Post on 30-Dec-2014
Universidad Nacional de Río Cuarto
Facultad de Cs. Humanas
Departamento de Filosofía
Filosofía de la Educación
Prof.: Mgtr. Lilian Fernández del Moral
Alumno: Muzzolón, Federico Américo
“Del Mito igualitarista a la Fragmentación del sistema
educativo Argentino”
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Índice
Introducción…………………………………………………………………………3
Desarrollo
Mito igualitarista, fragmentación social y sus consecuencias……………….5
La construcción del Otro en la distancia social……………………………...9
Conclusión………………………………………………………………………….13
Bibliografía…………………………………………………………………………14
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Introducción
A partir del texto “La educación de las elites“(aspiraciones, estrategias y oportunidades) de
Guillermina Tiramonti y Sandra Ziegler, este trabajo monográfico tiene por objeto reseñar
y re-conceptualizar las ideas fundamentales que atravesaron la investigación con el fin de
poder develar y esclarecer cuáles son los presupuestos filosóficos implícitos y que de
alguna manera determinan el tipo de Filosofía de la Educación que impera en nuestro
sistema educativo.
Estas ideas centrales rondan en torno a palabras claves como: mito igualitarista,
fragmentación, distancia y cierre social, segregación, mercado, estado, escuelas y familias.
El trabajo que presenta el texto se llevó a cabo desde el Área de Educación de la Flacso,
este libro se basa en dos investigaciones de campo. La primera de ellas fue realizada por el
“grupo de los viernes” de Flacso en cuatro escuelas secundarias ubicadas en la Ciudad de
Buenos Aires y en la zona norte del conurbano bonaerense. La elección de las escuelas
procuró combinar distintas variables. Tres de las cuales pertenecen al sector privado. Una
es confesional; la otra es dirigida por laicos, brinda formación religiosa pero recibe alumnos
de todos los credos; la tercera es absolutamente laica. Se incluyó además una escuela
pública cuyos mecanismos de selección en el ingreso, tradición e historia se ligan a la
formación de las clases dirigentes.
La segunda investigación empírica que aporta datos para la elaboración de este libro fue
realizada en el marco de la Universidad Nacional de La Plata por un equipo también
coordinado por Guillermina Tiramonti. En esta investigación se entrevistó a tres
generaciones de familia tradicionales, se encuestaron alumnos del último año de la escuela
secundaria/polimodal de catorce escuelas estatales y privadas de la Ciudad de Buenos Aires
y el conurbano Bonaerense, se hicieron encuestas a padres, docentes y directivos y se
relevó el material que producen las instituciones para presentarse socialmente.
El resultado de este conjunto de datos empíricos revela la fragmentación del sistema
educativo, en el sentido de que traza la diversidad de trayectorias educativas en el marco de
una heterogeneidad que hace imposible fijar una estructura determinante de la formación de
los futuros sectores dirigentes o elites. El caso Argentino y su peculiaridad radica en que la
fomentación del mito igulitarista forjado desde el estado nacional encubrió las relaciones de
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poder y los mecanismos de segregación social en donde la sociedad civil se polarizó entre
los sectores privilegiados y la formación de “nuevos pobres”. Esta polarización se haya
limitada por la distancia social que genera un nuevo tipo de violencia justificado desde el
discurso de “seguridad social” y que determina el “cierre social” de sectores fragmentados
en una heterogeneidad de valores incompatibles.
Esta situación genera una serie de interrogantes que se plantean como horizonte de
reflexión del presente trabajo monográfico: ¿existe un piso común de valores compartidos?,
¿Cómo debería el estado garantizar un verdadero usufructo de derechos educativos frente a
la progresiva declinación del mito igualitarista ante la omnímoda presencia de la lógica
mercantil?, ¿Cómo se construye la categoría filosófica de “el Otro” en el sistema
educativo? Y ¿cuáles son sus presupuestos filosóficos implícitos?
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Desarrollo
Mito igualitarista, fragmentación social y sus consecuencias
Las investigaciones de campo llevadas a cabo por las autoras brindan la posibilidad
de trazar un recorrido reflexivo y esclarecedor de la constitución misma del sistema
educativo argentino y sus peculiaridades. Los datos empíricos recolectados y el
análisis contextual de los mismos ponen en evidencia un escenario sumamente
complejo, cuyos rasgos fundamentales permiten diagnosticar qué es lo que ha
ocurrido con el sistema educativo argentino.
Como producto histórico, se entrelazan el rol del estado, el avance y consolidación
del capitalismo tardío, enmarcados en un fuerte proceso de desinstitucionalizacion
del sistema educativo producto del proceso y de la crisis del proyecto de la
modernidad.
El caso Argentino se vio marcado por el mito igualitarista, que sirvió como
mascarada política e ideológica de los mecanismos de selección de los sectores
privilegiados.
En gran medida, la percepción que hemos moldeado los argentinos sobre nuestra
sociedad se acerca a la idea de una formación igualitarista con posibilidades abiertas
para el conjunto de los sectores sociales. No obstante, se sigue manteniendo en un cono
de sombra el complejo entramado de estrategias con que la sociedad actualiza
oportunidades muy diferentes para los distintos sectores sociales que tienen una
generalizada expectativa de ascenso y reconocimiento social. (Tiramonti, Ziegler;
2008:13)
Oscar Terán nombró “populismo igualitarista” a esta peculiaridad de la cultura
nacional, con el objeto de dar cuenta de una situación en la cuál ninguno de los
miembros de la sociedad se siente excluido de la posibilidad de disputar posiciones
expectantes y en la que aquellos que las han logrado, deben sostenerlas en una
permanente pugna con quienes pretenden desplazarlos para ocupar sus lugres.
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Como bien dice Maristella Svampa, en la Argentina, hasta avanzados los años
setenta, imperó un modelo de integración basado en la capacidad del estado de
cohesionar mediante el gasto público y homogeneizar a la población a través de la
incorporación a la sociedad de una parte importante de la clase trabajadora y la
expansión de las clases medias asalariadas. Dicho imaginario integracionista entró en
crisis con la experiencia hiperinflacionaria de 1989, cuando la sociedad argentina
asistía al final de un modelo de integración social, que desde los comienzos de la
república y más allá de las crisis recurrentes, había asegurado canales importantes de
movilidad social ascendente.
Así el mito igualitarista de la Argentina se alimentó de una representación de la
universidad como no selectiva y democrática, cuando en realidad lo que se abrió casi
sin restricciones es el acceso a la institución y por lo tanto a participar en la lucha de
permanecer y avanzar en el sistema. La representación del igualitarismo se basó
fundamentalmente en la posibilidad igualitaria de entrar en la disputa de lugares. Las
estadísticas de repitencia y deserción muestran claramente quienes pierden en dicha
disputa.
De este modo, para el caso Argentino, como para el resto de América Latina, la
ausencia o debilidad de instituciones escolares preexistentes y la necesidad de
homogeneizar a la población, dio lugar a la conformación de un sistema educativo
marcado por la acción estatal bajo el modelo de una escuela elemental única y
colegios secundarios que eran de corte selectivo y excluyente.
Entre 1900 y 1970 se registra una notable expansión matricular en la educación
secundaria. Esto da cuenta de que aquellos sectores que contaban con los recursos
materiales y simbólicos para apropiarse de los beneficios de la educación hicieron
uso de las oportunidades que brindaba el sistema educativo, cuyo modelo se basaba
en la competencia abierta y la exclusión de los “perdedores”. Sin embargo es sabido
que el sistema de “libre acceso” contaba con estrategias selectivas que
progresivamente se fueron complejizando, produciéndose un proceso de
diferenciación en torno a circuitos de diferente calidad y prestigio.
En la educación secundaria, el proceso de diferenciación institucional es
pronunciado. A la división planteada en la segunda mitad del siglo 20 a través de las
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modalidades bachiller, comercial, y técnica, hay que sumarle la coexistencia de
instituciones que presuponían destinatarios bien diferenciados. Entre ellas cabe
mencionar: los colegios nacionales ligados a la formación de ciertas elites
intermedias, los colegios religiosos que también compitieron por la formación de
elites, los colegios ligados a ciertas comunidades y grupos de inmigrantes que en
algunos casos devinieron en establecimientos hoy vinculados a los sectores
empresariales, los colegios nacionales de dependencia universitaria que procuraron la
formación de las elites dirigentes e ilustradas. (Tiramonti, Ziegler; 2008:25)
En este sentido es que el mito igualitarista se estableció en la sociedad Argentina
como un imaginario social en donde las expectativas y las posibilidades concretas de
ascenso social dieron rienda suelta a este juego de competencia de todos contra todos.
No se trató sólo de una contienda de corte individual, sino que también las
instituciones ocuparon una posición en el campo de batalla y disputaron sus lugares
con la confluencia tanto del sector público como del sector privado.
De este modo, los procesos de polarización y fragmentación social se expresan
también en un sistema educativo que ya no puede sostener el mito igualitarista.
Esta heterogeneidad de sectores fragmentados tampoco da indicio de trayectorias que
determinen la formación de elites dirigentes de forma segura:
Entre los cientistas sociales hay cierto consenso respecto de que en la Argentina no
es posible reconocer un grupo que pueda ser incluído en la categoría de elite, como
ocurre en el caso de Francia o del cercano Brasil. En efecto podríamos afirmar que
prácticamente no existe un único sector que haya logrado monopolizar el conjunto de
capitales, materiales y simbólicos, que según Pierre Bourdieu confluye en la
constitución de una elite. Es difícil, en nuestro país, identificar trayectorias
predefinidas que marquen los recorridos a seguir por aquellos que aspiran a
conformar una elite dirigente, tanto en el campo cultural como en el empresarial o
político. (Tiramonti, Ziegler; 2008:13)
La masificación de la educación secundaria, los procesos de reforma educativa y el
escenario educativo y de quiebre social posterior a los años noventa han profundizado
notablemente las brechas entre las instituciones; lo que se registra como rasgo de
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continuidad es la selección social que de todos modos genera este sistema abierto.
Como dice Tiramonti: “pareciera que la diferenciación social seguirá produciéndose
en la libre concurrencia y pelea de todos contra todos, pero ahora en escenarios más
delimitados.
Pero ¿Qué se entiende por fragmentación social del sistema educativo?:
En definitiva, el término fragmentación es tributario del concepto de cierre social
Weberiano, en tanto da cuenta de un modo específico de segregación social donde la
tendencia es generar espacios socioculturalmente homogéneos. A su vez, esta
particular configuración genera una distancia social entre los grupos que se
caracterizan por la ajenidad. (Tiramonti, Ziegler; 2008:30)
El concepto de fragmentación social intenta dar cuenta de una configuración de la
sociedad que resulta de los modos segregados de las prácticas sociales. La
fragmentación alude a un modo de segregación que construye una distancia social
específica entre aquellos que habitan los diferentes fragmentos.
Para Durkheim, la insuficiencia de contacto entre los grupos que conforman la
sociedad está en la base de los procesos de desorganización social. A partir de esta
perspectiva, la cohesión y la solidaridad social no podrían desarrollarse si la distancia
social entre los diferentes grupos es profunda. Se establece así una asociación entre
distancia social y violencia.
Este punto es determinante para comprender cómo la heterogeneidad de trayectorias
sociales se hayan sustentadas por la diversidad de modos de segregación social,
cultural y moral, pues el choque entre estos fragmentos inevitablemente produce
violencia y determina el cierre social de dichos grupos.
La distancia social genera fronteras morales. La moral dibuja los límites entre la
inclusión y la exclusión, legitima la sanción legal para quienes están dentro del marco
normativo y el ejercicio de la violencia para aquellos que están fuera de la comunidad
y no comparten las reglas establecidas.
La distancia social está relacionada con lo cultural y lo moral, hace alusión a los lazos
de entendimiento e intimidad entre los grupos que conforman la sociedad, mientras
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que la diferenciación estructural hace referencia a condiciones objetivas (económicas
y políticas) de desigualdad.
(…) La segmentación hace referencia a un todo integrado donde las distancias entre
los grupos pueden medirse en términos de grado, en cambio la distancia que se
nombra con la noción de fragmentación hace alusión a la existencia de mundos
culturales distantes, cuyos contenidos no admiten la comparación y mucho menos el
ordenamiento en una escala jerárquica. De este modo usamos la idea de
fragmentación para nombrar una distancia que se expresa en términos de
extrañamiento cultural y de fronteras de exclusión. Cuando planteamos que el campo
educativo está fragmentado hacemos referencia a distancias que no pueden medirse
en términos de mayor o menor, ya sean conocimientos, capitales culturales o
habilidades intelectuales, sino que se distinguen por pertenencias a mundos culturales
que difieren entre si en virtud de los valores, las expectativas y los modos de vida
que los organizan. (Tiramonti, Ziegler; 2008:29)
La construcción del Otro en la distancia social
El sistema educativo está atravesado por la dualización de la sociedad, la
fragmentación social y el desdibujamiento del estado como único dador de sentido
para el conjunto de las instituciones educativas. Tanto la fragmentación social como
el debilitamiento y ausencia del rol del estado, son producto de un prolongado
proceso de crisis del proyecto de la modernidad. La articulación estado-escuela-
familia constituyó el soporte institucional del orden social moderno que, a su vez,
inventó una ética, la del trabajo y una moral laica que impuso deberes y obligaciones
tan exigentes como los anteriores dogmas religiosos. El ideal del sacrificio y la fe en
el progreso es lo que sostiene el proyecto moderno. Y es justamente este entramado
de instituciones y justificaciones lo que pareciera estar modificándose.
Bauman sostiene que la estética del consumo gobierna allí donde antes lo hacía la
ética del trabajo. La ética del trabajo refiere a un principio fundacional de la
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ingeniería normativa y política de la sociedad industrial. Asociar esfuerzo con
dignidad individual y social permitió, por un lado, satisfacer la demanda de mano de
obra de la naciente industria, y por otro, establecer un principio normativo que
regulara la moral pública y privada. Según este autor, está claro que no es la ética del
trabajo la que estructura la comunidad actual y a los jóvenes de los sectores medios y
altos. Para ellos, la aspiración no es la vida digna, sino la buena vida que se obtiene
mediante la optimización de las posibilidades de elección. De hecho, el valor del
trabajo es un factor de estratificación que diferencia a los sectores altos y medios (que
asocian el trabajo con la vocación y la realización personal), de los estratos más bajos
de la escala social (que siguen atados a los principios de la ética del trabajo y lo
asocian a la condición socialmente digna).
En estas condiciones se trazan trayectorias educativas bien heterogéneas en donde se
produce el proceso de selección de doble vía para las clases media y alta, es decir, es
la familia quien elige a la escuela pero ahora también es el tipo de escuela el que
elige y determina el tipo de familia; mientras que para la clase baja la deserción
escolar y la repitencia están a la orden del día.
En los sectores altos se observan estrategias de cierre social (que producen la
distancia social). Weber entiende por cierre social el proceso que permite a
colectividades o grupos limitar el acceso a determinados recursos y oportunidades, de
manera tal de optimizar su uso y recompensa.
En las últimas dos décadas, este modo segregado de habitar la sociedad se ha
profundizado y difundido además entre diferentes sectores sociales en nuestro país.
Un ejemplo de ellos es la proliferación de los barrios cerrados destinados a los
sectores altos y a un amplio espectro de las clases medias más acomodadas.
También, los sectores más bajos de la sociedad y los excluidos desarrollan formas de
cierre social como respuesta o defensa a su condición, en una sociedad que los trata
como “extraños”. La vida se despliega entonces en ámbitos aislados donde se
“reserva el derecho de admisión y permanencia” de los otros no pertenecientes a cada
comunidad. (Tiramonti, Ziegler; 2008:140)
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Según Levinas, lo que vuelve humano al sujeto es justamente esa interpelación, a
partir de la presencia del otro, que interfiere con la autonomía autista. Justamente, es
ese otro quien le imprime al sujeto ensimismado socráticamente la escritura de una
alteridad que hace posible la función ética. La segregación y el distanciamiento
permiten elevar una barrera protectora frente a la intromisión de los extraños y los
ajenos que se prefiere evitar.
El rostro en su desnudez de rostro me presenta la indigencia del pobre y del
extranjero (…) El pobre, el extranjero se presentan como iguales. Su igualdad en esta
pobreza esencial consiste en referirse a un tercero, así presente en el encuentro y al
que, en el seno de su miseria, el Otro sirve ya (…) La presencia del rostro -lo infinito
del Otro- es presencia del tercero (es decir, de toda la humanidad que nos mira). E.
Levinas, Totalidad e infinito (Tiramonti, Ziegler; 2008:121)
En la actualidad del sistema educativo, el boom del voluntariado en los programas
extracurriculares de escuelas de clase media acomodada, es un claro ejemplo de
cómo se construye la categoría filosófica del Otro en un imaginario social signado
por el cierre y la distancia social entre la futura o posible clase dominante y los
sectores más desfavorecidos.
Esta “solidaridad privada” representa una forma de desviar la participación social
hacia formas apolíticas, a través de las cuales se reemplazan demandas, basadas en
derechos, por carencias. De este modo, lo público y lo político, son sustituidos por las
iniciativas de buena voluntad del sector privado y del voluntariado, transformando
derechos en filantropía y asistencialismo.
En este sentido, el voluntario siente una satisfacción personal, un placer interno por
un acto individual. En términos de Béjar se trata de un altruismo endocéntrico que
supone que la mejora de la condición del Otro posee un valor de gratificación
inherente para quien brinda la ayuda. Los necesitados (el Otro), antes que sujetos de
derecho, se convierten en destinatarios de la asistencia social. De este modo, no hay
ciudadanos, sino seres que viven una situación desdichada.
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El voluntariado es la muestra de una participación en la esfera de lo social, en una
zona situada entre el reducto de un individuo replegado en la esfera privada, en
ámbitos segregados, por un lado, y el desplazamiento del estado y la irrupción del
mercado, por el otro. Bajo estas nuevas coordenadas se despliega una serie de formas
de intervención sobre lo social que se inscriben en el marco de la exigencia de
individualización, propia del capitalismo contemporáneo, y en el marco de un hábitat
de encierro entre semejantes. Así, la persistente experiencia de la desigualdad y la
distancia social transmuta hacia nuevas formas de percibir y habitar el espacio social
entre quienes se sumarán a las filas de la futura clase dirigente. (Tiramonti, Ziegler;
2008:146)
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Conclusión
A partir de las consideraciones expuestas entorno a la situación actual de la
fragmentación social del sistema educativo, es posible develar y esclarecer cómo
operan implícitamente estos presupuestos filosóficos.
Tanto la distancia social como el cierre social que se produce sobre todo entre la
brecha entre las clases altas y medias acomodadas y las clases más bajas, determinan
fronteras culturales que operan como modos de segregación de tipo moral. Este
distanciamiento a su vez produce y legitima la violencia como garante de “seguridad
social y privada”.
Estas fronteras también se hallan en tensión entre la misma clase alta y la clase media
acomodada, es decir, los procesos de selección y segregación, también cumplen un
rol preponderante en el sistema educativo, tanto del sector público como del privado,
pero por sobre todo a partir de éste último.
En este sentido, pareciera que la fragmentación social es un acontecimiento que
desborda al sistema educativo y reclama la presencia del estado enmarcado en
políticas públicas como garantes de un verdadero usufructo de derechos civiles
concretos.
A mi juicio, sólo desde esta condición es posible pensar un piso común de valores
compartidos que demande y ponga en claro cómo es que desde diversos sectores se
construyen implícitamente preconcepciones sobre “los Otros” que no hacen al bien y
la salud de la comunidad del sistema educativo y por sobretodo de la sociedad en
general.
En este sentido, a mi entender, los aportes del texto “La educación de las elites”
brindan la posibilidad de desenmascarar los presupuestos filosóficos implícitos del
sistema educativo Argentino.
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Bibliografía
Tiramonti, Guillermina; Ziegler, Sandra; “La educación de las elites. Aspiraciones,
estrategias y oportunidades”; Ed. Paidós, Buenos Aires, primera edición, 2008.
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