

-¡Lo sé...! Sin embarrgo, te ase-gurro que es necesarrio _continuó la le-chuza-. Todo lo que hagas tendrá unaparrte entretenida y emocionante, pc_rro también tendrá una parrte latosa ypoco grata, no obstante, deberrás hacc_rrla igual.

-¿Siempre...? -preguntó el polli-

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to casi resignado.-Siempre {onfirmó enfático la

lechuza-. Te dirré: cuando yo erra Pe-queño, lo único que querría erra volarr,tal como mis padres lo hacían, perro enmi apurro un detalle imPorrtante olvi-dé: que debían primerro crecerrme plu-mas en las alas y, porr suPuesto, terrmi-né dándome un Porrazo porr apurrón.Hay que irr paso a paso en la vida, todotiene su tiempo...

Gallito iba responder algo, perola repentina aparición de Papá Gal1o, 1ocontuvo. Su padre venía meditando lamanera de disculparse con el polluelo,pero encontrarlo, una vez más, hablan-

do con un pájaro volador, contravinien-do su orden, Io molestó bastante. Aunasí, respiró hondo y trató de no perderlos estribos, pues no quería tener másproblemas con el chico. Se acercó serio

y ceñudo, casi sin mirar a la lechuza.-Hijo, quiero hablar contigo...

-dijo al pequeño, sintiendo la aguda

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nrirad¿r del p¡ijaro sobre é1.-¡l3uen;:s tarrcles, señorr g.rJ1o...I

-saiudó la lechuza cortósmente, sindarse por enterado cle Ja po¡¿1 e.lu¡¿-ción del padrc del polluclo ¿Ctinroest¿í ustcd?

¡Eh.. . ! Buenas.. . b icn, b i tn, gracias... -contcstci evasivo el galkr-. Ven,hi jo. . .

*Iiele ustecl un hijo muv inte li-gente EJ otro no quería perdi:r Ia opor-tuniclacl cle cont.crsar, alparecer-. Serr;iun gr;rn galkr, sin dtrda.

-Cr¡¡cias tli jo t'apii (ialJo, unpoco fastidiaclo con la insistcncia de lalcchuza . Eso espero...

-¡No clebe csperr¿trr, sino cst¿rlsegurro clc clue ¿¡sí scrrál -recalcti el p;iJaro sorl' lentc-. Aun cuanclo trn hijo nL,p.rrrczc¿l entenderr, siempre escnch.r r: i l , ' [ . ¡ ¡s, . l f ter ' ] (1( ' . . . Pcrrr , r ret r r ( . r ( rLscñorr galkr, su chico no es ustcd... L-ted v¡r lo sabc todo, perro él no 1,r.rec,srta emP()...

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Indudablemente, el gallo era unbuen padre, pero también era ur buengallo, lleno de orgullo (más aún des_pués de lo del jote), terco y un pococerrado de mol leral2. euizás s i no sehubiese tratado de una lechuza, avevoladora y nocturna, más encima, elprejuicioso gallo habría escuchado elbuen consejo que le daban. pero anresde que el otro terminara de hablar, yaeslaba pensando que er¿ un pájaro en_trometido, que no tenía idea de lo quepasaba y que era un impertinente que_riéndole dar consejos a él que, como lohabía dicho la misma lechuza, lo sabíatodo. Entonces, se le subió la sangre ala cabeza nuevamente y, sin pararse apensar en lo que decía contestó

-¡Mire, señor lechuza, sé perfec_tamente lo que debo hacer y no nece-sito que ningún pájaro metiche me acconsejos...!

12 Cer¡¿do de mo cra: que no cntiende razones

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-¡Papá...! -exclamó Gallito, aver-gonzado por la reacción de su padre.

-;Tú, calla...! -ordenó imperiosoPapá Gallo.

-Veo que me equivoqué al juz-garrlo, señor gallo -dijo molesta la le-chuza-. Creí que un polluelo como elsuyo debía tenerr un padre digno de é1:inteligente y, sobre todo, más educado...

-¡Digno de é1... digno de é1...! -re-pitió el gallo tremendamente ofuscado.En realidad, por esa misma ofuscación13,no había entendido bien lo que la le-chuza había dicho y, menos aún, pensóantes de responder lo que respondió-.

¡Es él el que tiene que ser digno de mí...!-¿Qué dice...? -preguntó estu-

pefacta la lechuza-. Usted no piensaantes de hablarr, señorr gallo... ¿No seda cuenta? ¡Acaba de meterr la patahasta el fondo!

13 Ofuscación u ofuscamienb: incapacidad d€ ent€n-d!'r por estar, en este caso, enojado.

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-¿Qué? ¿Qué? -El gallo miróal otro sin comprender, pero la lechu-za no respondió, echándose a volar yperdiéndose en el cielo del atardecer.Entonces, se volvió buscando a su hijo,diciendo-: ¡Te prohibí expresamenteconversar con...!

Mas Gallito no estaba allí paraescucharlo. Lo llamó varias veces, peroel polluelo no respondió. Molesto, fuehasta los ponederos buscándolo, perono lo encontró. Mamá Gallina, se pusonerviosa y él también empezó a preocu-parse, arrepintiéndose de sus palabrasy recriminándose por su estupidez.Pronto, todo el gallinero estuvo revolu-cionado buscando al pollito, pero esteno apareció por ninguna parte. Has-ta los patos ayudaron en la búsqueday fue uno de eilos quien encontró unagujero en la alambrada por donde, se-guramente, Gallito había escapado hacia el exterior.

ya estaba oscureciendo y su polluelovagaba solo allá afuera, en medio delpeligro y quién sabe qué otra cosa peor.Papá Gallo no podía creer lo que esta-ba pasando, ese debía ser el día másinfausto de su vida y para el gallinerotambién. Por primera vez no sabía quéhacer, pues el mundo exterior estabafuera de su alcance y jur isdicción, muypocas veces había salido y afuera, soloera un ave más, sin mayor poder que elque le confirieran su astucia, fuerza ohabilidad. E1 gallo era, lo había demos-trado, fuerte, hábil y, a su manera, as-tuto, pero sabía que fuera de1 gallinero,había otros animales más fuertes, hábi-les y astutos que é1. Esto lo angustiabaaún más, pues, si él mismo se sentía in-capaz de sobrevivir tras la alambrada,

¿qué quedaba para su polluelo, muchomás pequeño e inexperto que é1?

Esto 1o decidió: saldría a buscar-lo, no tenía más opción. Se preparó paraBaltar la cerca, pero antes de que pudie-

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Mamá Gal l ina se puso histér ic.r :

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ra hacerlo, el Viejo Ratón apareció y ledijo:

-Espera un poco, amigo gallo,no te precipites.

-¡No puedo esperar! ¡Mi chicoestá allá afuera! -le contestó vehementeel gallo.

-Sí, lo sé -señaló el ratón-, perotengo una mejor idea... Escucha, ¿acasosabes dónde o cómo buscarlo?

-¡No sé, pero no puedo quedar-me aquí conversando...! -Y se aprestóde nuevo a saltar, pero el roedor lo con-tuvo otra vez.

-¡Espera! Tú no 1o encontrarás,no sabes cómo buscarlo -le dijo-. Haz-me caso, pide ayuda a los perros, elloslo rastrearán...

-¡Caramba! ¡Tienes razón! --ex-clamó Papá Gallo-. ¡Ellos tienen su ol-fato para seguir la pista..!

-Ya 1o dijo el eminente estudio-so Pavlov, el perro es el mejor amigodel hombre -argumentó complacido

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el ratón-. Supongamos que lo es, tam-bién, de las gallináceas14...

Sin perder un minuto, el atribula-do gallo llamó a Papá Perro y lo puso altanto de la situación. El buen can se diopor enterado y se comprometió a bus-car al pequeño hasta encontrarlo. Peroantes de partir, dudó por un instante y

Pregunto:-Y si lo encuentro, pero no quie-

re volver, ¿qué hago? No puedo traerloa la fu'erza. , ,

-Es cierto... -Papá Callo tam-bién dudó, sin saber qué responder.

Entonces, mantente a distan-cia -le dijo el Viejo Ratón-, pero no lopierdas de vista y lo cuidas hasta quellegue Papá Gallo.

¡Humm! Eso haré... -acordó el

Perro, poco convencido de recibir órde-nes de un ratón, ar;lque reconocia que

14 Callináceas: familia de las gallinas y otras aves simrlares.

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este cra un rat(in espccial, que s¡rbíaÍnucho v qLle, por lo menos, no sc metí¿len la cocin¿r clel amo.

\4 ientr , l : ( '5( , \ r r !L.Jrr t en el g, t -ll irrelo, Gallito camin¡rb¿r 1,ir bastanteasustaclo ¡.ror la crccir:nte oscnridadque lo rodcaba. l-ir realidad, no llegabarr ul' lejos aún, pero cstaba fuer¿r del tt-rritorio scgulo l,no contaba con 1.t prott-cción c1e Papá Callo o cle Mam¿í C¡-ll ina. En las crecientes sotlbras, todo selr.: fr-re transformanclo en f.rntasmag(rri-( . r \ q

[ i ! ,ur , ) \ r lL lc , ] t ( . r ) l ( , r i , / , r l ] . rn \u i r )f . r t t i l c l r . tzol l . \ in ( ' rnb¿rg' , . r to pr ' rnt il i ( i . lLI( . r . l rn iL.Jo l , ' d,rnr¡¡ , , r , , r - tu ,aclelante, ¡rues su clrojo er;r más granclL,que cualclnier temor t,prcfcría enfrentar los peligros cic la noche a volr.t.rEra, sin cluda, cligno hijo dc su paclrtt¿¡n tozudo co¡no ó1.

l ¡ f ¡ ¡ t . r ! r ) r . rH{ i i , ¡ '

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¡ . l , j r ¡ r . r ¡ . rs fn i r l ¡ r \ { Lr i r r l .

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El polluelo había escaPado sinpensar y, por ello, vagaba sin rumbofijo y sin saber qué haría de ahora enadelante. En su interior, 1o único claroera la convicción de haber abandonadoel gallinero para siempre, aunque no

podía prever cuánto duraría ese "parasiempre". Por lo pronto, se detuvo

iunto a un grueso y alto muro de adobe,único vestigio que quedaba en pie de1o que fue una antigua casona humana,y contempló las estrellas que repetíanincesantes sus guiños a1lá arriba. SobreIos cerros distantes, ya se vislumbrabael pálido fulgor de la luna que no tarda-ría en aparecer.

De pronto, sobre e1 muro, cua-tro pares de ojos se clavaron en é1. Al

descubrirlos, su corazón se apretó ycasi se le escapa un grito, pero supttdominarse y, recordando que era utrgallo, después de todo, se plantó firmt'y miró hacia e1 muro eon desafiante tt-meridad.

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-i¿Quién anda ahí?! -preguntó-^-

. .^- - l^ ,^

, , ^^---^

Miren, miren, miren lo que trajoIa noche... dilo un gato blanco con vozmelos4 apareciendo de entre las som-bras.

-Esto sí que es una cosa extraña...-dijo una gata negra, también surgiendode la oscuridad.

Rarísima, en ve¡dad... -dijo ungato gfis, saltando para ponerse junto alos otros.

- l In hinedol6 cmnlumado delos que deberían estar durmiendo a estahora...l -e¡cl¿mó un cu¿rto gato, amarillo esta vez. Los otros tres lo miraton condisgusto por su altisonante manera dehablar.

- .O¡¡ iónpc <nn,¡<ta¡ec)( \¿ur! , ,LJ

guntó el polluelo, mirándolos con des-confianza.

ló Bípedo: de dos patas.

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-Yaya, vaya, vaya... el pequeñoquiere saber quiénes somos... -repitióel gato blanco.

-¿No es una delicia? Tan peque-ñito... -señaló la gata negra.

-Pequeño, pero delicioso, sinduda... -El gato gris se pasó la lenguapor los bigotes.

-¡Somos los felinos noctumos yvamos a invitarte a cenar...! diio ato-londradamente el gato amarillo.

-¿Felinos nocturnos...? -Caliitolos miró sin comprender.

--4atos, gatos, gatos... poiluelo,eso somos -le explicó el gato blanco,algo sorprendido de que el pollito noles temiera.

-¿Y qué hacen ustedes los gatos?-preguntó el polluelo, sin inmutarse.

-¡Pues, comemos poll...! ¡Ay! Elgato amarillo no alcanzó a terminar loque decía, porque el gato gris le dio unpisotón en la cola.

-¡Oh! Nosotros... cuidamos de

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que los ratones no invadan el muldo,pequeño -contestó la gata negra y 1osdemás asintieron con la cabeza.

-¿Y cómo hacen eso? -Callito yaempezaba a sospechar que esos gatosno eran buena compañía para é1.

-¡Pues, nos los come...! ¡Ay! -Otropisotón sobre la cola del gato amarillo.

-Eso no importa, pequeño y de-licioso polluelo -dijo e1 gato gris-. Loque nos intriga es qué haces fuera delgallinero a esta hora.

-Me escapé... -respondió Gallito,entristeciéndose de pronto.

-Escapó, escapó, escapó... ¡unafuga! -exclamó el repetitivo gatoblanco.

-Pobre pequeño. ¿Y qué pudohacerte huir de tu casa? -preguntó la

Eara negra.-¡Oigan, si vamos a cenar/ creo

que debemos apurarnos...! {omenzóa decir el gato amarillo, pero no pudocontinuar.

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-¡Calla, bocóry déjanos escu-char...! -lo interumpió el gato gris, sú-bitamente interesado en la historia delpolluelo.

-Mi papá no me quiere... -<o-menzó Gallito con los ojos húmedos.

-¿Cómo es posible eso, peque-ñín? -inquirió la gata negra, tocada ensu instinto mate¡nal.

-No quiero ca¡tar como é1...-continuó el pollito.

-¡Ah! El a¡te, el atte, el arte...-dijo el gato blanco.

-¡Ya sabemos! Ahora vamos acomer antes de... ¡Ay! -El gato amarillorecibió otro pisotón.

-¡Ya habrá tiempo despues paracomer, bocasuelta, ahora déjanos escu-char! -lo regañó el gato gris.

-¡Sí, "después, después,,...! -loremedó el gato amarillo y añadió-: ¡Nohabrá después, jetón!

-¿De qué hablas? -le pregunta)el gato gris sin entender.

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-De los cuadrúPedos17 morde-

dores... -le explicó el gato amarillo, se-ña1ándole un punto entre las sombras,pero el otro no 10 escuchó, pues tenía

puestas las oreias en 1a historia del po-ilueLo.

-... Y mi papá no me quiere,

porque yo no canto como é1 -concluyóGallito.

-Los padres, los Padres, los Pa-dres... Nos aman y aún así, nos hacen

la vida imposible -sentenció el gatoblanco.

-¡Sa1e, farsante! -le dijo la gatanegra riéndose-. Tú ni siquiela cono-ciste a tu padre.

-Por eso, por eso, Por eso... ¿Vesque tengo razón? -le respondió el gatoblanco.

-Así que a Papá Gallo no le gus-

ta como cantas, ¿eh? ¿Y cómo lo haces?-le preguntó el gato gris.

17 Cuadnip€do: de cuatro Patas

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-Según los mirlos, lo hago bien...{ontestó Callito, sacando pechuga.

-Esos mirlos tienen mucho dt-mo, no cabe d ud¿.. . Si e l los lo dicen, asídebe ser concluyó el gato gr is.

-A nosotros también nos gustacantar.. dijo la gata negra.

-¿De veras? ¿Y cantan bien?preguntó el polluek¡ entusiasmado.

-¡Por supuesto, chico! ¡Vamos,démosle una muestra...! rxclamó elgato gris, también con entusiasmo.

-¡Claro! Siempre me ha gustadocantar antes de comer... Me abre el ape-tito -dijo la gata negra.

-¡Pues, no cantes entonces o tequedarás con hambre...l le replicó elgato amarillo, malhumorado.

*¿De qué hablas? -le preguntóla gata negra.

De que no cenarás pollo hoy,preciosa... -dijo Papá Perro, aparecien-do de pronto junto con su cachorro, haciéndolos saltar a todos, excepto al gato

70

iY;irir.

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amarillo, que ya los había visto.-¡Ugl Perros, perros, perros...

-repitió el gato blanco.-¡Señor perro...!- exclamó el po_

lluelo sorprendido-. ¿eué hace ustedaquí?

-Tu padre me envió a buscarte,muchacho -le respondió el can_. Estámuy preocupado...

-¿At¡ sí...? -Gallito se animó alsaber que su padre lo extrañaba, perosu corazón dolido y su terquedad pu_dieron más y, encaramáldose en larama baja de un á¡bol que había porallí, añadió-: ¡Yo no volveré...!

-Ya imaginaba una cosa asl-dijo el perro, haciéndole un gesto a suhijo, quien salió disparado a buscar aPapá Gallo, tal como tenían convenido.

-Ya ves, ya ves, ya ves... el pe_queño prefiere quedarse -señaló el gatoblanco.

-Quiere oírnos cantar... -acot(ila gata negra.

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-Sí, déjalo con nosotros y le en-señaremos una canción -propuso elgaro 8r1S.

-¡Sí, cómo no...! -se burló PapáPerro, echándose junto a1 polluelo-.Adelante, adelante... a mÍ también megusta la buena música... ¡Pero sin baiardel muro!

-¡Qué ridículo! --exclamó el gatoamarillo, molesto-. ¡He oído hablar depúblico cautivo, pero nunca de artistascautivos...!

-¿Van a cantar o no? -preguntóGallito, envalentonado por la presenciadel perro.

-Claro, claro, claro... aunquesolo para consolamos de nuest¡a cenaperdida -contestó el gato blanco.

-Así será... -agregó la gata ne-gra-. Esperemos a la luna, que ya notarda.

Efectivamente, tras los cerros, laluna llena ya se asomaba remolona,como no queriendo mostrar su blan-

73

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ca iaz. A medida que avanzaba e ibailuminando el campo, un concierto dediminutas notas se propagó por todaspartes, llenando el aire noctumo deuna monótona melodía inacabable.

-¿Qué es eso? -preguntó el po-lluelo asomb¡ado.

-Los grillos -le contestó el can-.Todas las noches ellos tocan sus guita-rras buscando pareja.

-¿Guitarras? -repitió poco con-vencido el gato amarillo-. A mí me sue-nan a cascabel de bebé...

-Como sea -ladró el perro .

¿Cantan o no?-Bien, bien, bien... -asintió el

gato blanco-. ¡Atención...! Empezare-mos con Miau a Ia luna llena... ¿Listos?:P¡ imar : ¿loan+"^l

-Miau... -cantó la gata negra.-Miau... -cantó el gato gris.-Miau... -cantó el gato amarillo.-Miau, miau, miau... -cantci el

gato blanco.

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-Miiiaaauuu... --cantaron loscuatro gatos a la vez.

El polluelo los miró encantado,quizás fueran unos malintencionadosy, si pudieran, se lo comerían, pero es-tos gatos sí que sabían cantar. Sus vocesmelosas se acoplaban dulcemente y so-naban como un coro de violines o clari-netes destemplados. Hasta el perro losescuchaba embelesado con la melodía.

-¡Segund...a...deentro! {xcla-mó el gato blanco.

-Miau... miau... --cantaron 1agata negra y el gato amarillo.

-Miau... miau... miau... -{dntd-ron el gato blanco y el g¿to gr¡s.

-¡Mi i i -aaa-uuu.. . ! -concluyó convoz de barítono el gato amarillo.

-iBravo, bravo! -gritó entusias-mado el polluelo.

-¡Ah...! El aplauso, el aplauso, elaplauso... -dijo el gato blanco.

-¡Qué temura! Le gustamos...-dijo la gata negra.

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-¡Nos admira...! -dijo el gatogris.

-¡Qué chico...! Casi me arrepien-to de haber querido comérmelo -dijo elgato amarillo.

Los otros tres se quedaron mirán-dolo de una manera extraña, levantan-do una ceja y torciendo la boca.

-¿vue...r -agrego enronces-.Dije "casi", ¿no?

En ese preciso momento, llegóPapá Gallo corriendo, acompañado delcachorro. Venía con cara de angustiado,algo pálido y traía las plumas desorde-nadas, pues se había dado un par derevolcones en el camino al estar pocoacostumbrado a la oscuridad. Ansioso,ni siquiera se fijó en los gatos, preocu-pándose solo de su polluelo.

-¡Hi io. . . ! ¿Estás bien? - le pre-guntó, luego agregó-: Me tenías asustadísimo... ¡Y tu madre está histérica!

-El chico está bien, amigo gallo-le dijo Papá Perro-. Por suerte, llegui'

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a tiempo antes de que esos cuatro...Bueno, tú sabes.

-¡Gatos! --exclamó el gallo al vera los felinos sobre e1 muro-. ¡Mira a loque te has expuesto, hijo!

-No me hicieron nada, papá-señaló o{uscado Gallito-. SoIo conver-samos y me cantaron.

-Así es, así es, así es... dijo elgato blanco.

-Solo conversamos... -diio lagata negra.

-Y le cantamos... -dijo e1 gatogris.

-¡Sí! No alcanzamos a invitar-lo a cenar... -dijo el gato amarillo y losotros tres lo miraron feo.

-¡Uf!... -resopló hacia ellos PapáGallo, después le dijo a su hijo-: Debe-mos volver pequeño, tu madre no haparado de llorar desde que te fuiste...

-¡No quiero volver! -respondiótercamente el pollito-. ¿Para qué vol-ver, si no soy digno de ti?

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Su padre lo miró desolado. Des-pués de unos segundos, le dijo:

-Pequeño, fui un tonto que sedejó llevar por su mal carácter... ¡per-dóname!

-Los mi¡los solo se estaban di-virtiendo... -recordó el polluelo.

-Lo sé, hijo... -Papá Gallo se re-signó.

-Y el Señor Lechuza me aconse-jó hacer lo que tú me decías... -siguióGallito.

-Ya está bien... Ya te pedí discul-pas -Papá Callo empezaba a perder lapaciencia.

-Yo no soy r.rn buen gallo, papá.-El pequeño se puso pesado-. Tal vezserá mejor que me vaya para siempre...

-Hijo... ¿Cuánto tiempo creesque sobrevivirás acá afuera? -le pre-grmtó su padre, señalándole a los feli-nos - . Y no solo h¿y gatos por aqui . . .

-Pues, como sobreviven las de-más aves -contestó Gallito sin pensar.

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-Muchacho, ¡las otras aves vue-lan! -le hizo ver el perro-. Por eso so-breviven: escapan volando.

-Así es, pequeño -PaPá Gallo lomiró suplicante e hizo una dramáticapausa, antes de decir algo que 1e cos-taba dem¿siado-. Hijo, ni siquiera yopodría sobrevivir mucho tiemPo fueradel gallinero...

-¿Ni siquiera tú...? -el Polluelo1o miró asombrado-. ¡Pero tú no le tie-nes miedo a nada...!

-(Suspiro)... Solo si estoY den-tro del gallinero -admitió abrumado elgallo-. ¿No entiendes? Adentro soy e1más fuerte, por lo tanto, también deboser el más fiero. Pero afuera, solo soyun animal más, frente a muchos otrosanimales más fuertes que yo.

-Pero, ¡al jote podrías vencerloen cualquier parte! -replicó e1 polluelo,que no quería creer que su padre cono-ciera el miedo.

-Sí, seguro... y a un Sato tam-

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bién -<oncedió su padrc, mirando hacialo alto del muro-, pero no a cuatro, o aun perro desconocido, o a un zorro...

Hubo un breve silencio, duran_te el cual, el polluelo pareció entenderlentamente lo que papá Gallo le decía.

-Entonces, ¿de qué sirve estartan orgulloso de nuestro canto? pre_guntri al cabo, desilusionado.

-De... ¡uf!...de nada susurrírPapá Gallo bajando la cabeza, vencido.

Callito no dijo más. Lentamente,bajó de la rama y se encaminó hacia elgallinero. Tias él fueron en silencio elcachorro, el galkr y, por último, el perro.

^ , , o l t*r : sem.rnd\ dt 'spuer, p¿p,¡

ud () , sent¿do en su estac.r , v ig i labaque nada alterara el orden clel galline_r() , c()mo siempre. A l , l d istanci¡ , v i r r ¿su hijo, ya bastante crecido, que perma_necÍ¿ echado ¿ i¿ srrmbr¿ de la higuera.escuchando a los pájaros cantar. Aun_que h..rbi.rn seguitlo ctrn sus lecclone* \t lchico ¿bandon¿r¿ su ¿ct i tud rebr. ldt l ,

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el gallo no se sentía contento. El pollue_io de ¿ntes, ei que Io sacaba de quicio,pero que también lo admiraba, era mu_cho mejor que este pollo obsecuentels,pero abúlicole que lo había reemplaza_do. Papá Gallo se sentía fracasado fren_te a los ojos de su hijo y eso le dolía enlo más íntimo, mucho más profundoaún que el orgullo.

-¡Buen día, amigo gallo! -saludóel Viejo Ratón-. ¡Pero qué cara! ¿Otravez pensando en tu hijo?

-No puedo evitarlo, amigo ra-tón -le contestó-. Ese chico ha perdidoel ímpetu que un buen gallo debe te_ner... y todo por culpa mía.

-No debes ser tan duro contigomismo -lo consoló el roedor_. Solo hi_ciste lo que creíste correcto... Creo quefue el famoso Napoleón quien dijo: laintención es lo que cuenta...

18 Obs€cuente: demasiado obe.di€nte, sumiso.19 Abúlico: que no tiene energía ni interés.

a2

-No es un gran consuelo -res-pondió e1 gallo-. Y lo peor de todo esque no sé qué hacer.

-Lo que no tiene remedio, teme-diado está, dijo Hipócrates <omentó elratón-. Pero estoy seguro de que no es

Para ranto.-Sín embargo, debo hacer algo

-concluyó Papá Callo, algo molestopor los dichos del ratón.

-Da1e tiempo al tiempo -acon-sejó el roedor-. Ya se te ocurrirá algo.

Pero no fue e1 tiempo, sino la for-tuna, Ia que vino a ayudar a1 gallo. Enel cielo, un punto negro giraba en len-tos círculos sobre el gallinero, esperan-do el momento preciso.

Abajo, en tanto, un hombre quevenía a caballo, se acercó al gallinero,se detuvo junto a é1, desmontó y ató lasriendas del animal a uno de los postesde la alambrada. En seguida desapare-ció camino a 1as casas, pero el caballo, jo-

ven y nervioso, quiso seguirlo y tironeó

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y tironeó, hasta que los palos del cerco,ya podridos por el tiempo, cedieron vi_niéndose abajo. La batahola fue generalentre l¿s asustad¿s gal l inas y los jugue_tones pollos, que salieron corriendoalentados por esa inesperada libertad,seguidos de sus madres cacareanres.

Papá Gallo, olvidando sus tribu_laciones de padre, se aprestó a hacer_se cargo de la situación. De dos saltos,pasó por los restos de la alambrada yse plantó amenazante delante de losfugitivos pollos, que se paralizaron deinmediato al verlo.

Ese era el momento que espera_ban allá arriba. En un rauclo prquero,una joven jote cayó sobre uno de los po_lluelos desprevenidos. pero con la mis-ma celeridad casi, Papá Gallo reaccioníry la enfrentó con las plumas del cogoteengrifadas, para verse más grande. Dedos espolonazos, la obligó a sol¡ar a supresa, que salió huyendo despavorida.

-¡Vete de aquí, jetona, o te irá

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mal! -La amenazó el gallo furioso.

-¿Estás seguro de eso, gallo Paja-rónl -le respondici la iote con un¿ sonri-

sita que é1no alcanzó a comPrender.-¡No serás la Primera de tu clase

a la que...! Pero Papá Gallo no pudtl

terminar de hablar. Súbitamente, algo

lo golpeó por atrás, arrastrándolo por

el suelo. Antes de que se diera cuenta,

un dolor agudo le c lavó el esPinazo,justo donde la garra de otro iote se en-

terraba en su carne-¡Sorpresa, desgraciado...! -le

dijo burlón el rapaz, presionando con

todo su peso sobre é1, para evitar que se

moviera.-¡Tú...! -exclamó el gallo al reco-

nocer al jote que había humillado tiem-

po atrás.-¡Sí, yo! ¡Ahora no Pareces tan

fiero...! ¿Eh? -le dijo, apretando cruel-

mente su garra, mientras la otra jote se

acercaba-. Te presento a mi pareja, ella

sabe distraer muy bien, ¿no?

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-¡Te dije que no volvieras...!-Papá Galkr no perdió la dignidad ycontinuaba bravuconeando2o.

-¡Volví porque tengo hambre,infeliz...! -le contestó con rabia el otro,amenazándolo con su pico engarfia_do-. ¿Y sabes qué habrá hoy en nuestroalmuerzo...?

-¡Fcstín de gallol -rio malvada_mente la jote, aprestándose a darle unpicotazo mortal.

-¡No lo creo! gritó Gallito, em_pujándola de un g,olpe ctrntr¿ su novioque, sorprendido, soltó su presa al caer.

-¡Hijo...l -exclamó papá Gallo aldarse cuenta de lo que pasaba.

-¡Vamos, papá, no importa queestemos fuera del gallinero! _lo alentósu hijo.

Y antes de que los jotes pudieran

20 BravLrconear: en este caso, hacer anrenzas !uc ¡o scpuedcn cumplir. T¿mbién ¿t¿¡dc¡r.

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reponerse, el pequeño gallo saltó sobre

ambos, cayéndoles a uno con los espo-

lones y a picotazos a Ia otra. Pero sus

enemigos se recobraron rápidamente y

Callito aún era tan solo un pollo. Pron-

to se vio sobrepasado en fuerza y cayó

adolorido por un Picotazo del jote que,

graznando de rabia quiso liquidarlo con

otro picotazo. Pero Papá Gallo, a pesar

de estar herido, 1o hizo comer tierra de

un espolonazo certero. La jote se para-

lizó de terror al ver a su pareja tendida

y sangrando, situación que aprovechó

el gallo para despacharla también. Dos

picotazos y un empujón y ella acompa-

ñó en e1 suelo a su novio. Seguramentelos jotes hubiesen intentado continuar

la batalla y con todas las posibilidadesde ganarla, pero 1os perros aParecieronladrando su grito de guerra y salvaronla situación. Los rapaces, nuevamentehumillados y malheridos, escaParonapenas, echándose a volar como Pudie-ron. Esta vez no volverían jamás.

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Esa tarcle, poco antcs de cltre eJ solse cscondiera y con Ja aJ;rmbracla ya re_parada, los ptülos, los patos, los perros)¡ el Vicjo Ratírn, se rcunieron bajo la higuera. Papá G¡lhr v Gallito cojeaban,pero sonrcí;rn felices, micntras los demásp¿rrloteab.tn alcgrcmente, comenranoola tlesconun¿¡l lucha clc l¿r mañ;rna.

-Bien, amigo gallo _dijo el ra_l , i ¡ l . r reo c¡rre lu ¡r , r l lLtej¡r re\ Lr lerr i suímpctu2i, después dc krdo.

_ - ; lur ' ' , r l , r ru l - re.pol l r l i r i orE,u-

lloso el gallo . ¡Por algo es mi hijol- ¡Ahl ; t o¡¡1r t1 i j l r r . l Er. ln e. ; . r i -

tor Kipling: hijo de tigrc tiene quc salirrayadol concluvti cl roeclor

-¡Cuau! ¡Fue fenomenal comosalvaste a tr-r papá! ciijo cJ cachorro con¿tdmiraciírn.

-No fuc nada... cr¿n uros jotcs

n Í^,¡"r* r',i,¡

88

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i i i, .1

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inexpertos... -Callito bravuconeaba tanbien como su padre.

-¡Estoy tan feliz, que sientodeseos de cantar! -señaló contento elga11o.

-Pero no es la madrugada.. .dijo extrañado el Viejo Ratón.

-¡Al diablo con despertar almundo...! --exclamó Papá Gallo, sor-prendiéndolos a todos . ¡Quiero cantarpara celebrar!

Y a la mañana siguiente, un pocomás tarde de lo acostumbrado, cantó elgallito.

90 91

SOBRE LOS DICHOS DELVIEJO RATÓN:

Galileo Galilei (1564 - L642): Sabio re-nacent ista i ta l iano que fue el pr imeroen postular públicamente que los pla-netas giraban alrededor del sol y no dela tierra, como se creía en ese entonces.Aunque, seguramente, nunca dijo esode "las cosas cambian", su teoría, lla-mada heliocéntrica, sí significó un cam-bio radical en la forma de ver el muldoen su época. Tanto así, que fue obliga-do a retractarse, ante la amenaza de serquemado en 1a hoguera como herejepor la Inquisición. A pesar de esto, latierra siguió girando alrededor del soly no al revés.

Sócrates (470 - 399 a. C. aprox.): Filóso-fo griego que fue condenado a muertepor enseñar a sus discípulos, supuesta-mente, a dudar de algunas verdades in-cuestionables en su época. Puede que,

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ro ú{:

durante su juicio, ha¡ra dicho algo asícomo: "los niños piensan (no solo losadultos)", aunque sus alumnos cran,más bien, adolescentes.

Luis Pasteur (1822 - 1895): Sabio fran-cés. Prcüablemente, jamás haya dichonada semejantc a "no vale la pena llo-rar sobre la leclre dcrramada", pero sumrmbre se vincula a Ia leche pasteuri-zada, es decir, libre de górmenes y mi-crrüios.

Macbeth: Irrotagonista del drama delmismo mrmbre, de W. Shakespearc(1564 - 1616), quien asesina a su legíti-mo rey pdrJ t ( rmJ r su pul .s l ( r . f I t n i | lF,u-n.r parte de l ¡ obr, t t ' l 6 l i6g¡ " l¿s muieressaben mandar", pero fue convencidcrde cometer la traición por su mujer,Lady Macbeth. Por hacerle caso, perdiócl honor y la vida (v ella tambión).

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Iván Pavlov (1849 - 1,936): Científi,co ruso que demostró el concepto decondicionamiento de la conducta, algoque sería muy difícil de explicar aquí,pero valga saber que utilizó para susexperimentos a un grupo de perros.Por eso, aunque no se sabe si algunavez lo dijo, seguramente debe haberconsiderado al perro como el mejoramigo del hombre.

Napoleón Bonaparte (1796 - 1,827):Militar francés que intentó convertir aFrancia en un gran imperio, tratandode conquistar al resto de Europa, perono pudo hacerlo. En ningún libro dehistoria aparece alguna frase suya simi-lar a: "la intención es lo que vale", pero,sin duda, 1o pensó más de una vez.

Hipócrates (460 - 355 a. C. aprox.): Mé-dico griego, famoso por su iuramento,que todos los médicos delmundo hacenal momento de titularse. Obviamente,

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nadie puede asegurar que dijera: "loque no tiene remedio, remediado está",:in embargo, [dmpoco se puede asegurar lo contrario.

Rudyard Kipl ing l l8o5 l '136): Escr i -tor inglés, nacido en la India, autor deEl libro dc la selua y olros relatos rcla-cionados con el paisaje y los animalesde la India (entre ellos, el tigre). Quizásno lo haya dicho, pero sin duda alguna,él sabía que los hijos de tigre tambiénusan traje a rayas, como sus padres.

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Lifábul"a de gal.

EL BARCO

Fetioe Jordán Jiménez

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