Post on 04-Dec-2015
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Por cada cosa que sabemos, ignoramos infinidades.
y cuantas más cosas nos interesan, más desconocimiento
nos acompaña.
Ante la posibilidad de adquirir nuevos conocimientos, no hay actitud más estimulante y
constructiva que la humildad, el conocimiento acumulado entre todos los humanos es tan
extenso, profundo y potente que si cada uno pudiera pensar en una báscula lo que sabe y
compararse con lo que desconoce, el resultado sería que todos, sin excepción, somos unos
pobres ignorantes.
La humildad es la levadura que hace crecer el conocimiento. En cualquier materia, los
“sabelotodo” que se cierran ante cualquier aportación ajena y desprecian cuando no
proviene de sus propios criterios, lo único que consiguen es blindar su cerebro al aire
fresco del exterior: han entrado en un proceso de oxidación y herrumbre de sus neuronas.
Sin la menor duda, el mayor cambio al que estamos asistiendo y que configura en silencio
un mundo definitivamente nuevo, es la democratización del conocimiento, en bien supremo
que a lo largo de la historia siempre estuvo limitado a ciertas élites. Jamás en la historia de
la humanidad ha habido tanta gente formados en universidades y escuelas, la enciclopedia
quedó sustituida por unas diminutas teclas conectadas a Google o Yahoo!, que ya podemos
llevar en el bolsillo. El nivel del conocimiento medio no para de elevarse en cada una de las
ramas del saber. Desde un punto de vista de elección de saber, sufrimos un exceso de
información.
Estamos viviendo la época más fascinante de extensión del saber. Para los que quieren
participar activamente en la carrera del desarrollo, jamás han tenido enfrente tanta pista.
Por eso es tan decisivo estar abiertos y absorbentes. Inteligente es aquel que cada vez que
desee aprender, toma una intensa conciencia de su ignorancia.
Joaquín Lorente, Piensa, es gratis, Planeta, Barcelona, 2009.