...Las crónicas de Narnia (en inglés: The Chronicles of Narnia) es una heptalogía de libros...

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  • Las crónicas de Narnia (en inglés: The Chronicles of Narnia) es unaheptalogíadelibrosinfantilesescritaporelescritoryprofesoranglo-irlandésC. S. Lewis entre 1949 y 1954. Relata las aventuras en Narnia, tierra defantasía y magia creada por el autor, y poblada por animales parlantes yotrascriaturasmitológicasquesevenenvueltasen laeterna luchaentreelbien y el mal. Aslan, un legendario león creador del país de Narnia, seconstituye como el auténtico protagonista de todos los relatos (si bien loscuatrohermanosPevensie:Peter,Susan,LucyyEdmund,aunqueausentesdirectamente en dos títulos, sirven de hilo conductor). La saga esconsideradaunclásicode la literatura infantil,yesel trabajomásconocidodel autor, habiendo vendidomás de 100millones de ejemplares, y siendotraducida amás de 41 idiomas. Las Crónicas de Narnia se han adaptadovarias veces, completa o en parte, por la radio, la televisión, el cine y elteatro. Además de numerosos temas cristianos tradicionales, la serie tomalospersonajesy las ideasde lamitologíagriegay lamitología romana,asícomodeloscuentosdehadastradicionalesbritánicoseirlandeses.

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  • C.S.Lewis

    LascrónicasdeNarnia:Lacoleccióncompleta

    LascrónicasdeNarnia-0

    ePubr2.2Sirius10.11.2017

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  • C.S.Lewis,2013Traducción:GemmaGallartDiseñodeportada:Sirius

    Editordigital:SiriusePubbaser1.2

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  • Elleón,labrujayelarmario

    Títulooriginal:TheLion,theWitchandtheWardrobeC.S.Lewis,1950

    Traducción:GemmaGallartEditordigital:Sirius

    CuatrohermanosdescubrenunarmarioquelessirvedepuertadeaccesoaNarnia,unpaís congeladoenun inviernoeternoy sinNavidad.Entonces, cumpliendocon lasviejas profecías, los niños —junto con el león Aslan— serán los encargados deliberar al reino de la tiranía de la Bruja Blanca y recuperar el verano, la luz y laalegríaparatodosloshabitantesdeNarnia.

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  • ParaLucyBarfield

    MiqueridaLucy:

    Escribí esta historia para ti, pero cuando la empecé no había caído en lacuentadequelasmuchachascrecenmásrápidamentequeloslibros.Porlotanto,yaeresmayorparaloscuentosdehadasy,paracuandoelrelatoestéimpresoyencuadernado,serásaúnmayor.Sinembargo,algúndíaseráslobastante mayor para volver a leer cuentos de hadas, y entonces podrássacarlodelaestanteríasuperior,quitarleelpolvoydecirmequéopinasdeél.Probablemente,yoestarétansordoquenoteoiré,yserétanviejoquenocomprenderénadadeloquedigas…Apesardetodoseguirésiendo…

    Tuafectuosopadrino,

    C.S.Lewis

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  • Capítulo1

    Lucysemeteenelarmario

    Había una vez cuatro niños que se llamaban Peter, Susan, Edmund yLucy, y estahistoriacuentaalgoquelessucediócuandolosenviaronlejosdeLondresdurantelaguerradebidoalosataquesaéreos.

    Los llevarona lacasadeunancianoprofesorquevivíaenelcentrodelpaís,amásdequincekilómetrosdelaestacióndeferrocarrilmáscercanayatreskilómetrosde la oficina de correos más próxima. No tenía esposa y vivía en una casa muygrandeconunamadellavesllamadaseñoraMacreadyytressirvientas(SellamabanIvy,MargaretyBetty,peronosonmuyrelevantesparaelrelato).Elprofesoreraunhombremuyviejoconunadesgreñadamatadepeloblancoqueletapabagranpartedelrostro,ademásdelacabeza,yalosniñoslescayóbiencasideinmediato;aunquelatardeenquellegaron,cuandosalióarecibirlosalapuertaprincipal,suaspectolesresultótanraroqueLucy,queeralamásjoven,letuvounpocodemiedo,yEdmund,queeraelsiguientemásjoven,sintióganasdeecharseareírytuvoquefingirtodoeltiempoquesesonabalanarizparadisimular.

    Aquellaprimeranoche,encuantodieronlasbuenasnochesalprofesorysubieronaacostarse,loschicosfueronalahabitacióndelaschicasydiscutieronlasituación.

    —Nos ha tocado la lotería, no cabe duda—dijo Peter—. ¡Esto es genial! Eseancianonosdejaráhacertodoloquequeramos—dijoPeteraSusan,EdmundyLucy.

    —Yopiensoqueesunancianoencantador—comentóSusan.—¡Vamos, anda! —exclamó Edmund, que estaba cansado aunque fingía no

    estarlo,algoquesiempreloponíademalhumor—.Noempiecesahablarasí.—¿Cómo?—inquirióella—.Yademás,¡tendríasqueestaryaenlacama!—Intentashablarcomomamá—replicóEdmund—.Y¿quiénerestúparadecir

    cuándotengoqueirmealacama?¿Porquénovasadormirtú?—¿Noseríamejorquenos fuéramos todos adormir?Seguroque se armaráun

    buenalborotosinosoyenhablandoaquí.—No,¡nadadeeso!—afirmóPeter—.Osdigoqueéstaeslaclasedecasadonde

    anadielevaaimportarloquehagamos.Detodosmodos,nonosoirán.Esnecesarioandaralmenosdiezminutosparairdesdeaquíalcomedor,ytambiénhayunabuenacantidaddeescalerasypasillosentreunsitioyelotro.

    —¿Quéeseseruido?—dijoLucyderepente.Era una casa mucho más grande que cualquier otra en la que la niña hubiera

    estado jamás, y pensar en todos aquellos pasillos largos e hileras de puertas queconducíanahabitacionesvacíasempezabaainquietarlaunpoco.

    —Noesmásqueunpájaro,boba—contestóEdmund.

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  • —Es un búho —afirmó Peter—. Este sitio será un lugar maravilloso paraobservarpájaros.Mevoyaacostar.Propongoquevayamosdeexploraciónmañana.Se puede encontrar de todo en un sitio como éste. ¿Visteis esasmontañas cuandoveníamos?¿Ylosbosques?Alomejorhayáguilas.Oquizáciervos.Seguroquehayhalcones.

    —¡Tejones!—exclamóLucy.—¡Zorros!—apuntóEdmund.—¡Conejos!—añadió Susan. Pero cuando llegó la mañana siguiente caía una

    lluvia persistente, tan torrencial que al mirar por la ventana no se veían ni lasmontañasnilosbosques,nisiquieraelarroyodeljardín.

    —¡Vaya,teníaquellover!—sequejóEdmund.Acababan de terminar de desayunar con el profesor y estaban arriba en la

    habitación que éste les había reservado: una larga y estrecha habitación con dosventanasquedabanenunadirecciónydosenotra.

    —Dejaderefunfuñar,Ed—dijoSusan—.Diezaunoaquedespejaenunahoramásomenos.Ymientras,nocreoquenosaburramos.Hayunaradioycantidaddelibros.

    —Nomeinteresan—declaróPeter—.Voyaexplorarlacasa.Atodoslespareciómuybuenaideayasífuecomoempezaronlasaventuras.Era

    unadeesascasasqueparecenno tenerfinal,yestaba llenade lugares inesperados.Lasprimeraspuertasqueprobaronconducíansóloadormitoriosdesocupados,comotodoshabíansupuesto;peronotardaronenllegaraunahabitaciónmuygrandellenade cuadros, y allí encontraron una armadura completa; y la siguiente fue unahabitación toda tapizada de verde, con un arpa en un rincón, y luego bajaron trespeldaños y subieron cinco, y a continuación apareció una especie de pequeñovestíbulo superior y una puerta que conducía a una galería y luego a una serie dehabitacionesque comunicabanunas conotrasy tenían lasparedes llenasde libros;casitodosloslibroseranmuyantiguosyalgunoseranmásgrandesquelaBibliadeuna iglesia. Casi a continuación se encontraron con una habitación que estabatotalmente vacía, a excepción de un enorme armario; uno de esos que tienen unespejo en la puerta. No había nada más en la estancia aparte de un moscón azulmuertoenelalféizardelaventana.

    —¡Aquínohaynada!—anuncióPeter,ytodossalieronentropel;todosexceptoLucy.

    Laniñasequedóatrásporquepensóquevalíalapenaintentarabrirlapuertadelarmario,aunqueestabacasiseguradequeestaríacerradaconllave.Antesusorpresaseabrióconfacilidadycayeronalsuelodosbolasdenaftalina.

    Almirardentro,viovariosabrigoscolgados,queensumayoríaeranlargosydepiel.NohabíanadaqueaLucylegustaramásqueeloloryeltactodelapiel,asíquesemetióinmediatamenteenelarmario,secobijóentrelosabrigosyrestregóelrostrocontra ellos, dejando la puerta abierta, desde luego, porque sabía que era una

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  • soberana tontería encerrarse en un armario. No tardó en introducirse más en él ydescubrió que había una segunda hilera de abrigos colgados detrás de la primera.Estabamuyoscuroallídentroasíqueestirólosbrazoshaciadelanteparanochocardecaracontraelfondodelarmario.Diounpasomás—luegodosotres—esperandosiemprepalparelfondodemaderaconlapuntadelosdedos;peronoloencontró.

    «¡Madremía! ¡Estearmarioesenorme!»,pensóLucy,avanzandomásaún,a lavez que apartaba a un lado los suaves pliegues de los abrigos para poder pasar.Entonces notó que había algo que crujía bajo sus pies. «¿Serán más bolas denaftalina?», sepreguntó, inclinándoseparapalparlocon lamano.Peroen lugardetocar la dura y lisa madera del suelo del armario, tocó algo blando, arenoso ysumamentefrío.

    —Estoesmuyraro—dijo,ydiounpasoodosmásalfrente.Alcabodeuninstantesepercatódequeloquelerozabaelrostroylasmanosya

    noerasuavepielsinoalgoduroyásperoeinclusoespinoso.—¡Vaya,perosisonramasdeárboles!—exclamó.Yentoncesvioquehabíaunaluzmásadelante;nounoscuantoscentímetrosmás

    alládondedeberíahaberestadolaparteposteriordelarmario,sinobastantemáslejos.Algofríoyblandolecaíaencima,ynotardóendescubrirqueestabadepieenmediodeunbosqueenplenanocheconnievebajolospiesycoposcayendodesdeloalto.

    Lucy se asustó un poco, pero también la embargó la curiosidad y la emoción.Miróporencimadelhombroyallí,entrelososcurostroncosdelosárbolespudoveraún lapuertaabiertadelarmarioe inclusovislumbrar lahabitaciónvacíade laquehabíapartido;pues,comoeradeesperar,habíadejadolapuertaabierta,yaquesabíaqueeraunasoberanatonteríaencerrarseenunarmario.Allíaúnparecíaserdedía.«Siemprepuedoregresarsialgosalemal»,pensó,yempezóaavanzar,conlanievecrujiendo bajo sus pies mientras cruzaba el bosque en dirección a la otra luz. Laalcanzóalcabodeunosdiezminutosydescubrióquesetratabadeunfarol.Mientrasestabaallídepie,contemplándola,preguntándoseporquéhabíaunfarolenmediodeun bosque y también qué haría a continuación, oyó un golpeteo de pasos que sedirigíanhaciaella.Y,casiinmediatamentedespués,unapersonamuyextrañasurgiódelosárbolesypenetróenelhazdeluzqueproyectabaelfarol.

    EraapenasunpocomásaltoqueLucyy sosteníaunparaguas sobre la cabeza,blanco por la nieve. De la cintura para arriba era igual que un hombre, pero suspiernaserancomolasdeunacabra—conunpelajedeunnegrolustroso—yenlugardepiesteníapezuñasdecabra.Tambiénteníacola,peroLucynolavioalprincipioyaquereposabatranquilamentesobreelbrazoquesosteníaelparaguasparaimpedirquesearrastraraporlanieve.

    Llevaba una bufanda roja de lana alrededor del cuello y su piel también erabastanterojiza.Teníalacaramenuda,extrañaperoagradable,conunabarbacortaypuntiagudayunamelenarizadadelaquesobresalíandoscuernos,unoacadaladodela frente.Como ya he dicho, con unamano sostenía el paraguas; en el otro brazo

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  • llevaba varios paquetes envueltos en papel marrón. Entre los paquetes y la nieveparecía que acabara de realizar sus compras deNavidad. El recién llegado era unfauno, y cuando vio a Lucy se sobresaltó de tal modo que dejó caer todos lospaquetes.

    —¡VálgameDios!—exclamóelfauno.

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  • Capítulo2

    LoqueencontróLucy

    —Buenastardes—saludóLucy.Elfaunoestabatanconcentradoenhacerseconlospaquetesquealprincipiono

    respondió,perocuandohuboacabado,lededicóunalevereverencia.—Buenas tardes, buenas tardes —respondió—. Perdona, no quisiera resultar

    curioso,pero¿meequivocoalpensarqueeresunaHijadeEva?—MellamoLucy—respondióella,sincomprenderexactamenteaquéserefería

    él.—Pero,perdonasiinsisto,¿eresloquesellamaunachica?—Desdeluegoquesoyunachica.—¿Ereshumanadeverdad?—Pues¡claroquesoyhumana!—respondióLucy,todavíaalgodesconcertada.—Porsupuesto—dijoelfauno—.¡Quétontosoy!Peroesquejamáshabíavisto

    aunHijodeAdánni aunaHijadeEva.Encantadode conocerte.Esdecir…—Yentoncessedetuvocomosihubieraestadoapuntodedeciralgosinquererperosehubiera contenido a tiempo—. Encantado, encantado—repitió—. Permite que mepresente.MellamoTumnus.

    —Encantadadeconocerte,señorTumnus—contestóella.—Ypuedopreguntar,Lucy,HijadeEva—inquirió el señorTumnus—,¿cómo

    hasentradoenNarnia?—¿Narnia?¿Quéeseso?—Ésta es la tierra de Narnia—respondió el fauno—, donde nos encontramos

    ahora; todo lo que hay entre el farol y el gran castillo de Cair Paravel en el maroriental.Ytú…¿hasvenidodesdelosBosquesSalvajesdelOeste?

    —En… entré a través del armario de la habitación de invitados.—RespondióLucy.

    —¡Ah!—dijoelseñorTumnusconvozalgomelancólica—.Sihubieraestudiadomás geografía de pequeño, sin duda conocería de memoria esos extraños países.Ahorayaesdemasiadotarde.

    —Pero¡sinoesotropaís!—protestóLucy,casiriendo—.Estájustoahídetrás…,almenos…noestoysegura.Allíesverano.

    —Mientras tanto—indicó el señor Tumnus—, en Narnia es invierno, y es asídesdehaceunaeternidad,asíquenosresfriaremossinosquedamosaquícharlandoenlanieve.HijadeEvadellejanopaísdeTacióndeInvitadosdondereinaelveranoeternoalrededordelaluminosaciudaddeArmaRío,¿tegustaríairacenarconmigo?

    —Muchas gracias, señor Tumnus —respondió ella—; pero creo que debería

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  • regresar.—Está a la vuelta de la esquina —dijo el fauno—, y habrá un buen fuego

    encendido…,ytostadas…,ysardinas…,ytarta.—Vaya, eres muy amable —aceptó Lucy—. Pero no podré quedarme mucho

    tiempo.—Simetomasdelbrazo,HijadeEva—indicóelseñorTumnus—,sostendréel

    paraguasdeformaquenoscubraalosdos.Perfecto.Ahora…,enmarcha.Así fue como Lucy se encontró andando por el bosque, del brazo de aquella

    extrañacriaturacomosiseconocierandetodalavida.Nohabíanandadomuchocuandollegaronaunlugardondeel terrenosevolvía

    escarpadoyhabíarocasportodaspartesycolinasbajasquelocubríantodo.AlllegaralfondodeunpequeñovalleelseñorTumnusgirórepentinamenteaunladocomosituviera intención de entrar directamente en una enorme roca, pero en el últimoinstanteLucydescubrióqueconducíaalaentradadeunacueva.Encuantoestuvieronen el interior, la pequeña parpadeó, deslumbrada por la luz del fuego de leña.Entoncessuacompañantese inclinóy tomóun llameantemaderodel fuegoconunparde tenazaselegantesymenudas,yencendióuna lámpara.—Vaaestar listoenseguida—anunció,einmediatamentecolocóunateteraenelfuego.

    Lucypensóquenuncahabíavistounlugartanbonito.Eraunaacogedoracuevasecaylimpia,depiedrarojiza,conunaalfombraenel

    suelo, dos sillas pequeñas.—«Una para mí y otra para un amigo», dijo el señorTumnus—,unamesa,unacómoda,unarepisasobrelachimenea,yencimadeésta,uncuadrodeunfaunoancianoconunabarbagris.EnunaesquinahabíaunapuertaqueLucysupusoquedebíadeconduciraldormitoriodesuanfitrión,yenunaparedhabíaunaestantería llenade libros.Laniña loscontemplómientraséldisponía lascosasparaelté;teníantítuloscomoVidaycartasdeSilenooNinfasysuscostumbresuHombres,monjesyguardabosques;Unestudiodelaleyendapopularo¿Eselserhumanounmito?

    —¡Yaestá,HijadeEva!—dijoelfauno.Lacenaestabariquísima.Consistióenunexcelentehuevomarrón,pocohervido,

    paracadauno; luego, sardinas conpan; a continuación, tostadasconmantequillaytostadas conmiel, y para terminar, una tarta recubierta de azúcar.CuandoLucy secansódecomer,elfaunoempezóahablar;teníarelatosmaravillososquecontarsobrelavidaenelbosque.

    Le habló de las danzas a medianoche y de cómo las ninfas que vivían en lospozosylasdríadasquehabitabanenlosárbolessalíanabailarconlosfaunos;delaslargascaceríasenposdelciervoblancocomolalechequepodíaconcedertedeseossilocapturabas;de losbanquetesy lasbúsquedasde tesoroscon los salvajesEnanosRojos en las profundasminas y cavernas situadas bajo el suelo del bosque, a granprofundidad;tambiénlehablódelverano,cuandolosbosqueseranverdesyelviejoSilenomontadoensurechonchoasnoacostumbrabaavisitarlos,yavecesinclusoel

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  • mismo Baco los honraba con su visita; le contó como en aquellas ocasiones losarroyos fluían con vino en lugar de agua y como todo el bosque se entregaba aljolgoriodurantesemanasenteras.

    —Aunqueahorasiempreesinvierno—añadióconmelancolía.Acontinuación,paraanimarse,sacódeunestuchecolocadosobrelacómodauna

    curiosa flauta que parecía estar hecha de paja, y empezó a tocar. Lamelodía queentonóhizoqueLucydesearagritar, reír,bailaryecharseadormir, todoalmismotiempo. Sin duda habían transcurrido ya algunas horas cuando la niña sacudió lacabezaydijo:

    —Perdona,señorTumnus,sientomuchotenerqueinterrumpirte;laverdadesquemeencantaesamelodía,perodeboiracasa.Sólopensabaquedarmeunosminutos.

    —Yanosirvedenada—indicóelfauno,dejandolaflautaysacudiendolacabezamuyapenado.

    —¿Queyanosirvedenada?—inquirióLucy,poniéndoseenpiedeunsaltoaltiempo que se iba alarmando—. ¿Qué significa eso? Tengo que irme a casa ahoramismo. Los demás se estarán preguntando quéme ha sucedido.—Al cabo de unmomento,preguntó—:¡SeñorTumnus!¿Quésucede?

    Losojoscastañosdel faunosehabían llenadode lágrimasque,alpoco tiempo,empezaronaresbalarporsusmejillasynotardaronenrodartambiénporlapuntadesunariz;yfinalmentelacriaturasecubrióelrostroconlasmanosyempezóallorardesconsoladamente.

    —¡SeñorTumnus! ¡SeñorTumnus!—dijoLucymuy angustiada—. ¡No llores!¡Nollores!¿Quésucede?¿Noteencuentrasbien?QueridoseñorTumnus,dimequéocurre.

    Pero el fauno siguió sollozando como si se le fuera a partir el corazón; y nisiquiera cuando Lucy se inclinó hacia él, lo rodeó con los brazos y le prestó supañuelo,sedetuvo.Selimitóatomarelpañueloylousósincesar,retorciéndoloconambasmanoscadavezqueestabatanempapadoquenoabsorbíanada,demodoquealpocotiempoLucyseencontródepieenmediodeuncharquitodeagua.

    —¡SeñorTumnus!—vociferólaniñaensuoído,zarandeándolo—.Dejadellorar.¡Cálmatedeunavez!Deberíadartevergüenza,unfaunograndotecomotú.¿Porquédiabloslloras?

    —¡Bua!—sollozóél—.Lloroporquesoyunfaunomalísimo.—Yonocreoqueseasunfaunomalo—respondióella—.Creoqueeresunfauno

    muybueno.Ereselfaunomásgentilqueheconocidojamás.—Snif,snif.Nodiríasesosilosupieras—replicóélentresollozos—.No,soyun

    faunomalo. No creo que haya habido jamás un fauno peor desde el principio delmundo.

    —Pero¿quéesloquehashecho?—Encambiomipadre—continuóelseñorTumnus—;ahíestásuretrato,sobrela

    repisadelachimenea.Éljamáshabríahechoalgoasí.

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  • —¿Algocomoqué?—inquirióLucy.—Como lo que yo he hecho—respondió el fauno—. Entrar al servicio de la

    BrujaBlanca.¡Esoesloquepasa!EstoyalserviciodelaBrujaBlanca.—¿LaBrujaBlanca?¿Quiénes?—Vaya,puesellaesquientieneatodaNarniabajosudominio.Esellaquienhace

    quesiempreseainvierno.SiempreinviernoynuncaNavidad;¡imagínatelo!—¡Quéhorror!Pero¿cuálestufunción?—Esoeslopeordetodo—respondióélconunprofundogemido—.Actúocomo

    secuestradorparaella,esoesloquesoy.Mírame,HijadeEva.¿Creeríasquesoylaclasedefaunoqueencuentraaunapobrecriaturainocenteenelbosque,alguienquejamásmehahechoningúndaño,yfingeseramableconella,ylainvitaasucueva,todoparaconseguiradormecerlayluegoentregarlaalaBrujaBlanca?

    —No—respondióLucy—;estoyseguradequetúnoharíasnadaparecido.—Perolohehecho.—Bueno—dijoelladespacio,puesdeseabasersinceraperoalmismotiempono

    ser demasiado dura con él—, bueno, no estuvo nada bien. Pero te sientes tanarrepentidoqueestoyseguradequenolovolverásahacer.

    —HijadeEva,¿esquénoloentiendes?—respondióelfauno—.Nomerefieroaalgoqueocurrióhacetiempo.Hablodeloquesucedeenestemismoinstante.

    —¿Quésignificaeso?—exclamóella,palideciendo.—Lacriaturaerestú—dijoTumnus—.TeníaórdenesdelaBrujaBlancadeque

    si alguna vez veía a un Hijo de Adán o a una Hija de Eva en el bosque, debíacapturarlosyentregárselosaella.Ytúereslaprimeraconlaquemehetropezado.Yhefingidosertuamigoyteheinvitadoacenar,ydurantetodoeltiempomiintenciónhasidoesperarhastaqueestuvierasdormidayluegoiracontárseloaella.

    —Pero no lo harás, señor Tumnus —replicó Lucy—. ¿A que no? Creorotundamentequenodebeshacerlo.

    —Sinolohago—respondióél,rompiendoallorarotravez—,seguroqueellalodescubre. Y hará queme corten la cola y los cuernos yme arranquen la barba, yagitarásuvaritasobremishermosaspezuñashendidasylasconvertiráenhorrorososcascos compactos como los de un miserable caballo. Y si se siente crecida yespecialmenteenojada,meconvertiráenpiedraynoseréotracosaqueunaestatuaensuhorriblecasahastaqueesténocupadosloscuatrotronosdeCairParavel;algoqueDiossabecuándosucederá,¡siesquesucedealgúndía!

    —Lo siento mucho, señor Tumnus —indicó Lucy—, pero, por favor, déjameregresaracasa.

    —Claroqueloharé.Desdeluegoquetengoquehacerlo.Ahoramedoycuenta.Nosabíacómoeranloshumanoshastaqueteconocí.Claroquenotepuedoentregara la Bruja Blanca; no, ahora que te conozco. Pero debemos irnos en seguida. Teacompañaré hasta el farol. Supongo que desde allí sabrás encontrar el camino devueltaalaTacióndeInvitadosyaArmaRío.

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  • —Estoysegura.—Debemossersigilosos—aconsejóelseñorTumnus—.Elbosqueestá repleto

    deespías.Inclusoalgunosárbolesestándesulado.Ambossepusierondepieydejaron losplatosy los restosde lacena.El señor

    TumnusvolvióaabrirsuparaguasyaofrecerelbrazoaLucy,ysalieronlosdosalanieve. El viaje de vuelta no se pareció en nada al viaje hasta la cueva del fauno;avanzaronconsumocuidado,sindecirunapalabra,yelseñorTumnuseligióentodomomentolaszonasmásoscuras.Lucysesintióaliviadacuandoalcanzaronelfarol.

    —¿Sabesregresardesdeaquí,HijadeEva?—preguntóelseñorTumnus.Lucymiróconmuchaatenciónporentre losárbolesyconsiguiódistinguira lo

    lejoselfragmentodeluzquerecordabaalaluzdeldía.—Sí—anunció—,yaveolapuertadelarmario.—Entoncesveteacasatanrápidocomopuedas—indicóelfauno—,y…¿pu…

    puedesperdonarmeporloquepensabahacer?—Puesclaroquesí—respondióella,estrechandoconentusiasmosumano—.Y

    esperodetodocorazónquenotemetasenunlíoterriblepormiculpa.—Adiós,HijadeEva—dijoél—.¿Puedoquedarmeelpañuelo,porfavor?—¡Porsupuesto!—respondióLucy.Laniñaechóacorrerhaciaeldistante retazode luzdeldíaa toda lavelocidad

    quelepermitíanlaspiernasy,alpocotiempo,enlugardelrocedelasásperasramassintióelcontactodeabrigos,yenlugardenievecrujientebajolospiesnotótablasdemadera,yde repente se encontró saltando fueradel armarioa lamismahabitaciónvacíadesdelaquesehabíainiciadosuaventura.Cerróbienlapuertadelarmariotrasellaymiróasualrededor,jadeante.Llovíaaúnyoyólasvocesdesushermanosenelpasillo.

    —¡Estoyaquí!—chilló—.¡Heregresado,estoybien!Nopasanada.

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  • Capítulo3

    Edmundyelarmario

    Lucysaliócorriendodelahabitaciónvacíaalpasilloyencontróallíalosotrostres.—Nopasanada—repitió—.Heregresado.—¿Dequédiablosestáshablando,Lucy?—preguntóSusan.—Pues—respondiólaniñaconasombro—,¿nomehabéisechadodemenos?—Así que te habías escondido, ¿no es eso? —dijo Peter—. ¡Pobre Lu! ¡Se

    escondeynadiesedacuenta!Tendrásqueescondertedurantemástiemposiquieresquelagentetebusque.

    —Perosiheestadofuerahorasyhoras—protestóLucy.Losdemásintercambiaronmiradasdesorpresa.—¡Chiflada!—declaróEdmund,dándosegolpecitosenlacabeza—.¡Totalmente

    chiflada!—¿Quéquieresdecir,Lu?—inquirióPeter.—Lo que he dicho —respondió ella—. Entré en el armario justo después de

    desayunar,yheestadofueramilesdehoras,¡hastahecenado!Yhanocurridotodaclasedecosas.

    —Noseastonta,Lucy—dijoSusan—.Acabamosdesalirdeesahabitaciónhaceunmomento,ytúestabasallí.

    —Noestonta—intervinoPeter—,simplementesehainventadounahistoriaparadivertirse,¿verdad?Y¿quéhaydemaloeneso?

    —No,Peter,noesverdad—insistióella—.Es…esunarmariomágico.Hayunbosqueensuinterior,ynieva,yhayunfaunoyunabruja.EllugarsellamaNarnia;venidaverlo.

    Los otros no sabían qué pensar, pero Lucy estaba tan nerviosa que todosregresaronconellaalahabitación.Laniñaseadelantócorriendo,abriódeparenparlapuertadelarmarioyexclamó:

    —¡Yaestá!Entradyvedlovosotrosmismos.—Vamos, boba—dijoSusan, introduciendo la cabeza a la vez que retiraba los

    abrigos—,no esmásqueun armarionormal y corriente; ¡mirad!Ahí está la parteposterior.

    Entonces todosmetieron la cabezay apartaron los abrigos; y todosvieron—lamisma Lucy lo vio— un armario totalmente normal. No había bosque ni nieve,únicamentelaparteposteriordelarmario,conganchosclavadosenella.Peterentróygolpeólamaderaconlosnudillosparaasegurarsedequeeramaciza.

    —Una bromamuy divertida, Lu—declaró cuando volvió a salir—, nos habíasengañado,deboadmitirlo.Hemosestadoapuntodecreerte.

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  • —Peronoeraunabroma,¡quéva!—protestóella—,hablabaenserio.Haceunmomentotodoeradistinto.Deverdad.Loprometo.

    —Vamos,Lu—dijoPeter—,teestáspasando.Labromayanohacegracia.¿Noseríamejordejarloya?

    Lucy enrojeció violentamente y trató de decir algo, aunque apenas sabía quéintentabadecir,yacontinuaciónprorrumpióenlágrimas.

    Durante los días siguientes la pequeña se sintiómuy desdichada. Podría haberhecho las paces con sus hermanos con suma facilidad en cualquiermomento si sehubieraresignadoadecirquetodoelasuntoerasimplementeunahistoriainventada;peroLucyeraunaniñamuysinceraysabíaqueenel fondo tenía razón;yporesemotivonopodíadecirlocontrario.Losotros,quepensabanquelesmentía,ydeunaformaabsurda, lahicieron sentirsemal.Losdosmayores lohicieron sin intención,peroEdmundpodíasermalicioso,yenaquellaocasiónlofue.SeburlabadeLucyynodejabadepreguntarlesihabíaencontradootrosmundosenlasalacenasdelacasa.Lo peor fue que se suponía que aquellos días debían ser deliciosos. El tiempo eraestupendo y estaban al aire libre desde la mañana hasta la noche, bañándose,pescando,subiendoalosárbolesyacostándoseenlosbrezos.Sinembargo,Lucynoconseguíadisfrutardetodoaquello.Lascosascontinuaronasíhastaelsiguientedíadelluvia.

    Esedía,cuandoalcaer la tardevieronquenohabíaelmenor indiciodequeeltiempo fuera a mejorar, decidieron jugar al escondite. A Susan le tocó ser quienbuscaba y en cuanto los demás se desperdigaron para esconderse, Lucy fue a lahabitacióndondeestabaelarmario.Noerasu intenciónocultarseallí,porquesabíaque con eso sólo conseguiría hacer que sus hermanos volvieran a hablar de aquelbochornoso asunto. Lo que sí quería era volver a echar unamirada en su interior;puesparaentoncesempezabaapreguntarsesiNarniayelfaunonohabríansidounsueño. La casa era tan grande y complicada y llena de escondites que pensó quetendríatiempodeecharunaojeadadentrodelarmarioyluegoocultarseenotraparte.Peroencuanto llegó juntoaéloyópasosenelpasillo fuerade lahabitación,ynopudohacerotracosaquesaltaralinteriordelarmarioysujetarlapuertacerradatrasella.Nolacerródeltodoporquesabíaqueeraunasoberanatonteríaencerrarseenunarmario,aunquesetrataradeunomágico.

    Resultó que los pasos que había oído eran los de Edmund; y éste entró en lahabitaciónjustoatiempoparaveraLucydesaparecerenelinteriordelarmario.Alinstantedecidióentrar tambiénél;noporque loconsideraraun lugarespecialmentebueno para esconderse, sino porque quería seguir fastidiando a la niña sobre sumundo imaginario. Abrió la puerta. Allí estaban los abrigos colgados como decostumbre,acompañadosdeunoloranaftalina,ytambiénhabíaoscuridadysilencio,y ni rastro de Lucy. «Cree que soy Susan, que ha venido a atraparla —se dijoEdmundpara sí—,yporeso sequedamuyquietaenel fondo».Saltóal interiorycerró la puerta, sin pensar en la tontería que acababa de hacer. Luego empezó a

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  • buscaraLucypalpandolaoscuridad.Esperabaencontrarlaenunospocossegundosysesorprendiómuchocuandonofueasí.Decidióvolveraabrirlapuertaydejarentrarunpocodeluz;perotampococonsiguióencontrarlapuerta.Aquellonolegustónadayempezóabuscaratientasdesesperadamenteentodasdirecciones;inclusogritó:

    —¡Lucy!¡Lu!¿Dóndeestás?Séqueestásaquí.NohuborespuestayEdmundobservóquesuvozteníaunsonidocurioso;noel

    sonidohuecoquecabeesperardentrodeunarmario,sinounaclasedesonidopropiodelairelibre.Tambiénsediocuentadequesentíaunfríoinesperado;yentoncesviolaluz.

    —Menosmal—dijo—,lapuertadebedehaberseabiertosola.Olvidó todo lo referente a Lucy y fue en dirección a la luz, pues pensaba que

    provenía de la puerta abierta del armario. Sin embargo, en lugar de salir a lahabitaciónde invitadosseencontrósaliendode lasombradeunosabetos tupidosyoscurosparairapararaunlugaraldescubiertoenmediodeunbosque.

    Había nieve crujiente y virgen bajo sus pies, ymás nieve en las ramas de losárboles.Sobresucabezaseextendíauncieloazulpálido, laclasedecieloqueunocontemplaporlamañanaenunespléndidodíainvernal.Vioporentrelostroncosdelosárbolescomoelsolempezabaasalir,muyrojoynítido.Todoestabaencompletosilencio, como si él fuera el único ser vivo de aquel país.No había ni siquiera unpetirrojo o una ardilla entre los árboles, y el bosque se prolongaba hasta dondealcanzabasuvistaentodasdirecciones.Seestremeciódefrío.

    EnaquelmomentorecordóqueestababuscandoaLucy,ytambiénlomuchoquese había burlado de su «mundo imaginario», que ahora resultaba ser todo menosimaginario.Sedijoquelaniñadebíadeestarenalgunaparte,nomuylejosy,porlotanto,lallamóagritos:

    —¡Lucy!¡Lucy!Tambiénestoyaquí…soyEdmund.Noobtuvorespuesta.«Estáenojadaportodaslascosasquelehedicho»,pensó.Nolegustabaadmitir

    quesehabíaequivocado,pero tampoco legustabamuchoestar soloenaquel lugarextrañoyfrío;demodoquevolvióagritar:

    —¡Eh,Lucy!Sientonohabertecreído.Ahoramedoycuentadequeteníasrazóndesdeelprincipio.Anda,sal.Vamosahacerlaspaces.

    Siguiósinrecibirrespuesta.«Unachicateníaqueser—dijoparasí—,estaráenfurruñadaenalgunaparte,y

    noquerráaceptarunadisculpa».Volvióamirarasualrededorydecidióqueno legustabamuchoaquel lugar,y

    casihabíadecididovolveracasacuandooyó,muylejosenelbosque,unsonidodecascabeles.Aguzóeloídoyelsonidoseacercómásymás,hastaquealfinalaparecióvelozantesuvistauntrineotiradopordosrenos.

    Los renos eran del tamaño de ponies y su pelaje era tan blanco que incluso lanieve perdía blancura comparada con ellos; las ramificadas cornamentas tenían un

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  • bañodoradoybrillabancomosillamearancuandolasalcanzabanlosrayosdelsol.Losarneseserandecueroescarlatayestabancubiertosdecascabeles.Enel trineo,conduciendo los renos, estaba sentadounenano rechonchoque,depie,nomediríamásdeunmetrodealtura.Ibavestidoconpielesdeosopolaryenlacabezallevabaungorropuntiagudodecolorrojoconunalargaborladoradacolgandodelapunta;unaenormebarbalecubríalasrodillasyleservíademanta.Perodetrásdeél,enunasientomuchomáselevadoenelcentrodel trineoestabasentadaunapersonamuydistinta: una gran dama, más alta que cualquier mujer que Edmund hubiera vistojamás.Tambiénibacubiertadepielesblancashasta lagarganta,sosteníaunlargayrectavaritadoradaenlamanoderechaylucíaunacoronadeoroenlacabeza.Teníael rostro blanco; no simplemente pálido, sino blanco como la nieve, el papel o elazúcarenpolvo,aexcepcióndelaboca,queeradeunrojointenso.Elsuyoeraunrostrohermosoenotrosaspectos,aunquetambiénorgulloso,fríoysevero.

    El trineo era algo digno de contemplarse mientras se acercaba veloz haciaEdmund con los cascabeles tintineando y el enano haciendo chasquear el látigomientraslanievevolabaporlosairesaambosladosdelvehículo.

    —Detente—ordenó ladama,yel enanodetuvoa los renoscon tantaviolenciaqueestuvieronapuntodecaersentados.

    Noobstante,losanimalesserecuperaronenseguida,ypermanecieroninmóvilesmordisqueandoy resoplando.Enelairehelado,elalientoquesurgíadesusollaresparecíahumo.

    —Perdona,y¿túquéeres?—inquirióladama,mirandoconseveridadaEdmund.—Me…me…mellamoEdmund—respondióésteconciertavergüenza,puesno

    legustabanadaelmodoenqueellalomiraba.Lamujerfruncióelentrecejo.—¿Esasícomotedirigesaunareina?—preguntó,conexpresiónmásseveraaún.—Lepidoperdón,majestad,nolosabía—respondióél.—¿Noconocías a la reinadeNarnia?—exclamóella—. ¡Ja!Yanosconocerás

    mejordeahoraenadelante.Perorepito:¿quéeres?—Porfavor,majestad—dijoEdmund—,noséaquéserefiere.Voyalaescuela,

    bueno,duranteelperíodoescolar,ahoraestoydevacaciones.

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  • Capítulo4

    Deliciasturcas

    —Pero¿qué«eres»?—repitiólareina—.¿Eresunenanodemasiadocrecidoquesehacortadolabarba?

    —No,majestad.Jamáshetenidobarba.Soyunniño.—¡Unniño!—exclamóella—.¿MeestásdiciendoqueeresunHijodeAdán?Edmund permaneció muy quieto, sin decir nada. Se sentía demasiado

    desconcertadoenaquellosmomentosparacomprenderloquesignificabalapregunta.—Ya veo que eres un imbécil, de eso no cabe duda —añadió la reina—.

    Respóndeme,deunavezportodas,operderélapaciencia.¿Ereshumano?—Sí,majestad—contestóEdmund.—Y¿cómo,sipuedosaberlo,penetrasteenmisdominios?—Porfavor,majestad,entréatravésdeunarmario.—¿Unarmario?¿Aquéterefieres?—A…abríunapuertaymeencontréaquí,majestad—replicóEdmund.—¡Ja!—dijo la reina, hablando más para sí que para él—. Una puerta. ¡Una

    puerta desde elmundode los humanos!Heoídohablar de tales cosas.Estopuedeestropearlotodo.Peroessólouno,ypuedoocuparmefácilmentedeél.

    MientrasdecíaaquelloselevantódesuasientoymiróaEdmunddirectamenteala cara, con ojos llameantes; en esemismo instante alzó su varita. Edmund estabaconvencidodequeladesconocidaibaahaceralgohorribleperosesentíaincapazdemoverse.Entonces,justocuandoyasedabaporperdido,ellapareciócambiardeidea.

    —Mi pobre criatura —dijo en un tono de voz bastante distinto—, ¡parecescongelado! Ven y siéntate conmigo aquí en el trineo; colocaré mi manto a tualrededoryconversaremos.

    AEdmundnolegustónadaaquelplanperonoseatrevióadesobedecer;montóeneltrineoysesentóasuspies,yellacolocóunplieguedelmantoasualrededoryloarropóbienconél.

    —¿Talvezalgocalienteparabeber?—sugiriólareina—.¿Tegustaría?—Sí,por favor,majestad—respondióEdmund,aquien lecastañeteabanya los

    dientes.Lareinasacódeentresusenvolturasunabotellamuypequeñaqueparecíahecha

    decobre.Luego,extendiendounbrazo,dejócaerunagotadesucontenidosobrelanieve junto al trineo. Edmund vio la gota durante un segundo flotando en el aire,refulgente como un diamante. Pero en cuanto tocó la nieve se produjo un siseo yapareció una copa adornada con joyas llena de algo que humeaba. El enano seapresuróaalcanzarelrecipienteyseloentregóaEdmundconunareverenciayuna

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  • sonrisa;unasonrisanomuyagradable.Elniñosesintiómuchomejormientrasempezabaasorberlabebidacaliente.Era

    algoque jamáshabíaprobadoantes,muydulce,espumosoycremoso,y localentóhastalapuntadeldedogordodelpie.

    —Resulta insulso, Hijo de Adán, beber sin comer—dijo entonces la reina—.¿Quétegustaríacomer?

    —Deliciasturcas,porfavor,majestad—respondióEdmund.Lareinadejócaerotragotadelcontenidodelabotellasobrelanieve,yalinstante

    aparecióunacajaredonda,atadaconunacintadesedaverde,que,alabrirla,resultócontenermásdeunkilode lasmejoresdelicias turcas.Lasporcioneserandulcesyapetitosas hasta el mismo centro y el niño no había saboreado nunca nada másdelicioso.Comoyahabíaentradoencalor,sesentíamuyagusto.

    Mientras comía, la reina no dejó de hacerle preguntas. Al principio Edmundintentórecordarqueesdemalaeducaciónhablarconlabocallena,peronotardóenolvidarlo y en pensar en engullir tantas delicias turcas como le fuera posible, ycuantasmáscomía,másdeseabacomer,yenningúnmomentosepreguntóporquélareina se mostraba tan curiosa. La mujer consiguió que le contara que tenía unhermanoydoshermanas,queunadesushermanasyahabíaestadoenNarniayhabíaconocidoaunfauno,yquenadieexceptoél,suhermanoysushermanas,sabíadelaexistencia de Narnia. Pareció especialmente interesada en el hecho de que ellosfuerancuatro,ynohacíamásquevolversobreeltema.

    —¿Estássegurodequesoiscuatro?—preguntaba—.¿DosHijosdeAdánydosHijasdeEva,niunomásniunomenos?

    YEdmund,conlabocallenadedeliciasturcas,contestabaunayotravez:—Sí,yaselohedicho—respondió,olvidándosedellamarla«majestad»,aunque

    aellayanoparecíaimportarle.Por fin se agotaron todos los dulces yEdmund se quedómirando con fijeza la

    cajavacíaconlaesperanzadequeellalepreguntarasiqueríamás.Probablementelareinasabíabienloqueélpensaba,puessabía,aunqueEdmundno,queaquellaserandelicias turcasencantadasyque todoelqueprobaraunaquerríamásymás,yqueincluso,siselopermitían,seguiríacomiéndolashastamoriratorado.Sinembargonoleofreciómásy,enlugardeeso,ledijo:

    —Hijo de Adán, me gustaría mucho ver a tu hermano y a tus dos hermanas.¿Querrásvenirconellosaverme?

    —Lointentaré—respondióEdmund,mirandoaúnlacajavacía.—Porquesiregresas,trayéndoloscontigo,claro,podrédartemásdeliciasturcas.

    Nopuedohacerloahora,lamagiasólofuncionaunavez.Enmicasaseríadiferente.—¿Porquénopodemosirahoraasucasa?—inquirióél.Al subir al trineo había temido que ella pudiera llevárselo a algún lugar

    desconocidodelquenopodríaregresar;peroyalohabíaolvidado.—Mi casa es un lugar encantador —dijo la reina—. Estoy segura de que te

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  • gustaría.Hayhabitacionesenterasllenasdedeliciasturcas,yloqueesmás,notengohijos.QuierounmuchachoagradablealquepuedaeducarcomopríncipeyqueseareydeNarniacuandoyoyanoesté.Mientrasfuerapríncipellevaríaunacoronadeoroysepasaríaeldíacomiendodeliciasturcas;ytúereseljovenmásinteligenteyapuestoqueheconocidojamás.Creoquemegustaríaconvertirteenpríncipe…algúndía,cuandovuelvasconlosdemás.

    —¿Porquénoahora?—preguntóEdmund.El rostro del niño había enrojecido terriblemente y tenía la boca y los dedos

    pegajosos.Noteníaniaspectointeligenteniapuesto,dijeraloquedijeralareina.—Perositellevaraallíahora—respondióella—,noveríaatuhermanoniatus

    hermanas.Tengomuchointerésenconoceratusencantadoresparientes.Túserásmipríncipey,másadelante,el rey;esoquedaacordado.Sinembargo, tienesque tenercortesanosynobles.Haréduqueatuhermanoyduquesasatushermanas.

    —Pero ellos no son nada del otro mundo —protestó Edmund—, y de todosmodos,siemprepodríatraerlosdevisita.

    —Ah,perounavezestuvierasenmicasa—dijo lareina—,talvez teolvidarascompletamente de ellos. Te divertirías tanto que no querrías molestarte en ir abuscarlos.No;debes regresar a tupaís ahoramismoyvenir avermeotrodía, conellos,locomprendes.Denadasirvequevengassinellos.

    —Peronisiquieraconozcoelcaminoderegresoamimundo—suplicóél.—Esoesfácil—respondiólareina—.¿Vesaquelfarol?—Señalóconlavarita,y

    EdmundsediolavueltayvioelmismofarolbajoelqueLucysehabíaencontradocon el fauno—. En línea recta,más allá, se encuentra el camino alMundo de losHumanos.Yahora,miraenladireccióncontraria—señalóendirecciónopuesta—ydimesivesdospequeñascolinasqueseelevanentrelosárboles.

    —Creoquesí.—Bien,micasaseencuentraentreesasdoscolinas.Asíquelapróximavezque

    vengassólo tienesquelocalizarelfarol,buscaresasdoscolinasycruzarelbosquehastaquelleguesamicasa.Perorecuerda…debestraeralosdemáscontigo.Podríaenojarmemuchosivinierassolo.

    —Deacuerdo,haréloquepueda—respondióEdmund.—Y,apropósito—siguiólareina—,noesnecesarioqueleshablesdemí.Sería

    divertidomantenerlo comoun secreto entre nosotros, ¿no crees?Hagamosque seauna sorpresa para ellos. Limítate a traerlos a las dos colinas; a unmuchacho listocomotúseleocurriráfácilmentealgunaexcusaparahacerlo;ycuandolleguesamicasa puedes decir simplemente: «vamos a ver quién vive aquí», o algo parecido.Estoyseguradequeserá lomejor.Si tuhermanahaconocidoaunode losfaunos,puede haber oído historias extrañas sobre mí; historias desagradables que podríanhacerquetemieraveniraverme.Losfaunoscuentantodotipodecosas,¿sabes?,yahora…

    —Porfavor,porfavor—dijoEdmundderepente—,porfavor,¿nopodríadarme

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  • sólounaporciónmásdedeliciasturcasparacomérmelasdecaminoacasa?—No,no—respondióellaconunacarcajada—,debesaguardarhastalapróxima

    vez.Mientrashablaba,hizouna señaal enanoparaquepusierael trineoenmarcha,

    peromientraselvehículodesaparecíadelavista,lareinaagitólamanoendirecciónaEdmund,gritándole:

    —¡Lapróximavez!¡Lapróximavez!Noloolvides.Regresapronto.Edmund seguía con lamirada fija en el lugar por el que se habíamarchado el

    trineocuandooyóquealguienlollamabaporsunombre,yalmirarasualrededorvioaLucy,queavanzabahaciaéldesdeotrapartedelbosque.

    —¡Edmund!—exclamó—.¡Asíquetútambiénhasentrado!¿Noesmaravilloso?Yahora…

    —Deacuerdo—respondióEdmund—.Yaveoqueteníasrazónyque,despuésdetodo,esunarmariomágico.Diréquelolamento,siquieres.Pero¿dóndediabloshasestadotodoestetiempo?Tehebuscadoportodaspartes.

    —De haber sabido que habías entrado, te habría esperado—dijo ella, que sesentía muy feliz y emocionada para darse cuenta del modo tan irascible en quehablabasuhermanonide losonrojadoyextrañoqueestabasurostro—.Heestadoalmorzando con el señor Tumnus, el fauno, y se encuentra muy bien y la BrujaBlancanolehahechonadapordejarmemarchar,demodoquepiensaquenodebedehaberseenteradoyquetalveztodovayabienalfinyalcabo.

    —¿LaBrujaBlanca?—preguntóEdmund—;¿quiénes?—Esunapersona terrible—respondióLucy—.Se llamaasímisma la reinade

    Narnia aunque no tiene ningún derecho a ser reina, y todos los faunos, dríadas,enanosyanimales,almenostodoslosquesonbuenos,laodian.Ypuedeconvertiralagenteenestatuadepiedrayhacertodaclasedecosashorribles.YhapronunciadounencantamientodemodoqueenNarniaseasiempreinvierno,siempreesinviernoperonuncallega laNavidad.Ypaseaporahíenuntrineo, tiradoporrenos,consuvaritaenlamanoyunacoronaenlacabeza.

    Edmund empezaba a encontrarse mal por haber comido demasiados dulces, ycuandooyóqueladamaconlaquehabíahechoamistaderaunabrujapeligrosasesintió todavíapeor.Perode todosmodos, seguíadeseandovolveraprobaraquellasdeliciasturcasmásqueningunaotracosaenelmundo.

    —¿QuiéntecontótodasesastonteríassobrelaBrujaBlanca?—preguntó.—ElseñorTumnus,elfauno—respondióLucy.—Nopuedescreersiempreloquecuentanlosfaunos—indicóél,intentandodar

    laimpresióndequesabíamuchomássobreellosqueLucy.—¿Quiéndiceeso?—Todoelmundolosabe—repusoEdmund—;pregúntaleacualquierasiquieres.

    ¿Sabesquenoresultanadaagradableestaraquíenlanieve?Vamosacasa.—Sí,vamos—asintióLucy—.Edmund,estoymuycontentadeque tú también

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  • hayasentrado.LosotrostendránquecreerenNarniaahoraquenosotrosdoshemosestadoaquí.¡Quédivertidoserá!

    Sinembargo,elniñopensabasecretamentequenoresultaríatandivertidoparaélcomoparaella.TendríaqueadmitirdelantedesushermanosqueLucyteníarazónyestabasegurodequetodossepondríandelladodelosfaunosylosanimales;peroélestabayacasicompletamentedepartedelabruja.Nosabíaquédiría,nicómopodríaguardarsusecretounavezquetodosellosempezaranahablardeNarnia.

    Llevabanyarecorridounbuentrechocuando,deimproviso,sintieronqueteníanabrigosasualrededorenlugarderamas,yalcabodeuninstanteestabanlosdosdepiefueradelarmario,enlahabitaciónvacía.

    —Oye—dijoLucy—,tienesunaspectoterrible,Edmund.¿Teencuentrasbien?—Estoy bien —respondió él, pero no era cierto; empezaba a sentirse muy

    enfermo.—Vamos,pues—indicóella—,busquemosa losotros.Tenemosmuchas cosas

    que contarles. ¡Cuántas aventuras viviremos ahora que estamos todos metidos enesto!

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  • Capítulo5

    Devueltaaesteladodelapuerta

    Comoeljuegodelesconditeseguíaenmarcha,EdmundyLucytardaronunpocoenlocalizaralosdemás;perocuandoporfinestuvierontodosjuntos—loquesucedióenlahabitacióngrande,dondeestabalaarmadura—Lucyexclamó:

    —¡Peter!¡Susan!Estodoverdad.Edmundtambiénlohavisto.Hayunmundoalquesepuede llegara travésdelarmario.Edmundyyoentramos.Nosencontramosallí,enelbosque.Anda,Edmund,cuéntaselotodo.

    —¿Quéestodoesto,Ed?—inquirióPeter.Yahorallegamosaunodelospuntosmásdesagradablesdeestahistoria.Hasta

    aquelmomentoEdmundsehabíasentidomareado,malhumoradoymolestoconLucyporhaberestadoenlocierto,perotodavíanohabíadecididoquéhacer;sinembargo,cuandodeimprovisoPeterlehizoaquellapreguntadecidióalinstantehacerlomásmezquinoyrencorosoqueseleocurrió.DecidióhacerquedarmalaLucy.

    —Cuéntanos,Ed—dijoSusan.YEdmundlesdirigióunamiradadetremendasuperioridadcomosifueramucho

    mayorqueLucy,cuandoen realidadsólo se llevabanunaño, seguidadeuna risitadisimuladaydeclaró:

    —Sí,claro,Lucyyyohemosestadojugando,fingíamosquesucuentosobreelmundodel armario era cierto.Sóloparadivertirnos, claro.En realidad, allí nohaynada.

    La pobre Lucy echó unamirada rabiosa a su hermano y salió corriendo de lahabitación.

    Edmund,queacadaminutoquepasabaseconvertíaenunapersonamásmalvada,pensóquehabíaconseguidomarcarseuntanto,yseapresuróaañadir:

    —Ya está otra vez. ¿Qué le sucede? Eso es lo peor de los niños pequeños,siempre…

    —Oye—lointerrumpióPeter,volviéndosecontraélconferocidad—,¡cállate!Tehas comportado de unmodo atroz con Lu desde que ella empezó esa tontería delarmario,yahoratededicasatomarleelpeloyahacerquevuelvaasacararelucireltema.Creoquelohashechosimplementeparamortificarla.

    —¡Esosontonterías!—repusoEdmund,estupefacto.—Claro que son tonterías —dijo Peter—, ésa es la cuestión. Lu estaba

    perfectamentebiencuandonosfuimosdecasa,perodesdequellegamosaquípareceque a su cabeza le está pasando algo o que se está convirtiendo en unamentirosaempedernida. Pero sea lo que sea, ¿qué bien crees que le hará si te dedicas afastidiarlayaburlartedeellaundíayaanimarlaalsiguiente?

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  • —Yopensaba…pensaba…—empezóEdmund;perono se leocurriónadaquedecir.

    —Nopensabasnada—replicóPeter—;essimpleojeriza.Siempretehagustadoaprovechartedetodoslosquesonmenoresquetú;enlaescuelahaceslomismo.

    —Vamos, déjalo—intervinoSusan—,que os peleéis vosotros dos nomejorarálascosas.VayamosabuscaraLucy.

    Anadielosorprendióquecuandoencontraronalaniña,bastantemástarde,éstamostrarahuellasdehaberestadollorando.Loqueledijeronnosirviódenada,porqueellasemantuvofirmeensuhistoria.

    —Nomeimportaloquepenséis,ynomeimportaloquedigáis.Podéisdecírseloal profesor o escribir amamáohacer lo queosparezca.Séquehe conocido aunfauno allí y… ojalá me hubiera quedado en ese lugar. Todos vosotros sois unosbrutos,unosbrutos.

    Fueunatardemuydesagradable.LucysesentíadesdichadayEdmundempezabaadarsecuentadequesuplannofuncionabatanbiencomohabíaesperado.LosdosmayoresempezaronapensarenserioqueLucyhabíaperdidoeljuicio,ysequedaronenelpasilloconversandoensusurroshastamuchodespuésdequeellasehubieraidoadormir.

    El resultado fueque a lamañana siguientedecidieronque irían a contarle todoaquelloalprofesor.

    —EscribiráapapásicreequeaLucylepasaalgoimportante—dijoPeter—;estosenosescapadelasmanos.

    De modo que fueron a llamar a la puerta del estudio, y el profesor dijo:«Adelante». Se levantó y les ofreció unas sillas, y les indicó que se hallaba a sudisposición. Luego se sentó a escucharlos juntando las puntas de los dedos y sininterrumpirniunavez,hastaquefinalizarontodoelrelato.Trasellopermaneciósinhablar durante un buen rato. Luego carraspeó y dijo lo último que ellos habríanesperadooír:

    —¿Cómosabéisquelahistoriadevuestrahermananoescierta?—Bueno,pues…—empezóSusan,yacontinuaciónsedetuvo.Cualquiera podía ver por la expresión del rostro del anciano que éste hablaba

    totalmenteenserio,demodoqueSusanseserenóysiguió:—PeroEdmunddijoquesóloestabanjugando.—Ésaesunacuestión—declaróelprofesor—,quedesdeluegohayqueteneren

    cuenta, muy en cuenta. Por ejemplo, si me permitís que os lo pregunte, ¿os llevavuestraexperienciaaconsideraravuestrohermanooavuestrahermanacomoelmásdignodecrédito?Quierodecir,¿cuálesmásveraz?

    —Esoeslomáscuriosoalrespecto,señor—dijoPeter—.Hastaahora,yohabríadichosiemprequeeraLucy.

    —¿Yquépiensastú,chiquilla?—inquirióelprofesor,volviéndosehaciaSusan.—Bueno—respondióésta—,engeneral,yodiríalomismoquePeter,peroloque

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  • dicenopuedesercierto…,todoesodelbosqueyelfauno.—Esoesmásdeloqueyosé—indicóelprofesor—,yunaacusacióndementir

    contra alguien a quien siempre habéis considerado sincero es algomuy serio; algorealmenteserio.

    —Teníamosmiedodequenoestuvieramintiendoapropósito—indicóSusan—,pensábamosqueaLucypodríapasarlealgograve.

    —¿Locura, queréis decir? —repuso el profesor con bastante frialdad—. Ah,podéisestartranquilos.Bastaconmirarlayhablarconellaparadarsecuentadequenoestáloca.

    —Pero entonces—dijo Susan, y se detuvo, pues nunca había soñado que unadultopudierahablarcomoelprofesorynosabíaquépensar.

    —¡Lógica!—dijo el profesor en parte para sí mismo—. ¿Por qué no enseñanlógicaenlasescuelasdehoyendía?Existensólotresposibilidades.Obienvuestrahermanamiente,oestálocaodicelaverdad.Sabéisquenomienteyresultaevidenteque no está loca. Por el momento, pues, y a no ser que aparezcan más pruebas,debemosdarporsentadoquedicelaverdad.

    Susanlomiróconfijezaysesintiómuysegura,porlaexpresióndesurostro,dequenoseburlabadeellos.

    —Pero¿cómopodríasercierto,señor?—quisosaberPeter.—¿Porquédiceseso?—inquirióelprofesor.—Bueno,porunmotivo—siguióél—,siesreal,¿porquénoencuentratodoel

    mundoesepaíscadavezquevaalarmario?Quierodecir,cuandomiramosnohabíanada;nisiquieraLucyvioalgoentonces.

    —¿Quétieneesoquever?—dijoelprofesor.—Bueno,señor,silascosassonreales,estánahítodoeltiempo.—¿Ah,sí?—insistióelanciano;yPeternosupoquédecir.—Peronohubotiempo—protestóSusan—.Lucynotuvotiempodeiraninguna

    parte,inclusoaunqueexistieraeselugar.Saliócorriendodetrásdenosotrosencuantoestuvimos fuera de la habitación. Fuemenos de unminuto, y afirmó haber estadofueradurantehoras.

    —Esoesjustoloquehacequesuhistoriaprobablementeseacierta—repusoelprofesor—.Si realmentehayunapuertaenestacasaqueconduceaotromundo,ydebo advertiros que ésta es una casamuy extraña, y que incluso yo sémuy pocosobre ella, si, como digo, penetró en otromundo, nome sorprendería en absolutodescubrirqueenelOtroMundoeltiempofueradistintodelnuestro;demodoquepormuchoqueestuvierasallí,jamásocuparíaspartede«nuestro»tiempo.Porotrolado,no creoquemuchasniñasde su edadpudieran inventar algo así por símismas.Sihubieraestadofingiendo,sehabríaocultadoduranteunlapsorazonableantesdesalirycontarsuhistoria.

    —Pero¿enserioestádiciendo,señor—preguntóPeter—,quepodríahaberotrosmundos,portodaspartes,justoalavueltadelaesquina,asícomoasí?

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  • —Nadaesmásprobable—repusoél,quitándoseloslentespara,acontinuación,empezaralimpiarlosmientrasmurmurabaparasí—.Mepreguntoquéenseñanenlaescuela.

    —Pero ¿qué podemos hacer? —quiso saber Susan, quien creía que laconversaciónempezabaadesviarse.

    —Miquerida jovencita—contestóelprofesor,mirándolos repentinamentea losdosconunaexpresiónmuyperspicaz—,existeunplanquenadiehasugeridoaúnyquevalelapenaponerenmarcha.

    —¿Cuál?—inquirióella.—Intentarnometernosdondenonos llaman—declaróél;yése fueel finalde

    aquellaconversación.Despuésdeaquello,lascosasfueronmuchomejorparaLucy.Peterseencargóde

    queEdmunddejaradeburlarsede ella, yni ella ni nadie tuvoganasdehablar delarmario,quesehabíaconvertidoenuntemabastanteincómodo.Asípues,duranteuntiempopareciócomositodaslasaventurasfueranaterminarse;peronoibaaserasí.

    Lacasadelprofesor—sobre laque inclusoél sabía tanpoco—era tanviejayfamosaquegentedetodaGranBretañaacostumbrabaapedirpermisoparavisitarla.Eralaclasedecasaqueapareceenlasguíasturísticaseinclusoenloscuentos;ynoeradeextrañar,puessecontabantodaclasedecosassobreella,algunasmásextrañastodavía que la que te cuento ahora. Y cuando llegaban grupos de visitantes ysolicitabanver la casa, elprofesor siempredabapermiso,y la señoraMacready, elama de llaves, los paseaba por ella, hablándoles de los cuadros y los escudos dearmas,ydelosexcepcionaleslibrosdelabiblioteca.

    A la señora Macready no le gustaban los niños, y no le gustaba que lainterrumpierancuandocontabaalasvisitaslascosasquesabía;poresemotivo,casidesde el primer día, había dicho a Susan y a Peter, junto con muchas otrasinstrucciones: «Por favor, recordad que debéis manteneros apartados siempre queacompañeaungrupoavisitarlacasa».

    «¡Como si alguno de nosotros deseara desperdiciar la mitad de la mañanaarrastrándoseporahíconunamultituddeadultosdesconocidos!»,habíacomentadoEdmundentonces,ylosotrostrespensabanlomismo.

    Asífuecomolasaventurasvolvieronainiciarseporterceravez.Unas cuantas mañanas más tarde, mientras Peter y Edmund contemplaban la

    armaduraysepreguntabansipodríandesmontarla, lasdosniñasentraroncorriendoenlahabitaciónyanunciaron:

    —¡Cuidado!AquívieneMacready,yconungrupoenorme.—¡Hayquedesaparecer!—dijoPeter.Así que los cuatro semarcharonpor la puerta situada en el otro extremode la

    habitación.Pero cuando salieron a la habitaciónverdeydesde allí, a la biblioteca,oyeron repentinamente voces por delante de ellos, y comprendieron que la señoraMacreadydebíadeestarconduciendoalgrupodevisitantesporlaescaleratrasera,y

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  • no por la escalera principal, como ellos habían supuesto. Después de eso—tantoporque perdieron la cabeza, o porque la señora Macready intentaba atraparlos, oporquealgunamagiadelacasahabíadespertadoylosempujabahaciaNarnia—lociertofuequepareciócomosielgrupolosfuerasiguiendoatodaspartes,hastaqueporfinSusandijo:

    —¡Quélata,esosturistas!Bueno…vamosalahabitacióndelarmariohastaquehayanpasado.Nadienosseguiráhastaallí.

    Sin embargo, nadamás entrar, oyeron voces en el pasillo y luego alguien quehurgabaenlapuerta;finalmente,elpicaporteempezabaagirar.

    —¡Rápido!—indicóPeter—.Nohayningúnotrositio.—Yabriódeparenparlapuertadelarmario.

    Los cuatro se introdujeron apresuradamente en su interior y se sentaron allí,jadeantes,enlaoscuridad.Petersujetólapuerta,perosincerrarlaporcompleto,pues,desdeluego,recordó,comocualquierpersonasensata,queunonodebejamás,jamás,encerrarseenunarmario.

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  • Capítulo6

    Enelinteriordelbosque

    —OjaláMacreadysedéprisayse llevea todaesagente—dijoalcabodeunratoSusan—.Empiezoasentirunoscalambreshorribles.

    —¡Yquéasquerosoeselolorabolasdealcanfor!—observóEdmund.—Supongo que los bolsillos de estos abrigos están llenos de bolitas—indicó

    Susan—paramanteneralejadasalaspolillas.—Algosemeestáclavandoenlaespalda—sequejóPeter.—Y¿verdadquehacefrío?—inquirióSusan.—Ahoraque lomencionas, síquehace frío—dijoPeter—,ycaramba,además

    estoestáhúmedo.—¿Quélepasaaestelugar?Estoysentadoenalgohúmedo,ycadavezestámás

    mojado.—Seincorporócondificultad.—Salgamos—sugirióEdmund—.Sehanido.—¡Aaah!—exclamóSusan repentinamente,y todos lepreguntaronqué sucedía

    —.Estoysentadacontraunárbol—anuncióacontinuación—,¡ymirad!Empiezaaclarear…porallí.

    —¡PorJúpiter,tienesrazón!—dijoPeter—,ymiradallí…yallí.Hayárbolesportodaspartes.Yestacosahúmedaesnieve.Vaya,creoquealfinalhemosidoapararalbosquedeLucy.

    Yentoncesyanolescupolamenordudayloscuatroniñosparpadearonbajolabrillanteluzdeundíadeinvierno.Asuespaldahabíaabrigoscolgadosenperchas;frenteaellos,árbolescubiertosdenieve.

    PetersevolvióinmediatamentehaciaLucy.—Medisculpopornohabertecreído—dijo—.Losiento.¿Nosdamoslamano?—Desdeluego—asintióella,ylediolamano.—Yahora¿quéhacemos?—intervinoSusan.—¿Hacer?—inquirióPeter—.Puesiraexplorarelbosque,claro.—¡Uf!—sequejóSusan,dandopatadasenelsuelo—.Hacemuchofrío.¿Porqué

    nonosponemosunodeesosabrigos?—Nosonnuestros—respondióPeterentonodudoso.—Estoy segura de que a nadie le importará—declaró Susan—; no es como si

    quisiéramosllevárnoslosdelacasa;nisiquieralosvamosasacardelarmario.—Nohabíapensadoeneso,Su—dijoPeter—.Desdeluego,talcomoloexpones,

    tienes razón. Nadie puede decir que has robado un abrigo mientras no salga delarmario donde lo has encontrado. Y supongo que todo este país está dentro delarmario.

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  • PusieroninmediatamenteenprácticaelmuysensatoplandeSusan.Losabrigoserandemasiadograndesparaellos,demodoquelesllegabanhastalostalonesy,unavezpuestos,separecíanmásamantosrealesqueaabrigospropiamentedichos.Sinembargo, todos se sintieron mucho más arropados y pensaron que tenían mejoraspectoconsunuevoatuendoyqueestabanmásenconsonanciaconelpaisaje.

    —Podemosfingirquesomosexploradoresárticos—sugirióLucy.—Estoyaresultabastanteemocionantesintenerquefingirnada—declaróPeter,

    mientras encabezaba la marcha hacia el interior del bosque. Había gruesosnubarrones oscuros sobre sus cabezas y parecía que iba a nevar aúnmás antes deanochecer.

    —Ydigoyo—intervinoentoncesEdmund—,¿nodeberíamosdirigirnosunpocomásalaizquierda,esdecir,siesquenosencaminamoshaciaelfarol?

    Habíaolvidadomomentáneamentequedebíafingirnohaberestadonuncaenelbosque, y en cuanto las palabras surgieron de su boca comprendió que se habíadelatado.Todossedetuvieron;todoslomiraronconasombro.Peterlanzóunsilbido.

    —Ajá,alfinalresultaquesíhabíasestadoenestelugar—dijo—,esavezqueLudijo que te había encontrado aquí, y nos hiciste creer quementía—Seprodujo unsilenciosepulcral.

    —Bien,puesdetodaslasalimañasponzoñosas…—empezóPeter,yseencogiódehombrosynodijonadamás.

    Realmente, no parecía que hubiera nada más que decir, y al poco tiempo, loscuatro reanudaronelviaje;peroEdmund ibadiciendopara sí:«Yame laspagaréistodosvosotrosporesto,pandilladeengreídosypresumidospedantes».

    —¿Y adónde vamos, si puede saberse?—preguntó Susan, principalmente paracambiardetemadeconversación.

    —Creo que Lu debería ser la guía —sugirió Peter—; además se lo merece.¿Adóndequieresllevarnos,Lu?

    —¿Qué os parece si vamos a ver al señor Tumnus? —propuso ella—. Es elsimpáticofaunodelqueoshablé.

    Todosestuvierondeacuerdoyhaciaallíseencaminaron,andandoabuenpasoygolpeando fuerte con los pies en el suelo. Lucy demostró ser una buena guía. Alprincipiosepreguntósiseríacapazdeencontrarelcamino,peroreconocióunárboldeaspectocuriosoenunlugaryuntroncoenotro,yloscondujoalpuntodondeelterrenosetornabaaccidentadoyalinteriordelpequeñovallehastallegarporfinantela misma puerta de la cueva del señor Tumnus. Allí los aguardaba una terriblesorpresa.

    Lapuertahabíasidoarrancadadelosgoznesyhechapedazos,yenelinterior,lacuevaestabaoscurayfríaydespedíaelolorahumedadpropiodeunlugarenelquenohavividonadiedurantevariosdías.Porlaentradaabiertahabíapenetradonievequesehabíaamontonadoenelsuelo,mezcladaconalgonegro,queresultaronserlasramas carbonizadas y las cenizas del fuego de la chimenea.Al parecer, alguien lo

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  • había esparcido por la habitación y luego lo había apagado a pisotones. La vajillaestaba destrozada por el suelo y habían acuchillado el cuadro del padre del faunohastahacerlotrizas.

    —Vayaembrollo—dijoEdmund—,nohaservidodegrancosaveniraquí.—¿Quéesesto?—inquirióPeter,queacababadedescubriruntrozodepapelque

    habíanclavadoenelsueloatravésdelaalfombra.—¿Hayalgoescrito?—quisosaberSusan.—Sí, creo que sí—respondió Peter—, pero no puedo leerlo con tan poca luz.

    Salgamosalairelibre.Salierontodosalaluzdeldíayseamontonaronalrededordelniñomientraséste

    leíaenvozaltalosiguiente:

    Elanteriorocupantedeeste lugar,el faunoTumnus,estábajoarrestoyaguardando juicio por la acusación de alta traición contra Su MajestadImperialJadis,ReinadeNarnia,CastellanadeCairParavel,Emperatrizdelas IslasSolitarias, etc.; también se loacusadehaberdadoalimentoa losenemigos de dicha Majestad, haber alojado espías y confraternizado conhumanos.

    Firmado:MAUGRIM,capitándelapolicíasecreta¡LARGAVIDAALAREINA!

    Losniñossemiraronfijamenteentresí.—Nosésimevaagustarestesitio—declaróSusan.—¿Quiénesestareina,Lu?—preguntóPeter—.¿Sabesalgosobreella?—Noesunareinadeverdad—respondióella—;esunabrujahorrible,laBruja

    Blanca.Todos,absolutamentetodosloshabitantesdelbosquelaodian.HalanzadounhechizosobretodoelpaísdemodoqueaquísiempreesinviernoperonuncallegalaNavidad.

    —Me…mepreguntosisirvedealgoseguiradelante—indicóSusan—.Quierodecirqueestelugarnopareceprecisamenteseguroytampococreoqueresultemuydivertido.Además,cadavezhacemásfríoynohemostraídonadaparacomer.¿Ysiregresáramosacasa?

    —No, no podemos —contestó Lucy de repente—, ¿no os dais cuenta? Nopodemosregresaracasatantranquilamentedespuésdehabervistoesto.Pormiculpael pobre fauno se hametido en este lío.Me escondió de la bruja ymemostró elcaminodevuelta.Esoesloquesignificahaberdadoalimentoalosenemigosdelareinayconfraternizadoconhumanos.Debemosintentarrescatarlo.

    —¡Pues no creo que podamos hacer mucho! —exclamó Edmund—. ¡Si nisiquieratenemoscomida!

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  • —¡Cállate!—ordenó Peter, que seguía muy enojado con su hermano—. ¿Quépiensastú,Susan?

    —Tengo lahorrible sensacióndequeLu tiene razón.Noquierodarniunpasomásypiensoqueojalánohubiéramosvenidonunca;perocreoquedebemosintentarhaceralgoporelseñor…«Comosellame»,quierodecir,elfauno.

    —Esomismopiensoyo—declaróPeter—,aunquemepreocupaquenotengamoscomida.Yovotaríaporqueregresáramosypreparásemosunabolsaconcomida,peronoexisteningunacertezadequepodamosvolveraestepaísunavezquehayamossalidodeél.Creoquedebemosseguiradelante.

    —Yotambién—dijeronlasdosniñasalavez.—¡Sialmenossupiéramosdóndeestáencarceladoelpobrefauno!—dijoPeter.TodossepreguntabanquéhaceracontinuacióncuandoLucyexclamó:—¡Mirad!Allíhayunpetirrojo, conelpechode lomáscolorado.Eselprimer

    pájaro que he visto aquí. ¡Lo juro!Me pregunto si los pájaros hablan en Narnia.Parecequequieredecirnosalgo.—Sevolvióentonceshaciaelpetirrojoydijo—:Porfavor,¿puedesdecirnosadóndehanllevadoaTumnus,elfauno?

    Mientras lo decía dio un paso en dirección al pájaro, y éste echó a volar alinstanteperosólohastaelsiguienteárbol.Sequedóposadoallíyloscontemplóconsuma atención como si comprendiera todo lo que habían estado diciendo.Casi sindarsecuentadequelohacían, loscuatroniñosdieronunpasoodoshaciaél.Anteaquello el petirrojo volvió a alzar el vuelo de nuevo hasta el siguiente árbol y denuevo los miró con mucha atención, y puedo asegurar que no se podría haberencontradootropetirrojoconunpechomásencarnadoounosojosmásbrillantes.

    —Sabéis—indicóLucy—,laverdadesquecreoquequierequelosigamos.—Medalaimpresióndequeasíes—corroboróSusan—.¿Quécreestú,Peter?—Bueno,podríamosprobarlo—respondióél.El petirrojo pareció comprender perfectamente la cuestión, pues siguió

    moviéndosedeárbolenárbol,siempreunospocosmetrospordelantedeellos,perotancercaquepodíanseguirloconfacilidad.Deaquelmodoloscondujocolinaabajo.Cadavezqueelaveseposabacaíaunamenudalluviadenievedelarama.Alpocorato las nubes se abrieron sobre sus cabezas, el sol invernal hizo su aparición y lablancura que los rodeaba empezó a brillar con un fulgor deslumbrante. Llevabanviajandodeaquelmodounamediahora,conlasdosniñasdelante,cuandoEdmunddijoaPeter:

    —Si todavía no eres demasiado importante y poderoso para hablar conmigo,tengoalgoquedecirtequeseríamejorqueescuchases.

    —¿Quées?—¡Chist!No tan alto—advirtióEdmund—;de nada sirve asustar a las chicas.

    Pero¿tehasdadocuentadeloqueestamoshaciendo?—¿Qué?—inquirióPeter,bajandolavozhastaconvertirlaenunsusurro.—Estamossiguiendoaunguíasobreelquelodesconocemostodo.¿Cómosabes

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  • dequéladoestáesepájaro?¿Quétehacepensarquenopretendeconducirnoshastaunatrampa?

    —Esa idea es repugnante. Además… es un petirrojo, ya sabes. Son pájarosbuenosentodoslocuentosqueheleído.Estoysegurodequeunpetirrojonoestaríadelladoequivocado.

    —Conrespectoaeso,¿cuáleselladocorrecto?¿Cómosabemosquelosfaunosestándel ladobuenoy la reina, sí,ya séquenoshandichoqueesunabruja,perocómosabemosqueestádelladomalo?Enrealidad,nosabemosnadadeningunodelosdos.

    —ElfaunosalvóaLucy.—Él«dijo»quelohizo.Pero¿cómolosabemos?Yotracosa:¿alguientienela

    menorideadecómoseregresaacasadesdeaquí?—¡Santocielo!—exclamóPeter—.Nolohabíapensado.—Ysinposibilidadesdecenar,además—apostillóEdmund.

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  • Capítulo7

    Undíaconloscastores

    Mientras losdosmuchachoscuchicheabanasusespaldas, lasdosniñasgritaronderepente«¡No!»ysedetuvieron.

    —¡Elpetirrojo!—exclamóLucy—.Elpetirrojosehaidovolando.Ydesdeluegolohabíahecho;habíadesaparecidodesuvista.—Y¿ahoraquévamosahacer?—dijoEdmund,lanzandoaPeterunamiradaque

    significaba:«¿Quétedije?».—¡Chist!¡Mirad!—indicóSusan.—¿Qué?—preguntóPeter.—Algosemueveentrelosárboles,allí,alaizquierda.Todosmiraronconsumaatenciónyseinquietaronunpoco.—Ahíestá—dijoSusanalcabodeuninstante.—Yotambiénlohevisto—corroboróPeter—.Sigueahí.Estájustodetrásdeese

    árbolgrande.—¿Qué es? —preguntó Lucy, haciendo un gran esfuerzo para no parecer

    nerviosa.—Sea lo que sea—dijo Peter—, nos está evitando. Es algo que no quiere ser

    visto.—Vámonosacasa—propusoSusan.Y entonces, a pesar de que nadie lo dijo en voz alta, todos comprendieron de

    improviso loqueEdmundhabía susurrado aPeter al final del capítulo anterior.Sehabíanperdido.

    —¿Quéaspectotiene?—quisosaberLucy.—Es…esunaespeciedeanimal—respondióSusan;yacontinuación—.¡Mirad!

    ¡Mirad!¡Deprisa!Ahíestá.Todoslovieronentonces:unrostropeludoybigotudoqueseasomóparamirarlos

    desdedetrásdeunárbol.Sinembargo,enesaocasiónnoseretiróinmediatamente;enlugardeeso,sellevólapataalabocaigualqueloshumanossellevaneldedoaloslabios cuando quieren indicar que permanezcas en silencio. Luego volvió adesaparecer.Losniñossequedaroninmóvilesconteniendoelaliento.

    Al cabo de unmomento el desconocido salió por detrás del árbol, dirigió unavelozmiradaasualrededorcomositemieraquealguienestuvieraespiandoydijo:

    —Chist.Acontinuaciónleshizoseñasparaquesereunieranconélenlapartemásespesa

    delbosque,dondeseencontraba,yvolvióadesaparecer.—Séloquees—anuncióPeter—;esuncastor.Lehevistolacola.

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  • —Quierequevayamoshaciadondeestáél—dijoSusan—,ynosadviertequenohagamoselmenorruido.

    —Losé—asintióPeter—.Lacuestiónes:¿vamoshaciaélono?¿Quéteparece,Lu?

    —Pareceuncastormuysimpático—respondióLucy.—Sí,pero¿cómosabemosqueloes?—inquirióEdmund.—¿Notendríamosquearriesgarnos?—dijoSusan—.Quierodecir,denadasirve

    quedarseaquí,ytengomuchasganasdecenar.En aquelmomento el castor volvió a sacar la cabezapordetrás del árbol y les

    hizoenérgicasseñasparaqueseacercaran.—Vamos —decidió Peter—, hagamos la prueba. Quedaos todos muy juntos.

    Deberíamosserdignosrivalesparauncastorsiresultaserunenemigo.Asíquelosniñosseapelotonaron,avanzaronhastaelárbolylobordearon,yallí,

    efectivamente,encontraronalcastor;peroéste retrocedióaúnmás,a lavezque lesdecíaenunsusurroroncoygutural:

    —Másadentro,másadentro.Justoaquí.¡Noestamosasalvoencampoabierto!Sólo cuando los hubo conducido hasta un lugar oscuro donde cuatro árboles

    crecíantanjuntosquesusramasseentrelazabanybajolospiessepodíadistinguirlatierramarróny las agujasde las coníferasdebidoaqueniuncopodenievehabíaconseguidocaerallí,empezóahablarles.

    —¿SoislosHijosdeAdánylasHijasdeEva?—preguntó.—Bueno,somosalgunosdeellos—respondióPeter.—¡Chissst!—dijo el castor—.No tan fuerte, por favor.Noestamos segurosni

    siquieraaquí.—¿Por qué, de quién tiene miedo? —dijo Peter—. No hay nadie aparte de

    nosotros.—Estánlosárboles—respondióél—.Siempreestánescuchando.Lamayoríaestá

    denuestrobando,peroexistenárbolesquenosentregaríana«ella»;yasabéisaquiénmerefiero.—Ymovióafirmativamentelacabezavariasveces.

    —Sihablamosdebandos—intervinoEdmund—,¿cómosabemosqueesnuestroamigo?

    —No es nuestra intención ser groseros, señor Castor —añadió Peter—, perocomocomprenderá,somosforasteros.

    —Muycierto,muycierto—respondióelcastor—.Heaquímiprueba.Dichoaquello les tendióunpequeñoobjetoblanco.Todos locontemplaroncon

    sorpresa,hastaquederepenteLucydijo:—Oh,claro.Esmipañuelo;elqueentreguéalpobreseñorTumnus.—Escierto—asintióelcastor—.Pobremuchacho,seenteródelarrestoantesde

    que sucediera y me entregó esto. Dijo que si le sucedía algo debía encontrarmecontigoaquíyconducirtea…

    Llegado a aquel punto la voz del animal se apagó y les dedicó uno o dos

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  • misteriososmovimientosdecabeza.Luego,haciendounaseñalalosniñosparaquelo rodearan tan de cerca como pudieran, de modo que sus bigotes les hicieroncosquillasenelrostro,añadióenunsusurroapenasaudible:

    —DicenqueAslanestáencamino;puedequehayallegadoya.Entoncessucedióalgomuycurioso.NingunodelosniñossabíaquiéneraAslan,

    igualque tú;pero en cuanto el castorhubopronunciadoaquellaspalabras todos sesintierondistintos.Talveztehasucedidoalgunavezalsoñarquealguiendicealgoque no entiendes pero en el sueño parece como si tuviera un enorme significado;puedeserunsentidoaterrador,queconviertetodoelsueñoenunapesadillao,porelcontrario, uno demasiado magnífico para poder expresarlo con palabras, queconvierteel sueñoenalgo tanhermosoqueuno lo recuerda toda lavidaysiempredesearepetirlo.Antelamencióndelnombre«Aslan»todosycadaunodelosniñossintieronunaespeciedesobresaltoensuinterior.ParaEdmundfueunasensacióndemisterioso horror; Peter se sintió repentinamente valeroso y aventurero; a Susan lepareció como si algún aroma exquisito o un acorde de deliciosa música hubierapasadoflotandojuntoaella;yLucytuvolamismaimpresiónqueunotienecuandodespiertaporlamañanaysedacuentadequeempiezanlasvacacionesoelverano.

    —Y¿quéhaydelseñorTumnus?—preguntóLucy—;¿dóndeestá?—Chist—dijo el castor—, aquí no. Debo llevaros a un lugar donde podamos

    tenerunaauténticaconversacióny,depaso,cenar.Nadie,exceptoEdmund,tuvolamenordificultadentoncesenconfiarenelcastor,

    ytodos,incluidoEdmund,sesintieronmuycontentosalescucharlapalabra«cenar».Porconsiguientetodosapresuraronelpasotrassunuevoamigo,queloscondujoaunritmo sorprendentemente rápido, y siempre por las zonasmás espesas del bosque,durantemásdeunahora.Todoscomenzabanasentirsemuycansadosyhambrientoscuando de improviso los árboles empezaron a ser más escasos frente a ellos y elterreno descendió en una pronunciada pendiente.Al cabo de unminuto salieron acielo abierto, con el sol brillando aún, y ante sus ojos apareció un magníficopanorama.

    Estaban de pie en el borde de un valle escarpado y estrecho, por cuyo fondodiscurría—almenoshabría fluidodenohaber estadocongelado—un ríobastantegrande.Justodebajodedondeestabansehabíaconstruidoundiqueatravésdelrío,ycuando lo vieron, todos recordaron de improviso que los castores se pasan la vidaconstruyendo diques y tuvieron casi la completa seguridad de que el señor Castorhabíaconstruidoaquél.Tambiénobservaronqueenesemomentosucompañerolucíauna especie de expresión humilde; la clase de expresión que muestra cualquieracuandoalguienvisitaunjardínquehacreadooleeunrelatoquehaescrito.AsípuesnofuemásquesimplecortesíanormalycorrientequeSusandijera:

    —¡Quédiquemásbonito!YelseñorCastornolahizocallarenaquellaocasiónsinoquedijo:—¡Unasimplefruslería!¡Unasimplefruslería!¡Yenrealidadnoestáterminado!

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  • Porencimadeldiquehabíaloquedebíadehabersidounprofundoestanqueperoque en aquel momento era, desde luego, una superficie lisa de hielo color verdeoscuro;yenlaparte inferiordeldique,muchomásabajo,habíamáshielo,peroenlugar de ser liso, aquél mostraba, bajo un aspecto congelado, las ondulaciones yamontonamientosde espumaquehabía tenido la corrientede agua cuando llegó lahelada.Y en los puntos donde el agua había rebosadoy chorreadopor encimadeldique se veían relucientes paredes de carámbanos, como si todo el lado del diquehubieraestadocubiertoporcompletodeflores,coronasyguirnaldasdelazúcarmáspuro.Enelcentro,yparcialmentesobrelapartesuperiordeldique,habíaunacuriosacasita conuna formaque recordaba a una colmena enorme, y de un agujero de sutechoescapabaunacolumnadehumo,demodoquecuandounolaveía—enespecialsi uno se sentía hambriento— pensaba al instante en guisos y se sentía máshambrientoaún.

    Aquello fue lo que los otros observaronprincipalmente, peroEdmundvio algomás.Unpocomásabajodelríohabíaotroríopequeñoquedescendíadeotrovalleparaunirseaaquél;yalalzarlavistahaciaelvalle,Edmunddistinguiódoscolinasbajas,yestuvocasisegurodequeeranlasdoscolinasquelaBrujaBlancalehabíamostradocuandoseseparódeellaenel farolaqueldía.Por lo tantoentreellas, sedijo,debíadeestarsupalacio,asólounkilómetroymediooinclusomenos.Sepusoa pensar entonces en las delicias turcas y en la idea de convertirse en rey —preguntándose almismo tiempo qué le parecería aquello a Peter—, y una serie dehorriblesideasacudieronasumente.

    —Yahemosllegado—anuncióelseñorCastor—,yparecequelaseñoraCastornosestáesperando.Yoirédelante;perotenedcuidadoynoresbaléis.

    Lapartesuperiordeldiqueteníaanchurasuficienteparapoderandarporencima,aunque no resultaba, para los humanos, un lugar agradable por el que pasar, puesestabacubiertadehielo,yapesardequeelembalseheladoestabaasumismaalturaporunlado,habíauntremendodesnivelhastaelrío,situadoalotrolado.Poraquellaruta, el señor Castor los condujo en fila india hasta la parte central, desde dondepodían contemplar un buen trecho río arriba y también otro buen trecho río abajo.Unavezallíseencontraronantelapuertadelacasa.

    —Yaestamosaquí, señoraCastor—dijoel señorCastor—.Losheencontrado.AquíestánlosHijosdeAdánylasHijasdeEva…

    Ytodosentraron.Loprimeroque advirtióLucy fue un zumbido, y lo primeroquevio fue a una

    ancianacastordeaspectobenévolo sentadaenunaesquinaconunhiloen laboca,muyatareadaconsumáquinadecoser,yeradeaquellamáquinadedondeproveníaelsonido.LaseñoraCastorinterrumpiósutrabajoysepusodepieencuantoentraronlosniños.

    —¡Así que por fin habéis venido! —dijo, extendiendo sus dos ancianas yarrugadaspatas—.¡Porfin!¡Pensarquehevividoparaverestedía!Lasbatatasestán

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  • hirviendo y la tetera silbando, y quizá el señorCastor pueda conseguirnos algo depescado…

    —Yalocreo—respondióél.Saliódelacasa,acompañadoporPeter,ycruzólaheladasuperficiedelprofundo

    estanquehastaellugardondeteníaunagujeritoenelhieloquemanteníaabiertocadadíaconsupequeñahacha.Llevaron tambiénunbaldeconellos.ElseñorCastorsesentóensilencioenelbordedelagujero,sinqueparecieraimportarlequeestuvieratanhelado,miróconfijezaalinterior,introdujoluego,deimproviso,unazarpa,yenun santiamén ya había sacado una hermosa trucha. Luego volvió a repetir laoperaciónhastaqueobtuvieronunbuenbotíndepeces.

    Entretanto, las chicas ayudaron a la señoraCastor a llenar la tetera, a poner lamesa,acortarelpan,acolocar losplatosenelhornoparacalentarlos,a llenarunaenormejarradecervezaparaelseñorCastordeunbarrilsituadoenunaesquinadelacasa,aponerlasarténenelfuegoyacalentarlagrasa.LucysedijoqueloscastoresposeíanunacasitamuyconfortableaunquenoseparecíaennadaalacuevadelseñorTumnus.Nohabía librosnicuadros,yen lugardecamashabía literas, igualqueabordo de un barco, empotradas en la pared.Y había jamones y ristras de cebollascolgandodel techo,yapoyadosen lasparedeshabíabotasdegoma, impermeables,hachas pequeñas, pares de tijeras grandes, palas, paletas, cosas para transportarargamasa, redesdepescaysacos.Yelmantelde lamesa,aunquemuy limpio,eramuytosco.

    Lasarténempezabaasisearalegremente,cuandoPeteryelseñorCastorentraroncon el pescado que este último ya había abierto con su cuchillo y limpiado en elexterior.Es fácil imaginar lobienqueolía elpescado reciéncapturadomientras lofreían,elmodoenquelosniñosansiabanqueestuvieralistoycómohabíaaumentadosuhambreantesdequesuanfitrióndijeraporfin:

    —Bien,yacasiestá.Susan escurrió las batatas y volvió a colocarlas en la olla vacía para que se

    secaranaunladodelosfogonesmientrasLucyayudabaalaseñoraCastoraservirlastruchas,demodoqueenpocosminutostodosacercaronsustaburetes—queerantodosde trespatasaexcepcióndelamecedoraespecialde laseñoraCastorsituadaantelachimenea—yseprepararonparadegustarunamagníficacomida.

    Había una jarra de cremosa leche para los niños—el señor Castor prefirió lacerveza—yungran trozodemantequilla de color amarillo oscuro enmediode lamesade laque todos tomaroncuantaquisieronparaacompañar lasbatatas,y todoslosniñospensaron—yyoestoydeacuerdoconellos—quenohaynadamejorqueunbuenpescadodeaguadulcesiunoselocomereciéncapturadoyreciénsalidodela sartén.Cuando terminaronelpescado la señoraCastor sacó inesperadamentedelhorno un pastel demermelada enorme ymaravillosamente acaramelado, humeanteaún,yalmismotiempocolocóla teteraenelfuego,demodoquecuandohubieranterminado el postre, el té estuviera hecho y listo para ser servido.Y cuando todos

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  • tuvieronsutazadeté,todosempujaronhaciaatráseltabureteparapoderrecostarsecontralapared,yprofirieronunlargosuspirodesatisfacción.

    —Yahora—dijoelseñorCastor,apartandolajarradecervezavacíaalavezqueacercaba una taza de té—, si esperáis a que enciendami pipa y suelte unas pocasbocanadas, iremos al grano. Vuelve a nevar —añadió, echando un vistazo a laventana—. Es mucho mejor, porque significa que no tendremos visitantes; y sialguienintentabaseguiros,puesyanoencontraráhuellaalguna.

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  • Capítulo8

    Loquesucediódespuésdecenar

    —Yahora—dijoLucy—,cuéntenosporfavorquélehasucedidoalseñorTumnus.—Ah, eso es terrible—respondió el señor Castor, sacudiendo la cabeza—. Es

    algopeorqueterrible.Nohaydudadequeselohallevadolapolicía.Melocontóunpájaroquelohabíapresenciadotodo.

    —Pero¿adóndelohanllevado?—inquirióLucy.—Bueno,sedirigíanalnortecuandolosvieronporúltimavez,ytodossabemos

    loqueesosignifica.—No,«nosotros»no lo sabemos—intervinoSusan,yel señorCastormovió la

    cabezacongranpesadumbre.—Metemoquesignificaquelollevabanacasade«ella»—respondió.—Pero¿quéleharán,señorCastor?—inquirióLucycasisinaliento.—Bueno,nosesabeconexactitud;peromuchosde losquehanentradoallíno

    hanvueltoasalirjamás.Estatuas.Dicenquelacasaestállenadeestatuas;enelpatio,escalerasarriba,enelvestíbulo.Esgentequehaconvertido…—hizounapausayseestremeció—,queellahaconvertidoenpiedra.

    —Pero,señorCastor—dijoLucy—,¿nopodemos?…quierodecir,¡«debemos»haceralgoparasalvarlo!Estoesespantosoyestodopormiculpa.

    —Nopongoendudaque lo salvarías sipudieras,querida—intervino la señoraCastor—,perono tienes lamenorposibilidaddeentrarenesacasaencontradesuvoluntadysalirconvida.

    —¿No podríamos idear alguna estratagema? —sugirió Peter—. Es decir, nopodríamos disfrazarnos de algo, o fingir ser, pues, buhoneros o algo parecido, omontarguardiahastaqueellasalga…o…¡Cielos,debedeexistiralgúnmodo!Estefaunosalvóamihermanaporsucuentayriesgo,señorCastor.Nopodemosdejarqueloconviertan…que…quelehaganeso.

    —Nosirvedenada,HijodeAdán—dijoelseñorCastor—,nosirvedenadaquelointentéisvosotros,precisamente.Sinembargo,ahoraquevieneAslan…

    —¡Sí,sí!¡HáblenosdeAslan!—exclamaronvariasvocesalavez;puesdenuevoaquella extraña sensación (como las primeras señales de la primavera, como lallegadadebuenasnoticias)loshabíaembargado.

    —¿QuiénesAslan?—preguntóSusan.—¿Aslan?—dijoelseñorCastor—.Vaya,¿esquenolosabéis?Eselrey.Esel

    señordetodoelbosque,peronoandaporaquíamenudo,¿comprendéis?Yonolohevistonunca,ytampocoestuvoentiemposdemipadre.Peronoshallegadolanoticiadequeharegresado.EstáenNarniaenestosmomentos.ÉlpasarácuentasalaBruja

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  • Blanca.Esél,novosotros,quiensalvaraalseñorTumnus.—¿Noloconvertirátambiénenpiedra?—quisosaberEdmund.—¡Por el amor de Dios, Hijo de Adán, vaya tontería la que has dicho! —

    respondióelseñorCastorconunasonoracarcajada—.¿Convertirloenpiedraa«él»?Siescapazdemantenerseenpieymirarloalacaraserálomáximoquepuedahacerymásdeloqueesperodeella.No,no.Élloarreglarátodo,talcomodiceunantiguoversodeporaquí:

    La injusticia verá su fin, cuando Aslan vuelva por aquí con su potenterugido, las penas habrán desaparecido, en cuanto los colmillos muestre, elinvierno estará herido de muerte, y cuando agite la melena, regresará laprimavera.

    »Locomprenderéiscuandoloveáis.—Pero¿loveremos?—preguntóSusan.—Puesclaro,HijadeEva,paraesooshetraídoaquí.Hedeconducirosallugar

    dondeosencontraréisconél—respondióelseñorCastor.—¿Es…esunhombre?—preguntóLucy.—¡Unhombre!—exclamóelseñorCastorconseveridad—.Desdeluegoqueno.

    OsdigoqueeselreydelbosqueyelhijodelgranEmperadordeAllendelosMares¿NosabéisquiéneselReydelasBestias?Aslanesunleón,elleón,elgranleón.

    —¡Ooh!—dijoSusan—.Pensabaqueeraunhombre.¿Noespeligroso?Meponeunpoconerviosalaideadeencontrarmeconunleón.

    —Loentiendo,querida,yescomprensible—indicólaseñoraCastor—,siexistealguiencapazdepresentarseanteAslansinqueletiemblenlasrodillas,obienesmásvalientequelamayoríaoessencillamenteunnecio.

    —Entonces¿espeligroso?—dijoLucy.—¿Peligroso?—contestó el señor Castor—. ¿No has oído lo que ha dicho la

    señoraCastor?¿Quiénhadichoquenoseapeligroso?Claroqueespeligroso.Peroesbueno.Eselrey,yaoslohedicho.

    —Estoy deseando verlo —indicó Peter—, aunque me sienta asustado cuandollegueelmomento.

    —Esoes,HijodeAdán—declaróelseñorCastor,dejandocaerlapatasobrelamesa con un estrépito que sacudió todas las tazas y los platos—. Así es como tesentirás.Hallegadoelmensajedequedebéisencontrarosconélmañanasipodéis,enlaMesadePiedra.

    —¿Dóndeestáeso?—preguntóLucy.—Oslomostraré—contestóél—.Seencuentraríoabajo,aunabuenadistancia

    deaquí.¡Osacompañaréhastaallí!—Peromientrastanto,¿quépasaconelpobreseñorTumnus?—siguióLucy.—ElmodomásrápidodepoderayudarleesquevayáisaveraAslan—afirmósu

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  • anfitrión—.Encuantoestéconnosotros,podremosempezarahacercosas.Aunquevosotrostambiénsoisimportantes;otrodeesosantiguosversosdice:

    CuandoelHijodeAdánencarneyhuesoeneltronodeCairParavelestésentado,losmalostiemposhabránacabado.

    »Demodo que las cosas deben de estar acercándose a su fin ahora que él havenidoyvosotrostambién.HemosoídohablardelallegadadeAslanaestastierrasotrasveces,hacemuchotiempo,tantoquenadiepuededecircuándofue.Peronuncasehabíavistoaalguiendevuestrarazaporaquí.

    —Esoesloquenocomprendo,señorCastor—dijoPeter—.Quierodecir,¿acasonoeshumanalabruja?

    —A ella le gustaría que lo creyéramos —respondió él—, y en eso basa supretensióndeserreina.PeronoesunaHijadeEva.DesciendedelaprimeraesposadevuestropadreAdán—aquíel señorCastor realizóuna inclinacióndecabeza—,aquellaalaquellamabanLilith,yquepertenecíaalarazadelosgenios.Deahíesdedondeprovieneellaporunaparte,yporlaotra,delosgigantes.No,no,noexisteniunagotadesangrehumanaenlabruja.

    —Poresemotivoesmalade lospies a la cabeza, señorCastor—corroboró suesposa.

    —Muy cierto, señoraCastor—repuso él—. Pueden existir dos puntos de vistarespectoa loshumanos,yconellonoesmi intenciónofendera losaquípresentes,peronoexistendospuntosdevistasobrecosasqueparecenhumanasynoloson.

    —Heconocidoenanosbuenos—comentólaseñoraCastor.—También yo, ahora que lo mencionas—repuso su esposo—, pero realmente

    pocos,ysonlosqueseparecenmenosaloshombres.Peroengeneral,podéisseguirmiconsejo,cuandoosencontréisconalgoquetiendeaserhumanoperotodavíanoloes,oquehabíasidohumanoenelpasadoyyanoloes,odeberíaserhumanoynoloes,noloperdáisdevistaybuscadvuestrahacha.Yporesomismolabrujasiempreestá al acecho por si aparecen humanos en Narnia. Llevamuchos años esperandovuestrallegada,ysisupieraquesoiscuatroseríamuchomáspeligrosaaún.

    —¿Quétieneesoquever?—preguntóPeter.—Esdebidoaotraprofecía—dijoelseñorCastor—.AlláenCairParavel,quees

    elcastillosituadoenlacostajuntoaladesembocaduradeesteríoquedeberíaserlacapitalde todoelpaíssi lascosas fuerancomodebenser,alláenCairParavelhaycuatro tronos y existe un refrán enNarnia desde tiempo inmemorial que dice quecuandodosHijosdeAdánydosHijasdeEvasesientenenesoscuatrotronos,llegaráelfinnotansólodelreinadodelaBrujaBlancasinotambiéndesuvida,yporesotuvimos que ser tan cautelosos cuando vinimos, pues si conociera la existencia devosotroscuatro,¡vuestrasvidasduraríanmenosqueunmovimientodemisbigotes!

    LosniñoshabíanestadotanpendientesdeloquelesdecíaelseñorCastor,queno

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  • se habían dado cuenta de nada más durante un buen rato. Entonces, durante elmomentodesilencioquesiguióasuúltimocomentario,Lucydijoderepente:

    —Vaya,¿dóndeestáEdmund?Seprodujounespantososilencio,yluegotodosempezaronapreguntar:«¿Quién

    lohavistoporúltimavez?¿Cuántoratohacequehadesaparecido?¿Estáfuera?»,ytodosseprecipitaronalapuertaymiraronalexterior.Lanievecaíaconfuerzaysinparar,elhieloverdedelembalsehabíadesaparecidobajoungruesomantoblanco,ydesde donde se hallaba la casita en el centro del dique apenas se podían ver lasorillas. Salieron, hundiéndose hasta los tobillos en la blanda nieve recién caída, yrodearon la casa en todas direcciones. «¡Edmund! ¡Edmund!», llamaron hastaquedarse roncos. Sin embargo, la nieve que caía silenciosa parecía amortiguar susvocesynisiquieralesllegóelecocomorespuesta.

    —¡Quéhorror!—dijoSusancuandoporfinentraronllenosdedesesperación—.¡Ojalánohubiéramosvenidonunca!

    —¿Quédiablosvamosahacer,señorCastor?—preguntóPeter.—¿Hacer?—respondió éste, que se calzaba ya sus botas de nieve—. ¿Hacer?

    Debemospartiralinstante.¡Notenemosunmomentoqueperder!—Serámejorquenosdividamosencuatrogruposderescate—sugirióPeter—,y

    marchemos todosendistintasdirecciones.Quien loencuentredeberegresaraquíalmomentoy…

    —¿Gruposderescate,HijodeAdán?¿Paraqué?—Pues¡parabuscaraEdmund,claro!—Nosirvedenadairensubusca—declaróelseñorCastor.—¿Qué quiere decir? —inquirió Susan—. No puede haber ido muy lejos. Y

    tenemosqueencontrarlo.¿Aquéserefierecuandodicequenosirvedenadairensubusca?

    —Elmotivopor el queno sirvedenadabuscarlo—explicó éste—, ¡esqueyasabemos adónde ha ido! —Todos lo contemplaron estupefactos—. ¿No locomprendéis?Haidoaverla,averalaBrujaBlanca.Noshatraicionadoatodos.

    —¡Sí, claro!… ¡Oh, vamos señor Castor!—protestó Susan—, no puede haberhechoalgoasí.

    —¿Quenopuede?—dijoelseñorCastor.Miró fijamente a los tresniños, y todo loque estosqueríandecirmurió en sus

    labios,pues,deimproviso,todossesintieronmásqueconvencidosdequeaquelloeraexactamenteloqueEdmundhabíahecho.

    —Pero¿conoceráelcamino?—inquirióPeter.—¿Haestadoantesenestepaís?¿Haestadoalgunavezaquísolo?—Sí—contestóLucy,casienunsusurro—.Metemoquesí.—¿Yoscontóquéhabíahechooaquiénhabíaconocido?—Pues,no,nolohizo—respondiólaniña.—En ese caso escuchad con mucha atención —dijo el señor Castor—: ha

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