Post on 27-Jan-2016
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El tema del taller que impartí en el Congreso Integral fue “El cristiano y la música secular” y
el subtítulo lo planteé en forma de pregunta: “¿Puede el cristiano escuchar música secular
o sólo debe escuchar música cristiana?” Sin embargo, luego de enviar mi bosquejo a los
organizadores del evento para incluirlo en el manual del Congreso pensé que realmente la
pregunta anterior debí haberla formulado mejor. La verdadera pregunta no debería
cuestionar si el cristiano “puede” o “no puede” pues de poder todos pueden hacer lo que se
les antoje. ¿No dijo el apóstol Pablo “todo me es lícito”? Pienso que la pregunta estaría
mejor planteada sustituyendo la palabra “puede” por la palabra “debe”. En este sentido la
pregunta debería ser no si podemos, sino si “debemos” o no escuchar música secular.
“¿Debe el cristiano escuchar música secular o sólo debe escuchar música cristiana?”
CINCO PREMISAS FUNDAMENTALES.
Antes de expresar mis pensamientos quisiera establecer algunos fundamentos que me
ayudarán a transmitir mis convicciones sobre el tema de la música y de este modo usted
comprender el espíritu desde el cual escribo.
En primer lugar, comparto este tema en La Aventura de Componer porque estoy
consciente de que los compositores escuchan mucha música. Para ser un buen
compositor y para mantenernos actualizados debemos estar empapándonos
constantemente de esto que nos apasiona tanto: La música y las canciones. Aunque sé de
muchos que han establecido para sí mismos la norma de sólo escuchar música cristiana
un buen porcentaje de escritores escucha música secular. ¿En qué porcentaje? No lo sé,
cada quien debería saber cuánto de estos tipos de música escuchan en su dieta de
canciones diarias. Por lo tanto, la duda que surge es si es correcto que un compositor
cristiano escuche música secular o no, o si sólo debería escuchar música cristiana. ¿De
qué debería estar empapado un compositor cristiano?
En segundo lugar, no solo quienes componemos nos preguntamos dónde está la línea
divisoria entre los tipos de música que deberíamos escuchar, también se lo pregunta el
cristiano comprometido con su fe. Claro que muchos cristianos no se cuestionan estas
cosas quizá porque no ven conflicto entre ambos tipos de música y por lo tanto, escuchan
todo por igual; sin embargo, la conciencia del cristiano que busca profundizar su relación
con Dios le advierte en cuanto a qué sí y qué no debería oír. Para todos quienes tienen
dudas al respecto les dedico estos artículos.
En tercer lugar, voy a abordar el tema partiendo de que la música cristiana es aquella que
producen los cristianos y la música secular aquella que producen quienes no profesan la fe
cristiana. La diferenciación entre música cristiana y música secular la uso partiendo del
marco teórico de la mayoría de creyentes que definen así la música; sin embargo, si
fuéramos estrictos con estos términos la verdad no existe música cristiana y no existe
música secular. La música es música. Es decir, no existe el “Do” cristiano ni el “Do”
secular. El “Do” es “Do” y punto, lo toque un creyente o lo toque un pagano. Tal vez una
mejor forma de diferenciar los tipos de música sería decir que es música producida por
cristianos y música producida por no cristianos. Pienso que es una forma menos absurda
de diferenciar ambas.
En cuarto lugar, reconozcamos que la Biblia no dice nada referente al tema. En el sentido
que hay temas en los que la Biblia es clara al decir qué sí y qué no es bueno, qué cosas
son blancas y qué cosas son negras. Sin embargo, en cuanto a la música cristiana y
secular la Biblia no dice nada y por lo tanto, el tema es un tema gris. En este sentido
debemos apelar a principios bíblicos para definir qué sí y qué no está bien y de este modo
buscar hacer la voluntad de Dios. El contenido de la letra, aunque no esté hablando
específicamente de la música, Filipenses 4:8 es una excelente guía de lo que debíamos
escuchar en las letras de la música, “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero,
todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre;
si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.” Si esas son las cosas en
las que debemos pensar, seguramente también esas son las cosas que debemos invitar a
nuestras mentes a través de la música y las letras. ¿Puede ser la letra de una canción
secular totalmente verdadera, noble, justa, pura, amorosa, admirable, excelente, y digna
de alabanza? A través de estos artículos basaré mis reflexiones en principios para poder
determinar las convicciones que debería caracterizarnos a aquellos que decimos ser
cristianos.
Por último, recordemos que el tema de la música es un tema apasionante.
Lamentablemente algunos no saben controlar sus pasión y a lo largo de los años he
presenciado discusiones acaloradas entre cristianos al punto de faltarse el respeto cuando
han abordado el tema de la música. ¡Ni se diga cuando sale a relucir el punto de los
ritmos! Los que dicen que no deberíamos oírla tachan de carnales a quienes sí la oyen,
mientras que quienes defienden el hecho de que es válido oírla tachan de religiosos a
quienes dicen que no debería oírse. Le invito a que sea moderado, a que considere mis
pensamientos como pautas para iniciar una reflexión mucho más profunda
En adelante, ¿está la iglesia preparada para nuevos conceptos? ¿Cuál es el criterio
pastoral, cuando se promueve nuevos conceptos que generan consecuencias adversas?
¿Cuál será el resultado, si se denominará espirituales versus débiles o carnales? ¿Cuál es
el rol que se nos ha encomendado llevar a cabo?
A continuación, un párrafo a favor de escuchar la música secular - creo que ya la escuche
en algún lado. Pero de nuevo, pienso que la pregunta no debería ser algo tan básico como
es bueno o es malo, debiera ser, ¿conviene o no conviene?, ¿edifica o no edifica?,
¿glorifica a Dios o no? Etc.
¿Qué corriente será? ¿Es malo escuchar música secular? ó ¿Es bueno escuchar música
secular?
En la entrada anterior introduje el tema de la música cristiana y secular lanzando algunas
premisas que pienso que deberíamos tener en mente a medida que hablamos del tema.
Hablé sobre la realidad de que muchos compositores cristianos oyen música secular y aun
el cristiano promedio. Hablé sobre el área gris en el cual se encuentra este tema y por lo
tanto, debemos recurrir a principios para regir nuestra conducta. Por último, hablé sobre la
importancia de amarnos unos a otros a pesar de que pensemos distinto. Hoy sí, entremos
de llenos a todo esto…
EL PROBLEMA DE LA RADICALIZACIÓN DEL TEMA.
Para ponerle un poco de salsa picante a las mentes de quienes asistieron a mi taller cité
las palabras de un pastor amigo que me compartió una frase que me impresionó. Él me
dijo: “Noel, hay música cristiana que no escucho y música secular que sí”. ¡Algunos en el
taller comenzaron a rascarse la cabeza!
A medida que seguí profundizando en el pensamiento de mi amigo él fue aun más atrevido
al decirme: “Yo creo que hay música cristiana que es malo escuchar y música secular que
es bueno escuchar”. ¡Ahora usted ha de ser quien se está rascando! ¿Verdad?
Pienso que uno de los problemas de los que decimos llamarnos evangélicos es que nos
gusta radicalizar las cosas. Y aunque en muchos temas la Biblia es radical y por lo tanto,
nosotros deberíamos ser radicales, eso no significa que debamos radicalizar los temas que
la Biblia no radicaliza.
Detrás de la radicalización del pensamiento cristiano en cuanto a la música secular se
esconde una actitud perezosa y holgazana. El evangélico es cómodo en cuanto a
reflexionar se refiere. Es más fácil decir “Sí” o decir “No” que dedicar energía mental para
sopesar que algunas cosas son “Tal vez”. Es más fácil determinar que algo es “blanco”
o “negro” que sentarse a definir qué cosas tienen un matiz de “gris”.
La otra vez tuve una amable discusión con algunos amigos relacionado al hecho de tomar
cerveza. “¿Realmente es malo tomar cerveza?” Les pregunté. Aunque unos se quedaron
callados todos dijeron que sí, que es malo. Volví a preguntarles: “¿Por qué?” Algunos no
supieron qué decir y otros esgrimieron argumentos un tanto débiles. Lo que pasó con mi
ejercicio intelectual es que evidenció que muchos solo repiten lo que se les dice y
aceptan como malo un acto que no necesariamente es malo.
¡Aclaración! Yo no tomo cerveza, jamás he probado la cerveza y creo que en nuestro país
El Salvador, ¡culturalmente hablando!, es malo tomar cerveza. ¿Ok?
El punto es que yo quería llevar a mis amigos a reflexionar de que tomar una cerveza no
es malo en sí mismo, que la Biblia califica de malo la borrachera, pero no tomar una
cerveza. Aun así en nuestro país es muy pero muy mal visto que un evangélico lo haga.
¿Significa esto que tomar una cerveza es malo? Siendo honestos: No debería serlo. Para
comprobarlo dese una pasadita por un par de países europeos para verificar que
evangélicos y protestantes beben cerveza como norma cotidiana sin que sus conciencias
se inmuten.
La otra vez me contaron de un pastor salvadoreño que fue a un congreso de pastores en
Alemania y cuando salieron a almorzar a un restaurante todos los pastores pidieron una
cerveza. Cuando el salvadoreño presenció eso dijo para sí: “¡Ops! ¡Estos pastores son
unos borrachos!” Cuando el mesero le pidió saber qué bebida quería exclamó: “No, ¡yo
prefiero un cafecito!” Todos los pastores voltearon a verlo con cara de: “¡Uy! ¡Este pastor
es un drogadicto!”
Hay cosas que no son malas en sí mismas, sino que debido a nuestro contexto cultural del
latino borracho calificamos como malas.
Regresemos al tema de la música: ¿Es malo escuchar música secular? ¡Piénselo! ¿Es
malo tomar una cerveza? ¿No será que preferimos decir que algo es malo para ahorrarnos
una reflexión más detenida sobre qué, cómo, cuándo y dónde algo podría ser malo?
Al evangélico promedio no le gusta reflexionar, prefieren clasificar las cosas como “Sí” o
como “No” con tal de no quemar neuronas.
¿SON MALOS LOS CARBOHIDRATOS SIMPLES?
Creo que lo que nos ha pasado como cristianos es lo que nos ha ocurrido a los
nutricionistas. Mire, tengo una licenciatura en nutrición, especialidad que ejercí durante los
5 años siguientes de haberme graduado. Después de 2005 la ejerzo muy
esporádicamente. El punto es que como profesionales se nos enseñó cómo debe ser la
dieta del paciente diabético.
En El Salvador hay alrededor de 600 mil personas que padecen diabetes, eso es un
poquito más del 10% de la población. ¡Bastante gente! ¿No? Como usted sabe la persona
con diabetes tiene un problema de absorción de glucosa (azúcar, si quiere llamarle así)
que puede dispararle lo niveles en la sangre. Los alimentos que disparan súbitamente la
glucosa sanguínea son los carbohidratos simples (Ojo: Son los simples, no los
carbohidratos complejos). De modo sencillo los carbohidratos simples son: La leche y las
frutas (dentro de estos: el azúcar, todo lo que lleve azúcar y todo lo que sea dulce). Los
carbohidratos complejos son el arroz, el maíz, el pan, la papa, entre otros.
¿Significa esto que un diabético no puede tomar leche ni consumir frutas por
ser carbohidratos simples? No, simplemente debe hacerlo con medida.
El punto es que en la universidad nos enseñaron lo siguiente. Los catedráticos
repetidamente nos decían: “Miren, del 100% de carbohidratos de la dieta del diabético el
75% deben ser carbohidratos complejos y el 25% carbohidratos simples. ¡Perooo! En El
Salvador la consejería díetética que ustedes brinden debe establecer que el diabético debe
consumir 0% de carbohidratos simples. ¿Por qué? Porque si usted le da un permisito al
paciente… ¡Se descontrola!”
De esa escuela de pensamiento es que en nuestro país le prohibimos el azúcar (y todo
cuanto sea dulce) a quienes padecen diabetes. Porque si les damos un espacito se
corromperían ante la tentación de comer y por lo tanto, descompensarían su salud – muy
cierto, también aquí en Perú, pero obviamente hay una minoría disciplinada.
En cuanto a nuestra ingesta de música secular la mayoría de pastores y líderes eclesiales
han hecho algo similar al asegurar que toda la música secular es mala y por lo tanto, no
deberíamos oírla. Que aunque hay alguna música que tal vez podríamos consumir
preferimos calificar todo como malo y así proteger la salud del rebaño – esta afirmación me
parece más acertada.
De nuevo pregunto: ¿Es malo escuchar música secular? ¿Es malo que el diabético
consuma carbohidratos simples? ¿No será que en el fondo preferimos radicalizar nuestras
posturas en lugar de dedicar tiempo y esfuerzo enseñándoles a las personas a desarrollar
habilidades mentales que les sirvan para discernir qué cosas son buenas y qué cosas son
malas?
Cambiando las preguntas:
¿Es bueno escuchar música secular? ¿Es bueno que el diabético consuma carbohidratos
simples? Cabe resaltar la diferencia que se hace de los cultos e incultos, los sabios e
ignorantes, espirituales y débiles, estudiosos y flojos. ¿Si el paciente muere es por su descuido,
por su falta de disciplina?