Locuras imperiales

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Locuras en Roma

LATÍN I

En su obsesión por la moralidad del pueblo, promulgó leyes que estaban en contra de la soltería y el adulterio.

Su hija Iulia Maior tuvo numerosísimos escarceos sexuales.

Su mujer Livia fue sospechosa de haber envenenado a multitud de personas de la familia del emperador.

El joven soldado convertido en emperador se volvió completamente trastornado con grandes extravagancias y crueldades por su manía de grandeza.

En la historia ha sido diagnosticado de megalomanía.

Quiso ser adorado como un dios.

Agotó el tesoro

Nombró cónsul y sacerdote a su caballo Incitatus.

Convirtió el Palacio Imperial en un burdel donde prostituyó incluso a sus hermanas.

Claudio padecía una severa cojera, padecía tics nerviosos, tartamudez y problemas de gases.

Los soldados que mataron a Calígula lo encontraron tras las cortinas y le nombraron emperador.

Como tenía ese problema de gases, obligaba a todo el mundo a tirarse pedos (dos por cada uno de los suyos).

Su primera mujer, Mesalina, era ninfómana, y creó una competición en palacio para superar a la prostituta más famosa de Roma, acostándose con más de 200 en una noche.

Se casó con otro sin divorciarse de Claudio.

Claudio fue envenenado por un plato de setas de su segunda mujer, Agripina, para subir a su hijo Nerón al trono.

Cuando Claudio se sintió mal, pronunció la famosa frase

“Vae me. Puto concacavi me. Quod an fecerit, nescio: omnia certe concacavi”

(Ay de mí, creo que me cagado. Cómo ha sucedido no lo sé, lo cierto es que me he

llenado todo de mierda).

A pesar de tener relaciones incestuosas con su madre, terminó matándola.

También sacrificaba a los espectadores del teatro que consideraba que no aplaudían lo suficiente.

Mandó quemar Roma en un ataque de locura para transformarla en Nerópolis.

Le echó la culpa a los cristianos mientras él disfrutaba del incendio tocando la lira.

Fue considerado el anticristo, ya que en su época Pedro fue crucificado y Pablo decapitado.

“La Antorcha de Nerón”. Henryk Siemiradzki

Se decía que su locura provenía por la ingestión del plomo residual de los platos y vasos que consumía, un metal muy nocivo para la salud.

Obligaba a los visitantes a que le besaran los pies, mientras le aclamaban “Dominus et Deus”.

Cometió numerosos incestos hasta el punto de repudiar a su mujer para acostarse con su sobrina.

Se avergonzaba de su calvicie y exigió que siempre le representaran, bajo pena de muerte, con una melena leonina.

También un león era su mascota.

Tenía gran pasión por los espectáculos de gladiadores, donde en numerosas ocasiones participaba.

Siempre ganaba porque obligaba a los rivales a tomar drogas o a llevar peores armas.

Orgulloso de su físico, deliraba con ser la representación de Hércules e intentó durante toda su vida emular los famosos 12 trabajos.

Servía a sus invitados manjares de cera que imitaban a los platos que él degustaba.

Les obligaba bajo pena de muerte a simular que estaban comiendo.

Tenía obsesión por convertirse en mujer hasta el punto de intentar amputarse el pene.

En una ocasión mandó tirar tal cantidad de pétalos de rosa sobre sus invitados, que muchos de ellos murieron asfixiados. “Las rosas de Heliogábalo”, Alma-Tadema.

FIN