Post on 30-Jun-2015
OSCAR BRAHIM / DISENO Y DELITOA partir de una documental de Sergio Morkin y un texto de Harold Foster
Una lectura desde el espacio privado en el 1900 hasta la ciudad en nuestros días.
El estilo 2000, así llama Harold Foster al nuevo modo de vida que se vive en la
ciudad, aquel patrocinado por las marcas y el diseño.
Una impronta que tiene su raíces en el 1900 con la ‘’moda’’ por el Art Noveau, el
excesivo decorativo de líneas curvas y floreadas hablaban de reflejar la
subjetividad del individuo en todos los objetos que convivían con él, pero, al
margen positivista de no sumirse al desarrollo industrial y la construcción en serie.
En paralelo y contraste, está Adolf Loos, hombre de pensamiento moderno,
antidecorativista que a través del libro Ornamento y delito, plantea la aberración
del exceso decorativo y su relación con el status individual de quien lo acoge. Su
inherente relación con el niño rico pobre, aquel que se afana por obtener lo que
se ‘’debe’’ llevar y que lo logra por su condición económica, usando el decorado
como un manto que viste su semblante, un modo de ocultar al hombre desdichado
tras los objetos de la casa, una explosión de colores y formas en cantidad que
intenta aludir a la valoración por el arte y con ello envolver la vida, proyectando lo
correcto y lo feliz, una estrecha relación que Loos denomina como ‘’gratuita’’.
Hoy, el exceso de diseño en todas parte y el estilo de vida están estrechamente
relacionados, tal como menciona Foster, una pauta que se ve desde el jeans que
usamos, pasando por el diseño salud, el diseño educación, hasta los genes.
De qué manera el diseño se concentra en todo, y si bien hoy, también no deja de
ser una forma de manto protector frente a los de afuera, y como un sistema que
elige lo que nos debe gustar, porque si bien tengo un gusto por cierto objeto es
porque aquel lo implantaron para que me gustara. El tema de las modas de
vestuario por ejemplo, y la investigación previa, el manejo de la imagen y la
proyección de esta en nuestro subconsciente, se trata desde años antes por las
compañías de marketing, donde invisiblemente a través de ciertos estímulos
visuales mediáticos nos implantan que es lo que nos gustará para la próxima
temporada. Pero estos, estímulos mediáticos, no solo son parte de uno objeto
tangible que comprar para travestirnos, también es usado para cambiar nuestras
formas de pensar en cuanto a valores, principios y proyección de vida. Algo similar
a lo acabo de nombrar sucede con el polémico caso de Hidroaysén, por un lado
una respuesta a la negatividad del proyecto, la excesiva información a través de
las redes sociales, unifica la masa híbrida con gente que se une a la causa sin
entender realmente lo que está pasando, sucede una especie de moda. En
términos de manipulación, más clara está la imagen que quieren reflejar los
gestores del proyecto Hidroaysén con: la producción de mega publicidades en las
principales vías de Sgto. Aludiendo al supuesto beneficio el proyecto, donde
paralelamente en los medios televisivos vemos spots comerciales donde se dice
que la electricidad es fundamental para que Chile continúe, mostrando una imagen
tan patética como la comparación del uso de un secador de pelo v/s la luminaria
de un estadio de fútbol.
Ejemplificando estos casos, quería apuntar al manejo sobre el entorno que tienen
los medios publicitarios, y frente a esta problemática nace la comparativa con
Oscar Brahim, un hombre contemporáneo, de oficio taxista, que gracias a su
condición, decide intervenir la propaganda que se encuentre en su camino. Un
corredor empedernido que probablemente recorra más que cualquiera la ciudad a
diario, la diferencia está en que él si se fijo en lo que había en ese recorrido. Una
inquietud por los grandes carteles publicitarios de las multinacionales, lo llevó a
realizar una contra propaganda, nace un dibujante innato, un creativo, o un
‘’francotirador urbano’’ como lo nombran en una de las tantas charlas y workshop’s
que lo invitan.
Es hacer para vivir v/s el hacer para cumplir sus propias satisfacciones, en este
último el gesto de Brahim en la ciudad, no pasa desapercibido, ocupar el recurso
de la marca y la publicidad como soporte de obra, lo ayuda también a generar una
galería de arte abierta, que inmediatamente se manifiesta como un arte relacional,
donde la gente que pasa por el lugar, logra criticar, sea cual sea la posición, si
positiva o negatica, pero allí, algo sucede cuando el artista se manifiesta sobre lo
prohibido.
Parece que la época de crisis que vive Argentina en la época del documental hace
mucho más sentido a la obra de este, un tipo que constantemente recibe impulsos
con la polución visual enorme que se vive en la ciudad de Buenos Aires, un
discurso publicitario que se repite una y otra vez las sintonías radiales, y el
discurso de protesta que vive el hombre porteño. Frente a todo esto Brahim dice
‘’el auto es la prolongación de uno’’, y es inevitable responder frente a un invasivo
de gráficas que dicen todo el tiempo ‘’Viaje, disfrute, compre, raspe’’.
Pero Brahim, ahí responde. Una frase precisa que tiene en una conversación:
‘’Lo pegué y PUM! Quedó ahí vibrando…’’