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“CLARÍN” Y LAZARO
UN PLEITO ENTRE ESCRITOR Y EDITOR
(1889 – 1896)
No hace mucho vió la luz pública un artículo de D. F. J. Sánchez
Cantón titulado D. José Lázaro y su legado a España 1. Sumariamente
se pasa allí revista a la biografía del ilustre financiero, y se esboza un
juicio sobre sus actividades de coleccionista de arte, editor y escritor.
Lógicamente sujeto a revisión, como toda obra humana y como
todo trabajo redactado con la acuciosidad que imponen las
circunstancias cronológicas (la tirana actualidad de las revistas), hay
en él algunos datos necesitados de ajuste 2 no en lo que afectan al
juicio personal que tenga su autor de D. José Lázaro, sino en las
consecuencias que de esos datos deduzcan los lectores y, por tanto, en
el concepto que éstos pudieran formarse del biografiado.
Prescindiendo de otros aspectos, vamos a limitarnos hoy a un
punto relativo a La España Moderna, revista fundada por Lázaro en
1889 y por él dirigida a lo largo de unos trescientos tomos de más de
200 páginas. Se trata del choque literario entre el insigne coleccionista
y uno de los redactores: el no menos insigne escritor Leopoldo Alas,
Clarín. He aquí lo que sobre todo ello dice 3 el Sr. Sánchez Cantón.
Dos episodios contribuirán a pormenorizar la evocación y a definir las facetas
cambiantes del carácter de nuestro biografiado.
Nos informa, acerca del primero, el séptimo de los deliciosos Folletos
literarios, de Clarín, que, con el título de Museum, publicó el batallador crítico en
1890; en el capítulo Mi revista, escribe: _________________
(1) En la revista Arbor, de Madrid, núm. 26, febrero de 1948, págs. 215-231.
(2) Por ejemplo, la fecha de nacimiento de D. José Lázaro, ocurrido el 30 de enero de 1862 y no en
setiembre; la de aparición del primer número de La España Moderna, en 1889 y no en 1888,
etc.
(3) Págs. 217-218 de su citado trabajo.
2
“El Sr. D. J. Lázaro es un aficionado de las letras, y su noble entusiasmo por
tan hermosa causa no es infecundo, o contraproducente, como el de tantos otros que
no ven mejor manera de amar al arte que ser también pintores. El Sr. Lázaro no
escribe, pero paga a los que escriben y no lo hace mal, en su concepto. Lleva este
simpático protector de las letras gastados no pocos miles de pesetas en aclimatar su
revista La España Moderna… Por invitación del Sr. Lázaro, y creo que
indicaciones de la señora Pardo Bazán, llegué a admitir el cargo de redactor en
dicha revista, con obligación de escribir un artículo para cada número, es decir,
doce al año. Y así se iba haciendo, y estaba yo muy satisfecho…, cuando al Sr.
Lázaro se le ocurrió indicarme que, antes que un artículo que le había remitido, y en
que trataba de la Poética, de Campoamor, debía publicarse otro artículo, que yo
debía escribir, acerca de los últimos libros de doña Emilia Pardo Bazán…
¡Artículos de encargo! ¡Un orden de prioridad impuesto por el editor! Con los
mejores modos advertí al Sr. Lázaro que en la crítica de Clarín, sólo debía mandar
Clarín. Este cumplido caballero y abnegado editor insistió en su manera de apreciar
los fueros de la crítica…; encontraba muy natural que siendo él el amo (el que
alimenta, según Bardón) nadie le fuera a la mano en la distribución de asuntos en el
orden de preferencias… Yo había de hablar de los libros de doña Emilia…, y el Sr.
Lázaro añadía: “que se publicaría mi artículo relativo a esos libros si tal y cual…; lo
que se me pedía era hablar cuanto antes de doña Emilia, y hablar de modo que a
ella no le enfadase…” A esto sólo me ocurre decir al Sr. Lázaro lo que le dijeron a
Segismundo:
“El no haberme conocido
sólo por disculpa os doy
de no honrarme más…”
“No ya por los veinte duros que paga el Sr. Lázaro por un artículo, ni por
veinte millones de duros…, se me seduce a mí hasta el punto de hacerme hablar
bien, o menos mal, de una cosa de que no quiero decir nada, o de que no quiero
decir mucho malo…; no había más que una salida: presentar mi dimisión de
redactor de La España Moderna, que presenté, en efecto, y me fué admitida.”
El episodio – comidilla del Madrid literario de entonces, a la que no faltaron
condimentos picantes, porque uno de los libros que tenía Clarín que elogiar era
Insolación, novela con clave, según las malas lenguas – nos instruye acerca de los
modos de la época.
Antes de exponer lo ocurrido y aducir los testimonios que para
aclarar este episodio poseemos, permítasenos una aclaración y una
rectificación. Conviene precisar que la clave a que se refiere el autor
se reduce a que algunos maliciosos esparcieron por entonces la noticia
de que el personaje central femenino de Insolación era la propia
Condesa de Pardo Bazán, reservando al masculino a D. Gumersindo
de Azcárate. Aunque esto lo oímos decir muchas veces a D. José
Lázaro (protestando del ningún fundamento de tan necio rumor) y a D.
Francisco Rodríguez Marín, por no atestiguar con desaparecidos,
contamos también sobre este punto con el testimonio de personas
respetable que viven y alcanzaron aquellos tiempos, como el
Excelentísimo Sr. D. Luis de Hoyos y Sáinz 4.
3
Por otra parte, afirma el Sr. Sánchez Cantón que “uno de los
libros que tenía Clarín que elogiar era Insolación”. No hay tal. Esta
afirmación cae por su base al considerar que en 20 de mayo de 1890
dice Lázaro a Clarín que “antes de la Poética, de Campoamor, se
publicaron dos libros de la señora Pardo Bazán y nada hemos dicho de
ellos”; justamente un año antes se había publicado, en el número de
mayo de La España Moderna, una reseña de Insolación, firmada por D.
Juan Sardá, que ocupa nada menos que siete páginas 5. Si Clarín
escribió sobre Insolación fué por su libérrima voluntad y no por
indicación de Lázaro: de esto, otro día.
* * *
A los cuatro o cinco meses de trasladar su residencia de Barcelona
a Madrid D. José Lázaro, joven entonces de veintiséis años, escribía lo
siguiente en una carta: “Es fácil saber cuál es el medio ambiente
literario en que vivo. Desde que llegué de Barcelona no he salido de
casa más que para comer, para hacer una visita a diez o doce escritores
de punta, y nada más. Ni tengo amigos ni enemigos en Madrid, ni creo
que enemigos tampoco en otra partes. Conozco, por sus libros, a todos
los que, con o sin razón, han escrito algo de España: he leído mucho, he
aprendido poco y tengo (más que entusiasmo) delirio por las letras. Por
eso, al resolver trasladarme a Madrid, pensé, primero, en no hacer nada,
y, después, en hacer La España Moderna, que me ocupa el día y la
noche enteros. ¡En buena me he metido! 6”.
Quien no haya tratado a fondo a D. José Lázaro, tal vez no alcance
la plena verdad de estas palabras: puso en la creación y sostén de la
revista una energía, voluntad e inteligencia inconcebibles en el apático
medio ambiente en que le tocó desenvolverse. Pero más que la
indiferencia y la falta de apoyos, pudieron su constancia y pasión por la
literatura, consiguiendo sacar adelante el proyecto.
En el mes de enero de 1889 salió a la luz pública, en Madrid, el
primer número de La España Moderna, dirigida por su propietario. El
programa editorial, condensado en un par de páginas de la cubierta,
patentiza el noble deseo de dotar a España de una revista de altura, del
tipo de la Revue des Deux Mondes, sin prescindir, por ello, del carácter
nacional y castizo, antes, al contrario, “cultivándolo y extremándolo
___________________
(4) Después de escrito este artículo, leyendo las interesantísimas Memorias de un desmemoriado,
de D. Luis Ruiz Contreras (ed. Aguilar, pág. 441), encuentro un nuevo dato: “La chismografía
contemporánea dió por seguro que la figura del pintor Vaamonde se proyectaba en La Quimera,
como también se había creído ver en Insolación a Lázaro…” Ruiz Contreras, que conoció y
trató mucho a Lázaro, no admite semejante “chismorreo”. Cantón, según me escribe, pensaba en
Lázaro y no en Azcárate.
(5) Ocupa las págs. 179 a 185.
(6) Carta de D. José Lázaro a D. Leopoldo Alas, Madrid, 25 de marzo de 1889.
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hasta donde razonablemente quepa”.
Para salir adelante en tal empresa, la revista sólo publicaría
trabajos inéditos, redactados expresamente para ella por las mejores
plumas españolas. Estos artículos, poesías o crítica, se remuneraban
decorosamente: la inserción de originales gratuitos, pero inferiores,
quedaba descartada de antemano. Un escogido plantel de colaboradores
era garantía de los proyectos de Lázaro: destaquemos, entre ellos, los
nombres de Azcárate, Balari, Campoamor, Cánovas, Carracido,
Castelar, Clarín, Thebussem, Eguílaz, Galdós, Gayangos, Menéndez
Pelayo, Giner de los Ríos, Ixart, Núñez de Arce, P. Coloma, Palacio
Valdés, Pardo Bazá2n, Pi y Margall, Pidal, Simonet y Valera.
“La crítica literaria ocupará el lugar que le corresponde en
publicaciones de la índole de La España Moderna, donde serán
examinados cuantos escritos lo merezcan, envíen o no sus autores los
dos ejemplares de costumbre a la Dirección.” No descuidaba tampoco
los movimientos literarios regionales, encargando de reseñar las
literaturas gallegas y bable a D.ª Emilia Pardo Bazán; la vasca, a D.
Arturo Campión; la catalana, a D. Juan Sardá; mientras las mallorquina
y valenciana corrían a cargo de D. José María Quadrado y D. Teodoro
Llorente.
Persuadido Lázaro de que una de las secciones fundamentales de
la revista era la crítica literaria, procuró, desde el comienzo, tenerla
asistida por una forma de mucha altura en la época: Clarín. Con él
contó desde el principio para el cuadro de colaboración, y uno de los
primeros ejemplares fué a sus manos, con el deseo de que Leopoldo
Alas le diera a conocer su pensamiento sobre lo realizado y sobre lo que
pudiera hacerse.
No más lejos del 19 de febrero de 1889 le escribe una afectuosa
carta pidiéndole claramente su opinión y lanzando un globo sonda en la
interrogante de si le quiere escribir algo o mucho y en qué condiciones.
Por respuesta a tal epístola puede tenerse el Palique, publicado en
Madrid cómico, de 23 de febrero, del cual entresacamos sólo lo relativo
a la revista:
También debe andarse con cuidado en lo de buscar críticos para los libros que
van saliendo, la nueva revista titulada La España Moderna. Tengo el honor de
contarme en el número de sus colaboradores; pero esto no quita ni que dé la
enhorabuena al editor y director por sus buenos ánimos y óptimo propósito, ni que
le dirija alguna advertencia sumarísima que ampliaré en otro periódico. (Porque
¡ay!, yo, como otros varios, soy buhonero de la literatura menuda y atiendo a mis
parroquianos sirviendo paliques a domicilio, de redacción en redacción, de pueblo
en pueblo.) El primer número de la revista del Sr. Lázaro me ha parecido bien en
general, y no dudo que eclipsará esta publicación a la Revista de España y al
Ateneo, que ahora empieza, bajo los casi exclusivos auspicios de esos
conservadores que, cuando no son ministros, se entretienen en ser hombres de genio
y de vasta ilustración. Con un Ateneo dirigido por el Sr. Chichón, de protuberante
5
memoria, y que copia todas las bobadas de las secciones, no se va a ninguna parte.
La España Moderna, que según mis noticias tiene por consejero a tan ilustre
publicista como Emilia Pardo Bazán, podrá llenar un verdadero vacío si cumple,
entre otras, las siguientes condiciones: 1.º Pagar bien y a tocateja, y realizar su
promesa de rechazar la colaboración gratuita. 2.º No tomar el gato de la
información indigesta, amontonada, irracional, maniática, sorda y muda y ciega,
por la liebre de la erudición bien digerida, vidente, sistemática, fecunda y sugestiva.
6
3.º No confundir las categorías impuestas por la política con las categorías
implícitas de la ciencia y el ingenio. 4.º Procurar dar amenidad constante a la
colección. 5.º Exigir que sea escritor todo el que colabore. 6.º Reconocer que en
España, para una revista general, lo primero, más exquisito y digno de cuidado es la
literatura… Y contra el 6.º justamente peca La España Moderna permitiendo que
sección tan importante como la de la crítica de las obras literarias recientes caiga en
manos de cualquiera, verbigracias, el Sr. Torromé, que si en él hubiera consistido,
hubiera puesto en ridículo a mi buen amigo el joven y muy elocuente escritor
Salvador Rueda.
¡Mucho cuidado, Sr. Lázaro! ¡Mucho cuidado, D.ª Emilia! Por ahí se va a
abrir las puertas a los Aramises, Cortones, o Juanes Ranas, Carreras y otra gente
nueva.
En cambio, me parece de perlas ver a tan estudiosos e inteligentes jóvenes,
como el Sr. Altamira, analizando, en modesto examen-reseña, libros de la índole
del titulado Sociología, debido al ilustre profesor Sr. Salas.
7
De todas suertes, y como no hemos de reñir por Cánovas más o menos, doy la
enhorabuena al empresario de La España Moderna.
Ultimo consejo: debiera suprimirse el grabado de la portada. Aquella alegoría
con tan pocas narices no conduce a nada práctico 7.
Y, sobre todo, pagar bien y con formalidad. Esa es la fija.
Estos públicos consejos de Clarín fueron ampliados por carta,
recomendando a Lázaro que prescindiera de publicar los ampulosos
discursos ten en boga en la época, que procurase fomentar la novela,
incluso traduciendo las buenas que aparecían en el extranjero, y que las
firmas españolas fueran de reconocida solvencia literaria, más que
política o social.
A Lázaro le parecieron muy bien las indicaciones, excepto las
dudas acerca de si la revista sería o no buena pagadora: “conste – le
dice en 28 de febrero – que pago a tocateja”. Por otra parte, aun cuando
haya el mayor deseo de depuración en los nombres, es imposible
llevarlo a rajatabla de momento: “Los críticos, ¡oh, los críticos! ¿Hay
en España? Crea usted que no existen, que hay que echar mano de todo
lo que se encuentra, porque lo peor de todo es dejar pasar los libros sin
decir una palabra”.
Con respecto a la deseada colaboración de Clarín, Lázaro quería
que escribiese resúmenes críticos, pero, sobre todo, obras de creación.
La violencia que puso en sus juicios adversos Leopoldo Alas, la
acrimonia y el desenfado con que desgarraba reputaciones, no casaban
en modo alguno con el espíritu de Lázaro, que siempre hizo gala de
corrección, mesura y respeto a los demás, aunque no siempre fuera
pagado en la misma moneda.
Típico es, para conocer el hoy tan ignorado carácter de D. José
Lázaro, este deseo suyo de solicitar del escritor lo que menos se le
pedía: una novela. Los contemporáneos deseaban, sobre todo, críticas
feroces y sátiras virulentas, bullicio y polémica. El entendía que lo
permanente de Alas era su labor de escritor, no de Aristarco.
“Ya le he dicho a usted – escribe en 28 de febrero de 1889 – que
pago a tocateja, y, si es preciso, adelantado; en cuanto al precio, no sé si
estaremos conforme. Pago a las firmas de primera, y usted es de
primera, quince duros por artículo, cuento o novela, siempre que sean
de revista, es decir, largos. Si le conviene a usted este precio hágame
una novela o cuento desde luego y dígame qué otra cosa se le ocurre
escribir para mí. Lo más importante, por ahora es la novela.”
En 15 de marzo le encarga un artículo sobre el libro de Ixart, El
año pasado, y el estado de la crítica en España, añadiendo: “lo que más
me importa de usted, por ahora, es una novela o cuento”. Dos días
después va una carta larga, que vale la pena de copiar íntegra: ________________________
(7) Efectivamente; a partir del número 2 desapareció la alegoría criticada.
8
Señor don Leopoldo Alas. Oviedo. Mi distinguido y estimado amigo: Recibo
su carta del 15 con una letra que encanta; así, hombre, así se escribe, porque así se
puede leer.
Para el segundo número de La España me tenían prometido artículos
Castelar, Azcárate, Echegaray e Ixart, y ninguno cumplió ni llevan trazas de
cumplir; también quise que don Gabriel Rodríguez hiciera la crítica de la ópera de
Bretón y a última hora no tuvo valor para decir verdades.
A ese consejo Amenidad, amenidad, amenidad, que me da usted en su carta,
añadiría yo este otro: Actualidad, actualidad, actualidad, y resultaría revista
completa; pero ni lo uno ni lo otro se puede lograr aquí. Em primer lugar, es muy
difícil ver a las gentes, y en segundo, lograr que las gentes contesten a las cartas que
les escribo; en este punto le contaría yo a usted horrores. En fin, veremos si con mi
actividad y mi constancia logro alguna cosa.
Ya veo la propaganda que me hace usted, y se lo agradezco muy de veras;
sólo así podrá lograrse alguna cosa.
Me asombra esa cortedad de genio con que me habla usted. ¿Por qué no me
avisa de los peligros en que pueda caer? Además, que tiene usted la obligación de
hacerlo. Escucho siempre los consejos que me dan, y unas veces los practico y otras
no, porque no quiero o porque no puedo.
Deseo de usted un estudio motivado por el libro de Ixart sobre la crítica
moderna, el artículo sobre el Ascetismo y una novela que ocupe setenta páginas
para darla en dos números; de los artículos le pagaré quince duros de cada uno y
treinta de la novela, total sesenta. Creo que de ningún modo me conviene dar menos
de treinta y cinco páginas de novela, y por esto insisto en la extensión. A Galdós le
he dado treinta duros también 8
y ha quedado muy contento. Crea usted que no se
puede pagar más de lo que yo hago. Se me figura que está usted en un error
creyendo que los libros publicados en revista se venden poco al hacer una edición.
Zola dice que, al contrario, es un aliciente para la venta aparte, y lo mismo podrían
decir en España, Valera y Emilia Pardo, pues Pepita Jiménez, Mi romería y De mi
tierra, son los libros que más venta han tenido de todos los publicados por dichos
señores.
Venga ese cuento La deuda y el libro cuanto antes, que quiero tener cosas
buenas en cartera; lo más urgente creo que por ahora sea ese artículo sobre la crítica
que le pedí; le repito que mande usted lo que quiera, que a correo vuelto le mandaré
el importe. Valera prepara para El Ateneo un artículo contestación al de
Campoamor, y no sé si convendría publicar antes ese Acutismo; en fin, usted dirá.
No debo decir a usted los nombres de los pájaros gordos; ¿qué sacaba usted
de saberlo? Ya ve usted qué caso hago yo; en el próximo número doy un artículo de
Valbuena y en el cuarto otro, quizá del Bachiller Francisco de Osuna. A mi antiguo
amigo Antonio no le permitiré que diga en mi revista ciertas cosas que dice en El
Imparcial, ni que nombre a ciertas gentes ni que las señale con el dedo, porque esto
me parece impropio de mi publicación. Pero prescindir de él porque haya hecho reir
a España a costa de la Academia, eso no.
Conforme Clarín con los precios escribe comprometiéndose en
firme a enviar el original solicitado para el número de abril. Pero las
cuartillas no aparecen y las reclamaciones justas de Lázaro caen en el ________________________
(8) Se refiere a la novela de D. Benito Pérez Galdós Torquemada en la hoguera, escrita
especialmente para La España Moderna y aparecida en los números 2 y 3 de la revista.
9
vacío. El 14 de mayo advierte al autor de La Regenta que no llegan los
artículos y que le está haciendo quedar mal con el público; dos meses
después le acucia de nuevo: “Envíeme usted, por Cristo, alguno de los
originales que me promete, porque me veo verde para llenar cada tomo
de la revista con el texto escogido a mi gusto. El de éste mes no sé
cómo va a salir. ¡Es tan poco lo que me satisface de lo mucho que me
traen! El pago será, en adelante, por páginas, y pongo medio duro por
cada una, de modo que por cada cien que usted me escriba, y no hay
inconveniente en que llegue usted cada vez a cien, le daré mil reales.”
Por fin, el 20 de julio trae el correo lo deseado: “recibido el
original y muchas gracias; ni lo he leído por falta de tiempo, ni hace
falta leerlo; irá en el tomo de agosto, porque el de julio ya está impreso.
¡Qué lástima no haber recibido antes ese original! Muy conforme con el
precio, envío a usted adjunto los 300 reales”. Se trataba de un avance de
las obras que iba a publicar Clarín en otoño e invierno, tituladas Su
único hijo y Una medianía; en total, unas treinta páginas bajo la rúbrica
de Sinfonía de dos novelas 9.
“Esa Sinfonía es preciosa – le dice el 1 de agosto –, y va a dejar a
los lectores con hambre de seguir leyendo. ¿No podría usted
complacerlos publicando en la revista Su único hijo?” Esta novela la
tenía comprometida con Fernando Fe y su socio, Manuel Fernández
Lasanta, por lo que hubo que acudir a ellos en consulta. Lázaro se
ofreció a imprimirla en seis números de su revista, abonando cuatro mil
reales por el derecho de inserción, pero Lasanta, que, al parecer, era el
capitalista, no quería tener parado su dinero medio año. “Sin esta
dificultad, dice Lázaro, todos hubiéramos ganado: yo, porque
complacía al público dándole plato de su gusto, y usted, porque ganaba,
sin pensarlo, mil pesetas.” En la misma carta, nueva petición de
original.
Dos mese más tarde insiste en apremiar al escritor y consigue la
promesa de que en seguida llegaría el original…, promesa incumplida
como tantas otras. “Suspendí la publicación del número de La España
Moderna – escribe a Clarín en 4 de noviembre –, correspondiente al 31
de octubre, en cuanto llegó a mis manos el telegrama de usted; esperé
cuanto pude; dejé pasar el correo de las Antillas, y, al fin, el artículo no
vino, y lo sentí de veras porque me interesaba publicar algo de usted. El
número de noviembre ha de salir el día 20. ¿Llegarán esas cuartillas a
tiempo? Le pagaré medio duro por cada una, como usted deseaba, y
quizá algo más también, que hago cuanto puedo y un poquito por
complacer a todos aquellos que, como Clarín, escriben a mi completa
satisfacción.”
A trozos, y en varias veces, recibió Lázaro el original tantas veces
__________________
(9) Publicada en el número 8, correspondiente a agosto de 1889, págs. 5-31.
10
prometido: una reseña sobre La unida católica en España, de D. Víctor
Díaz Ordóñez, la cual salió en el número de noviembre. Pero estas
dilaciones y forcejeos no convenían al Director de La España Moderna,
quien procuraba contar con la colaboración fija de los escritores mejor
reputados del país. Para el año 1890 tenía la promesa en firme de doce
artículos de D. Juan Varela, diez de D.ª Emilia Pardo Bazán, ocho de
Menéndez y Pelayo, cuatro de Galdós, cuatro de Palacio Valdés, cuatro
de Echegaray, dos de Castelar, dos de Cánovas dos de Silvela y dos de
Pi y Margall; en total, cincuenta; repasando los sumarios
correspondientes hallamos un déficit de veintiocho. En estas
condiciones la tarea resultaba dificilísima.
Decidido a asegurase la colaboración de Clarín le hizo una
propuesta harto ventajosa para entonces: “Deseo que en números
alternos de La España Moderna publique usted una revista literaria
como la que estamos imprimiendo. Si usted resuelve escribirla, estoy
dispuesto a pagar doce reales por cuartilla, siempre que la totalidad no
pase de 33, que dan veinte duros por artículo. Además de las seis
revistas anuales puede usted hacer otros tantos artículos que le abonaré
al mismo precio. Si accede usted a mi deseo cobrará usted por doce
artículos mil doscientas pesetas anuales. Me interesa mucho saber la
resolución de usted para imprimir los prospectos del año que viene.”
El juicio que le merece el original recibido es este: “El artículo de
usted lo encuentro de primera importancia, muy de revista y distinto de
los que hace usted en periódicos diarios y semanales, cosa ésta que
también me agrada”.
Aceptada por Clarín la propuesta se anunció en la revista, y en el
número correspondiente a enero de 1890 vió la luz pública un examen
de La crítica y la poesía en España. Falló el escritor en febrero, y para
marzo remitió un artículo sobre la novela Realidad, que acababa de
publicar D. Benito Pérez Galdós y que, por su extensión, hubo de
dividir en dos números. A fines de mayo envió un trabajo sobre la
Poética, de Campoamor; he aquí lo que Lázaro le escribe sobre ello:
“Amigo Clarín: Ha llegado un artículo de usted, gracias a Dios.
Pero antes de la Poética, de Campoamor, se publicaron dos libros de la
señora Pardo Bazán y nada hemos dicho de ellos. Haga usted un
artículo acerca de dichos libros y mándemelos pronto para publicarlo el
primero, como es justo, para no lastimar los derechos que los que
constantemente escriben en la Revista adquieren a que nos ocupemos
de sus obras…”
No contestó Clarín a estas indicaciones, y así llegó el número de
mayo, en el cual no aparecía artículo suyo alguno. Fácil es deducir su
actitud y enfado por los siguientes párrafos de una carta de Lázaro, que
lleva la fecha de 12 de junio, y en la cual, como de costumbre, explica
sus puntos de vista para mantenerlos firmemente:
11
Sr. D. Leopoldo Alas. Mi estimado amigo: No tiene usted por qué extrañar
que en el último número de La España no saliese su artículo. Contaba con uno suyo
cada mes, según estipulamos, y usted dejó de remitirlos, y en vista de eso y de que
eran inútiles mis frecuentes recordatorios, imprimí nuevo rumbo a mi periódico y
contraje compromisos con otros autores. No hay, pues, agravio en que al recibir un
artículo de usted dilate algo su publicación. Más bien soy yo quien debo quejarme
de que me haya tenido usted meses y meses aguardando el envío del original,
dejándome al fin colgado y sin contestar a mis cartas.
En cuanto a no encargarle asuntos determinados he de contestarle que no
debo abdicar el derecho de dirigir la revista imprimiéndole el rumbo que creo más
conducente al buen éxito del periódico. Si usted trabajara según sus gustos y sin
ponernos de acuerdo, resultarían con frecuencia artículos dobles sobre un mismo
libro, y otras veces pasarían ciertos libros sin ningún análisis, y no debe ser así,
tratándose de autores que el público respeta y celebra y que, además, secundan mis
esfuerzos.
Si el artículo que usted tiene escrito sobre las últimas obras de la señora Pardo
Bazán es de la misma textura que los publicados por usted en mi periódico al
criticar los libros de otros autores, ningún reparo tendré en publicarlo, y le
agradeceré que me lo mande pronto. Por interés de usted mismo le participo que
cuando sus artículos guardan mesura, y sin prescindir de observaciones y
advertencias, demuestran cierta moderación, los lectores ilustrados los aprecian
doblemente, y oigo de usted mucho mejores sentencias 10
.
______________________
(10) El mismo fondo hay en unas líneas de Menéndez Pelayo dirigidas al crítico francés Pitollet, en
1906: “Ciertas intemperancias de estilo en la crítica suelen agriar los ánimos sin provecho de la
ciencia y de nadie. Todo puede decirse con términos mesurados y corteses y, de tal modo, que
12
Aunque he adquirido buena cantidad de novelas de autores extranjeros, que
publicaré traducidas, no hay inconveniente en que usted me envíe alguna suya,
siempre que sea entera y no forme parte de otro libro al que haya de servir de
episodio. En este cado la publicaré, pero no si la novela es fragmento de otra, pues
he dicho a Pereda lo propio.
En adelante sólo insertaré cinco artículos españoles, que deseo sean de
primera, y los restantes extranjeros. Esto del extranjero gusta mucho a mis
suscriptores.
De usted afmo. amigo. J. Lázaro. 12 junio 1890.
Poco acostumbrado Clarín a que nadie le llevase la contraria con
la firmeza que da la razón, debió de sufrir un rudo golpe al ver la
actitud de Lázaro, a quien importaba mucho conservarle como
colaborador, pero no menos llevar orden y concierto en su revista sin
estar a merced de informalidades o caprichos.
A vuelta de correo pidió a Lázaro la devolución del original
impublicado y el pago de lo impreso, manifestando su firme propósito
de dejar de pertenecer a la redacción de La España Moderna,
exigiéndole que lo hiciera constar así en las cubiertas del periódico.
¿Razones? Según él la intolerable intromisión del Director imponiendo
un orden de prelación en los artículos.
Era Lázaro hombre que tomaba sus decisiones tras reflexión
madura y que jamás obró por capricho o por arrebato, y así,
lamentándolo mucho, por cuanto le hacía perder un colaborador,
mantuvo su actitud: “Me causa sorpresa que usted interprete como
coacción a su libertad de crítico el natural deseo que como Director
abrigo de que en mi revista se hable de las producciones importantes y
de los autores más famosos, pero respeto como debo su criterio y siento
que por esto prive a los lectores de La España Moderna de los frutos de
su pluma.”
“Respecto a lo que usted me dice de que exprese en la cubierta de
La España, que ha dejado usted de pertenecer a su redacción, creo que
será suficiente borrar su nombre de usted de la lista de redactores que
figura en la última plana; pero si usted tiene especial empeño en que sea
de otro modo, es decir, en que se diga expresamente, no veo dificultad
en complacerlo.”
A los quince días publicaba Clarín el VII de sus Folletos literarios
titulado Museum, conteniendo los estudios sobre la Poética, de
Campoamor, y sobre las últimas obras de Emilia Pardo Bazán,
precedidos de unas páginas justificativas de la ruptura de sus relaciones
con La España Moderna: organizar el original de una revista, labor
fundamental de un Director, le parecía atentar contra los sagrados
fueros de la crítica. Téngase presente la argumentación de Lázaro era __________________________
los autores censurados queden agradecidos al crítico”. Epistolario de C. Pitollet y Menéndez Pelayo,
Santander, Aldus, 1949.
13
esta:
1.º Incumplimiento, por parte de Clarín, de su compromiso de
publicar un artículo crítico en cada número.
2.º Necesidad de hacer una crítica de dos libros de la Sra. Pardo
Bazán, aparecidos mucho antes que la Poética, de Campoamor, y sobre
los que nada había dicho La España Moderna.
3.º Ruego de que en el trabajo sobre D.ª Emilia, “sin prescindir de
observaciones y advertencias, demuestre cierta moderación”, propia del
tono elevado de una revista y no la estridencia de que hacía gala Clarín
en sus artículos periodísticos.
Todo esto, elemental para la buena marcha de La España
Moderna, era inusitado para Alas. En su concepto, el crítico literario
debe escribir cuando quiera, de lo que quiera y como quiera. Ya hemos
visto al principio de este trabajo el fiel resumen hecho por Sánchez
Cantón de tales páginas.
Muy doloroso fué para D. José Lázaro este inesperado ataque de
Clarín, que se le ponía enfrente en la época más difícil de La España
Moderna, cuando estaba empezando a cuajarse. Pero en vez de someter
la razón a la conveniencia, prefirió sacrificarse y prescindir de la
colaboración de Alas, en quien reconocía, y reconoció durante toda su
vida, cualidades extraordinarias de escritor, haciendo elogiosas
ausencias verbales. Su sentido innato y arraigadísimo de la justicia, no
le permitía, sin embargo, resolver situaciones con fáciles componendas
o contemporizaciones.
Lázaro sintió siempre este alejamiento de Clarín. En su
correspondencia con Posada hay algunas alusiones, que conviene
recoger, con motivo de rogarle que suprimiese en un artículo el nombre
de D. Leopoldo: “Alas se portó muy mal conmigo, llegando a retirar un
artículo que había escrito para mi Revista y participándome en una
carta que quedaban rotas nuestras relaciones literarias, aunque no las de
amistad. Desde entonces, y mientras no se reanuden esas relaciones
rotas con un hombre que, sin verdadera causa, se retiró de mi periódico,
creo que no debo citarle en él” (25-II-1894).
Yo suprimí el nombre de Alas y no debió extrañarle a usted,
porque ya se lo dije en otras ocasiones, que no quería que figurase en
mi revista desde que él, portándose muy mal conmigo injustamente, me
escribió que no quería nada con mi revista. Yo le necesito a Clarín;
creo que él es el indicado para hacer la revista de las obras literarias no
eruditas, pues de éstas se ocupa Menéndez y Pelayo, y mientras no se
reanuden las relaciones entre él y yo no hay para qué citarlo” (17-X-
1894).
En 1894, por complacer a D. Adolfo Posada, el ilustre maestro que
tanto trabajó para Lázaro, éste accedió a publicar una Revista de
Derecho 11
, dirigida por el catedrático ovetense. Surgió el problema de
14
las colaboraciones y absolutamente todas las propuestas por Posada
fueron aceptadas por Lázaro, incluso la de Leopoldo Alas: “Ya le he
dicho que no he excluído a Alas de la revista. Se excluyó él, con gran
sentimiento mío. Si en la de Derecho y Sociología quiere colaborar, me
alegraré infinito. No hay, por mi parte, enemistad con él, pero creo que
se portó muy mal conmigo” (21-X-94). Y el 18 de noviembre, al
mismo: “Celebro que cuente usted con buena lista de redactores y,
sobre todo, con el apoyo de Alas. Usted verá si deben anunciarse éstos
en la cubierta de cada número”.
Clarín quiso más de una vez reanudar sus relaciones literarias,
pero ya era tarde. Lázaro era afectuoso, cordialísimo, generoso…, hasta
que dejaba de serlo por razones poderosas. Era capaz de sacrificarlo
todo antes de tolerar la injusticia o la deslealtad. Y a su juicio Clarín
_________________
(11) Revista de Derecho y Sociología, Madrid, Imp. de los Huérfanos. El primer número es de enero
de 1895, y, dirigida por D. Adolfo Posada, tenía como redactores a Pedro Dorado, Adolfo Buylla,
Joaquín Costa, Francisco Blanco Constans, Juan Bances y José Manuel Pedregal. Tuvo muy corta
vida.
15
había sido desleal con La España Moderna, a la que había atacado
imprevista y públicamente, e injusto con su propietario, quien no había
tenido más que consideración y estímulo para el autor de Su único hijo.
Con motivo de la publicación de la Revista del Derecho, lanzó
Clarín su primer ataque directo a Lázaro con la pregunta de si tendría o
no inconveniente (ya que era su propietario) en que él colaborase. La
respuesta no se hizo esperar, y sus términos son de oro para conocer al
director de La España Moderna:
Sr. D. Leopoldo Alas. Oviedo. Muy distinguido Sr. mío: Su carta del 22 la
recibo hoy, 26.
No sólo por complacer al Sr. Posada, a quien, de todos modos, me agrada
complacer porque le estimo muy de veras, sino por razones que no hace falta
consignar, veré con gusto su firma en la nueva revista, asegurándole que por mucho
que usted trabaje para ella siempre ha de parecerme poco, y puesto que usted está
dispuesto a escribir, hágalo en buena hora.
Sólo le pido que me guarde la deferencia de tratar a mis amigos con la
cortesía necesaria, para que ninguno pueda decir que se le ataca en un periódico
pagado por mí 12.
Yo, desde que usted se despidió de La España Moderna diciendo que no
quería nada con esta publicación, he seguido el sistema de no darle motivo ninguno,
grato ni desagradable, y he hecho que no saliera a relucir su nombre ni para bien ni
para mal.
Muchas gracias por el elogio con que usted, frecuentemente, cita mis
publicaciones haciéndome buena propaganda.
Y téngame por su atto. amigo y s. q. b. s. m., J. Lázaro.
Madrid, 26 noviembre de 1894.
La España Moderna, iniciada en enero de 1889, llegó años
adelante a constituir un sólido bastión de la literatura española y de la
extranjera; ya en 1895 era timbre de orgullo escribir en ella; se afianza
económicamente con la editorial aneja, y el número de suscriptores
crecía. Excepto Clarín, ni uno sólo de los colaboradores se apartó de
Lázaro por reales o supuestos “atentados a su independencia”.
Alas tuvo ocasión de convencerse de cuán de ligero había obrado
en la cuestión de La España Moderna. Pero lo que para él pudo ser
ligereza, para Lázaro era deslealtad e injusticia, que no perdonó jamás
porque era incapaz de lo uno y de lo otro. ______________________
(12) En ocasión semejante, D. Marcelino Menéndez y Pelayo, a quien nadie puede tachar de cacique
ni muchísimo menos de déspota, se negaba a publicar en la Revista de Archivos, dirigida por él,
un trabajo de Pitollet porque a tacaba a su amigo Farinelli: “No puedo menos de decir a usted
con toda franqueza que su proemio es demasiado virulento y agresivo, especialmente contra
Farinelli, que es antiguo amigo mío, a quien debo algunos favores literarios, y que tendría
motivos para ofenderse de que se le tratase con tanta dureza en una revista que yo dirijo y de la
cual es colaborador… Usted me dirá, pues, si quiere refundir la Introducción, dejándola
reducida a la parte erudita, que es casi todo, y suprimiendo su parte polémica, en cuyo caso las
cartas se publicarían inmediatamente”. Epistolario de C. Pitollet y Menéndez Pelayo,
Santander, Aldus, 1949, pág. 312.
16
D. Adolfo Posada, el ilustre jurista fallecido hace pocos años,
intentó inútilmente la aproximación de ambos 13
, y fué testigo muchas
veces de las alabanzas del editor de La España Moderna al talento
literario del autor de La Regenta. Alas – que no llegó a ver con claridad
el justo, pero inflexible modo de ser de Lázaro – creyó que el prestigio
de su pluma era suficiente para que se le volvieran a abrir de par en par
las puertas de la revista, y el 17 de febrero solicitó escribir de nuevo en
ella.
La carta de Lázaro es de una claridad terminante:
Sr. D. Leopoldo Alas. Oviedo. Muy distinguido Sr. mío: Contesto a su
amable carta del 17, que recibo ahora.
Puede haberle dicho Posada mi opinión acerca del talento de usted, pues la he
expuesto claramente, y no tengo reparo en repetir que es del todo favorable.
Y aún diré más: deploro que su carácter le llevara a indisponerse conmigo,
privándome de una colaboración que yo estimaba en todo lo que valía, en
momentos en que me era tan necesaria.
Entonces escribió usted cosas que me molestaron y que no quiero recordar,
porque son mejor para olvidadas que para presentes.
La última vez que estuvo aquí Posada volví a leer las cartas de usted, y
faltaría la verdad si le ocultara que me produjeron deplorable efecto.
Ya al recibir una de ellas, en la cual decía usted que La España Moderna
había muerto para Clarín, hice yo la oración por pasiva, y sistemáticamente borré
siempre el nombre de usted cuando vino en algún artículo, y si alguna vez no se
borró fué por descuido mío.
Después de aquellas cartas no puedo aceptar su colaboración: si la aceptara
sería, más que inconsecuente, inconcebible.
Esto no quita ni disminuye mi estimación por sus elogios, ni el envío de
libros, ni nada que no sea responder en forma igual y constante a los propósitos que
usted me manifestó respecto a mi revista.
Adiós, pues, y fuera de La España Moderna créame usted su atto. s. s. q. l. b.
l. m., José Lázaro. Madrid, 20 febrero 1896.
________________________
(13) Además de los textos citados en páginas anteriores, espigamos estos dos que conforman la
aseveración de Lázaro:
A) “Querido Posada: El Momsen está en alemán; no se ha traducido a ningún idioma, pero se
están haciendo seis traducciones y yo quisiera ser el primero, si me arreglo con el editor, que
tiene muchas pretensiones, se lo encomendaré a Unamuno, encargándole que lo cuide, y lo
hará muy bien por ser muy competente en la materia y en la lengua.
Este Unamuno, mi paisano, es de las personas que más valen en España, y he de hacer lo
posible por popularizarlo…
Ya le he dicho que no he excluído a Alas de la revista. Se excluyó él, con gran sentimiento
mío. Si en la de Derecho y Sociología quiere colaborar, me alegraré infinito. No hay por mi
parte enemistad con él, pero creo que se portó muy mal conmigo…
Adiós. Su afmo. amigo, J. Lázaro. 21 octubre 94.”
B) “Amigo Posada: Cada vez me alegra más el Derecho usual: es muy completo. El que sepa
eso puede abrir bufete en Madrid…
Celebro que cuente usted con buena lista de colaboradores, y, sobre todo, con el apoyo de Alas.
Usted verá si deben anunciarse éstos en la cubierta de cada número…
Suyo afmo. amigo, J. Lázaro. [¿18? Noviembre de 1894.]”
17
Leopoldo Alas vivió cinco años más después de esta carta; la
revista, veinte; Lázaro, medio siglo largo. Los biógrafos de Clarín 14
no
han juzgado interesante este episodio como para consignarlo en sus
respectivos libros; en La España Moderna tampoco se aludió jamás el
choque 15
; sólo en el trabajo del Sr. Sánchez Cantón se ha mencionado,
que sepamos.
La lectura del citado artículo ha excitado en nosotros el deseo de
exhumar testimonios fehacientes de la clara, correcta y digna actitud de
Lázaro, liberando su memoria de la tacha implícita que, a no dudar, sin
deseo por parte del autor, se desprende de sus comentarios: la de
despotismo. Tal vez en futuros trabajos podamos estudiar, con el
detenimiento que requiere, la rica e interesante personalidad científica y
moral del insigne coleccionista y bibliófilo a quien tuvimos el honor de
acompañar en los últimos años de su vida y, a veces, en horas amargas
y difíciles.
۞
_________________
(14) Véanse, principalmente, los libros de J. A. Cabezas: “Clarín”, el provinciano universal,
Madrid, Espasa Calpe, 1936 (8.º 244-[2] págs.) y Adolfo Posada: Leopoldo Alas “Clarín”,
Oviedo, Imp. La Cruz, 1946. (8.º [2]-239-[1] págs.).
(15) En La España Moderna, año XXI (1908), págs. 153-165, hay un artículo de D. Alvaro de
Albornoz titulado La Universidad de Oviedo, en la cual se dedican no menos de tres páginas a la
figura de Clarín en términos elogiosos en extremo.
18
CARTAS DE J. LÁZARO A “CLARÍN”
I
Sr. D. Leopoldo Alas. Oviedo. Muy señor mío: ¿Ha recibido usted La España
Moderna del mes de enero? Yo se la mandé, pero ¡quién sabe si los Juanillones de
Correos la secuestraron como tantas otras! Si no la recibió pídame otro ejemplar, y
si la recibió dígame si le gusta, qué reformas pueden introducirse para darle más
interés y popularización y si quiere usted escribirme algo o mucho y en qué
condiciones.
¿Ha visto usted qué jaleo se está armando con motivo de la vacante de Arnao
en la Academia? ¡¡Doña Emilia, nuestra amiga, será derrotada por Velarde. Yo creo
que no habrá quien presente su candidatura frente a la de una señora, si no es…
Velarde. Todo sea por Dios!!
Espero impaciente su respuesta y me complazco en ofrecerle mi Revista y mi
persona.
De usted atento, s. s. q. b. s. m., J. Lázaro.
19 febrero 89.
II
Sr. D. Leopoldo Alas. Oviedo. Distinguido y estimado amigo: ¡Caramba qué
letra gasta usted! Se le mandó la circular sin fijarme; si la hubiera visto yo no se la
hubiese mandado, porque le contaba a usted entre los colaboradores de la Revista
desde ab initio. Yo por cierto que hay aquí mucha gente que tiene empeño en que
no admita yo nada de usted, y gente gorda. Ya presumirá usted que por un oído me
entran estas cosas y por el otro me salen. He renunciado a las su[b]venciones para
tener libertad de hacer lo que me da la gana.
Ya leí el Madrid Cómico y me gustó mucho todo aquello, menos las dudas
manifestadas por usted de si será La España Moderna buena o mala pagadora;
conste que pago a tocateja.
¡¡Qué he de publicar yo discursos y memorias; eso jamás!! Los consejos de
usted los encuentro buenísimos y los seguiré, pero repito que hay firmas de mucho
nombre de las que no se puede prescindir al principio, porque el pabellón salva la
mercancía.
En eso de la novela estamos de común acuerdo; también estoy en tratos con
los primeros escritores extranjeros, pero de esto no se puede decir una palabra
mientras no esté la fruta más madura.
Los críticos, ¡oh los críticos! ¿Hay en España? Crea usted que no existen, que
hay que echar mano de todo lo que se encuentra, porque lo peor de todo es dejar
pasar los libros sin decir una palabra.
Y ¿sabe usted lo informales que son los escritores españoles? Yo tenía
encargada a Ixart la crítica de La Puchera y de De mi tierra, y… ha caído enfermo
en el momento crítico de cumplir su palabra.
Ya le he dicho a usted que pago a tocateja, y, si es preciso, adelantado; en
cuanto al precio, no sé si estaremos conformes. Pago a las firmas de primera, y
19
usted es de primera, quince duros por artículos, cuento o novela, siempre que sean
de Revista, es decir, largos. Si le conviene a usted este precio hágame una novela o
cuento, desde luego, y dígame qué otra cosa se le ocurre escribir para mí. Lo más
importante, por ahora, es la novela. La España Moderna tiene colosal circulación,
no porque la venda, sino porque la regalo para darla a conocer.
Utilizaré los servicios de esos señores que usted me recomienda aunque no
por ahora, porque tengo mucho y buen original.
No conozco a los Lázaro de León; yo nací en Navarra, y de Navarra es toda
mi familia, sin que yo sepa tener más parientes que los de allá, residentes algunos
de ellos en Madrid.
Repito que agradezco la carta, los consejos, el bombo en el M[adrid]
C[ómico] y todo, todo, y quedo suyo atto. amigo, J. Lázaro.
[28 febrero 89.]
III
Sr. D. Leopoldo Alas. Oviedo. Muy señor mío y amigo: Deseo que con
motivo del libro de Ixart El año pasado, que ya habrá usted recibido, haga un
artículo para La España Moderna. Si el artículo se ocupa del libro de Ixart y del
estado de la crítica en España, mejor que mejor.
Me interesa mucho saber si se encarga usted de esa tarea, y cuándo me
mandará el artículo caso de hacerlo.
Lo que más me importa de usted, por ahora, es una novela o cuento.
Haga el favor de contestarme, y disponga de su affmo. s. s. q. b. s. m., J.
Lázaro.
15 marzo 89.
IV
[17 de marzo de 1889. Va copiada en el texto, salvo la despedida que dice
así:]
Salud y hasta otra. Suyo affmo. amigo y s. s., J. Lázaro.
V
Sr. D. Leopoldo Alas. Oviedo. Mi estimado amigo: Me alegro infinito que
esté usted conforme con mis precios; crea usted que si más pudiera más haría, pero
no se puede; así y todo estoy tirando dinero que nunca recogeré, y eso que el
resultado es muy superior a lo que yo me figuraba.
Cosa extraña: sólo un escritor se ha negado a escribir para La España
Moderna, diciendo que sus versos se estimaban mucho y se pagaban bien por los
editores. Ese escritor es Ferrari, a quien escribió Emilia Pardo, cuando yo la
encargué que me pusiese en comunicación con los literatos españoles, sus amigos.
Esto le extrañará a usted doblemente cuando sepa que Emilia, más generosa que yo,
le ofreció quince duros por cada poesía. Hoy el señor Ferrari está, según mis
noticias, arrepentido de haber escrito aquella carta y daría un dedo de la mano
derecha porque yo le publicara sus versos.
20
Con Menéndez, a quien ya conocía yo de Barcelona, como muchos días y
estoy en buena relación. Escribirá para el número de abril un largo artículo…
¡¡sobre medicina!! También Varela me tiene prometido un largo artículo sobre
Zorrilla para el período de la Coronación.
Es fácil saber cuál es el medio ambiente literario en que vivo. Desde que
llegué de Barcelona no he salido de casa más que para comer, para hacer una visita
a diez o doce escritores de punta y… nada más. Ni tengo amigos ni enemigos en
Madrid, ni creo que enemigos tampoco en otras partes. Conozco, por sus libros, a
todos los que, con o sin razón, han escrito algo en España; he leído mucho, he
aprendido poco y tengo, más que entusiasmo, delirio por las letras. Por eso, al
resolver a trasladarme a Madrid pensé, primero, en no hacer nada, y, después, en
hacer La España Moderna, que me ocupa el día y la noche enteros. ¡En buena me
he metido! Ya sabe usted, pues, todo lo que necesita para darme esos consejos que
espero, juntamente con algún artículo, en próxima carta.
No he visto aún a González Serrano, pero, aunque algo oscuro de estilo, es de
los míos y le veré muy pronto.
Su affmo. amigo y s. s. q. b. s. m., J. Lázaro.
25 marzo 89.
VI
Sr. D. Leopoldo Alas, Clarín. Oviedo. Mi distinguido y estimado amigo:
Hace tiempo que espero carta y originales de usted y nunca llegan. Me está usted
haciendo quedar mal con el público, a quien anuncié un artículo de Clarín, y
también estoy quedando mal con Manso de Zúñiga, que está impaciente esperando
la contestación de usted.
¿Qué tal va la Revista [¿] ¿Le gusta a usted? ¡Es tan difícil hacerla como yo
quiero!
Contésteme, por Cristo, y disponga de su affmo., J. Lázaro.
14 mayo 89.
VII
Sr. D. Leopoldo Alas. Guimaran. Estimado amigo mío: Yo también estoy
malucho y sin tiempo para escribir y hacer las cosas como debo.
Envíeme usted, por Cristo, alguno de los originales que me promete, porque
me veo verde para llenar cada tomo de la Revista con textos escogidos y a mi gusto.
El de este mes no sé cómo va a salir. ¡Es tan poco lo que me satisface de lo mucho
que me traen! El pago será, en adelante, por páginas, y pongo medio duro por cada
una, de modo que por cada cien que usted me escriba, y no hay inconveniente en
que llegue usted cada vez a cien, le daré mil reales.
Ya veo la propaganda que me hace usted y la agradezco mucho; crea usted
que es muy necesaria, porque el balance del primer semestre, que ayer lo terminé,
es desastroso: he gastado un dineral.
Veo que en España no es posible que con la suscrición se cubran los gastos de
una Revista como la mía, y en adelante voy a dedicarme a cultivar el género
americano, a ver si logro mi objeto: los dieciocho mil ejemplares (tres mil de cada
tomo) que como propaganda he regalado, las diez mil cartas escritas en el
Ministerio de la Guerra por aquellos infelices soldados que trabajan para sus jefes,
21
el sin fin de prospectos, anuncios, etc., etc., que he mandado a todas partes
haciendo más propaganda que el Dr. Garrido, me dieron una buena suscrición, pero
al ir a cobrar el mes pasado, me quedé con cuatrocientos suscritores escasos;
veremos si de América traigo una buena partida, y si logro durante todo el año 1890
nivelar los gastos, dando por perdidos los de estos dos primeros años. No desconfío
de salir adelante, y cada vez tengo más confianza en que trabajando mucho he de
lograr mi objeto. Hoy me dicen que no volverá a publicarse El Ateneo. Allá
veremos.
Los datos sobre su folleto los recogí en casa de Fé, donde todo se charla y se
comenta. Hoy haré la Revista general de julio, y pondré la rectificación; todas estas
cosas de dimes y diretes, gustan mucho a los lectores.
Espero que no sea la última vez que Armando me dé original; yo quisiera que
su firma figurase en mi revista cuatro veces al año, cuando menos. El único escritor
que se niega a escribir para mí, es Pereda; todos los demás, cuando menos,
prometen.
Estoy ocupadísimo y hago punto final.
Suyo affmo., J. Lázaro.
19 julio 89.
VIII
Sr. D. Leopoldo Alas. Oviedo. Veriña. Estimado amigo mío: Recibido el
original y muchas gracias; ni lo he leído por falta de tiempo, ni hace falta leerlo; irá
en el tomo de agosto, porque el de julio ya está impreso. ¡Qué lástima no haber
recibido antes el original!
Muy conforme con el precio, envío a usted adjunto los 300 reales.
Hace dos o tres días escribí a usted largo y tendido; hoy no tengo tiempo para
nada. Mandaré pruebas.
¿Cuándo vendrá eso del Acutismo, etc.?
Suyo, afmo., J. Lázaro.
20 julio 89.
IX
Sr. D. Leopoldo Alas. Asturias. Avilés. Salinas. Mi buen amigo: Nos ha
vuelto usted locos a cajistas, correctores, etc., etc., pero al fin, aunque presumo que
llena de erratas, va la nota bibliográfica. Por este mismo correo sale el número del
31 de julio. Le envío a usted adjuntos doscientos reales por la nota.
No deje de enviarme todo eso que me tiene prometido, y disponga de su
afmo. amigo, J. Lázaro.
P. D.- Tengo cierta pasioncilla por los autógrafos. ¿Podría usted cederme
algunos, cartas, por ejemplo, que es lo que yo prefiero, que tendrá de sus amigos?
X
Sr. D. Leopoldo Alas. Oviedo. Amigo mío: Por este correo mando a usted las
pruebas de la Sinfonía y el original, para que usted corrija aquéllas y me las
22
devuelva diciendo si quiere segundas. También agradeceré que me envíe las
cuartillas, pues guardo todos los originales.
Esa Sinfonía es preciosa, y va a dejar a los lectores con hambre de continuar
leyendo. ¿No podría usted complacerlos publicando en la Revista Su único hijo?
Aunque en poco tiempo he adquirido muchos y buenos originales, y no tendré
que andar, como tiempos atrás, con mil apuros para formar el tomo, ese preludio de
usted me ha interesado mucho, y quisiera publicar la continuación.
Espero respuesta.
Suyo afmo. s. s., J. Lázaro.
1.º agosto 89.
XI
Sr. D. Leopoldo Alas. Estimado amigo mío: No he escrito antes esperando la
resolución del compañero de Fe, que se niega a ceder el derecho de publicar yo
primero la novela de usted, cosa que era para mí muy interesante, porque el público
siente cierta curiosidad por ver si se sostienen usted a la altura de La Regenta, o si
todavía la supera en mérito la nueva producción. Le aseguro a usted para ésta un
éxito por esa impaciencia que noto en el público.
Yo no sabía que la novela era tan larga como dice Manuel Fernández Lasanta,
de donde resulta que tardaría yo seis meses en publicarla, aun poniendo en cada
número setenta páginas, que no es poco poner. Para Fernández la gran dificultad ha
sido esa, los seis meses que él tardaría en darla en tomo, pues el muchacho tiene el
dinero parado esperando la publicación del libro de usted; sin esta dificultad todos
hubiéramos ganado: yo, porque complacía al público dándole plato de su gusto, y
usted, porque ganaba, sin pensarlo, mil pesetas.
No sé de dónde ha sacado que la Sinfonía, Su único hijo y Una medianía iban
a formar en junto un tomo como Mezclilla, y Manuel Fernández dice que han de
formar dos.
Si usted quiere hacer, cuando buenamente pueda, algo análogo, o más corto,
mejor más corto, para cuatro números, creo que nos entenderemos.
¡Pero que boca de fraile tiene usted! No me pida más precio que el que doy,
porque hago todo lo que puedo y más que lo que puedo; he perdido un dineral en
siete meses y todavía tengo que perder mucho para llegar a cubrir gastos. ¡Si la cosa
llega a marchar bien y produce, no tendrá usted queja de mí; pero mientras tanto…
Venga esa otra nota que me anuncia usted y póngale al pie las erratas de la
anterior; no le mandé pruebas por falta de tiempo; hoy le envío segundas de la
Sinfonía; devuélvalas pronto.
Conozco los comentarios de Buylla y Posada a la obra de Holtzendorff y creo
firmemente que valen mucho y trabajan bien; les publicaré algo sobre los últimos
adelantos económicos y políticos si quieren hacerlo, pero no de momento porque
tengo muchísimo original.
Sí quiero que cuando escriba usted a Castelar, Galdós, Posada, Menéndez,
Echegaray, Campoamor, Azcárate, etc., les recomiende que escriba para la Revista;
todos me han prometido hacerlo menos Pereda, que se niega rotundamente; a éste,
pues, me interesa mucho más que a los otros la recomendación.
Quisiera publicar cada dos meses una carta de buen autor sobre literatura
portuguesa; ¿quién la hará a conciencia? No pudiendo ser Queiros, que ahora vive
en París, le parece a usted bien Ramalho Ortigão, el autor de As farpas. Este autor
es de toda mi devoción, y creo que gustaría mucho aquí.
23
Escribo a usted muy deprisa, como siempre, atendiendo a unos y otros que me
hablan de mil cosas, por lo que no sé si dejo algo sin contestar.
Ignoro si ha recibido usted los dos certificados; uno ya sé que sí. ¿Y el otro?
13 agosto 1889.
XII
Sr. D. Leopoldo Alas, Clarín. ¿Qué es de usted, mi amigo? ¿Y sus promesas
de original para la Revista?
Ya que ha concluido usted con Palacio espero que se acuerde usted de mi
periódico.
Vamos a ver: ¿quiere usted encargarse de escribir para un número resumen
del año, que preparo, un artículo sobre El periodismo literario, la poesía y la novela
en España en 1889?
Otra cosa: ¿quiere usted darme una recomendación para lograr que D. José
Echegaray se encargue de escribirme para ese mismo número y, por supuesto,
pagando, un artículo que puede titularse El año científico? Se me figura que D.
José, si usted se lo pidiera, lo haría.
¿Le gusta a usted cómo marcha La España Moderna?
Suyo muy afmo. amigo q. b. s. m., J. Lázaro.
5 octubre 1889.
XIII
[4 noviembre de 1889. Va copiada en el texto, salvo el final, que dice así:]
Pedí a usted tiempo atrás una carta de recomendación para Echegaray y no la
he recibido.
Suyo afmo. amigo y s. s. q. b. s. m., J. Lázaro.
4 noviembre 89.
XIV
Sr. D. Leopoldo Alas. Oviedo. Estimado amigo: ayer le remití parte del
artículo en pruebas y hoy la segunda ración. No ha llegado todavía el final del
artículo, o sean las doce o quince cuartillas más que usted me anunciaba y que
espero con impaciencia.
También he recibido el artículo de D. Adolfo Posada, que no podré publicar
en algún tiempo por los mil compromisos que, poco a poco, he contraído con
muchos autores. Le abonaré por él diez duros, que irán juntamente con lo que
importen las cuartillas de usted.
Deseo que en números alternos de La España Moderna publique usted una
Revista literaria como la que estamos imprimiendo. Si usted resuelve escribirla,
estoy dispuesto a pagar doce reales por cuartilla, siempre que la totalidad no pase
de treinta y tres, que dan veinte duros por artículo. Además de las seis Revistas
anuales puede usted hacer otros tantos artículos que le abonaré al mismo precio. Si
accede usted a mi deseo, cobrará usted por doce artículos mil doscientas pesetas
anuales.
Me interesa mucho saber la resolución de usted para imprimir los prospectos
del año que viene, para el que tengo como seguros doce artículos de Valera, diez de
Emilia Pardo, ocho de M. y Pelayo, cuatro de Galdós, Palacio y Echegaray, dos de
Castelar, Cánovas, Silvela y Pi y Margall, etc.
24
Recibí la carta para Echegaray, que dio el resultado apetecido.
Su amigo affmo., J. Lázaro.
20 noviembre 89.
[Hay roto un pedazo del copiador, parece que no falta texto; prosigue:]
El artículo de usted lo encuentro de primera importancia, muy de Revista, y
distinto de los que hace usted en periódicos diarios y semanales, cosa ésta que
también me agrada.
XV
[20 mayo 1890. Va copiada en el texto, salvo el final:]
…El importe del artículo recibido puede usted cobrarlo de su hermano
Jenaro, que tal vez tenga fondos míos, o girar, como otras veces, a mi cargo.
La Revista va bien, muy bien.
Suyo afmo. amigo, J. Lázaro.
20 mayo 1890.
XVI
[12 de junio de 1890. Va copiada en el texto.]
XVII
Sr. D. Leopoldo Alas. Oviedo. Muy señor mío: Devuelvo a usted los dos
artículos y giro a su cargo o/. de D. A. Fernández Tejeiro y 8 d./v. una letra de cien
pesetas, según me encarga en su estimada carta.
Respecto a lo que usted me dice de que exprese en la cubierta de La España
que ha dejado usted de pertenecer a su redacción, creo que será suficiente borrar su
nombre de usted de la lista de redactores que figura en la última plana; pero si usted
tiene especial empeño en que sea de otro modo, es decir, en que se diga
expresamente, no veo dificultad en complacerle.
Me causa sorpresa que usted interprete como coacción a su libertad de crítico
el natural deseo que como director abrigo de que en mi Revista se hable de las
producciones importantes y de los autores más famosos, pero respeto como debo su
criterio y siento que por esto prive a los lectores de La España Moderna de los
frutos de su pluma.
Yo espero que más adelante ha de honrar usted a mi periódico con ellos, y le
ruego que cuente en todo con su affmo. amigo y s. s. q. b. s. m., J. Lázaro.
17 junio 1890.
XVIII
[26 de noviembre de 1894. Va copiada en el texto.]
y XIX
[20 de febrero de 1896. Va copiada en el texto.]
25
A. RODRÍGUEZ MOÑINO
Santander, 4 de agosto de 1950.
۞