02 lo veo, lo quiero, lo tengo

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Lección 2

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Lección 2

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Debemos estar agradecidos por las generosas bendiciones que Dios nos da. Pero ¿debe ser la

recepción de estas bendiciones nuestra motivación para adorarle?

Por otro lado, conocer la forma en que la codicia actúa en nosotros nos ayudará en nuestra lucha

contra el engaño de las riquezas y el consumismo.

El evangelio de la prosperidad.

Los tres pasos de la codicia:1. Lo veo.2. Lo quiero.3. Lo tengo.

Controlar la codicia.

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“En medio de las pruebas más difíciles, su desbordante alegría y su extrema pobreza abundaron en rica generosidad. Soy testigo de que

dieron espontáneamente tanto como podían, y aún más de lo que podían, rogándonos con insistencia que les concediéramos el privilegio de tomar

parte en esta ayuda para los santos” (2ª de Corintios 8:2-4 NVI)

El “evangelio de la prosperidad” enseña: «Sigue a Dios, y él te hará rico en bienes mundanales».

Esta motivación contrasta profundamente con la actitud de los hermanos corintios, o la de la viuda

pobre (Marcos 12:41-44).Aunque es cierto que Dios

nos puede colmar de bendiciones materiales, no lo

hará por lo que nosotros le demos a él.

Dios ama al dador alegre, no al que espera recibir algo a

cambio (2ª de Corintios 9:7).

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“Luego, cuando el deseo ha concebido, engendra el pecado; y el pecado, una vez que ha sido consumado,

da a luz la muerte” (Santiago 1:15 NVI)

Los pasos de la codicia hasta el pecado manifiesto son tres:

La codicia en sí se convierte en pecado en el segundo paso. Por tanto, nuestra primera defensa es

desviar la vista de aquello que podríamos codiciar.

Ante este proceso, ¿cómo podemos separar las necesidades de los deseos, las carencias de las

preferencias, o lo básico de lo lujoso y accesorio?

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“no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales,

pero las que no se ven son eternas” (2ª de Corintios 4:18)

Aunque las riquezas no son malas, aun así, poseen el poder de engañarnos y exigir de nosotros una atención desmesurada.

Por esta razón, se nos invita a mantener nuestros ojos fijos, no en lo material, sino en Jesús (Hebreos 12:2)

La codicia comenzó en la mujer de Potifar cuando “puso sus ojos en José” (Génesis 39:7).Fijar nuestros ojos en lo material conlleva el peligro de desearlo más que lo espiritual. Es la semilla de la codicia.

En la parábola del sembrador, Jesús explicó que los sembrados entre espinos fueron ahogados por “las preocupaciones de esta vida y el engaño de las riquezas” (Mateo 13:22 NVI).

Los pobres se preocupan porque no tienen suficiente, los ricos se preocupan sobre qué más podrían necesitar.

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“Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también

a su marido, el cual comió así como ella” (Génesis 3:6)

El propósito del materialismo es crear una necesidad, y ofrecer un

modo de satisfacerla.

Después de todo, en Edén funcionó bien. Igualmente, Acab, después de ver la viña de su vecino, la deseó y

pataleó como un bebé hasta obtenerla (1ª de Reyes 21).

¿Cómo luchar contra el materialismo cuando, a través de nuestro egoísmo, nos incita a la

codicia?

Debemos llenar el vacío que el materialismo pretende ocupar con

realidades espirituales (Mateo 12:43-45).

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“Entonces uno de los doce, que se llamaba Judas Iscariote, fue a los principales sacerdotes, y les dijo: ¿Qué me queréis dar, y yo os lo entregaré? Y ellos le asignaron treinta piezas de plata” (Mateo 26:14-15)

Cuando la codicia se ha instalado en el corazón, la persona busca incesantemente la manera de obtener

aquello que quiere.

Ésta fue la perdición para Eva, Acab o Judas. Es la raíz de las guerras entre naciones y pueblos, y la ruina de

familias y de personas.

Por ello, es importante reconocer cuándo hemos caído en los brazos de la codicia. Aún

estamos a tiempo de arrepentirnos de nuestro pecado, y de evitar los desastrosos resultados

de pasar a la acción.

Recuerda: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13)

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CONTROLAR LA CODICIA“Por eso debéis esforzaros por añadir a vuestra fe la buena conducta; a la

buena conducta, el conocimiento; al conocimiento, el dominio propio; al dominio propio, la paciencia; a la paciencia, la devoción” (2ª de Pedro 1:5-6 DHHe)

La práctica del estudio de la Biblia, la oración y el servicio cristiano forman barreras contra nuestras tendencias naturales hacia la codicia.

Otras formas de luchar contra la codicia son el contentamiento y la generosidad.

Pedro nos invita a ejercer dominio propio. Nuestros pensamientos,

pasiones y energías deben rendirse completamente al control divino.

La victoria sobre el pecado es siempre obra de Dios en nosotros. Por ello, para reemplazar la

codicia con el contentamiento, debemos tomar decisiones que permitan a Dios ejercer un control

total sobre nuestra vida.

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¿Cuáles son los tres pasos en el proceso de la codicia?

¿Qué actitudes ante la vida pueden fomentar el espíritu manso y suave que naturalmente promueve el contentamiento?

¿Cómo podemos experimentar el control del Espíritu Santo sobre nuestras necesidades y deseos?

¿Qué prácticas cotidianas fundamentales deben incorporarse en nuestro estilo de vida, para implementar con éxito un plan para un estilo de vida piadoso?

Toma tiempo para meditar en las siguientes preguntas:

Desarrolla planes para un estilo de vida centrado en el contentamiento y la gratitud por la generosa provisión de Dios.

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Te invito a bajar y estudiar cada una de las 13

lecciones que tratan sobre el tema:

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Slideshare.net/chucho1943autor: Sergio Fustero