Post on 29-Jun-2015
El Método Grönholm
Después de ver la película “El Método”, me planteo un par de preguntas:
¿Hasta dónde es capaz de llegar una persona con tal de conseguir un empleo?
Y de forma opuesta:
¿Cuáles son los límites éticos en el proceso de selección de personal?
El ejercicio que se plantea en “El Método” lleva hasta los límites la respuesta a ambas
preguntas. Lo que en un inicio se vislumbra como un proceso ordinario de selección, nos va
descubriendo de forma descarnada la verdadera esencia de cada uno de los candidatos,
poniendo en evidencia las acciones a que cada quién está dispuesto a llegar para conseguir el
objetivo final de ser contratado.
Este descubrimiento de los límites de cada persona, al ser sometido a la presión de
situaciones extremas, sería finalmente la justificación del uso de un método tan radical, ya que
difícilmente pudieran exponerse de forma tan diáfana y evidente las verdaderas tendencias de
cada uno de los candidatos. Rasgos de carácter que apenas son observables bajo
circunstancias “normales”, ó mediante algunas de las diversas pruebas proyectivas, surgen con
toda intensidad, como en el caso del Sr. Fernando de Monagas, quien desde un principio deja
entrever sus tendencias de autoritarismo y misoginia, pero solo ante el temor de ser eliminado
del grupo, estas características se imponen sobre sus límites auto impuestos.
Conformen avanza la película, se van revelando en cada uno de los personajes,
estereotipos clásicos muy bien definidos:
- El ejecutivo íntegro, con una alta carga de culpabilidad, en el personaje de Julio
Quintana.
- La mujer profesional segura de sí misma, pero que no logra comprometerse en lo
personal: Nieves Martín.
- El gerente preparado que no se amolda por completo a su entorno: Martín de
Aristegui.
- La aparente tranquilidad y naturalidad (que lo debería haber delatado) de Ricardo
Arces.
- La mujer ansiosa de destacar sus logros profesionales (evidenciando su
inseguridad): Ana Páez.
- El Gerente chapado a la antigua, y con una alta carga de autoritarismo y desprecio
por los demás: Fernando de Monagas.
- El experto técnico inseguro y fácilmente manipulable: Enrique León.
La transformación observada en cada uno de los personajes, conforme la presión y
exigencia va aumentando, al ver cada vez más cerca su objetivo, los impulsa a transgredir los
mencionados límites, y explorar terrenos de su personalidad que normalmente mantienen
ocultos a los demás. Igualmente, las debilidades de cada quien van exponiéndose de forma
paulatina, hasta dejar a la vista de todos ambos extremos de cada uno: Los puntos más
dominantes y los aspectos de flaqueza. Ante esto, el cuestionamiento sería, ¿Qué tan válida es
esta caracterización, si finalmente fue obtenida bajo condiciones fuera de la normalidad?
Ahora, abordando la pregunta de lo ético de un método como el Grönholm. Me queda
claro que el uso de este tipo de herramientas, debe ir aparejado de un gran dominio de los
diversos elementos que lo componen, así como de un alto grado de responsabilidad a la hora
de evitar exceder los límites del respeto a cada uno de los candidatos como individuos.
Hay toda una serie de metodologías, tales como el “Assessment Center” y diversas
variaciones de éste, surgidos entre las décadas de los veintes y cuarentas del siglo pasado,
principalmente en el entorno militar (a lo cual, por cierto, se hace referencia en la película),
que buscan observar a los candidatos en situaciones lo más apegadas al entorno real de
trabajo que enfrentarán de resultar seleccionados, así como lograr evaluar de manera integral
las principales dimensiones de interés para cubrir el puesto vacante.
“El Método” es una sátira que logra llevar al extremo las circunstancias de éste tipo de
evaluaciones, aunque en ciertos momentos, esos extremos llegan a salirse de lo creíblemente
tolerable para los candidatos, como en las escenas del baño entre Nieves y Fernando, ó los
cambios de camisa entre éste último y Carlos. Sin embargo, esos excesos, pudieran entenderse
como licencias creativas con el fin de generar un mayor morbo en los espectadores.
Finalmente, todo escenario que promueva la interacción de un grupo de personas bajo
condiciones límite, seguramente desencadenará los más impensables resultados.
El enfrentamiento final, buscando orillar a los últimos dos candidatos a decidir entre la
consecución del empleo, mediante la traición ó el apegarse a sus principios, cediendo el
puesto largamente disputado, cumpliría pobremente el objetivo de la prueba, al
prácticamente eliminar de facto a ambos candidatos, ya que el “ganador”, lo sería muy
probablemente a través de un método moralmente inaceptable.
Al término de la película, me quedo con la sensación de que la intencional exposición
de los defectos y virtudes de cada uno de los candidatos, contribuye a dejarlos en una posición
vulnerable ante la empresa (y ante ellos mismos), lo cual no necesariamente es deseable ó
positivo, por lo que el objetivo mismo del uso de un método tan extremo como éste, resulta
muy cuestionable.