Post on 27-Dec-2015
La clonacion
Dr. Luis E. Ráez
La clonación es un tema atractivo para muchos. Se argumenta que con la clonación, podríamos
«inmortalizar» artistas famosos, políticos, estrellas de cine, etc. Por ejemplo, se podría clonar a
Michael Jordan y obtener un equipo completo de jugadores de básquetbol idénticos a él para
conformar el « dream team» del futuro. Otras personas con argumentos más conmovedores
promueven la clonación humana para reemplazar a un hijo tempranamente muerto; permitir a
personas infértiles tener descendencia; obtener órganos para gente enferma, etc.
Si describiéramos todos los supuestos beneficios de la clonación, nunca terminaríamos de
escribir esta reflexión. Aunque muchas expectativas de la gente a favor de la clonación no
provienen de la ciencia-ficción, hay que considerar que entre lo que se promete y lo que pueda
realmente ocurrir hay mucha diferencia. Entonces, ¿en qué consiste la clonación?
La palabra «clonación» significa «división o aislamiento». Podemos decir que existen
básicamente dos posibilidades de clonación. La primera es que después del proceso de unión
entre la célula materna (óvulo) y la célula paterna (espermatozoide), el nuevo ser humano es
una sola célula que se empezará a dividir para desarrollarse como un ser completo. Cuando se
ha dividido en cuatro células, cada una de ellas todavía tiene toda la capacidad de desarrollar
un ser humano completo. En 1993, la revista Science recogió las investigaciones de científicos
de la George Washington University que dividieron (clonaron) por vez primera embriones
humanos. Esta vez los científicos usaron embriones recién formados de cuatro células
separando cada una de ellas, a este nivel cada una todavía tiene la capacidad de generar un
ser humano completo. Esta posibilidad de clonación no goza del pleno respaldo de la
comunidad científica justamente porque en este caso un mayor número de científicos acepta
que se están manipulando seres humanos ya que el embrión está formado y ha sido concebido
de una forma más «natural» (unión del óvulo y espermatozoide) que en el caso de la clonación
«terapéutica» que explicamos a continuación.
La segunda técnica consiste en tomar el núcleo de una célula madura -que tiene todo el
patrimonio genético de un ser humano- de cualquier parte del cuerpo de un adulto y depositarla
dentro del óvulo materno, al que previamente se le ha extraído su propio núcleo. De esta
manera, el núcleo de la célula madura «ordenará» a la célula primitiva la formación de un
embrión que será depositado en el útero de la madre. Esto se logró en 1997 cuando la
revista Nature informó el nacimiento de la oveja «Dolly», clonada por científicos escoceses.
Este tipo de clonación se llama: «clonación terapéutica» y como el experimento parte de dos
células (y no embriones todavía) goza de mas aceptación y popularidad.
Pretender que estos experimentos iniciales puedan satisfacer todas las esperanzas puestas en
la clonación no sólo técnicamente es irreal por ahora, sino que presenta problemas morales
serios, ya que la clonación y el proceso que conlleva violan los derechos fundamentales del ser
humano y arriesga la vida del embrión. El experimento para la clonación de la oveja «Dolly»
implicó 277 intentos de fusión de células, los investigadores lograron engendrar con éxito ocho
embriones y de ellos uno sólo sobrevivió: «Dolly». Con estas cifras, se puede estimar la
cantidad de vidas humanas que se perderán durante los eventuales experimentos de clonación
mientras éstos ocurran con la tecnología actual. Por ello, el mismo Dr. Alan Colman que
participó en la clonación de «Dolly» se opuso rotundamente en agosto de 2001 durante una
conferencia de expertos en clonación en Washington a los comentarios de algunos científicos
de tan dudosa reputación, como Severino Antinori de Italia, que ya aseguraban estar
dispuestos a intentar clonar seres humanos con la técnica escocesa.
No hay que usar mucha ciencia para darse cuenta que toda esta pretensión de la clonación de
seres humanos va en contra del sentido común. Retomemos el ejemplo inicial de este artículo.
Si clonásemos a Michael Jordan obtendríamos una copia de su figura, pero, ¿qué pasa si el
clon no tiene habilidades para el básquetbol?, ¿qué pasa si las tiene pero quiere hacerse
músico?, ¿serían estos clones propiedad de los que pagaron por clonarlos, violándose así los
derechos fundamentales de igualdad y libertad?, ¿qué pasaría si los dictadores quieren
clonarse o quieren clonar otros seres humanos para sus propios fines?
Las posibles preguntas son innumerables y sólo la irresponsabilidad puede justificar a quien
quiera seguir adelante sin dar respuesta a todas estas dudas. En este sentido, uno de los
puntos que debe quedar claro -especialmente para los que tienen esperanzas en la cura de
enfermedades con la producción de clones- es el hecho de que no existe actualmente forma de
conseguir células estaminales u órganos para trasplantes provenientes de un embrión humano
clonado sin matarlo.
La Iglesia Católica recuerda en documentos como la Instrucción Donum Vitae -publicada en
1987 sobre el respeto de la vida humana naciente y la dignidad de la procreación: «La
investigación científica, fundamental y aplicada, constituye una expresión significativa del
señorío del hombre sobre la creación. Preciosos recursos del hombre cuando se ponen a su
servicio y promueven su desarrollo integral en beneficio de todos, la ciencia y la técnica no
pueden indicar por sí solas el sentido de la existencia y del progreso humano. Por estar
ordenadas al hombre, en el que tienen su origen y su incremento, reciben de la persona y de
sus valores morales la dirección de su finalidad y la conciencia de sus límites» (Donum Vitae
2).
por Fernando Pascual
La sociedad tiene que promover, también en el mundo de la investigación y la ciencia, valores y
principios fundamentales. Los derechos humanos valen para todo hombre. El respeto de esos
derechos ha de ser exigido a toda persona capaz de actuar de modo responsable y libre,
también al científico.
Las Naciones Unidas no han sido capaces de alcanzar un acuerdo acerca de la prohibición de
la clonación humana. En la votación del 6 de noviembre de 2003 se decidió, con 80 votos a
favor, 79 en contra y 15 abstenciones, posponer el debate por dos años.
¿Por qué se ha llegado a esta situación? Se trata de un enfrentamiento de puntos de vista. Por
un lado, un amplio grupo de países apoyaban la propuesta de Costa Rica, en la que se prohibía
tanto la clonación reproductiva como la así llamada “clonación terapéutica”. Por otro, Bélgica y
un grupo minoritario de países, defendían prohibir sólo la clonación reproductiva y, al mismo
tiempo, dejar libertad a las naciones para legislar sobre la “clonación terapéutica”. Un tercer
grupo de países, encabezados por Irán, propusieron posponer la discusión hasta dentro de dos
años. Esta propuesta fue la que finalmente, con un mínimo margen de votos, fue aceptada.
Detrás todas estas discusiones se esconde un problema más profundo. Hay que defender, por
una lado, la libertad de la investigación, ese margen de acción necesario para que los
científicos puedan trabajar, sobre todo cuando buscan caminos para promover el bien de otros
seres humanos. Por otro, hay que reconocer esa legítima intervención de la sociedad para
poner límites éticos que den garantías de respeto y de seguridad para toda la humanidad,
también por lo que se refiere a la investigación científica.
La ciencia busca conocer. Para ello, usa aquellos procedimientos más eficaces, lleva a cabo
aquellos experimentos que permitan mejores resultados. Pero no hay que ser un Platón para
reconocer que no todo lo que funciona, no todo experimento, es ético. Muchas veces los
hombres han buscado ser eficaces a través de la violencia, del robo, del crimen organizado u
ocasional. El caso de los médicos que colaboraron con el nacismo y realizaron experimentos
de una crueldad inimaginable no es un algo aislado. Ha habido, y hay, científicos (esperamos
que pocos) que engañan, que roban secretos a compañeros, que abusan de enfermos para
hacer experimentos inhumanos, que sueñan sólo en el dinero y la fama, que se someten a los
proyectos de gobernantes sin escrúpulos para descubrir nuevas armas de destrucción masiva o
sistemas para esterilizar a grupos sociales o raciales considerados “inferiores”, que practican el
aborto como si fuese lo más natural del mundo.
Encontrarnos ante estos científicos no debe ser motivo de escándalo. Hombres deshonestos
los hay en casi todos los grupos sociales, y la clase de los investigadores no está inmune de
las debilidades humanas. El hecho de que una persona tenga muchos títulos universitarios,
haya recibido premios o reconocimientos nacionales o internacionales por algún
descubrimiento o, incluso, haya promovido actividades filantrópicas, no garantiza el que un día
realice un experimento claramente injusto, o se decida a vender un secreto de laboratorio a una
empresa de armamento o a un dictador sin escrúpulos.
Por ello, la sociedad tiene que promover, también en el mundo de la investigación y la ciencia,
valores y principios fundamentales. Los derechos humanos valen para todo hombre. El respeto
de esos derechos ha de ser exigido a toda persona capaz de actuar de modo responsable y
libre, también al científico.
Aquí encuentra su sentido la discusión sobre temas como la clonación, el aborto, la eutanasia y
otras posibilidades técnicas que la medicina moderna tiene ante sus ojos.
Haber prohibido toda forma de clonación hubiese significado promover una cultura de respeto
al hombre, a cada hombre. No sólo al individuo que pueda ser resultado de una clonación, sino,
de modo especial, al científico y al personal que trabaja en un laboratorio, para que no se
degraden con un acto injusto, contrario a los principios éticos.
Aquí conviene aclarar una cosa que ha pasado desapercibida a algunos medios de
comunicación social. La así llamada “clonación terapéutica” es también clonación reproductiva,
en el sentido de que produce (“reproduce”) un individuo humano que tiene un material genético
casi totalmente idéntico (al menos en el núcleo) a otro individuo ya existente. ¿Cuál es,
entonces, la diferencia entre estos dos “tipos” de clonación? Mientras la clonación reproductiva
dejaría nacer al individuo clonado, la así llamada “clonación terapéutica” lo habría fabricado
para experimentar con él y luego destruirlo, lo cual es un acto que atenta gravemente contra el
respeto debido a todo individuo humano, incluso al que es “producido” por clonación. En otras
palabras, es mucho más grave la “clonación terapéutica” que la reproductiva, y el hecho de que
algunos países y científicos defiendan la “terapéutica” no puede sino ser motivo de condena y
de rechazo por parte de quienes defienden los derechos humanos.
Conviene aclarar, por último, que no habría bastado con prohibir cualquier forma de clonación.
Los científicos gozan de una gran libertad de acción en sus laboratorios, libertad que les
permite realizar numerosos actos que no acabamos de comprender bien los que no poseemos
toda la ciencia que ellos han conquistado a través del estudio. Pero esa libertad implica una
mayor responsabilidad. A más margen de acción, mayor urgencia por comprender la
importancia del respeto a cada ser humano.
Cuando un laboratorio de reproducción artificial tiene en sus manos los óvulos de varias
mujeres, los espermatozoos de varios hombres, y otros tejidos de adultos, fetos o embriones,
de hombres y de animales, sabe muy bien que puede hacer, a escondidas, experimentos
ilegales. Puede clonar, puede crear embriones para investigación, puede hacer híbridos entre
hombres y animales. Los estados, ciertamente, deberán promover sistemas de control, pero lo
principal está en la formación ética del científico.
La ciencia ofrece a la humanidad un número creciente de descubrimientos. Cada nueva
frontera conquistada abre nuevas posibilidades. Orientar bien todo este cúmulo de saberes
depende de la ética. No basta con enseñar en la universidad lo que es posible hacer, sino lo
que es correcto. El respeto al hombre, a cada hombre, desde que inicia su existencia como
cigoto hasta que muere, debe ser el criterio de discernimiento fundamental para juzgar las
acciones de los científicos. Fuera de ese respeto podrán darse descubrimientos importantes,
pero será mucho más lo que se pierda. No vale la pena vivir en un mundo técnicamente
perfecto y éticamente inhumano.
ARGUMENTOS CATOLICOS
LIMA, Redacción Central, 26 Nov. 01 (ACI).- La generación de un embrión humano por
clonación por parte de un laboratorio privado en los Estados Unidos provocó una enérgica
condena en el ámbito católico alrededor del mundo.
Además del explícito y enérgico comunicado dado a conocer por la Sala de Prensa de la Santa
Sede, Mons. Mauro Cozzoli, Profesor de Teología Moral de la Pontificia Universidad
Lateranense, recordó que a ser el embrión un individuo, "la clonación es un hecho abusivo y
moralmente censurable". "El hecho de que lo hayan hecho con fines terapéuticos agrava el
juicio, ya que no se puede crear un individuo para después suprimirlo en beneficio de otro",
agregó el Prelado, quien recordó que un embrión, aunque tenga pocas células, tiene el estatus
de persona.
Cozzoli agregó que la clonación "con éxito" anunciada por el laboratorio
estadounidense Advanced Cell Technology (ACT) "ofende la verdad de la procreación, que
debe realizarse con el encuentro de dos gametos", y recordó que el Papa Juan Pablo II había
condenado los experimentos con embriones, al afirmar que no hay hombre alguno ni autoridad
humana que pueda disponer libremente y de manera deliberada de una vida humana inocente,
y muchos menos para después destruirla.
Card. McCarrick: El peligro de la arrogancia
El Cardenal Theodore E. McCarrick, Arzobispo de Washington DC, señaló que el controvertido
experimento científico "tiene peligrosas implicaciones, pues el hombre está jugando a Dios y
devaluando la vida humana".
"El informe es profundamente perturbador", dijo el Cardenal McCarrick, quien señaló que
"aunque debemos estimular a la comunidad científica a continuar con las investigaciones de
punta, ésta debe producirse dentro del marco ético de respeto al a la vida humana y el papel de
Dios como Creador de la vida".
"La arrogancia que lleva a alguien a creer que puede jugar el papel de Dios y reducir a los
seres humanos a mera fuente de piezas de recambio es una soberbia que puede llevar a
peligrosas consecuencias que no podemos anticipar plenamente", dijo también el Purpurado de
la capital norteamericana; y advirtió que "incluso buenas intenciones evidentes, como la
curación de una enfermedad, pueden tener efectos negativos, tales como la devaluación de la
vida humana con todo lo que ello implica". "El uso de embriones para clonación está
moralmente mal", subrayó el Cardenal.
En una última entrevista concedida a Radio Vaticano, el Vicepresidente de la "Academia
Pontificia para la Vida", Mons. Elio Sgreccia, respondió a las interrogantes surgidas en torno a
la decodificación del genoma humano, al alcance de todo el mundo vía Internet, y sobre el uso
que de estas informaciones podrían hacer algunos científicos.
La Academia Pontificia para la Vida es la institución fundada por el Papa Juan Pablo II con el
objetivo de "estudiar, informar y formar sobre los principales problemas de la medicina y el
derecho relativos a la promoción y la defensa de la vida.
- Ante todo, monseñor Sgreccia, ¿la Iglesia está a favor o en contra de la investigación
biomédica?
Monseñor Elio Sgreccia: Es conocido el pensamiento oficial de la Iglesia católica, que ha
manifestado en repetidas ocasiones su aprecio y aliento por la investigación científica,
especialmente cuando está dirigida a la prevención y el tratamiento de enfermedades y el alivio
del sufrimiento humano. Este tipo de investigación es considerado como coherente con la fe en
Dios creador.
Se podrían citar muchos textos del Magisterio de la Iglesia en este sentido. Basta pensar, por
ejemplo, en el pasaje del Concilio Vaticano 11 que dice: "la investigación metódica en todos los
campos del saber, si está realizada de una forma auténticamente científica y conforme a las
normas morales, nunca será en realidad contraria a la fe, porque las realidades profanas y las
de la fe tienen su origen en un mismo Dios. Más aún, quien con perseverancia y humildad se
esfuerza por penetrar en los secretos de la realidad, está llevado, aun sin saberlo, como por la
mano de Dios, quien, sosteniendo todas las cosas, da a todas ellas el ser" "(Gaudium et Spes
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