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CIENCIAS AUXILIARES DE LA HISTORIA Apegándonos a los procesos necesarios para elaborar toda interpretación histórica se puede decir que la historia se auxilia de los principios de las ciencias formales, como la lógica y las matemáticas, de algunos de los de las ciencias naturales (la biología, la física, la química y la geología) y de buena parte de los de las ciencias sociales, como la antropología, la sociología, el derecho, la economía y la demografía, etc.; asimismo, durante mucho, tiempo, empleó las mismas técnicas de descripción y construcción del discurso de la literatura. Hay que recordar que todas las ciencias están estrechamente relacionadas entre sí, por ello, es difícil determinar dónde terminan y comienzan sus campos de estudio. Sin embargo, la historia, como toda ciencia, puede auxiliarse de las demás, porque requiere de un enfoque multidisciplinario, en donde se interrelacionen los distintos campos del saber. Por ejemplo, puede aprovechar las posibilidades que brindan la química o la geografía física para ayudar a interpretar datos y relatos que son difíciles de entender certeramente por encontrarse fuera de un sistema escrito que los haga comprensibles. A modo de ejemplo podemos citar: La química. En muchas ocasiones, el análisis químico de los elementos que acompañan a los hallazgos o la propia composición del documento ayuda a la datación. a la certeza de la procedencia o a la identificación de la cultura de la que forma parte. Relacionado con este asunto, se puede mencionar que los aportes de las técnicas y métodos de la ciencia de los materiales, que incorpora elementos de la química, la física y varias ingenierías, también ha ayudado a la mejor comprensión de los distintos documentos históricos. La biología, la ciencia que estudia a los seres vivos, es una fuente de validación para las afirmaciones históricas. Recurrir a las respuestas que pueden dar la biología evolutiva, la genética, la palinología (la ciencia que estudia las esporas). etc., brinda la posibilidad de ubicar cronológica o espacialmente hallazgos, dinastías, relaciones y hasta dietas, elementos que contribuyen a una mejor comprensión de la historia de cada civilización. La geografía es la ciencia que estudia el medio ecológico. las sociedades que lo habitan y los territorios, paisajes, lugares o regiones que forman al relacionarse entre sí. Dentro de su campo de estudio está la geografía histórica, que se encarga de otorgar un marco espacial a los acontecimientos, delimitando la zona geográfica que han abarcado; para ello, se vincula con la cartografía (la composición y estudio de los mapas); puede también usar métodos de la petrografía (el estudio de las piedras) o de la estratigrafía (el estudio de las capas o estratos de la corteza terrestre). Como mencionamos anteriormente, casi todas las ciencias políticas, del derecho a la psicología, pueden ayudar al análisis histórico, por lo que los hallazgos que se interpretan según la politología, la sociología o la economía contribuyen a la construcción de un discurso histórico de mayor profundidad. Entre ellas, una de las más estrechamente vinculadas con la historia es la antropología, la ciencia que estudia la cultura. La antropología, que es el estudio de las creencias e instituciones de una cultura, construye discursos y métodos que le otorgan una nueva base al análisis historiológico del hombre y de su comportamiento. Muchas de las reconstrucciones que la historia hace de civilizaciones y culturas que han desaparecido se relacionan con los estudios que ha aportado la antropología acerca de comunidades aún existentes. Entre sus ramas, una de las que con más frecuencia se vincula con la historia es la etnografía (dedicada al estudio, descripción y comprensión de comunidades humanas con identidad propia). así como la paleoantropología y la paleontología, los estudios de folclor, la mitología y la arqueología, Igualmente relacionada, al menos desde el punto de vista de las ciencias sociales, con la antropología está la lingüística, que es el estudio científico de la lengua se ocupa de descubrir y entender la naturaleza y las leyes que gobiernan el lenguaje. Para la historia. resulta predominante entender la evolución de las distintas lenguas y a ello le ayudan la lingüística histórica, la onomástica (que es la rama de la lexicografía que estudia los

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CIENCIAS AUXILIARES DE LA HISTORIA Apegándonos a los procesos necesarios para elaborar toda interpretación histórica se puede decir que la historia se auxilia de los principios de las ciencias formales, como la lógica y las matemáticas, de algunos de los de las ciencias naturales (la biología, la física, la química y la geología) y de buena parte de los de las ciencias sociales, como la antropología, la sociología, el derecho, la economía y la demografía, etc.; asimismo, durante mucho, tiempo, empleó las mismas técnicas de descripción y construcción del discurso de la literatura. Hay que recordar que todas las ciencias están estrechamente relacionadas entre sí, por ello, es difícil determinar dónde terminan y comienzan sus campos de estudio.

Sin embargo, la historia, como toda ciencia, puede auxiliarse de las demás, porque requiere de un enfoque multidisciplinario, en donde se interrelacionen los distintos campos del saber. Por ejemplo, puede aprovechar las posibilidades que brindan la química o la geografía física para ayudar a interpretar datos y relatos que son difíciles de entender certeramente por encontrarse fuera de un sistema escrito que los haga comprensibles. A modo de ejemplo podemos citar: La química. En muchas ocasiones, el análisis químico de los elementos que acompañan a los hallazgos o la propia composición del documento ayuda a la

datación. a la certeza de la procedencia o a la identificación de la cultura de la que forma parte. Relacionado con este asunto, se puede mencionar que los aportes de las técnicas y métodos de la ciencia de los materiales, que incorpora elementos de la química, la física y varias ingenierías, también ha ayudado a la mejor comprensión de los distintos documentos históricos.

La biología, la ciencia que estudia a los seres vivos, es una fuente de validación para las afirmaciones históricas. Recurrir a las respuestas que pueden dar la biología evolutiva, la genética, la palinología (la ciencia que estudia las esporas). etc., brinda la posibilidad de ubicar cronológica o espacialmente hallazgos, dinastías, relaciones y hasta dietas, elementos que contribuyen a una mejor comprensión de la historia de cada civilización.

La geografía es la ciencia que estudia el medio ecológico. las sociedades que lo habitan y los territorios, paisajes, lugares o regiones que forman al relacionarse entre sí. Dentro de su campo de estudio está la geografía histórica, que se encarga de otorgar un marco espacial a los acontecimientos, delimitando la zona geográfica que han abarcado; para ello, se vincula con la cartografía (la composición y estudio de los mapas); puede también usar métodos de la petrografía (el estudio de las piedras) o de la estratigrafía (el estudio de las capas o estratos de la corteza terrestre).

Como mencionamos anteriormente, casi todas las ciencias políticas, del derecho a la psicología, pueden ayudar al análisis histórico, por lo que los hallazgos que se interpretan según la politología, la sociología o la economía contribuyen a la construcción de un discurso histórico de mayor profundidad. Entre ellas, una de las más estrechamente vinculadas con la historia es la antropología, la ciencia que estudia la cultura.

La antropología, que es el estudio de las creencias e instituciones de una cultura, construye discursos y métodos que le otorgan una nueva base al análisis historiológico del hombre y de su comportamiento. Muchas de las reconstrucciones que la historia hace de civilizaciones y culturas que han desaparecido se relacionan con los estudios que ha aportado la antropología acerca de comunidades aún existentes. Entre sus ramas, una de las que con más frecuencia se vincula con la historia es la etnografía (dedicada al estudio, descripción y comprensión de comunidades humanas con identidad propia). así como la paleoantropología y la paleontología, los estudios de folclor, la mitología y la arqueología,

Igualmente relacionada, al menos desde el punto de vista de las ciencias sociales, con la antropología está la lingüística, que es el estudio científico de la lengua se ocupa de descubrir y entender la naturaleza y las leyes que gobiernan el lenguaje. Para la historia. resulta predominante entender la evolución de las distintas lenguas y a ello le ayudan la lingüística histórica, la onomástica (que es la rama de la lexicografía que estudia los nombres) y la etimología (la parte de la gramática que estudia el origen y las transformaciones de las palabras a lo largo de su historia).

A su vez, todas las representaciones plásticas, como los dibujos o los emblemas, se ubican dentro de los terrenos de la iconografía que se encarga de encontrar las relaciones simbólicas convencionales de estos materiales y que aporta elementos para la interpretación de cuadros, dibujos y pinturas; por ejemplo, la historia acude a sus métodos y técnicas de análisis para revisar las pinturas rupestres.

Además de estas disciplinas, que son autónomas con respecto a la historia, hay otras cuya vinculación con ésta es mucho más estrecha y que se encargan del estudio de las fuentes documentales y en muchas ocasiones, prestan servicio para la interpretación del historiador. Aunque actualmente se ve a cada disciplina de manera autónoma por tener campos de estudio diferentes y métodos específicos, durante largo tiempo se les consideró ciencias o disciplinas auxiliares y nosotros preferimos enunciarlas como ciencias y técnicas historiográficas. Éstas son las distintas ramas del saber que estudian los diferentes elementos materiales que el pasado ha dejado como huella de la existencia de las civilizaciones que precedieron a la nuestra. Son ayuda imprescindible de la historia para la datación y análisis de las fuentes y para validar la autenticidad e integridad de hechos, reliquias, documentos y otros hallazgos. Entre las más importantes podemos citar la arqueología, la diplomática, la epigrafía, la numismática, la paleografía, la archivística, la bibliología (ciencia que estudia los libros), la heráldica (que estudia los escudos de armas. los blasones. los conjuntos de símbolos que encontramos en un escudo), la papirología, la sigilografía (que estudia los diplomas y los sellos) y la vexilología (estudio de las banderas). También está la cronología (la ciencia cuya finalidad es determinar las fechas y el orden de los acontecimientos históricos). He aquí una somera descripción de las más sobresalientes: La arqueología. formalmente está considerada una de las ramas de la antropología y una ciencia social autónoma, se consagra al estudio de los vestigios

materiales dejados por las diferentes culturas humanas. Permite estudiar no sólo las antiguas civilizaciones, sino entrever el entorno eco lógico y la evolución de los procesos culturales de los periodos más remotos.

La codicología, ciencia que se encarga de estudiar los códices, soportes de escritura que consistían en varios pergaminos a los cuales cosían en sus bordes. parecido a lo que hoy conocemos como un libro.

La diplomática, ciencia que estudia los documentos oficiales; su nombre proviene de los diplos atenienses, documentos que enunciaban que alguien era ciudadano de esa ciudad.

La epigrafía se dedica a descifrar las inscripciones halladas en piedras, huesos, madera, estelas de monumentos y lápidas de sepulcros. En general, debido a que su mayor campo de estudio son culturas que dejaron pocas inscripciones en soportes más convencionales como el papel o el papiro, es una ciencia oscura y que conlleva un laborioso proceso de reconstrucción de los códigos representados.

La numismática se dedica al estudio de monedas, medallas y medallones, los cuales tienen materiales y símbolos característicos que se prestan para el análisis. Mediante esta disciplina, se busca establecer las características de los pueblos y personas que las usaron, y es un instrumento útil para interpretar las relaciones entre pueblos, cronologías y vías de intercambio.

La paleografía estudia los escritos antiguos, similarmente a lo que hacen algunas ciencias auxiliares de la historia mencionadas arriba. La diferencia es que la última abarca a todas las anteriores y tiene funciones más amplias. La paleografía es el estudio de la escritura antigua, es la ciencia que tiene por objeto conocer y descifrar los escritos de épocas anteriores a la nuestra.

OBJETIVIDAD DE LA HISTORIA

El historiador elige su objeto de investigación particular, determinando qué analizará; selecciona sus fuentes, así como los hechos relevantes del proceso estudiado, cuyas relaciones explica. Dicho proceso no se desarrolla al margen del espacio y el tiempo, sino que, como una forma de actividad práctica, transcurre en un momento y unas circunstancias específicas, por lo cual se trata de un proceso histórico y socialmente determinado.

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Debe precisarse ahora que la actualidad deja sentir su influencia sobre el historiador quien ocupa una posición definida dentro de la sociedad; desde esa posición, aprecia dichas circunstancias a partir de los intereses y puntos de vista de su mundo, su comunidad y la clase a la cual pertenece y cuya ideología comparte.

El conocimiento histórico, sin embargo, está socialmente condicionado no sólo por las circunstancias en las que se produce, sino también por los propósitos que se persiguen con su producción.

Las concepciones expuestas por los historiadores dependen de sus posiciones filosóficas, políticas, económicos, en fin, de su posición de clase. Ellos pertenecen o representan a distintas clases y cada uno puede explicar de diverso modo las mismas cuestiones. Frente a este problema, la historiografía burguesa, a través de los historiadores objetivistas proclama que sólo apartándose de la realidad inmediata y concentrándose en un pasado al margen de toda polémica ideológica es posible alcanzar un conocimiento histórico objetivo.

Una visión más moderna de esta misma línea se plasma en las doctrinas contemporáneas del “fin de las ideologías” y de la “neutralidad ideológica” de las ciencias sociales. En este caso, la asepsia ideológica de los estudios sociales se lograría ya no por el inverosímil aislamiento del investigador, sino gracias a los avances científico-técnicos de la sociedad posindustrial, cuyas exigencias de racionalidad impondrían una superación de todas las ideologías, entendidas éstas siempre como una visión distorsionada o como una conciencia falsa de los fenómenos sociales.

Como el aislamiento del investigador resulta imposible, salen a la palestra las tesis subjetivas del “relativisrno histórico”. Según éstas, todas las interpretaciones históricas son reflejo de los intereses de sus autores y, por tanto, sólo expresan puntos de vista unilaterales y equivalentes.

EL SUJETO HISTÓRICOCuando se enuncia la frase sujeto de la historia, por su sentido literal quien la escucha o lee puede creer que se trata de un grupo de personas o individuos que

hacen la historia; sin embargo, el concepto desborda esa acepción y se convierte en uno cuya comprensión tiene gran importancia teórico-práctica para el devenir del estudio histórico del hombre. De manera que podemos concluir que el significado más exacto de sujeto de la historia es aquel que lo considera el agente que hace la historia, el portador de la actividad que conduce a los cambios en la sociedad, que la transforma y que se transforma en motor de su desarrollo. El sujeto histórico es, pues, el ente social capaz de transformar la realidad en la que está inserto y, por ello, de generar historia.

En el sistema de sujetos históricos, se plantea entonces la posibilidad de que un individuo, sea cual sea su connotación moral o de poder, puede, en la medida en que interprete correctamente los signos de su tiempo, convertirse en un sujeto de la historia, lo cual, si traducimos el concepto, se transforma directamente en las consideraciones acerca de la formulación coyuntural de los héroes o de los líderes.

La coyuntura de la historia puede ser definida como el conjunto de circunstancias de la realidad que ocurren en un momento determinado; es la combinación de factores y circunstancias que se presenta en algunos momentos y algunos lugares, para hacer significativa la decisión de un asunto importante. El término se usa tanto en referencia a la situación política o histórica como a la convergencia de situaciones económicas. Aunque cambien las coordenadas con los que se explique el devenir, la coyuntura o la circunstancia hacen el mismo papel de sujetos de la historia que pueden cumplir instancias más personalizadas

Relacionadas con este asunto y con la división de los actores individuales y colectivos de la historia, podemos encontrar distintas maneras de enfrentar la interpretación histórica. • La interpretación providencia lista en la que Dios es el protagonista de la historia y su verdadero sujeto (actor). El discurso providencia lista excluye al hombre por considerar que éste, apenas intermediario de la voluntad divina, no puede hacer la historia, es su objeto. Dios, hacedor de todas las cosas, es el único que puede determinar una fluctuación de las condiciones de la realidad. Esta visión hace que la historia sea un fundamento trascendentalista independiente de las circunstancias humanas. A pesar de que es poco usada en la actualidad, si cambiamos “Dios” por conceptos como “nación”, encontraremos que aún existen las interpretaciones providencia listas de la historia en el discurso moderno. • La interpretación individualista de la historia es una de las formas clásicas de interpretar los sucesos. Considerado desde sus orígenes el protagonista de la historia, el hombre, como ser individual, es el actor histórico y el sujeto de la historia. Individuos excepcionales o destacados, dotados de grandes capacidades, pueden ser los hacedores de la historia. El concepto completo del hombre como sujeto de la historia surge con Kant; figuró a la cabeza de las interpretaciones positivistas y puede ejemplificarse plenamente en las corrientes que prefieren la interpretación de la historia política, la cual considera que los protagonistas de las grandes transformaciones fueron los reyes o los líderes. • La interpretación institucionalista parte de que son las instituciones, entendidas como los objetos históricos instituidos como norma, derecho u obligación y como organismo fundado para concretar discursos específicos, las verdaderas protagonistas de la historia. Durkheim definió a las instituciones como “conglomerados de creencias y las maneras de obrar instituidas por la sociedad, que preexisten a los individuos concretos y forman parte de la supremacía de la propia sociedad” (Tezanos, 1997: 180). así que al llamar institución a todas las creencias y a todos los modos de conductas instituidos por la colectividad, se comprende cómo las variaciones de estas instancias son lo que realmente modifica la historia. • A la interpretación marxista de la historia debemos las nociones de sujeto (actor) histórico colectivo, reflejado por excelencia en las clases sociales, que constituye la formación social histórica de cada momento y lugar. Los colectivos, la masa, el pueblo son entonces el sujeto de la historia, pues son ellos los que con su quehacer cotidiano crean la condiciones para que puedan encumbrarse o caer individuos, líderes, caudillos o dirigentes. Ahora bien, hay que señalar que para que un conglomerado humano alcance la categoría de sujeto de la historia, es necesario que sea consciente de que su participación incide en la realidad; de no ser así, estaría actuando como una fuerza ciega. • Finalmente, encontramos la interpretación de la historia que señala la ausencia de sujetos históricos y se basa en la interpretación del conflicto de las fuerzas que actúan sobre la sociedad. Esta postura sostiene que la historia no tiene sujeto, ya que son las circunstancias sociales, el conjunto de las relaciones sociales (económicas, políticas, culturales, ideológicas, etc., las que determinan y dan significado al acontecer histórico. Visto de esta manera, incluso el individuo es un producto de esas circunstancias, anulado, determinado por la maraña de relaciones sociales dominantes en cada época; en mucho, esta propuesta se parecería a la primera. • Actualmente, una nueva perspectiva se ha colocado en la fila de las interpretaciones de la historia: la microhistoria, que tiende a buscar sujetos históricos en grupos aparentemente no importantes, pero cuya acción y presencia permiten reconstruir el pasado desde un nuevo punto de vista. Entre sus herramientas están las fuentes orales, las voces de las minorías o el retorno a una historia narrativa.

El objeto histórico (tiempo, espacio y causalidad)

El objeto histórico es el hombre en el tiempo y en el espacio, que realiza su propio ser y en ese estudio vive y formaliza su historicidad; el objeto histórico es el hecho en sí, es decir, lo que sucedió, pero no es el suceso en sí mismo, sino que es construcción intelectual hipotética que el historiador elabora partiendo de los datos de la realidad social y de fuentes consultadas. Así, el objeto de la historia es el resultado del estudio de los hechos pasados mediante fuentes de información, verídicas y comprobables, que se materializa en un discurso que se presenta acabado y completo tras haber sido producto de una interpretación histórica.

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Ahora bien, crear la delimitación de un objeto histórico obliga a expresar sus coordenadas espaciales y temporales. Son esos límites fijados por el historiador los que los hacen únicos, entendibles, imposibles de confundir. Todo evento o suceso en el que se hallen involucrados los seres humanos acontece en lugares y tiempos determinados. Éstas son las dos grandes coordenadas con los que el hombre ha fabricado su discurso histórico; desde su conjunción ha elaborado su identidad.

El espacio ha sido siempre un elemento que ha servido para crear identidad para las distintas comunidades humanas. Muchos de los discursos que rescatan la diferencia y la especificidad de las sociedades se expresan en términos espaciales. El aquí es una construcción que habla del sujeto que enuncia la historia, en tanto que el allá es el territorio donde impera lo otro, lo que no es como nosotros, lo que corresponde a un discurso de enfrentamiento. Un objeto histórico siempre tiene delimitaciones espaciales, muchas veces en el propio nombre: la Revolución Rusa, la Revolución Mexicana, el Imperio Romano o el Imperio Sumerio son objetos históricos que sólo son posibles por la demarcación espacial a la que los hemos sometido. Si intercambiáramos su espacio, desaparecerían.

La creación de un concepto de espacio histórico se debe posiblemente a los historiadores griegos que, pendientes de su especificidad como pueblos diferentes de sus vecinos orientales, delimitaron con precisión el espacio propio y el de los demás, mediante mapas y fronteras concretas, y dieron origen al espacio histórico, que no es el lugar donde suceden los hechos, sino la construcción del sistema espacial que abarca a los hechos. Construyeron con ello el espacio de la historia propia y el de la historia universal, el de la sociedad a la que se pertenece y el de las otras sociedades. La reflexión sobre el espacio histórico se hizo más fuerte en la Edad Media. La continua necesidad de intercambios con distintas entidades colocadas geográficamente separadas produjo una reflexión que fortaleció las identidades de los grupos que compartían el mismo espacio en oposición a los que habitaban en otro. Tal es el origen del concepto el “Occidente medieval”, construcción y objeto histórico que se basa en el reconocimiento del espacio. El tiempo en la historia no es tiempo físico normal, aunque ése también pueda formar parte de ella. Al construir cualquier narración de hechos históricos, necesariamente hacemos una sucesión y con ello entendemos que el tiempo que empleamos es el de un sistema ordenado cronológicamente; así, el tiempo histórico es el tiempo fechado, el tiempo secuenciado en cronologías; la construcción de un sistema temporal que permite encontrar el pasado bajo coordenadas precisas que se convierten en elementos propicios para la interpretación. Situar un hecho en el tiempo cronológico equivale a darle una dimensión única, irrepetible en el sistema del devenir histórico y, por ello, un sitio orientado en una dirección específica

La historia, entonces, podría pensarse como una acumulación de tiempo fechado; de hecho, durante siglos se pensó así; sin embargo, es más que eso. El tiempo histórico es una concreción del tiempo: el tiempo en la historia; es una relación determinada entre distintos hechos. El conocimiento histórico es describir la realidad, y los principales elementos para hacerlo son el tiempo y el espacio. Así, la historia puede verse en dos coordenadas diferentes, la espacial y la temporal, el teatro donde los personajes (los distintos sujetos de la historia) se convierten en actores, sea por méritos o en razón de una coyuntura. Sólo falta entonces entender la idea de la causalidad para tener dispuestos los elementos necesarios para emprender la interpretación del hecho histórico.

La causalidad es entender la relación que marca que una causa debe preceder siempre a su efecto, ya que nada es casual y todo tiene un porqué. Así, la construcción de un objeto histórico siempre descansa en la búsqueda de las relaciones necesarias entre causa y efecto.

La causalidad histórica determina las circunstancias que han provocado cierto acontecimiento, o la determinación del papel de los distintos antecedentes que originan un acontecimiento. Su problema, entonces, reside en el determinismo con el que los antecedentes originan al acontecimiento. Sin embargo, es una herramienta muy eficaz para hacer interpretaciones de la historia y concretar objetos históricos, pues con ella se construyen las causas del objeto histórico con precisión. Para aplicarla correctamente, es necesario siempre definir las características del objeto histórico que se desea explicar, analizar los elementos del fenómeno histórico con conocimiento de que enfrentamos sistemas complejos, pasar a la modificación irreal de uno de sus elementos tratar de responder a la pregunta: ¿qué hubiera ocurrido si hubiese existido este elemento? y comparar la respuesta con la evolución real. Para Max Weber, este tipo de análisis causal requiere de la sugerencia implícita de que, faltando determinado acto, el curso de los hechos hubiera sido distinto, o que, excluyendo ese hecho, no se produciría el acontecimiento. Hablar del papel del individuo en la historia implica referirse al hecho de investigar y divulgar, es entender que los hechos históricos antes de poder ser enseñados deben ser investigados y analizados con profundidad, de allí que el investigador como individuo compone el pasado y narra el saber, no sólo como ocurrió el hecho sino por qué ocurrió; descubre regularidades, conexiones y reciprocidades entre hechos sociales que se dan y así establece comparaciones y llega a una conclusión objetiva, racional, científica, del hecho histórico estudiado.

Periodos de la Historia Una vez comprendidos los conceptos de historia y tiempo histórico, surge la necesidad de ubicar cronológicamente el devenir, de establecer las características más relevantes de cada etapa de la Historia; es decir, comprender que a la Historia le hace falta la periodización. Las categorías temporales, que para algunos son un mero valor instrumental, para otros implican un juicio de valor; sin embargo, todos están de acuerdo en que la periodización ayuda a analizar una civilización en sus elementos constitutivos. Cronología histórica

Desde hace mucho tiempo, se ha sentido la necesidad de fechar hechos importantes y de hacer de estos acontecimientos fechas clave que permiten datar otros hechos. Pero no siempre se ha coincidido en la duración de los periodos en los que se divide la historia.

Por sólo citar un par de ejemplos de cronologías antiguas, se puede mencionar la Era de las Olimpiadas (que, según Varrón, comenzó el 23 antes de Roma; es decir, se refiere al año de la fundación de Roma, fecha que no era muy precisa, pero que se ubicaba entre 751-754 a. C.; antes de Varrón, Timeo de Taormina y Arastótenes de Cirene la habían empleado) y la era cristiana (calculada por Dionisio el Exiguo, su principal problema es la fijación de su inicio, pues se colocó en la fecha de la muerte de Heredes. el 750 de la fundación de Roma); durante la Edad Media, esto provocó confusión acerca del comienzo del año cristiano, ocasionando que en gran parte de Europa el 25 de diciembre fuera el inicio de año.

Es importante recordar que estas periodizaciones están hechas pensando en la civilización occidental. La que usamos actualmente es:

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•Prehistoria: lo sucedido con anterioridad a la aparición de fuentes escritas. •Historia Antigua: de los comienzos de la escritura a la caída del Imperio Romano. •Historia Media: hasta 1453. •Historia Moderna: hasta la Revolución Francesa. •Historia Contemporánea: hasta nuestros días.

Edad Antigua

Ubicada cronológicamente entre finales de la Protohistoria (o de la Prehistoria para una división más simplificada), termina con la caída del Imperio romano de Occidente en el año 476 d. C. Está caracterizada por un modo de producción basado en el sistema trabajo-esclavo-ama-esclavo. Algunas de la civilizaciones que incluimos dentro de su periodo son: las culturas del Nilo: Egipto; de Mesopotamia: Sumeria, Persia,, Babilonia; del norte de África: Cartago,. Numidia; de Asia menor: Anatolia, Imperio Hitita, Hurrita; del Mediterráneo europeo: Micenas, Grecia, Macedonia y Roma. En Europa podemos añadir, además, a los pueblos celtas, germanos, pictos, iberos, etc. Quedarían, además, incluidas las civilizaciones de Asia central y meridional, las del Valle de Indo, los pueblos hunos, túrquicos y del Extremo Oriente antiguo, como China, entre otras.

Edad Media

Periodo que abarca desde el 476 d. C hasta la caída del Imperio Romano de Oriente (caída de Constantinopla en poder de los turcos, 1453); sin embargo, para otros su fin está marcado por el descubrimiento de América en 1492. Desde el punto de vista de la administración pública, se caracterizó por la pérdida de un poder central hegemónico que pudiera detentar el orden público. Su sistema social y político estaba basado en el feudo y organizado con-forme al pacto señor-vasallo. El feudo se inicia con las invasiones bárbaras; como con éstas también desaparecen las ciudades, se da paso a un paisaje de fortificaciones y castillos que permitían una mejor defensa y la organización en torno de señores feudales que, encargados de ciertas tierras, los feudos, las protegían a cambio de ejercer su autoridad con autonomía. El intercambio de artículos en la economía feudal se hacía en un lugar llamado feria (centro original de cambio en periodo). El poder político estaba fragmentado y los reyes eran más poderosos que los des señores feudales. Ya a finales de la Edad Media, a burguesía (los habitantes de los burgos) empezaba a cobrar importancia y los reyes habían recuperado su poder, por lo que los Estados empezaban a forjarse como naciones. Ideológicamente, estuvo caracterizada por el imperio de las ideas cristianas.

Edad Moderna

La ubicamos en el periodo comprendido entre 1492 y 1789, fecha en la que estalla la Revolución Francesa. Se caracterizó por un modo de producción capitalista de tipo mercantilista, con negocios entre una nación y otra. Políticamente, se instauran las monarquías absolutas y se fortalecieron los Estados nacionales con el fin de centralizar el poder político, de allí el crecimiento de los burgos o ciudades y del campesinado libre.

El mercantilismo privilegia los principios de la burguesía, por lo que durante este periodo ésta será la cara más representativa de la sociedad. En este periodo surge el capitalismo, se consolidan los Estados nacionales y aparece la reforma religiosa que terminará por escindir a los cristianos en católicos y protestantes. Esta edad hereda un hombre instalado en la confianza en su razón y razonamiento.

En el siglo XVIII, Giambattista Vico (1668- 1774) consideró, en la ciencia nueva, que era necesario un nuevo acercamiento para el conocimiento histórico, y que la historia, como otras ciencias, debía apoyarse en el método racional. Más tarde, Immanuel Kant, en su Idea para una historia general concebida en un sentido cosmopolita, intentó buscar la unidad de la historia más allá de la sucesión aparentemente caótica de los hechos particulares. Hegel, por su parte, propone una Filosofía de la historia y hace de esta disciplina una potencia superior, un fin en sí mismo. Hegel afirma que la historia no debe ser simplemente comprobada por los hechos, sino comprendida por aprehensión de las razones por las cuales acontecieron los hechos. Además, afirma que, como la razón gobierna el mundo, también la historia universal transcurre racionalmente.

Edad Contemporánea o Nueva Historia

La ubicamos de 1789 hasta nuestros días. Está ligada a la Revolución industrial, al predominio de la burguesía, a la industrialización y a las luchas del movimiento obrero. Durante este periodo, el mundo vio a Europa colonizar el resto del planeta, a Estados Unidos de América volverse potencia mundial ya los países de Hispanoamérica convertirse en el Tercer Mundo; presenció las dos guerras mundiales, la Guerra Fría, la carrera armamentista; contempló el imperio del mundo mediático y la globalización.