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Papel Político ISSN: 0122-4409 [email protected] Pontificia Universidad Javeriana Colombia Moncaleano Archila, Arturo Del liberalismo al comunitarismo de John Rawls a Chantal Mouffe Papel Político, núm. 17, junio, 2005, pp. 239-259 Pontificia Universidad Javeriana Bogotá, Colombia Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=77720407007 Cómo citar el artículo Número completo Más información del artículo Página de la revista en redalyc.org Sistema de Información Científica Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

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Papel Político

ISSN: 0122-4409

[email protected]

Pontificia Universidad Javeriana

Colombia

Moncaleano Archila, Arturo

Del liberalismo al comunitarismo de John Rawls a Chantal Mouffe

Papel Político, núm. 17, junio, 2005, pp. 239-259

Pontificia Universidad Javeriana

Bogotá, Colombia

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=77720407007

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Papel Político Nº 17 junio de 2005 (239-259)

* Magíster en Estudios Políticos, Pontificia Universidad Javeriana, profesor de la Facultadde Ciencias Económicas y Administrativas.

1 Rawls, John (1921-2002). Baltimore, (USA). Univ. de Harvard desde 1962.

2 Mouffe, Chantal (1943). Charleroi (Belgium), Universidad de Louvain, Universidad deEssex.

DEL LIBERALISMO ALCOMUNITARISMO DE JOHN RAWLS1

A CHANTAL MOUFFE2

Arturo Moncaleano Archila*

APERTURA

Cuando se habla de la necesidad de establecer límites al pensamien-to liberal, no se desconoce ni la realidad de esta corriente ni su arraigoen la sociedad moderna, que de hecho muestra una inclinaciónimpresionante al liberalismo e hizo de éste una forma de vida, sino lavigencia de sus principios para una sociedad cada vez más convulsio-nada, más posmoderna y más activa en la construcción de nuevosparadigmas. No es necesario desconocer el triunfo del liberalismocomo ideología que se coloca del lado de la libertad, la autonomía y elbienestar individual, pero sí considerar que en la realidad moderna, lade las nuevas sociedades, la del conflicto, la de los nuevos paradigmas,los principios liberales, que parecieran tan sólidos e irrebatibles en laprimera mitad del siglo XX, y que tienen defensores de talla descomu-nal como John Rawls, empiezan a mostrar, para beneplácito demuchos contradictores al interior del socialismo y el comunitarismo,ciertas fisuras de principio en torno a dos pilares fundamentales: lainconsistencia del pluralismo en una sociedad que es cada vez másdesigual en la práctica, y la farsa en torno a la neutralidad del Estado.Chantal Mouffe nunca pierde de vista que con base en estos dosprincipios se construyó gran parte de la ideología liberal en lasdemocracias modernas, pero no acepta que estas debilidades seanpasadas por alto y sin debate, precisamente porque considera que la

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sociedad moderna exige planteamientos más sólidos, más actuales,aún a riesgo de contradecir principios liberales.

¿En qué momento la sociedad moderna se da cita para discutir algotan obvio y deseable como la libertad individual y la neutralidad?Precisamente en el momento en el que éstas se consideran perdidas. ¿Y cómo se puede pensar que una sociedad que es en esencia liberalpueda limitar la libertad? Precisamente porque el ejercicio indebido delas libertades atenta contra su esencia fundamental. ¿Y cómo puedepensarse que en el proceso de construir una sociedad más justa estémal vista la intervención del Estado? Precisamente por ello el Estadono será neutral, desde el momento en que interviene (debe hacerlo) enfavor de los más débiles para equilibrar sus posibilidades. ¿Cómo unasociedad logrará la convivencia de diferentes modos de vida y concep-ciones del bien sin que sea necesaria la intervención coercitiva delEstado, haciendo incluso monopolio de la fuerza? Justamente porquelos patrones de convivencia no siempre son pacíficos. ¿Cómo puedediscutirse entonces que una sociedad liberal deje de ser tal desde elmomento en que admite la acción (violenta o no) del Estado? Elejercicio de la autoridad limita necesariamente las libertades, pero nocontradice el principio de ella misma, y para establecer un orden seránecesario el uso de la fuerza excluyente, pero sin que ello perjudiqueel principio esencial de la libertad.

Estos y tantos otros interrogantes, planteados ya en otro contexto3,sirven para entender cuán compleja y delicada es la discusión sobre laideología liberal, y cuán cercana está de la paradoja y la contradicción.El debate no es contra Rawls, ni siquiera es contra su obra, porque sereconoce en medio de todo la inmensidad de su aporte intelectual a lateoría política moderna. No obstante, los puntos vitales de controver-sia surgen en Teoría de la justicia (1971) primero, y en Liberalismo político(1990) después, aunque no pretenden nada distinto que ofrecer a lasociedad argumentos útiles para avanzar en la construcción de unasociedad bien ordenada y justa, y una forma práctica de acercarse a loque la sociedad moderna puede adoptar como una forma de vidacorrecta. El elemento vital que caracteriza la teoría rawlsiana, precisa-mente para acercarse a la forma correcta de sociedad bien ordenada,es la búsqueda del �consenso sobre lo mínimo� que no es otra cosa quela línea de partida sobre la cual la sociedad, independientemente de susintereses personales y sin consideración específica de ellos, puede

3 Moncaleano y otros (2003). �Los límites del liberalismo. La visión moderna de ChantalMouffe�, en: Revista NOOS, nº 17, septiembre de 2003. Manizales, Colombia, págs. 155-175.

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ponerse de acuerdo en lo mínimo esencial para asegurarse unaconvivencia pacífica. Es justo empezar garantizando lo mínimo paracada cual, diría Rawls a propósito de su propia teoría.

En ese esfuerzo por definir lo que puede ser justo y lo correcto sellega irremediablemente el concepto del bien. ¿Qué es lo que estaríabien y qué es lo que no para una sociedad dada? En el pensamiento deRawls habría que considerar que no está bien lo que genera injusticia,mientras que está bien lo que cierra las diferencias entre los componen-tes de la sociedad. Una vez las sociedades se percatan que existendistintas concepciones del bien, por efecto del ejercicio explícito de lalibertad individual, justifican la necesidad de acercarse entre semejan-tes, en ejercicio de los derechos individuales de cada uno, no parareclamar lo que cada uno quisiera para sí sino para llegar a un consensosobre lo mínimo esencial que todos están de acuerdo en aceptar parapoder vivir en paz y en procura de la felicidad. Ese es el acuerdo básicoque sirve de base para planteamiento liberal, pero si se observa concuidado sirve también como esencia del comunitarismo que defiendela equidad, o del socialismo que propugna por la igualdad; de allí laparadoja liberal: se ofrece a la sociedad moderna un argumentoesencial que soporta una teoría dada, pero que sirve también a suscontradictores, sin que ello necesariamente constituya una debilidad.

El consenso, que además no es etéreo sino que está necesariamenteen el terreno de las satisfacciones personales, puesto que son losindividuos con sus propias individualidades y expectativas y no lassociedades como conjunto homogeneizado, quienes se presentan adiscutir sobre lo que les conviene y lo que no, no abandona nunca elterreno pragmático del bien, y se mantiene en todo caso en la dimen-sión del beneficio individual como camino a la felicidad, principioelemental del liberalismo, que no del beneficio común que perteneceun poco más al dominio de otras corrientes pero que nunca llega anegarlo. El resultado es impredecible, como lo ha de ser toda expresiónde la sociedad que se hace en ejercicio de las libertades individuales,pero sobre todo es legítimo y espontáneo. ¿Cuánta satisfacción es dadoconseguir como resultado del consenso? No la que cada uno quisierasi negociara sus intereses individuales, pero sí la que ninguno estádispuesto a claudicar como mínimo para la vida individual. ¿Cuántasatisfacción es dado ceder en beneficio del consenso? Aquella que nollega a herir la expectativa individual. ¿En beneficio de quién o de quées dado hacer una u otra operación? En beneficio del consenso y laconvivencia ordenada. Así, de ese modo, y partiendo de la búsquedade lo que es justo, se abre paso el consenso que permite que unasociedad funcione bien.

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Con estos elementos de partida es posible iniciar un debate entreambas posturas y aproximar conclusiones. No se trata de demostrarcuál es verdadera, porque ambas lo son, o cuál está por encima de laotra, porque ambas tienen fortalezas en lo suyo; nos interesa en cambiodiscutir puntos de vista comunes en ambas perspectivas para estable-cer diferencias, con la esperanza que al final pueda tomarse partido.

LIBERALISMO INTUITIVO

Un valioso elemento en esta discusión está en sugerir que la justicia(y por tanto el liberalismo que la toma como su esencia) es intuitiva, esdecir, que no está dada como un elemento acabado sino que se conocey se construye a través de la experiencia. Esta aguda interpretación dela intuitividad4 en las ideas de la sociedad surge de la certeza que todasociedad adquiere y moldea sus ideas de manera intuitiva, y elliberalismo se ha posicionado en lo más profundo de su pensamientosimplemente porque eso es lo que la sociedad hace: liberalismo.

Ahora, es una realidad incuestionable que cada sociedad tiene elderecho de hacerse a su propio concepto político, comoquiera que vivey realiza su propia experiencia en la vida práctica. Diríase entonces quehay un modelo político (y por supuesto un concepto de liberalismo yde justicia) en cada sociedad, según el momento y la fuerza de lascircunstancias que vive. Entonces, existiendo como existen muchas ymuy diferentes sociedades, hay también muchos y diferentes maticesliberales; si la ecuación se plantea en contrario, deberá decirse que encuanto existen muchas y variadas interpretaciones liberales, es posibleencontrar diversidad de conductas en las sociedades. Todo conceptoadquirido intuitivamente tiene validez, luego el desafío está en cómollegar a la certeza de qué liberalismo se habla en una sociedad dada.

Rawls parte de la base que una sociedad cualquiera puede darse ala tarea de �intuir� lo que le conviene y un buen recurso para ello esprecisamente �la teoría de la justicia�, que es el recurso instrumental através del cual la sociedad ha de llegar a los acuerdos esenciales que lepermiten proyectar la vida buena, en la más afortunada de las interpre-taciones arendtianas5. Si la sociedad es capaz de intuir lo que leconviene, y para ello se mantiene dentro de los cánones fundamentalesde lo que es justo, ya no le queda tan difícil identificar su postura frente

4 Rawls, John, Teoría de la justicia. Fondo de Cultura Económica, México D.F., 1971, págs.56 y sigs.

5 Véase Arendt Hannah. La condición Humana. Estado y sociedad. Paidós, Madrid, 1993.

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a una tendencia liberal o de cualquier otra índole. En efecto, el enormevalor que tiene el recurso intuitivo en este debate es que sirve para todopropósito, tanto para confirmar principios e ideologías liberales comopara establecer distancias.

En la discusión que se hace de este planeamiento, propuesto en elmarco de Teoría de la justicia y liberalismo político, se pudo perder devista la enorme utilidad de este recurso teórico para el fortalecimientode posturas no necesariamente liberales. Sirve para confirmar encambio que las tendencias comunitaristas, socialistas y comunistas sonen el fondo versiones apartadas de un liberalismo extremo, y que enesencia se sirven de los mismos recursos teóricos (incluida su propiaversión de justicia) para posicionarse en el debate y trascender. Enrealidad no hay muchos argumentos nuevos, sólo contradicciones yplanteamientos en contrario de lo que ya está dicho desde la bandaliberal, lo cual termina debilitando la postura comunitarista en símisma.

LA DISYUNTIVA POLÍTICA

Entender la cuestión que enfrenta el criterio comunitario de Mouffecon el liberalismo puro de Rawls es asumir el riesgo de confrontar lasposturas, con la esperanza que pueda despejarse una verdad queresulte satisfactoria para las partes.

Enfrentadas las dos posturas gráficamente, haciendo explícita laesencia de cada una como expectativas políticas, la visión liberal puedeser observada en un extremo con todas sus características y principios,y comparada con cualquier otra visión contraria que propugne porprincipios distintos, como sería el caso del comunitarismo que tambiéna su vez puede ser extremo. Todos los elementos colocados allí formanparte de un solo acervo universal, el del pensamiento político moder-no, que a la hora de los resultados en la vida práctica de las sociedadesse separa y da origen a posturas diferenciadas y aparentemente noreconciliables. Por tanto, no es sólo cuestión del origen filosófico en losplanteamientos, que de hecho marcan una diferencia de entrada, sinode la percepción del punto de llegada, o del resultado final, que porsupuesto es diferente: no se discute necesariamente sobre los princi-pios e ideologías, porque hay seguro demasiados puntos de desacuer-do y divergencia, pero sí en cuanto a los resultados finales que cadapostura persigue para la sociedad con respecto a un ideal políticoinicial.

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La postura liberal defiende la suma de las satisfacciones individua-les (bienestar total) cuyo límite suele estar en el infinito; en efecto, nohay límite para las satisfacciones individuales; una vez alcanzados losmáximos niveles de satisfacción individual, las personas siemprequerrán más, por tanto, no debería esperarse un límite si se reconoceademás que éste es un asunto que entra en el terreno de las libertadesindividuales. La postura comunitarista, que es la de las expectativascolectivas o de la igualdad, y que busca en su caso la igualdad perfecta(si existiera) tampoco tendría límite; una vez se logra la igualdad, lagente querrá más.

¿Cómo acaece la vida real en torno a los dos ejes en discusión,precisamente en procura de la felicidad o de la igualdad? En la medidaen que se está cerca a la posición I la sociedad puede aproximarse a unmáximo de satisfacciones individuales, pero sacrificando concesionescolectivas y en todo caso perdiendo en igualdad; por el contrario,aproximarse a la posición II implica un enorme sacrificio de aspiracio-nes individuales pero una ganancia sustancial en igualdad. Unasociedad, por lo tanto, se puede mover entre los dos polos: hacia unaigualdad perfecta, con un mínimo de bienestar individual, o hacia unmáximo de bienestar individual, probablemente con desigualdadextrema. Mientras más cercano se está de cualquier punto extremo másradical será la postura, pero también hay hacia el centro instanciasmoderadas que puede ser interesante explorar. Significa que el co-mienzo de la solución, en una sociedad que está dividida o tieneposturas inciertas, está en abandonar o mantenerse a suficiente distan-cia de las posiciones extremas (véase Figura 1).

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POSTURA COMUNITARISTA

Figura 1.-

POSTURA CONFRONTADA

LA DEMOCRACIA

EQUIDAD (PERFECTA)

LA IGUALDAD

Lo Comunitario

LO SOCIALLO POLITICO

La pluralidad.-La Igualdad.-

LA LIBERTAD

BIENESTAR (TOTAL)

Lo Individualista

LO ECONOMICOLO NO POLITICO

La pluralidad.-La Diferencia.-

LA FELICIDAD

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POSTURA LIBERAL

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¿Cuánto bienestar o igualdad sería prudente o adecuado? Si seretoma el recurso de Rawls y se acepta que toda sociedad está encapacidad de �intuir� lo que le conviene, esta misma sociedad llegarápor su propia inercia a los acuerdos esenciales que le permitiránorientar sus destinos y tomar posición, es decir, buscará los patronesnecesarios de justicia para seguir adelante con su vida, incluso admi-tiendo, o reclamando en el peor de los casos, la intervención delEstado. Si no ha dado ese paso, o está en proceso de hacerlo, necesa-riamente afrontará situaciones de crisis (incluso violenta) que sonineludibles en tanto necesarias para establecer las bases del acuerdofundamental sobre el cual una sociedad podrá hacerse viable.

Entre la equidad y el bienestar total

El acuerdo sobre lo mínimo implica que en una sociedad liberal esnecesario garantizar a las personas, sin consideración de su expectativa(el velo de la ignorancia), un mínimo esencial sobre el cual es posible (ynecesario) seguir adelante con la vida y establecer a partir de allí unconsenso. A partir de ese punto la persona, en apelación a su libertadindividual, sigue construyendo su bienestar, tal como lo consagra elliberalismo. ¿Cómo no estar de acuerdo con el bienestar (total si fueraposible), si está compuesto de la suma de todas las equidades? Elmáximo de bienestar se logra a partir de la lucha individual y graciasal desempeño exitoso de todos, hasta hacer de las diferencias algoimperceptible, que es el concepto que sirve como punto de llegadaliberal. Sólo en la salida hay equidad, en el camino y en el resultado finalsólo hay espacio para la pluralidad y la diferencia. A este argumento elcomunitarismo agrega casi nada, al contrario lo discute como uno delos principales factores generadores de desigualdad.

¿Y cómo no estar de acuerdo con la equidad (perfecta) si éstarepresenta no la privación extrema de expectativas individuales sino ellogro de máximas condiciones equiparables, que son a su vez elprincipio del bienestar total? La equidad no puede ser mal vista en símisma, puesto que llevaría a una condición de convivencia pacífica,por lo tanto no se discute ni siquiera desde la óptica liberal. Sinembargo, sólo es posible en dos instancias precisas: cuando se parte deun acuerdo sobre lo mínimo, que es un principio liberal y que debetomarse como punto de partida; o cuando se logra el máximo deequidad, gracias a las medidas igualitarias que hacen de las diferenciasalgo imperceptible, sea en lo más alto o en lo más bajo, que es el pilarque suele tomarse como punto de llegada entre los comunitaristas,socialistas y comunistas. Sólo hay equidad como resultado final, en el

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camino existen las medidas que igualan y controlan la pluralidad y ladiferencia. Es justamente el planteamiento que nunca aceptaría lacorriente liberal puesto que implica la intervención coercitiva delEstado y tiene elevado riesgo de autoritarismo.

En este punto del debate el argumento de Mouffe6 incorporado ensu obra El retorno a lo político, señala una de las que en su opinión sonserias equivocaciones del liberalismo con respecto a la realidad de lasociedad moderna, al extremo de invalidarlo como planteamientopolítico para una época tan llena de conflictos como la actual. Elpluralismo, no ha de ser visto como un hecho social inocultable quedebe aceptarse y tolerarse como una manifestación legítima de lasdiferencias sociales, en aceptación del valor que éstas representan ensí mismas, sino como algo que debe corregirse en procura de laequidad; en la diferencia, como constituyente de lo plural, debe seraceptada la acción coercitiva del Estado porque de lo contrario se daráespacio para mayores diferencias al interior de la sociedad, aún a riesgode ir en perjuicio de las libertades individuales y la autonomía personalque defiende el liberalismo.

Igualdad o libertad

Se puede entender entonces cuál es la necesidad del consenso y cuálel papel que corresponde al Estado en la regulación de este desequili-brio, porque en la búsqueda de uno u otro resultado la sociedad debeautoimponerse controles, o en su defecto aceptar que el Estado lo haga.Se entiende que sea el Estado quien intervenga �incluso hasta elextremo de ser autoritario� para establecer los patrones de equilibrioy redistribución que son necesarios para garantizar la igualdad a todaslas personas*. En tal caso se espera que una vez sea alcanzado el nivelde equidad perfecta la necesidad del Estado desaparezca y el controlde la sociedad sea asumido por la sociedad misma, como utopía ideal**.Y de la otra parte, desde las toldas liberales, se espera que se garanticetoda libertad a las personas para lograr el bienestar anhelado, y que elEstado intervenga sólo para corregir la injusticia y proteger a los másdébiles. De resto no es necesario.

6 Mouffe, Chantal. �La política y los límites al liberalismo�, en: Política, Ediciones PaidósIbérica S.A., no 1, Madrid, 1996, págs. 171-190.

* Equidad por lo más alto como en los estados de bienestar del modelo escandinavo, oigualdad por lo más bajo como en los estados del malogrado modelo comunista.

** Por ejemplo el control de las clases trabajadoras señalado por Marx.

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Toda sociedad, en consecuencia, debe resolver por sí misma y enejercicio de sus facultades qué es lo que prefiere, si ser �igualado� enejercicio de atribuciones del Estado muchas veces arbitrarias y encompleta contradicción a la libertad individual que consagrarontantos como Locke7 y Mill8, o ser libres y �buscar la igualdad� en elbienestar total, gracias al pleno ejercicio de las capacidades individua-les y bajo la vigilancia del Estado para corregir la injusticia. Esta es ladisyuntiva de las sociedades modernas.

Es aquí donde se hace completamente aplicable el principio de lajusticia (que no es necesariamente el de la ley) y se entiende por quérazón se admite la fuerza de la ley, aún en sacrificio de las aspiracionesindividuales, para facilitar a instancias del Estado la llegada a unconsenso que restituya las posibilidades a los que no las tienen. Podríainterpretarse como una contradicción al pensamiento liberal quedefiende la iniciativa individual, pero en realidad no lo es, porque laintervención del Estado se admite sólo en cuanto busca establecergarantías, lo cual redunda en una expresión totalmente humanitaria ymoderada de la posición radical que por norma general se atribuye aliberalismo. Así el liberalismo se muestra más humanitario de lo queparece en cuanto privilegia la acción del Estado para protección de losdébiles.

El individuo primero que la comunidad

O el problema de los límites que debe imponerse la sociedad paraejercer su poder sobre el individuo. Los tiempos modernos otorgan ala sociedad excesivos poderes que actúan sobre la libertad individual,abriendo paso a la manifestación despótica de la autoridad y llegandoa entronizar lo que ha dado en llamarse la �tiranía de la mayoría�, quees uno de los problemas más complicados que sufre la sociedadmoderna y que actúa incluso en perjuicio de la democracia. Sobre ellohizo Mill advertencia desde dos siglos atrás:

�Hay un límite en la intervención legítima....� de lo colectivo sobrelo individual y �encontrarlo y defenderlo contra toda invasión es tanindispensable a una buena condición de los asuntos humanos como laprotección contra el despotismo político...� que se puede ejercersiempre desde lo colectivo. �Se necesita protección contra la tiranía de

7 Locke, John (1632-1704). Autor de Ensayos sobre la Ley de Naturaleza, Ensayos sobre elEntendimiento Humano, Dos tratados sobre el gobierno civil.

8 Mill, John Stuart (1806-1873). �Sobre la libertad� (Título original: On Liberty).

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la opinión y sentimiento prevalecientes; contra la tendencia de lasociedad a imponer... sus propias ideas y prácticas como reglas deconducta....; a ahogar el desenvolvimiento y, si fuera posible, a impedirla formación de individualidades originales...�. De allí surge un prin-cipio elemental para todas las sociedades, y es que �el único fin por elcual es justificable que la humanidad, individual o colectivamente, seentrometa en la libertad de acción de uno cualquiera de sus miembros,es la propia protección...�, o dicho de otra manera, �la única finalidadpor la cual el poder puede, con pleno derecho, ser ejercido sobre unmiembro cualquiera de una comunidad civilizada contra su voluntad,es evitar que perjudique a los demás...� 9, que a la vez es el concepto queavala o desaprueba la intervención del Estado en asuntos que son delresorte individual.

Nada más propicio para retomar el argumento de Rawls, porque esjustamente sobre el respeto a esta libertad individual que se apalancala teoría liberal, en contraste con la visión comunitarista que se escudaen la democracia y que promueve el papel equilibrante que correspon-de jugar al Estado en dicha relación. Ello da pie para otro ataque contrael liberalismo, en cuanto racionalista e individualista, porque supues-tamente desconoce la existencia de lo político y �se engaña conrespecto a la naturaleza de la política�10 al minimizar el papel del Estadoy desconocer su importancia en la construcción de valores colectivosde la sociedad, lo cual es una acusación fundamental que terminadiciendo es que el liberalismo ha dejado de ser una propuesta política,y menos una propuesta completa para una sociedad como la actual querescata la dinámica colectiva por encima de la iniciativa individual yque demanda prácticas democráticas cada vez más creativas e inten-sas. En ello Mouffe se muestra muy fuerte.

El comunitarismo no acepta el traslado del tema a lo puramenteindividual. Esta interpretación conduce a aceptar que las personaspueden elegir y desarrollar una vida autónoma por una parte, siendola autonomía de las personas un ideal de vida, pero por otra, debenadoptar una vida social en cuanto hay asuntos que son de su interéspolítico, y esa vida debe enriquecerse en ejercicio de plenas garantíaspara la participación democrática cada vez más intensa. Sin embargo,la separación entre una y otra vida, la individual y la comunitaria esuna realidad tan incuestionable como cierta. Por esta razón la postura

9 Mill, John Stuart. �Sobre la libertad� El Libro de Bolsillo. Humanidades. Alianza Editorial,undécima reimpresión, 1997, págs. 57 y sigs.

10 Mouffe, Ch. Op .cit., págs. 171 y sigs.

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liberal no puede desconocer al individuo como persona en los asuntosque son de su interés individual, y al individuo como sociedad en losasuntos que son de interés común, de allí que la postura correcta conrespecto a la conducta del hombre en lo individual y lo político no hade ser comprensiva ni en su concepción ni en su alcance filosófico,según Mouffe, dado que no se puede esperar que las personas sedesconozcan a sí mismas en uno u otro rol. Pero justamente por eso sepropuso la justicia más como una política de entendimiento prácticoy no como una metafísica de divergencia filosófica11. El individuodeberá entenderse consigo mismo en uno u otro interés y para ellodeberá apelar a los más elementales principios de justicia que Rawlspropuso como regla para la convivencia posible.

El factor económico sobre el factor social

Los tiempos modernos han traído del mismo modo el debatepolítico al terreno de lo económico o viceversa. Ya lo decía Arendt convisible nostalgia al referirse a la victoria de lo privado sobre lo públicoen la vida de la sociedad moderna, expresada en la prevalencia quetienen los temas económicos sobre los demás.

La postura se cuestionó desde Marx y los socialistas (también loscomunitaristas), no sólo por la base �individualista� del pensamientoliberal sino, y muy especialmente, por el disminuido papel que seadmite para el Estado; no es fácil para corrientes abiertamente estatistasadmitir un discreto papel como regulador de las relaciones de produc-ción y nada más (Estado neutral). Para los defensores del Estado ellorepresenta la declinación de su papel político y la oportunidad deservir como elemento principal en la formación de sociedad, muycerca de todos los asuntos de la sociedad incluidos los individuales ypor supuesto los económicos. Desde este punto fuerte del Estado seandaría fácil hacia la tan ansiada igualdad de clases, que fue elargumento esencial del socialismo desde finales del siglo XIX y quefinalmente debería lograr que fuese innecesaria su propia presencia: lasociedad finalmente remplaza al Estado, pero en el entretiempo éste esimprescindible.

No es un asunto nuevo, pero sí más agitado. Desde que Hobbes yLocke desarrollaron el criterio racional de la propiedad y la libertadindividual para acumular capital, dejaron sentadas las bases para que

11 Rawls, John, �La justicia, política no metafísica�.

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las sociedades capitalistas modernas privilegiaran sobre cualquier otroasunto el tema económico. Luego se desarrolló el imperativo racionalde la libertad individual y la libertad de elegir como esencia de lassociedades libres, sociedades éstas en las que el Estado no interviene enlos asuntos que son del individuo, como en efecto es su economía, laforma de ganarse la vida y sus expectativas de bienestar: por elloobserva una conducta en esencia neutral. Rawls, refuerza este criterio,por supuesto, pero matiza cualquier enfoque radical y perfecciona unapostura humanista basada en la justicia, para que los individuos actúenen ejercicio de sus privilegios de libertad, pacten un mínimo esencialpara garantizar la convivencia y la felicidad de todos, y el Estado, encuanto sea necesario, intervenga para corregir atropellos. Eso es todo.

La neutralidad y el consenso

¿Cómo resolver entonces la cuestión �política� en torno al Estadoy la sociedad? Se sabe que en el argumento comunitarista la ausenciade Estado y su supuesta �neutralidad� es una mentira. El Estadosiempre estará presente y no podrá ser neutral. Corresponde al Estadomoverse en lo político y nutrirse de ese ejercicio para poder cumplirsu papel regulador y garante de la igualdad, propiciando la participa-ción y el fortalecimiento de los lazos de la sociedad en un contexto deplena democracia. Para la búsqueda de la equidad, igual que paracorregir la injusticia, será necesaria la intervención del Estado.

No hay conflicto en ello, sin embargo, en el enfoque liberal lo quecorresponde a la sociedad discutir para su propia construcción, y paraque el debate tenga sentido y horizonte, han de ser aquellas cuestionessusceptibles de consenso, no al contrario, por lo tanto han de estarexcluidos los asuntos en los que las diferencias suelen ser marcadas ymuchas veces irreconciliables, y cuyo debate nunca conduce a laigualdad: son los asuntos de carácter moral, o filosófico, o religioso.Mientras tanto, se debe trabajar sobre aquellas que realmente importaabordar en la búsqueda del consenso, es decir, las que realmente sonconducentes a la igualdad: más oportunidades; mejor distribución derecursos; menos discriminación; no exclusión, es decir, menos des-igualdad real, que es lo que realmente tiene valor político para losliberales. Los otros elementos �lo filosófico, lo moral, lo religioso�hacen que los seres sean en efecto distintos entre sí, pero no necesaria-mente desiguales, y en consecuencia no es relevante discutir sobre lodemás.

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Cuando se escribió Teoría de la justicia, lo hizo pensando en unateoría mínima para facilitar el trabajo de ordenar las sociedades, y sobretodo para resolver las barreras para llegar al consenso. Rawls partió deun interrogante: ¿cómo es posible que pueda existir, a lo largo deltiempo, una sociedad justa y estable de ciudadanos libres e iguales queestán profundamente divididos por doctrinas religiosas, filosóficas ymorales razonables pero incompatibles? Si esos temas salen del debatehabrá consenso y probablemente no será necesaria la intervención delEstado; si no salen del debate, la sociedad se desgastará en discusionesno conducentes a la igualdad y entonces será obligatoria la interven-ción del Estado.

He aquí el punto más cuestionado por Mouffe: el liberalismopolítico lleva al terreno de lo público sólo aquellos temas que nogeneran controversia social y se desprende de la moral, la filosofía y lareligión en las discusiones políticas. Pero es que en los asuntos deorden filosófico y moral, y de apreciación subjetiva, no puede haberacuerdo, y se equivocan los comunitaristas al introducir la �unanimi-dad� o la �identidad� como elementos constitutivos del consenso.¿Qué papel puede jugar el Estado en ello, si la gente es libre de creery pensar lo que quiere y no está obligado a ponerse de acuerdo connadie? El liberalismo lo hace más sencillo: se trabaja sobre la coinciden-cia de intereses, nada más, y en ese proceso el Estado es garante, paraque las reglas de juego sean respetadas por todos.

Rawls estimó siempre que ésta era una fórmula aceptable paralograr el consenso en toda sociedad pluralista, partiendo de la idea quetomar en cuenta sólo valores como la libertad y la igualdad, y excluyen-do del diálogo toda postura que se opone a la búsqueda del consenso.La teoría de la justicia será aceptable para toda persona que trabaje enla búsqueda racional de la justicia, independientemente de cualquierotra discusión filosófica o moral. Este es el elemento principal en ladiscusión con la señora Mouffe. Ella plantea que la política �consistesiempre en �domesticar� la hostilidad y en tratar de neutralizar elantagonismo potencial que acompaña toda construcción de identida-des colectivas. El objetivo de una política democrática no reside eneliminar las pasiones ni en relegarlas a la esfera privada, sino enmovilizarlas y ponerlas en escena de acuerdo a los dispositivosagonísticos que favorecen el respeto del pluralismo�12.

12 Mouffe, Ch. Por un pluralismo agonístico, en: El retorno de lo político, op. cit., pág. 14.

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De la felicidad y la democracia

Aquí toma importancia la cuestión de las distintas concepciones dela �vida buena�, o la felicidad, o el bienestar total, o la igualdadperfecta, porque mientras unos argumentan que los temas que gene-ran divergencia deben ser tratados sólo en el plano de lo privado ydeben por lo tanto excluirse de la discusión política, los otros, total-mente en contrario, defienden que el hombre debe tomarse de maneraintegral tal cual es.

En el terreno del consenso sobre lo mínimo, que parte de la posiciónoriginal promovida por Rawls, el comunitarismo encuentra una pre-sentación no sólo débil sino falsa, porque estima que no puede lograrseun consenso en una sociedad supuestamente pluralista si no se tomaen cuenta la diversidad de cuestiones conflictivas que trasciendenhasta el terreno de lo cultural, lo moral y lo religioso, temas que losliberales se empecinan en excluir de la discusión política. Por tanto, lasociedad bien ordenada no puede establecerse únicamente en el terrenode una discusión evidentemente parcial de �lo político� al entenderliberal, sino que ésta debe abrirse a otros terrenos de la diversidad y elconflicto social para hacerla �más democrática� al entender de Mouffe,y en todo caso menos ficticia.

Está bien por cualquier ángulo que se mire, pero no hay que olvidarque la felicidad, lo mismo que las creencias y las costumbres, tantocomo el deseo y decisión de participar en una democracia, correspon-den al terreno de las libertades individuales. Las cuestiones másinternas del espíritu de las personas no puede ser llevado a esferaspolíticas por el riesgo implícito de caer en procesos ideologizantes,como en efecto sucede en las sociedades comunistas del siglo XX; loque ha de llevarse a la discusión pública son los asuntos del interéscomún, y en ello el liberalismo no plantea conflicto: sólo se debatentemas que contribuyen a la construcción del consenso rector de lasociedad, sin entrar en el debate de las cuestiones puramente indivi-duales, por ejemplo lo moral, lo religioso, lo cultural. Por esta razón,insistimos, la justicia es más política que metafísica, y busca unfundamento común de neutralidad para �articular una base pública dejustificación para la estructura básica de un régimen constitucional, apartir de ideas intuitivas fundamentales implícitas en la cultura públi-ca y haciendo abstracción de las doctrinas religiosas, filosóficas ymorales comprensivas�13.

13 Rawls John. �La justicia, política no metafísica�.

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Es sobre ello que se debe construir sociedad, es decir, sobre asuntosque son de carácter real y no de apreciación subjetiva. La felicidad seconstruye sobre aspectos que mejoran la vida de las personas comocosa real; la democracia se desarrolla y se fortalece cuando todos porigual tienen acceso a la participación y eventualmente al poder. En elloresulta afortunada la expresión de Thomas Nagel cuando anota, apropósito de la necesidad de defender un orden político (y hacerloaceptable) la obligación de �reconciliar la preocupación imparcial detodos con la visión individual de cómo cada uno espera vivir�14. ¿Quétan lejos están todas las sociedades de entenderse en esto?

Queda por resolver la cuestión en torno a la democracia y lafelicidad. ¿Es posible una divergencia y separación en torno a estepunto tan crucial para la vida de las sociedades, sobre todo a partir delreconocimiento de profundas diferencias conceptuales? Sobre ellonos detenemos un poco más adelante, por ahora aclaremos que no setrata de lo mismo. La felicidad pertenece al fuero individual en cuantose convierte en un propósito de vida, en función del cual acciona lapersona para llegar a ella como utopía realizable: ser feliz, aunquenunca lo consiga, pero ese es un tema distinto que no es de nuestrapreocupación ahora. La democracia, por su parte, pertenece al fuerosocial, en cuanto expresión ideal de igualdad de oportunidades y sumade equidades, como parece dar a entender la postura comunitaria,pero se trata en realidad de un asunto un poco más profundo si se partede la base que democracia, en la más ortodoxa interpretación, se refierea la participación real y efectiva, diríase incluso equitativa, en el poder,y está muy claro que unos y otros, liberales y comunitaristas, defiendenese sagrado principio como elemento constitutivo para la sociedadmoderna.

LA POSICIÓN RACIONAL Y EL PAPEL DEL ESTADO

La cuestión de la vida moderna está, por tanto, en cómo mantenerla unidad social en medio de una pluralidad evidente y aceptandomúltiples concepciones de la vida buena que necesariamente sonconflictivas entre sí. Desde allí se reconoce el principio de la libertadindividual, al tiempo que se acepta que toda sociedad podrá hallarintuitivamente lo que le conviene y luchará para consolidarlo.

14 Ángel, Thomas, Equality and Partiality, Oxford, Oxford University Press, 1991, pág. 5 (trad.al castellano: Igualdad y parcialidad, Barcelona, Paidós, 1996) citado en Mouffe Ch. op. cit., pág.184.

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¿Qué en concreto es lo que hay que hacer? ¿Incorporar más Estado,más racionalidad, más democracia? Si la pluralidad y la diferencia sonun hecho en las sociedades modernas, siguiendo la postura liberal, lacuestión está en cómo organizar una sociedad compuesta por perso-nas que tienen diferentes concepciones del bien y obedece cada uno asus propios intereses. ¿Puede el Estado resolver ese problema? No sinuna intervención coercitiva. ¿Se resuelve �igualando� a las personas?No, absolutamente, porque sería justamente lo que quiso hacer elsocialismo al �igualar� a las personas llegando incluso al extremo decoartar la iniciativa individual y las libertades. ¿Lo resuelve la demo-cracia, como facilitadora de la expresión de todos los intereses? Menos,porque genera justamente el efecto contrario al consenso, y en caso deestar mal manejada puede colocar a las sociedades ante la tiranía de lamayoría, que no siempre es una posición favorable, y por tanto, nopodrá ser útil en la búsqueda de una racionalidad efectiva queconduzca a un ordenamiento aceptable. En un Estado liberal lasdiferencias no siempre podrán resolverse con intervención sino con eltrabajo libre de todas las personas en procura de sus objetivos debienestar y felicidad, no necesariamente iguales a los de ningún otro.La neutralidad, entonces, permitiría que la sociedad encuentre supropio ordenamiento. ¿Y en qué casos es admisible la intervención?Cuando este ordenamiento no se alcanza y se hace necesario restable-cer la condición original en defensa de los más débiles. Allí aparecejustificada la acción del Estado, para corregir las imperfecciones delsistema, pero nada más. El Estado, por consiguiente, es el portador dela racionalidad y garante de la postura de equilibrio.

¿Cómo cambian las cosas cuando interviene el Estado? Precisamen-te en cuanto se avanza en la búsqueda de posiciones moderadas,diríase también de centro, en procura de una racionalidad que puedaser aceptable para la sociedad y sostenible políticamente, trabajandopara alcanzar la equidad pero sin abandonar el terreno de las liberta-des. En la medida en que se abandonan las posiciones extremas I y IIlas sociedades entran en el terreno de la racionalidad (posición III) quepuede tener tendencias liberales sobre el eje de X hacia la posición I,siempre que mantienen políticas que procuran las satisfaccionesindividuales, o tendencias contrarias sobre el eje de Y hacia la posiciónII, siempre que mantienen políticas que procuran la igualdad. En eseterreno está la posición IV que es la del consenso y que puede teneroscilaciones pendulares en cada caso, dependiendo de las circunstan-cias de tiempo y lugar que tiene cada sociedad. (Véase Figura 2).

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Estado y neutralidad

Una sociedad, por tanto, puede cambiar de posición política si es sudeseo. Se puede mover hacia una igualdad perfecta, en cuyo casoaceptaría un Estado intervensionista (incluso a niveles autoritarios), ose mantiene en la línea del bienestar individual, en cuyo caso concibeun Estado no intervensionista y neutral. Las posturas en uno u otrosentido, sean extremas y radicales o no, las escoge la sociedad y exigede sus estados actuar en consecuencia. Allí está la base de la democraciamoderna. Mientras más coherente es esa relación, más estables son losgobiernos y mejores son los patrones de convivencia social.

El problema comienza cuando no es la sociedad sino el Estado (o losgobiernos) quien determina la postura política. En efecto, una socie-dad que no entiende o no comparte el modelo político que se le haimpuesto, retira la confianza en su Estado y deslegitima su accionar, alextremo de ocasionar permanentes situaciones de protesta cuandomenos, y explosiones revolucionarias cuando más. No es otra cosa queel resultado de una relación mal entendida.

¿Cuánta intervención o neutralidad es prudente o adecuada? Si seacepta el argumento de Rawls, según el cual toda sociedad está encapacidad de �intuir� lo que le conviene, esta misma sociedad llegará

LA FELICID

LA EQUIDAD

Y

II

I

POSTURA COMUNITARISTA

POSTURA LIB

LA JUSTICIA

LA NEUTRALIDAD

LA RACIONALIDAD

POSTURA DE EQUILIBRIO

Figura 2.-

POSTURA RACIONAL.

Zona de Equilibrio Zona de Consenso

III IV

EL CONSENSO

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a determinar en su propio criterio �cuanto Estado necesita�, es decir,qué estructura y cuál tendencia responde a sus intereses para poderseguir adelante con sus vidas, en cumplimiento de lo que podríaentenderse como el proceso ideal de maduración política de unasociedad. Este punto ideal, insistimos, se logra cuando la sociedad, enejercicio de sus libertades plenas y en aplicación de la democracia máselemental, determina su postura política y establece ella misma laestructura de Estado que debe actuar en consecuencia. De nuevo vienea propósito el planteamiento de Nagel15.

El consenso

Las sociedades deben avanzar por lo tanto en la búsqueda delconsenso, aquel que permita establecer las reglas de juego constitucio-nales que aseguran la convivencia, pero particularmente el punto departida en el cual todos están de acuerdo. La búsqueda del consensopuede ser un acto que implique exclusión �como afirma Mouffe�porque puede ser necesario el uso del poder, y por tanto, la interven-ción coercitiva del Estado.

Para construir una sociedad �bien ordenada� al estilo de Rawls esnecesario admitir que hay en el proceso relaciones de poder; así, unacreación social, forjada con una identidad social, es un acto de poder.Lo mismo puede decirse en una sociedad liberal como en una sociedadcomunitaria, porque de acuerdo con Ernesto Laclau16, el poder es unvalor intrínseco en la construcción de identidades, y es menesterejercerlo en cualquier sociedad en cuanto es necesario reprimir aquelloque la contradice o la niega.

Pluralidad y democracia

No quiere decir en caso alguno que deba existir una sola posturapolítica en la sociedad. Por el contrario, si hemos aceptado de antema-no el principio de libertad individual y autodeterminación, las socie-dades deben entender y aprender a manejar posturas diversas. Elpunto esencial está en respetar, una vez se ha transitado por los canalesnormales de la democracia, que se gobierne bajo determinadas postu-ras y tendencias políticas, sin desconocimiento del derecho (democrá-tico) de hacer oposición. Esta relación, en cuanto sea libre y madura,

15 Ibíd., pág. 184.

16 Laclau, Ernesto. �New reflections on the revolution of our time� Londres, Verso, 1990, pág.178 citado en Mouffe Ch., op. cit., pág. 178.

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permitirá que las sociedades puedan expresarse siempre en distintasposturas políticas, y escoger por las vías de la democracia, esto es porintermedio de la participación efectiva y equitativa, en las decisionespara establecer cuál sistema conviene más bajo determinadas circuns-tancias de tiempo y lugar. Una vez se ha tomado la decisión, casisiempre por la vía de las mayorías, la sociedad está abocada a acatar estaexpresión mayoritaria, pero además asumir las consecuencias de estadecisión.

De esta forma se llega al entendimiento perfecto de la democraciay sus efectos en la vida política, desde donde han de generarse lasdefensas necesarias para situaciones anómalas. Estas últimas, lasanomalías y fracturas al interior del sistema, sobrevienen cuandopartes de la sociedad no acatan las expresiones de la sociedad comoconjunto y pretenden desconocer sus voluntades. En tal caso prospe-ran expresiones con evidente sesgo político que conducen a situacio-nes de conflicto y revolución, en ese orden.

La justicia como equidad

Hay acierto del liberalismo político en cuanto plantea que la unidadsocial debe partir de la aceptación del modus vivendi de las personascomo base del acuerdo social, o del consenso mínimo esencial queconstituye el principio de la justicia, aunque quede por fuera lapreocupación comunitarista de dejar por fuera los asuntos morales.

Puesto que no se puede plantear la justicia sobre un consenso moral,la discusión de lo que es justo y permite construir equidad debelimitarse de lo estrictamente político, es decir, lo que tiene que ver conla vida práctica de las personas. En esto no puede haber más confusión,porque de otra manera el trabajo se extendería a temas filosóficos ymorales sobre los cuales las personas no están obligadas a llegar a unconsenso. Este es un principio liberal perfectamente claro: la sociedadno puede encontrar a discutir lo que está bien o mal desde lo moral sinolo que es justo de acuerdo con sus intereses y su expectativa sobre lavida.

El proyecto liberal, por lo tanto, en cuanto aporte filosófico, defineun marco conceptual y teórico que abre paso en esta discusión,esperando que las sociedades creen las condiciones necesarias paraalcanzar resultados indiscutibles en cuanto a lo que ha de ser justo enla ruta hacia la equidad, y se llegue en uso de la razón pública a unacuerdo libre en torno a los principios �justos� que regirán sus vidas

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y sus instituciones. En ello consiste el diálogo racional, no paraalcanzar una postura homogeneizada de la sociedad, sino todo locontrario, para reducir al mínimo esencial lo �igualitario� y dejar aplena libertad el resto de expresiones de la sociedad.

La propuesta demócrata es evidente y fuerte en cuanto busca abrirespacio hacia otros terrenos de la discusión no idealista, no individua-lista, menos racional, y entrar en planos de diálogo más abierto con larealidad de las sociedades demócratas actuales, que siempre son másconflictivas, más diversas y más recientemente muy poco determina-das, pero hay necesidad de percatarse que en ese terreno la posturaliberal no resulta necesariamente contradictoria.

CONCLUSIÓN

Cómo lograr un consenso en medio de un clima de tensión políticaevidente en casi todas las sociedades modernas. Lo que hemos hechoes ilustrar el pensamiento de Rawls para demostrar en qué medida escierto que la vida de la sociedad actual no es otra que el tránsitocontinuo hacia la libertad y la igualdad. La sociedad se mueve entreesos dos paradigmas como el péndulo de un reloj.

Los comunitaristas han hecho propios principios liberales según loscuales hay necesidad de preservar y fortalecer los derechos individua-les, y hacer esfuerzos para ponerlos al alcance de la regla de lasmayorías, pero sin perder de vista que es imprescindible e ineludibleproteger el pluralismo y las minorías contra la posible tiranía de lasmayorías. Así como el liberalismo político defiende los interesesindividuales, y procura llegar a un consenso amplio en torno a ellos,el comunitarismo podría avanzar también en la búsqueda de unamplio consenso en torno a lo que son los principios de la democraciapluralista sin desconocimiento de las libertades individuales.

En estos planteamientos finales puede notarse algo de admiraciónpor el trabajo liberal, y por supuesto un llamado de atención al trabajocomunitarista, lo cual es cierto, pero debe quedar claro que hemospartido de la base que ambos tienen una tarea fundamental en laconstrucción y consolidación política de las sociedades modernas. Talvez haya una ventaja liberal porque la sociedad actual es liberal, perono puede ocultarse la necesidad de avanzar en el fortalecimiento deprincipios democráticos que puedan hacer de las sociedades unescenario más propicio para la vida pacífica, el entendimiento y lacooperación. La teoría liberal hizo grandes aportes, y los pensadores

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comunitaristas han tomado la palabra; quizás haya un pensamientonuevo en el futuro cercano, quizás nuevas perspectivas para el desa-rrollo político de los pueblos, por tanto, la discusión no está terminada.

Bogotá D.C., agosto 19 de 2004

BIBLIOGRAFÍA

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