03_Am_Lat_Hist_2009_Guevara_49-63

17
 NOTAS SOBRE LA GENEALOGÍA DE LA HISTORIOGRAFÍA RECIENTE DE LA CIENCIA LATINOAMERICANA  O DE CÓMO SE INVENTARON HISTORIAS PARA SER ESGRIMIDAS CONTRA LOS EMBATES DEL ATRASO Rafael Guevara Fefer 1 Si el buscar la paradoja es propio de un sofista,  re huirla, cuando es impuesta por los hechos es propio de un espíritu sin valentía o sin fe en la ciencia. E. Durkheim  Entr e el mito y la r ealidad Dicen los que saben, que veinte años atrás, más o menos, en el escenario de la historiografía de la ciencia internacional apareció Latinoamérica como tema de estudio. 2  Desde entonces, la historiografía de las ciencias en esta región es un asunto ambiguo: por un lado, son estudios sobre los países que la integran y también marcos conceptuales que a ratos explican el devenir y el origen de las ciencias en toda la región y en otras ocasiones en cada país. Hay que decirlo desde ahora, la memoria científica en algunos de nuestros países comenzó a recuperarse hacia finales del siglo XIX y durante las primeras décadas del siglo anterior. Justamente cuando nacieron sociedades científicas, nuevas cátedras, modernas disciplinas, instituciones de investigación y los hombres de ciencia transitaban en dirección a la profesionalización. Fue una tarea que emprendieron los propios científicos en su intento por mostrar el valor de su trabajo, digno de estar a la altura de la ciencia universal, y que pertenecía a una 1  Facultad de Filosofía y Letras, UNAM. 2  Sobre cómo se construyen los mitos de la profesionalización de la historia  véase el impre scindible texto de P eter Novick,  Ese noble sueño. La objetividad y la  historia profesional norteamericana. México, Instituto de Investigaciones José María Luis Mora, 1997, t. I, pp. 9-109.

description

guevara, fefer

Transcript of 03_Am_Lat_Hist_2009_Guevara_49-63

  • 49

    Notas sobre la geNealoga de la historiografarecieNte de la cieNcia latiNoamericaNa o de cmo

    se iNveNtaroN historias para ser esgrimidascoNtra los embates del atraso

    Rafael Guevara Fefer1

    Si el buscar la paradoja es propio de un sofista, rehuirla, cuando es impuesta por los hechos

    es propio de un espritu sin valentao sin fe en la ciencia.

    E. Durkheim

    Entre el mito y la realidad

    Dicen los que saben, que veinte aos atrs, ms o menos, en el escenario de la historiografa de la ciencia internacional apareci Latinoamrica como tema de estudio.2 Desde entonces, la historiografa de las ciencias en esta regin es un asunto ambiguo: por un lado, son estudios sobre los pases que la integran y tambin marcos conceptuales que a ratos explican el devenir y el origen de las ciencias en toda la regin y en otras ocasiones en cada pas.

    Hay que decirlo desde ahora, la memoria cientfica en algunos de nuestros pases comenz a recuperarse hacia finales del siglo xix y durante las primeras dcadas del siglo anterior. Justamente cuando nacieron sociedades cientficas, nuevas ctedras, modernas disciplinas, instituciones de investigacin y los hombres de ciencia transitaban en direccin a la profesionalizacin. Fue una tarea que emprendieron los propios cientficos en su intento por mostrar el valor de su trabajo, digno de estar a la altura de la ciencia universal, y que perteneca a una

    1 Facultad de Filosofa y Letras, unam.2 Sobre cmo se construyen los mitos de la profesionalizacin de la historia

    vase el imprescindible texto de Peter Novick, Ese noble sueo. La objetividad y la historia profesional norteamericana. Mxico, Instituto de Investigaciones Jos Mara Luis Mora, 1997, t. i, pp. 9-109.

  • 50 Notas sobre la genealoga de la historiografa

    tradicin internacional y tambin local. El entusiasmo que despert la ciencia en aquella poca llev a los intelectuales y acadmicos a depo-sitar en sta sus esperanzas para conducir a sus pases al inexorable movimiento hacia la perfeccin, al que pensaban podan acceder todos los pueblos civilizados. De ah que se generara un discurso que busca- ba encontrar en el pasado cientfico la clave para mostrar que se po- da acceder al progreso, y una incipiente historiografa cientfica que desde entonces ha tenido una trayectoria zigzagueante en su camino a conformarse como una disciplina acadmica bien establecida.3

    Las vicisitudes y la historia de esta historiografa han sido explicadas clara y rotundamente por Juan Jos Saldaa en varios textos4 en los que da cuenta de cmo la incipiente historia marcadamente positivista de principios del siglo xx, que mencionamos antes, dio origen a un gru- po de especialistas en la historia de la ciencia latinoamericana a prin-cipios de los aos ochentas del siglo pasado, quienes rpidamente, en tan slo una dcada, lograron profesionalizar el discurso que se encarga de estudiar la ciencia en Amrica Latina.

    3 Vase Luz Fernanda Azuela y Rafael Guevara Fefer, La ciencia en Mxico en el siglo xix: una aproximacin historiogrfica, en Asclepio, vol. l, fasc. 2, 1998, pp- 77-105; Celina Lrtora Mendoza, La historia de la ciencia en Argentina, en Quipu, vol. 3, nm. 1, 1986, pp. 135-147; Marcos Cueto, Historia de la ciencia y la tecnologa en el Per: una aproximacin bibliogrfica, en Quipu, vol. 4, nm. 1, 1987, pp. 119-147. Para el caso colombiano, Diana Obregn lo explica de la siguien- te manera: La historia de la ciencia, a diferencia de lo podra pensarse, no es un te- ma nuevo en Colombia. En los periodos de inters por el conocimiento cientfico se despierta de inmediato el entusiasmo por su historia, y cada esfuerzo por hacer arraigar el saber cientfico en el pas ha ido acompaado de indagaciones acerca del pasado. Tal parece que dada la escasa atencin que la sociedad colombiana presta a la ciencia los propios cientficos, tanto como los funcionarios encargados de administrar los recursos para la ciencia y de impulsar su desarrollo, necesitarn recurrir a la tradicin existente para legitimar su accin. Tal estrategia, como se ver en este trabajo, ha sido utilizada desde el siglo xix hasta pocas recientes. (Diana Obregn Torres, Sociedades cientficas en Colombia. La invencin de una tradicin. 1859-1936. Santaf de Bogot, Banco de la Repblica, 1992, passim.)

    4 Vase Juan Saldaa, coord., Historia social de las ciencias en Amrica Latina. Mxico, Miguel ngel Porra/unam, 1996. 541 pp., y Nuevas tendencias en la historia latinoamericana de las ciencias, en Cuadernos Americanos. Nueva poca, vol. 2, nm. 38, marzo-abril, 1993, pp. 69-92.

  • Rafael Guevara Fefer 51

    De tal suerte, en este texto sera necio contar otra historia ms del proceso de emergencia de la historiografa que nos ocupa. Tambin sera difcil en tan poco espacio presentar crticamente cada uno de los escritos que conforman la enorme y variopinta historiografa publicada en las ltimas dos dcadas. Entonces, debido a que la informacin que uno recibe siempre es limitada y muy particular, comentar algunas ideas sobre la llamada historiografa latinoamericana, que son resultado de ser un conspicuo usuario de sta para mi propio trabajo sobre las ciencias naturales en Mxico a finales del siglo xix.

    La genealoga5 de sta historiografa puede rastrearse en los pro-yectos diseados por los organismos internacionales (oea y onu) para lograr que los pases pobres mejoraran sus condiciones a travs de poner en prctica sistemticamente polticas cientficas destinadas a desarrollar en sus fronteras la ciencia y la tecnologa En el verano de 1979, la onu organiz una Conferencia Internacional sobre Ciencia y Tecnologa para el Desarrollo. Se esperaba de sta que:

    sirva para generalizar y profundizar un poco ms el conocimiento de este tema mgico y perturbador (ciencia y tecnologa) que como aprendices de hechicero, estamos lejos de poder controlar. Evidentemente la ciencia y la tecnologa son ingredientes funda-mentales en el desarrollo econmico. Si un pas atrasado aspira al desarrollo econmico, necesariamente debe incorporar del mundo desarrollado cuando menos algunos componentes estra-tgicos del complejo, intangible y costoso ingrediente llamado ciencia. Esto no es fcil por varias razones. Una de ellas es que la ciencia y la tecnologa progresan y cambian, se complican y a veces se vuelven obsoletas muy rpidamente. Otras estriban en que lo que se ha llamado la brecha creciente entre los pases avanza-dos y los pases en vas de desarrollo [...] hace progresivamente ms difcil la comunicacin y la comunidad de intereses entre ambos pases. Una tercera razn radica en el alto costo y largo proceso de gestacin de la mayor parte de los procesos tecnol-

    5 Buscar una genealoga o varias y no el origen de esta historiografa es preciso para no encontrarnos, como lo han hecho otros, con un prctica que naci clara y distinta vaya madura y porque no encuentro cul sera la fecha de su naci-miento. (Vase Michel Foucault, Nietzche, la genealoga, la historia, en Microfsica del poder. Madrid, Ediciones de la Piqueta, pp. 7-31.)

  • 52 Notas sobre la genealoga de la historiografa

    gicos modernos; y last but not least, el problema de las patentes, las licencias, el financiamiento y muchos requisitos ms, todos complejos, caros y difciles.6

    Tales palabras confirman que a principios de la dcada de los ochen-tas, la certeza o la creencia en que la investigacin genera desarrollo fue el marco conceptual en el que se hizo necesario pensar la historia de la ciencia latinoamericana, para que la sociologa y la economa de la ciencia, al servicio de los organismos internacionales y nacionales, pudieran disear las polticas cientficas que necesitaba la Amrica Latina para superar el atraso.7

    Hacia los aos setentas, una condicin que se sum a la ocupacin por impulsar el desarrollo de nuestros pases y que hizo crecer el inte-rs por el estudio de la trayectoria cientfica de Amrica Latina fue que la historia de la ciencia, como cualquier otra historia poltica, militar,

    6 Palabras de Joo Frank de Costa, presidente de la conferencia en Ciencia y desarrollo, nm. 27, julio-agosto de 1979. Atul Wad, Las polticas cientficas y tec-nolgicas, en Jean Jacques Salmon et al., Una bsqueda incierta. Ciencia, tecnologa y desarrollo. Mxico, fce, 1996, pp 392-419. Este autor afirma que en el Tercer Mundo: La contribucin de Amrica Latina a las polticas cientficas y tecnolgicas para el desarrollo tradicionalmente ha sido significativa. Quiz su historia ms larga de independencia permiti el crecimiento de una apreciacin intelectual y poltica ms amplia y mejor fundamentada del papel que pueden y deben de- sempear la ciencia y la tecnologa dentro de la sociedad. Asimismo, el apoyo de la Organizacin de Estados Americanos (oea) durante la dcada de los sesenta para el fomento de la investigacin de las polticas cientficas y tecnolgicas tuvo un efecto positivo en el desarrollo de dichas capacidades. (p. 402) Sin embargo, todos los logros latinoamericanos en poltica cientfica deben contrastarse con la idea de Salomon (que menciona el propio Wad): la ciencia est establecida y defi-nida por instituciones cientficas de los pases industrializados, por lo cual no se puede esperar que verdaderamente se dirija a los problemas de los pases en vas de desarrollo. Por lo tanto, tal vez el avance en polticas cientficas en nuestra regin puede apreciarse desde un solo punto de vista y los ciudadanos comunes no lo podemos apreciar fcilmente.

    7 La discusin sobre el desarrollo en un principio no fue terica, se trataba de resolver problemas. (Vase Nasser Pakdaman, Historia de las ideas acerca del desarrollo, en Jean Jaques Salomon et al., op. cit., p. 87-118.) Es preciso sealar que algunos de los primeros esbozos narrativos de la ciencia latinoamericana aparecie-ron entrados los aos setentas. Un interesante esfuerzo por narrar una explicacin de la ciencia en la regin que serva para el diseo de polticas encaminadas al

  • Rafael Guevara Fefer 53

    econmica o de la educacin, ensanch sus presupuestos y mtodos para hacer posible y deseable una historia social de las ciencias.8 Por lo tanto, para los expertos en ciencia ya no resultaba anmalo dar cuenta del pasado cientfico de regiones cmo Amrica Latina. As, personajes, instituciones y disciplinas mediocres o consideradas meros ecos de la grandeza cientfica europea eran un material til para con-tar historias interesantes o para conocer las aventuras de la ciencia cuando sta habita en una ecologa distinta a la que la hizo nacer.9

    Mientras la historia de la ciencia sufra un viraje en sus mtodos y enfoques, y la lucha contra el atraso precisaba de conocer la trayec-toria cientfico-tecnolgica de Amrica Latina, en el anecdotario en- contramos que, en 1981, un grupo de historiadores de la ciencia de origen iberoamericano que asistieron a una reunin internacional

    desarrollo de una capacidad cientfica y tecnolgica. (Vase Francisco Sagasti, Esbozo histrico de la ciencia en Amrica Latina, en Ciencia Tecnologa y Desarrollo, vol. 2, nm. 3. Colombia, julio-septiembre de 1978, pp. 279-305. Otro ejemplo es: Gregorio Weinberg, Sobre la historia de la tradicin cientfica latinoamericana, en Interciencia, vol. 3, nm. 2. Venezuela, marzo-abril de 1978, pp. 72-78; un texto que afirmaba: Si la ciencia y la tcnica estn llamadas a desempear un papel cada vez ms importante en los procesos de desarrollo, la toma de conciencia del significado, alcances y sentido creador de su tradicin histrica en Amri- ca Latina, agregaran un elemento francamente beneficioso para la formacin de la conciencia nacional y continental.

    8 Segn Hacking: Durante mucho tiempo los filsofos hicieron de la cien- cia una momia. Cuando finalmente desenvolvieron el cadver y vieron los restos de un proceso histrico de devenir y descubrimiento, crearon para s la crisis de la racionalidad. Eso sucedi alrededor de 1960. (Vase Ian Hacking, Representar e intervenir. Mxico, Paids/unam, 1996, p. 19.) Para las siguientes dcadas, los paseos de la momia en tierras tan lejanas como las de la Amrica Latina fueron de cierto inters para los expertos.

    9 Vase Roger Hahn, Nuevas tendencias en historia social de la ciencia, en Antonio Lafuente y Juan Jos Saldaa, Historia de la ciencia. Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Cientficas, 1987, pp. 13-24. El editorial completo de Sciencie Studies (enero de 1971) y reproducido en Social Studies of Science V (febrero de 1975) dice: En los ltimos aos, estudiosos de muchas disciplinas han empezado a manifestar un creciente inters por las caractersticas sociales y econmicas que afectan el desarrollo cientfico y tecnolgico. Especialmente desde mediados de los sesenta, el rpido crecimiento del patrimonio cientfico, el elevado costo de la investigacin y desarrollo militares y la dudosa relacin entre gasto cientfico y crecimiento econmico, han estimulado el inters de economistas y administra-

  • 54 Notas sobre la genealoga de la historiografa

    de especialistas en el centro de Europa tomaron conciencia de lo til que resultaba para su disciplina estudiar el subcontinente. As daba comienzo el mito fundador de la nueva historia latinoamericana de la ciencia. En 1982, los siguientes pasos fueron firmes: todo comenz con la Primera Reunin Latinoamericana de Historiadores de las Ciencias (Puebla), que se institucionalizaba pronto a travs de los congresos que vendran despus; un paso ms fue la conformacin de la Sociedad Latinoamericana de Historia de la Ciencia y la Tecnologa (slhcyt). Dos aos ms tarde apareca Quipu, Revista Latinoamericana de Historia de la Ciencia y de la Tecnologa, publicacin cuatrimestral encargada de darle sustento al proyecto acadmico que representaba esta nueva historiografa. Todo esto sucedi en tres aos, en los que se despleg una intensa negociacin por legitimar los nuevos temas y los nuevos enfoques que representaba nuestra regin para la historia de la cien-cia. Tambin era necesario buscar los recursos y la institucionalizacin necesaria para que el proyecto no se esfumara.

    Prueba de esta negociacin en el terreno de la poltica acadmica, que nos es menos intensa y pasional que la otra poltica, fue la parti-cipacin de la nueva Sociedad en el XI Congreso Interamericano de Filosofa (Guadalajara, 1985). Ah, organizaron el Simposio Historia y Filosofa de la Ciencias en Amrica, integrado por los siguientes trabajos: Los papeles culturales de la ciencia en los pases subdesarro-llados, de Hebe M. C. Vessuri; La ciencia iberoamericana, entre su historia y su filosofa, de Jos Sala Catala; La ciencia perifrica y su es- pecialidad historiogrfica, de Antonio Lafuente; La ciencia como ficcin. Historia y contexto, de Xavier Polanco; Marcos conceptuales de la historia de las ciencias en Latinoamrica: positivismo y econo- micismo, de Juan Jos Saldaa Gonzlez; Historia de las instituciones

    dores de todos los pases industrializados. En los cinco ltimos aos, el estudio de la poltica cientfica ha cobrado importancia internacional y cierta aceptacin acadmica; se puede esperar que, a lo largo de los aos setenta, tenga an mayor importancia en la direccin del cambio industrial y ambiental.

    Los cientficos polticos han empezado a explorar las bases del orden tec-nolgico en la sociedad industrializada y la relacin de decisiones polticas con respecto al futuro de la ciencia y tecnologa por todo el mundo. Cada vez son ms los cientficos que se dedican a estudiar los efectos del cambio tecnolgico sobre la calidad de vida y empleo, y sobre la estructura de la sociedad en general.

  • Rafael Guevara Fefer 55

    cientficas en los E. U. A., de Saly Gregory Kohlstedt; Contribucio- nes argentinas a las ciencias humanas y sociales, de Celina A. Lrtora Mendoza; Mutis entre el rigor wolffiano y la intuicin cartesiana, de Luis Carlos Arboleda, e Impacto de los descubrimientos en el origen de la ciencia moderna, de Ubiratan DAmbrosio.

    Todos estos textos se convirtieron en una obra llamada El perfil de la ciencia en Amrica,10 libro precursor de las sucesivas crticas que se han hecho a la unilateralidad de aquellas historias dominantes que recono-cen a Latinoamrica como un mero receptculo pasivo y subordinado del saber producido en los pases que detentan la hegemona del dis-curso cientfico. Desde la filosofa de la ciencia nos llegan voces como la de Carlos Lpez Beltrn en su texto: Ciencia en los mrgenes: una reconsideracin de la asimetra centro-periferia,11 que discuten con este perfil que propuso la slhcyt, muestra de que la negociacin que emprendi la historiografa que nos ocupa por un lugar privilegiado sigue vigente. Este autor afirma que:

    el comn denominador entre los ms destacados analistas del desarrollo cientfico hispnico y latinoamericano (Hebe Vessuri, Marcos Cueto, Jos Sala Catala, Antonio Lafuente) era el malestar ante la dominancia de la visin universalista de la ciencia que los filsofos de sta y otras regiones imponan. Esta postura conde-naba primero a un divorcio entre epistemologa e historia de las ciencias locales, y lo que es ms grave, quitaba al conocimiento producido por los cientficos locales toda importancia e inters como ciencia genuina, y forzaba la impresin de que la histori-zacin de los eventos cientficos locales tenan un puro inters anecdtico, provincial.12

    10 Juan Jos Saldaa, coord., El perfil de la ciencia Amrica, Mxico, slhcyt, 1986, p. 140.

    11 Carlos Lpez Beltrn, Ciencia en los mrgenes: una reconsideracin de la asimetra centro-periferia, en Mechthild Rutsch, Ciencia en los mrgenes. Ensayos de historia de las ciencias en Mxico. Mxico, unam, Instituto de Investigaciones Antropolgicas, 1997, pp. 19-33.

    12 Ibid., pp. 26-27.

  • 56 Notas sobre la genealoga de la historiografa

    Particularmente, seal de Antonio Lafuente que lleg a proponer entre ciencia y actividad cientfica para tener oportunidad de hablar de lo hecho en la periferia sin incomodidades tericas. Cabe mencio-nar que esta distincin entre ciencia y actividad o prctica cient-fica tuvo un xito rotundo en la reciente historiografa de la ciencia latinoamericana. Particularmente en Mxico, en las aulas de licencia-tura y posgrado, algunos alumnos aprendimos que la prctica cient-fica era una categora analtica de gran utilidad para contar diversas historias. En mi intento por conocer la genealoga de la biologa en o de Mxico, buscar la actividad en lugar de la disciplina desvi mi intencin por conocer la ciencia de la vida, y aunque es divertido co-nocer la prctica de las ciencias naturales, sigo sin comprender cmo se constituy la biologa en Mxico.

    Lpez Beltrn contina con su penetrante crtica al perfil desde la teora, y advierte que el enfoque local se puede pervertir hasta el pun-to de que el conocimiento slo es importante porque un connacional lo produjo. Tambin propone que es preciso buscar una objetividad intercultural, una epistemologa global, basada en la traducibilidad de los conocimientos, pendientes de las distorsiones y complejidades que emanan del desbalance que existe entre centro y periferia, entre nor- te y sur.13

    Por nuestra parte, desde la historia consideramos que hablar de cien-cia en nuestra regin precisa de discutir ampliamente qu se entiende por Amrica Latina como categora analtica en la historia local y mun-dial, pues como un gran pedazo de tierra habitado por muchos pobres es evidente que existe y como alimento para las ideologas tambin. En- tre los historiadores latinoamericanistas, la definicin de la regin que estudian es una tarea que no ha terminado. Algunos consideran que la historia de Amrica Latina es una actividad que se realiza por los ex-tranjeros o para exportar. Ignacio Sosa nos advierte:

    Los representantes de las distintas escuelas de la historia social, historia cuantitativa, demogrfica, de mentalidades, etctera, parecieran interesarse, en el caso de Latinoamrica, slo por su capacidad de generar nuevos discpulos y mostrar que sus nfasis

    13 Ibid., p. 28.

  • Rafael Guevara Fefer 57

    especficos son los ms importantes tanto para la propia disciplina como para la sociedad; el nico requisito para que muchos textos sean recogidos por la historiografa especializada en la regin es que comprenda alguna parte de ese espacio geogrfico y que es- tudie a individuos, grupos, etnias o pueblos.14

    Al leer estas palabras parece que la historia de Amrica Latina importa mtodos y teoras mientras exporta datos y, a veces, estudios de caso que ensanchan la capacidad explicativa de las historiografas forneas que estn de moda. Los representantes de la historiografa de la ciencia latinoamericana aparentemente importaron los mtodos y enfoques de la historia social de la ciencia que emergi en el ambiente acadmico anglosajn por los aos setentas. Los presupuestos de dicha historia permitieron que Amrica Latina se convirtiera en un enorme y frtil terreno para la investigacin histrica, filosfica, antropolgi- ca y sociolgica de la ciencia.

    Tal proceso, por ejemplo, puede rastrearse desde noviembre de 1983, cuando se celebr en Colombia el Seminario Internacional sobre Metodologa de la Historia Social de la Ciencia en Amrica Latina, auspiciado por la oea. Tal encuentro permiti discutir la naturaleza y los objetivos de la historia social de las ciencias en nuestros pases. Los trabajos presentados con vigor y optimismo dejaban ms dudas que certezas.

    En la inauguracin, Eduardo Aldna Valds, director del Fondo Colombiano de Investigaciones Cientficas y Proyectos Especiales, en medio de la retrica propia de los discursos protocolarios, se pregunta-ba: Cules son los factores que favorecen y condicionan el desarrollo y el fortalecimiento de la investigacin cientfica en nuestro medio? Qu interrelaciones se presentan entre el reconocimiento social de la importancia de la ciencia, los elementos culturales, ideolgicos e intelectuales y los limitantes econmicos y financieros que enfrenta la institucionalizacin de esta actividad en nuestro pas? Dada la exis-tencia de esas interrelaciones, cul es el mejor camino para romper

    14 Ignacio Sosa, Revisitar la historiografa latinoamericana: los retos de escribir una historia, en este volumen, pp. 27-48.

  • 58 Notas sobre la genealoga de la historiografa

    los crculos viciosos que se establecen?15 Estas preguntas de un fun-cionario pueden ser entendidas como la solicitud que los gobiernos le hacen a los expertos para que construyan las claves que se necesitan para comprender la trayectoria de la ciencia en el subcontinente y ob-tener elementos terico-metodolgicos para poder arraigar la cultura cientfico-tecnolgica que propicia el desarrollo.

    Como suele suceder, despus de la apertura del Seminario Inter-nacional vinieron las ponencias. Es preciso comentar alguna de stas. El matemtico Carlos Eduardo Vasco present Historia social de las ciencias en Amrica Latina. Aportes conceptuales. Este trabajo pre-sentaba algunas ideas de un grupo de investigadores que financi la oea y Colciencias para pensar y discutir la historia social de la ciencia en Colombia. Ellos se preguntaban: Por qu calificar de social una historia de la ciencia? Qu significado tiene la demanda social por ciencias y hasta qu punto esta demanda determina la existencia de una ciencia en un determinado momento histrico?16 Consideraban que los presupuestos de los estudios sobre ciencia deben contar con investigacin emprica y el concepto comunidad cientfica como una herramienta de gran utilidad. Dejaban fuera el pasado prehispnico sin explicar por qu. Afirmaban que los mtodos de los pases centrales no funcionaban bien para Colombia.

    La sociloga Diana Obregn present Historia social de la cien-cias. El proyecto en Colombia. En forma breve y rotunda, esta autora planteaba que en el conocimiento profundo de la prctica cientfi- ca institucional mediante la historia, ste sera una herramienta para la planificacin de la ciencia, de lo que se desprende que el estudio del pasado cientfico deba estar al servicio de las polticas cientficas.17

    El socilogo de la ciencia Joseph Hodara comunic Reflexiones sobre la historiografa y el anlisis social de la ciencia en Amrica Lati-na. Este escrito iniciaba con un debate entre dos posturas antagnicas:

    15 Eduardo Aldana Valds, Discurso de inauguracin, en Ciencia Tecnologa y Desarrollo, vol. 7, nm. 3. Colombia, julio-septiembre de 1983, p. 300.

    16 Carlos Eduardo Vasco, Historia social de las ciencias en Amrica Latina, en ibid., p. 303.

    17 Vase Diana Obregn, Historia social de la ciencias. El proyecto en Colom-bia, en ibid., pp. 315-319.

  • Rafael Guevara Fefer 59

    a) la de quienes consideraban que era el momento de institucionalizar la historia de la ciencia del subcontinente con el fin de obtener resul-tados, que en forma acumulativa y envolvente justifiquen este quehacer; b) frente a las voces que insistan en que la ciencia, el objeto de estudio de esta historiografa, no se encontraba arraigada en la regin, un es-fuerzo por contar historias slo podra constatar el carcter fragmen-tario de las aventuras intelectuales forjando una retrovisin que se prolongara hasta el presente. La legitimidad de los defensores de la historiografa latinoamericana era tal porque instruye, desmitifica, ilumina, y alienta el avance de las ciencias. Para sus detractores, sta sera una labor prematura y contraproducente tanto porque socilogos e historiadores de las ciencias asumen los supuestos de otros cientfi- cos sociales como porque el examen del pasado slo iluminara algunos condicionantes del atraso pero no del progreso cientfico.18

    Consideraciones acerca del estudio social de la ciencia fue el t- tulo de la comunicacin de Hebe Vessuri, que era un disertacin sobre los estudios en ciencia, tecnologa y sociedad para el caso latinoame-ricano. La historia aparece como los datos que el pasado provee para disear las estrategias ms eficientes para arraigar la ciencia y la tec-nologa en la regin. Vessuri propona privilegiar dos temas: a) cmo fue la institucionalizacin de las disciplinas, y b) una evaluacin crtica de la poltica cientfica. La autora sealaba que los estudios sociales sobre la ciencia no son de ninguna manera construccin de ideologas ni recetas polticas o administrativas.19

    Luis Carlos Arboleda aprovech el Seminario para seguir con la discusin, que haba emprendido en la Universidad del Valle, de su texto El objeto y el mtodo de la historia d e la ciencias. En ste no aparece Latinoamrica, aunque deja muy claro que la historia de la ciencia debe ser una disciplina diferenciada de otras ciencias sociales y no una prctica cientfica al servicio de otras.20

    18 Joseph Hodara, Reflexiones sobre la historiografa y el anlisis social de la ciencia en Amrica Latina, en ibid., p. 322.

    19 Hebe Vessuri, Consideraciones acerca del estudio social de la ciencia, en ibid., pp. 357-370.

    20 Luis Carlos Arboleda, El objeto y el mtodo de la historia de las ciencias, en ibid., pp. 419-436.

  • 60 Notas sobre la genealoga de la historiografa

    Por su parte, el profesor Saldaa consideraba que la historiogra- fa que hasta entonces haba dado cuenta de la ciencia en Amrica Latina era fundamental para imaginar los presupuestos de una nueva historia de la ciencia para la propia regin. Afirm enfticamente lo que no deba ser esta nueva rea de investigacin: a) no deba ser una historia internalista; b) no deba ser historia continuista; c) no deba ser una historia externalista; d) no deba ser una historia de contribuciones; e) no deba ser una historia de universales; f) no deba ser una historia positivista de la ciencias; g) no deba ser una historia desvinculada de la epistemologa y de la sociopoltica de las ciencias, y h) tampoco una historia recursiva.21 Por supuesto, hubo ms ponencias, aunque stas tambin dejaban la caracterizacin de la historia de las ciencias para Amrica Latina como una tarea que acaso comenzaba.22

    Algunas consideraciones

    Hoy, despus de casi dos dcadas, creo que la nica forma legtima de averiguar cul es la naturaleza y cules los objetivos de la historiografa de la ciencia latinoamericana es a travs de una lectura analtica y con-sistente de la enorme produccin historiogrfica que se ha realizado en su nombre. El errtico conocimiento que tengo de sta, solamente me permite sugerir, como ya lo mencion, algunos comentarios.

    Esta historiografa goza de cabal salud, pues ha producido tesis de licenciatura y posgrado, libros, compilaciones, investigaciones y artcu-los para especialistas y de divulgacin. Una muestra representativa de sta y de su buena salud puede encontrarse en los ms de 220 artculos publicados en la revista Quipu, donde encontramos textos de Mxico, Brasil, Colombia, Venezuela, Argentina, Cuba, Espaa, Estados Unidos, Per, Costa Rica, Chile, Canad. La mayora fueron elaborados en los

    21 Juan Jos Saldaa, Hacia una crtica histrica, terica y metodolgica de la historiografa latinoamericana de las ciencias, en Ciencia Tecnologa y Desarrollo, Colombia, vol. 7 nm. 3, julio-septiembre, 1983, pp. 333-346.

    22 La mayora de los ponentes en este Seminario se convirtieron en algunos de los autores ms visibles de la historiografa latinoamericana de la ciencia nacional y regional.

  • Rafael Guevara Fefer 61

    primeros cinco pases que se mencionan, aunque eso no significa que stos sean los ms productivos.

    Otro ejemplo son los resultados de la Red de Intercambios para la Historia y la Epistemologa de las Ciencias Qumicas y Biolgicas, publicados en cinco copiosos volmenes de una serie llamada Estudios de Historia Social de las Ciencias Qumicas y Biolgicas, editados por la Universidad Autnoma Metropolitana desde 1994. stos contienen alrededor de cincuenta textos inscritos en el marco de la historiografa que nos ocupa, junto con trabajos de otras latitudes.

    En un nmero considerable de estas y otras investigaciones po-demos observar que el compromiso con la historia social de la ciencia a veces es slo discursivo, pues en ellas aparecen los estados metropo-litanos (poca colonial) y los de las repblicas independientes (Estados nacionales) como los artfices, a travs de sus polticas, de la tradicin cientfica de los pases de Amrica Latina, con lo que se vuelve invisible una historia social profusa que muestre el entramado social en que se han desarrollado las complejas estructuras conceptuales de la ciencia moderna y los efectos del cambio tecnolgico sobre la calidad de vida y empleo, y sobre la estructura de la sociedad en general.23

    Otra forma de sostener tal apreciacin es regresar a los textos y listar todos aquellos que son deficientes segn lo establecen los cnones de la historia como disciplina cientfica. Con los presupuestos de la historia social en manos de los representantes de la historiografa latinoamericana de la ciencia, cualquier lector entrenado esperara que las instituciones y discursos cientficos que no promovi la Ilustracin y la ciencia contempo-rnea y que eran de raigambre en la poca colonial, como la universidad y la escolstica entre otros, fueran un objeto de estudio tan privilegiado como los discursos e instituciones que detentaron el monopolio de los legtimos saberes segn las ciencias del presente.

    Cierto es que la historiografa de la que venimos hablando es bien conocida en el exterior. Para probarlo, Saldaa menciona la buena acogida que ha recibido en autores como Thomas F. Glick (1986), Helge Kragh (1987), David Wade Chambers (1991) y Mary Jo Nye (1993). Sin embargo, entre los latinoamericanistas o historiadores de la regin no se conoce. En un Balance de la historiografa sobre Iberoam-

    23 Vase supra, nota 9.

  • 62 Notas sobre la genealoga de la historiografa

    rica (1945-1988), realizado en el marco de las IV Conversaciones In-ternacionales de Historia verificadas en Pamplona entre el 10 y el 12 de marzo de 1988, nuestra historiografa brillaba por su ausencia. En este evento, el experimentado historiador Ernesto de la Torre hizo una mencin, en seis prrafos, a la ciencia y la tecnologa de Hispanoam-rica durante los siglos xvi al xviii, prescindi de la llamada historio-grafa de la ciencia latinoamericana y utiliz historias escritas en Mxico publicadas antes que sta. Sobre el tema de ciencia y tecnolo-ga l afirmaba: Bastante se ha trabajado, pero an mucho se puede lucrar con las investigaciones, cada vez ms serias que se realizan. ste es un campo que an ofrece enormes perspectivas y al que hay que roturar incansablemente.24

    Peor suerte tuvo la historiografa de la ciencia de nuestros pases en los estudios de Tulio Halperin Donghi, titulado Situacin de la historiografa latinoamericana (1988); el de Alan Knight: Latinoa- mrica, un balance historiogrfico25 (1997), y en el trabajo Revisitar la historiografa latinoamericana: los retos de escribir una historia, de Ignacio Sosa, que aparece en este volumen, pues estos trabajos no la mencionan. La omisin puede ser culpa de la pereza que anda por doquier o de la ceguera que causa la especializacin. Sin embargo, es difcil aceptar que una historia social de la ciencia latinoamericana sea ignorada por el resto de los historiadores de nuestra regin. Hoy precisamos de una negociacin gremial que nos abra las puertas de los otros investigadores para enriquecer nuestros temas, enfoques, mto- dos e hiptesis y, al mismo tiempo, las de ellos tambin.

    Para el trabajo cotidiano en el aula, el archivo y el gabinete, es ne-cesario discutir puntualmente Amrica Latina como regin, ya que la historia latinoamericana de la ciencia no puede ser la suma de historias nacionales. Las historias de la regin y de las naciones sucede que son complementarias y en ocasiones antagnicas.26 Un recurso que ayuda-

    24 V. Vzquez de Prada e Ignacio Olabarri, eds., Balance de la historiografa sobre Iberomerica (1945-1988). Pamplona, Ediciones Universidad de Navarra, 1989.

    25 Alan Knight, Latinoamrica: un balance historiogrfico, en Historia y Grafa, Nm 10. Mxico, uia, 1998, pp. 166-207.

    26 Dos son las posiciones desde las cuales los observadores han analizado el desarrollo de Amrica Latina. Una, externa, comprende a la regin como un proceso en el cual el nfasis radica en el proceso de expansin europea. La otra

  • Rafael Guevara Fefer 63

    ra a ensanchar la capacidad explicativa de ambas son los estudios comparativos serios que superen la fcil tentacin de hacer libros co-lectivos en los que cada autor escribe una monografa sobre su tema, dando como resultado obras con textos que slo se relacionan discur-sivamente porque estn impresos en la misma tipografa y encuader-nados en un mismo volumen. El espacio permite decir que stos existen, los he visto.

    Antes de terminar, debera ahondar en algunas crticas en favor o en contra de las categoras y enfoques desplegados en la historiografa de la que hemos hablado, como centro y periferia, difusionismo, ciencia local, ecologa de la ciencia, domiciliacin, domesticacin, asimilacin, circulacin, ciencia nacional, ciencia patria, mundializacin y otros que no por olvidarlos son menos interesantes e importantes. Pero quiero aprovechar para plantear que si coincidimos con el diccionario en que solamente Dios crea de la nada, estaremos en condiciones de aceptar que el historiador, en su calidad de simple mortal, para crear parte de los elementos existentes como hechos histricos, fuentes primarias, secundarias y trabajos previos sobre el tema que le interese estudiar, nuestra historiografa necesita hacer una arqueologa y una crtica sis-temtica sobre las fuentes con las que cuenta antes o al mismo tiempo que inventa marcos conceptuales, pues, si no, se corre el riesgo de narrar lo que nunca existi.

    Un par de historias, entre muchas, que reflejan la gran manufactu-ra alcanzada por la historiografa de la que hemos hablado y tambin muestra de su creatividad son, ms all de los enfoques terico-meto-dolgicos que utilizan, los trabajos de Marcos Cueto Excelencia cientfi-ca en la periferia. Actividades cientficas e investigacin biomdica en el Per. 1890-1950,27 y, de Alberto Saladino Garca, Ciencia y prensa durante la Ilustracin latinoamericana.28 El primero, escrito desde el centro, cuen-

    acenta la originalidad del desarrollo histrico de la regin, esto quiere decir, al margen del proceso de expansin europeo. Esta postura privilegia la resistencia al proceso expansionista que permiti la creacin de los distintos Estados-nacin. (Vase I. Sosa, op cit.)

    27 Marcos Cueto, Excelencia cientfica en la periferia. Actividades cientficas e inves-tigacin biomdica en el Per. 1890-1950. Lima, Concytec, 1989.

    28 Alberto Saladino Garca, Ciencia y prensa durante la Ilustracin latinoamericana. Mxico, Universidad Autnoma del Estado de Mxico, 1996.

  • 64 Notas sobre la genealoga de la historiografa

    ta y explica una historia nacional; el segundo, elaborado desde la pe-riferia, es una historia de la regin desde la perspectiva de quien ejerce el oficio de latinoamericanista.

    Las tareas pendientes para la historiografa de la ciencia de Amri-ca Latina son numerosas: profundizar y ampliar los estudios en la poca colonial, conocer de cerca el siglo xix en toda su extensin y prestar ms atencin al siglo xx. Tambin es imprescindible proseguir las investigaciones sobre cmo se desarrollaron las diversas disciplinas cientficas en nuestro territorio, dejar de explicar la ciencia slo a travs de las ciudades capital, emprender investigaciones sobre la educacin cientfica desde la perspectiva de la historia de la ciencia y no slo de la educacin, empezar a discutir los pblicos que la ciencia ha tenido a travs del tiempo, hacer biografas cientficas superando la tentacin de encontrar grandes hombres predestinados por sus descubrimientos o por las dificultades que encontraron para institu-cionalizar las ciencias en su patria. Para ayudar a realizar estas tareas y muchas otras que seguramente faltan, debemos conocer la trayecto-ria de la historiografa reciente de la ciencia latinoamericana, imagi-nada y manufacturada desde esta regin, debido a que sus presupues-tos tericos y metodolgicos han obtenido resultados de gran valor tanto para los estudios de la ciencia como para quienes se ocupan de pensar Latinoamrica.