Post on 09-Dec-2015
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CÉLEBRES CANCIONES
SALTEÑAS
Editores: Raúl Lavalle – Carlos María Romero Sosa
AD 2015
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ÍNDICE
PRESENTACIÓN p. 3
Juan José Solá. Historia de la zamba carpera Carpas de Salta p. 4
Daniel Antoniotti. La Zamba del chaguanco p. 8
Raúl Lavalle. “Campanitas”: no salteña pero salteña p. 13
Cecilia Revol Núñez. Más sobre “Campanitas” p. 16
Raúl Chuliver. Poetas y canciones de Salta p. 18
Fanor Ortega Dávalos. Algo sobre “Lamento mataco” p. 23
Mario Rojman. Eduardo Falú (poema) p. 25
Apéndice documental p. 26
De un poeta a otro poeta: Romero Sosa a Castilla
Minucias cancioneras p. 28
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PRESENTACIÓN
Recientemente el Portal Informativo de Salta nos honró
publicando nuestro trabajo sobre Joaquín Castellanos (cf.:
http://www.portaldesalta.gov.ar/libros/castellanos.pdf). Queríamos que
esto fuera el comienzo de una serie. Puestos nuevamente a la tarea,
dedicamos esta segunda entrega a un tema muy caro para la Provincia y
para toda la Nación. Me refiero a algunas célebres canciones salteñas.
He aquí, entonces, este humilde aporte.
R.L.
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HISTORIA DE LA ZAMBA CARPERA CARPAS DE SALTA
JUAN JOSÉ SOLÁ1
La compuse en el año 1961 en Remedios de Escalada, en la calle
Azopardo 327, partido de Lanús. Un sábado al mediodía saqué la
guitarra y me puse a tocar y surgió el tema de la zamba A mi señora
Terucha le gustó; mi padre vivía a tres cuadras y me fui con la guitarra y
se la hice escuchar. Enseguida sacó el bandoneón, la tocó y le gustó
mucho. Entonces pensé en ponerle el titulo Zamba para mi Tata.
Me fui a SADAIC y solicité el título: me fue rechazado, porque
ya estaba pedido por los hermanos Vallejos, de Salta que lo habían
dedicado a su padre. Entonces pensé: “¿Qué título le pongo?” Y pedí el
de Carpa Salteña, recordando los carnavales en las carpas y en los
corsos que pasé en Salta. Me fue aprobado, mi padre la empezó a tocar
y, en una reunión, se la hizo escuchar a Polo Giménez, a Atuto Mercau
Soria y a Carmen Guzmán, a quienes les gustó mucho.
1 Nos sentimos honrados de que el autor haya reescrito esta historia verdadera y nos la
haya enviado para publicarla aquí.
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El Payito
Como mi padre había tocado en las Carpas, le pregunté qué
carpas había en ese tiempo que el tocaba, y me nombró Carpas de la
Silleta, Campo Quijano y La Merced, entre otras, y lo puse en el
estribillo de la zamba.
Tenía un alumno de guitarra que vivía en una casa con fondo. Su
padre tenía una quinta y al final había un galpón, donde le daba las
clases. Caminando por la senda, recojo unas ramas de albahaca y le digo
a mi alumno: “‘ramas de albahaca verde olor a carnaval’, ¡qué frase para
ponerla en una zamba!” Me quedó en la memoria y así fui completando
la letra. Mi padre no llegó a grabarla, porque enfermó y falleció al año
siguiente, 1962. siguiendo la herencia musical, con mi hermana María
Cristina, mi señora Terucha ( María Teresa ),Osvaldo Alfaro y Alejandro
Rossi formamos el conjunto Los Hijos del Payo Solá. Grabamos en el
sello HyR MALUF y fue la primera grabación de la zamba.
Dimos una prueba en Canal 9. Estaba el conjunto Los Huanca
Hua. Después de escucharnos, Hernán Figueroa Reyes, que integraba
Los Huanca Hua, me dice: ¡Qué hermosa zamba! ¿De quién es?” Le
dije que era mía y me contesto que la iba a grabar. Al año siguiente, en
el Festival de Cosquín, al bajar del escenario me dijo que la había
grabado. Fue la segunda grabación. Después llega esta zamba a Los
Cantores del Alba, por intermedio de la de la hermana de mi señora, que
era maestra y compañera de la señora de Horacio Aguirre. Le paso la
grabación nuestra y se la llevo a Horacio, integrante de Los Cantores del
Alba. Les gustó y la grabaron como Carpas de Salta: fue un gran éxito.
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SADAIC me cita para registrar el nuevo título y a partir de esa
fecha tiene dos títulos, fue la tercera grabación. Después lo hicieron Los
Chalchaleros con Dino Saluzzi, Hugo Díaz, Los de Salta, los Indios
Tacunau, Zamba Quipildor, El Chaqueño Palavecino, Soledad, Los
Nocheros, Payita Solá, que la graba en Francia, Terucha y Payito Solá,
Coquena, Luis Salinas, Cesar Isella con Soledad, Carlos Aban, Los
Peregrinos, Los Puesteros de Yatasto, Vale Cuatro, y muchos más.
Según los registros de SADAIC, se vendieron más de un millón
de placas entre cassettes, CD, DVD. Desde el año 1965 nunca se dejó de
cantar en los festivales del país, sobre todo en el Festival de Cosquín.
Países donde se difundió la zamba: Alemania, España, Inglaterra,
Francia, Paraguay,Suecia, Suiza, Uruguay, Japón, Estados Unidos,
Portugal, Chile, Colombia, Sudáfrica, Países Bajos, Bolivia, Italia,
Brasil, Perú, Israel.
JUAN JOSÉ SOLÁ
Carpas de Salta
Zamba carpera, letra y música Payito Solá (Juan José Solá),
dedicada a mi padre el Payo Solá.
Carpas de Salta, las vuelvo a recordar: bandoneón y guitarra zambas para bailar.
Chicha y aloja, vinito pa’ tomar, ramas de albahaca verde, olor a carnaval. Carpas de la Silleta, Campo Quijano y la Merced: toda Salta de fiesta… ¿Quién pudiera volver?
Agua florida, harina pa’ jugar, canastillas de flores, todo pal carnaval
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Ellas, alegres, airosas al bailar… Ellos se hacen hilacha de tanto zapatear.
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LA ZAMBA DEL CHAGUANCO
DANIEL ANTONIOTTI
El poeta salteño Antonio Nella Castro y la pianista cordobesa
Hilda Herrera son los autores de esta notable zamba, ambientada en la
parte oriental de Salta, cuya letra transcribo1:
Hachan calientes los bombos,
picando la selva turbia,
mientras Juan, chaguanco herido,
se va en sangre hacia la luna.
Con el cuchillo en el vino
la muerte andaba e’ chupa,
luego Juan sintió la vida
yéndose por las achuras.
Estribillo:
Pobre Juan, sobra del monte,
rumbo animal del Bermejo,
para vivir como vive,
mejor no morir de viejo.
Sobre las champas del río
la tarde tiró su pena
y una voz, arriando troncos,
la fue echando norte afuera.
Cuando el color de la tierra
regrese con las bumbunas,
la piel de Juan en el aire
será una baguala oscura.
Registrada en SADAIC en setiembre de 1966, la Zamba del
chaguanco es una típica canción de denuncia, frecuente por cierto, en las
letras de la llamada proyección folclórica de esos años.
1 El texto se tomó del libro Las letras del Folklore de Beatriz Battilana y Héctor Zinni
(Fundación Ross, Rosario, 1994), aunque por mi cuenta efectué algunas modificaciones
en signos de puntuación atendiendo, más bien, al modo en el que la han cantado varios
intérpretes.
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A veces ese cuestionamiento del orden establecido se precipitaba
por la pendiente de lo obvio y de lo panfletario. Pero no fue este el caso
de esta pieza que conoció interpretaciones, si bien no abundantes, sí
cuidadas, como lo demandaba su calidad musical y literaria.
Me atrevería a adjetivar a esta zamba como recia. Viril en el
sentido en que esa geografía exuberante del Chaco salteño, para afrontar
las rudas condiciones que imponen la naturaleza, el clima, las
condiciones laborales, la violencia sobre los hombres, en especial sobre
los más humildes, precisa que sea el varón, y no la mujer, quien que
empuñe el hacha, el pico, la pala. Por supuesto, que sobre la mujer
también caen inclemencias, pero las labores de mayor fuerza física
precisan del hombre.
El vocabulario regional demanda explicaciones para los ajenos a
ese territorio. Por lo pronto chaguanco debe definirse como un aborigen
de la región, “el indio” del Chaco salteño, o mejor dicho una de las
varias etnias de esa zona. Se trata de pueblos que guardan diferencias
con las características de los pueblos andinos, afines, en principio a la
extendida cultura incaica, sin entrar en precisiones rigurosas.
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La cultura de montaña, de Salta conoció a los diaguitas, a los
calchaquíes, entre otras denominaciones. En este caso, no estamos ante
un coya. El de la región chaqueña es otro universo, con más vínculos
antropológicos y lingüísticos con el ámbito guaraní.
Este es el chaguanco, definido por José Vicente Solá1 como
‘chiriguano’, otra denominación para estos indígenas del área tropical
del norte argentino. A su vez, si en el mismo diccionario de Solá se va a
chiriguano, se brinda la siguiente caracterización: ‘dícese del indio que
habita en la zona de los departamentos de Orán y San Martín.
Constituyen un núcleo importante. Son pequeños, muy limpios y grandes
pescadores. También son conocidos en el nombre de chaguancos y
tembetas. Su idioma pertenece al grupo abá.’
La anécdota de la canción nos habla de Juan, un indio chaguanco,
al que una riña de borrachos lo lleva a recibir una herida mortal
producida por un arma blanca:
Con el cuchillo en el vino
La muerta andaba e’chupa.
Esta es la austera información policial. Insuficiente para un
sumario penal en el que se pretenda investigar motivaciones, causas,
responsables, atenuantes o agravantes. Es que el poeta no pretende hacer
de detective, su género, claro está, discurre por otros senderos.
Su deseo es indagar en un destino que, sin duda, va más allá de lo
individual. La identificación de un nombre como “Juan”, que de tan
común se vuelve totalizante, lleva a ver una situación colectiva, una
realidad social y no el drama puntual del personaje.
Se percibe, en el estribillo, que los padecimientos de la
explotación que le tocó en desgracia los comparte con los demás
habitantes de las orillas del Río Bermejo:
Para vivir como vive
mejor no morir de viejo.
1 Solá, José Vicente: Diccionario de regionalismos de Salta. Plus Ultra, Buenos Aires,
1975.
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El trópico, como en tanta literatura latinoamericana, a veces por
fatalismo, a veces por mezquindad de los poderosos, sirve de escenario
colosal para velar la muerte del desdichado. Las hachas marcan una
percusiva marcha fúnebre.
Hachan calientes los bombos
picando la selva turbia.
En la última estrofa se especifica que esa mixtura melódica se
pierde en el aire con ritmo de baguala, como si la piel de Juan se
desvaneciera para integrarse en sus componentes a la selva o al obraje en
el que se malganaba el sustento.
La vida del hombre, en su momento final, impregna a los objetos
materiales, a la flora y a la fauna, con un vocabulario regional que al
forastero le demanda una remisión al diccionario especializado, como ya
se hizo antes. Porque al río y a los troncos se le agregan “champas” y
“bumbunas”.
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Siguiendo siempre a José Vicente Solá en su diccionario,
champa es la ‘masa compacta de tierra o barro muy trabada con raíces de
hierba.’ Remite luego a una palabra registrada en el DRAE, pero casi en
desuso: tepe, voz que según la Academia de Madrid alude al ‘pedazo de
tierra cubierto de césped y muy trabado con las raíces de esta hierba,
que, cortada generalmente en forma prismática, sirve para hacer paredes
y malecones.’
El mismo lexicógrafo aclara que bumbuna es una variedad de
paloma del monte salteño de color gris terroso, lo que tiene incidencia
en la comprensión del poema pues “el color de la tierra” regresa con las
bumbunas. De ahí se potencia lo cromático ya que “la piel de Juan en el
aire / será un baguala oscura.” La bumbuna también emite un sonido
semejante a un lamento “buhú… buhú…”, rasgo ornitológico que sirve
para intensificar el dramatismo de la situación de este chaguanco.
Musicalizada, con delicadeza y a la vez con dramatismo, por la
pianista cordobesa Hilda Herrera, la Zamba del chaguanco deber ser la
obra más interpretada de Nella Castro. Merecen destacarse versiones de
Mercedes Sosa, Los Cantores de Quilla Huasi y Los Trovadores.
DANIEL ANTONIOTTI
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CAMPANITAS: NO SALTEÑA PERO SALTEÑA
RAÚL LAVALLE
La célebre Campanitas tiene letra de José Razzano y música de
Carlos Gardel. Confieso que no lo sabía. Conocía la versión célebre de
Los Chalchaleros, pero vi que también la había cantado, entre otros, el
dúo pionero, sus autores.
Gardel y Razzano
En un pueblito de Salta
la gente de baile está.
Con chicha y patas de cabra,
hasta el alba bailará;
mientras que de un pobre mozo
cantando esta humilde zamba va.
Se casa la niña linda
de la estancia El Gavilán,
con un pueblero muy rico,
que vino del Tucumán;
mientras que de un pobre mozo
cantando esta humilde zamba va.
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Al ver su prenda perdida,
montó en su flete alazán.
Ató la guitarra a los tientos,
para no volver jamás.
Mientras que se iba alejando,
cantando esta humilde zamba va.
Campanitas de mi pueblo,
que están tocando, tocando están.
Ya desde el comienzo este tema, escrito por un uruguayo que en
su tierra solo pudo ver los cuatrocientos metros del Pan de Azúcar, me
lleva a cerros y montes que enmarcan un valle pueblerino. Y ese pueblo
realiza cumplidamente el tópico de menosprecio de corte y alabanza de
aldea. En efecto chicha, aloja, vinito pa tomar y unos cabritos son una
invitación que ni el mismísimo Weber podría escribir. El cantor es joven,
pobre y humilde; no obstante es más rico que muchos ricos, pues la
alegría, una de las cosas más preciosas, parece mentira pero no se puede
comprar. Además vive en ese bello pueblecito; y en el pueblo, en la
aldea –decía el rumano Lucian Blaga– se cura la sed de redención.1
1 “Aici se vindecă setea de mântuire”, ‘aquí se sana la sed de redención’, dice un verso
de “El alma de la aldea”, de Lucian Blaga (1895-1961). Me ayudo, para entender el
original rumano, con un diccionario y con la ed. blilingüe del prof. brasileño Luciano
Maia, traductor del rumano en: Mihai Eminescu – Lucian Blaga; Dois poetas do
espaço miorítico (Fortaleza, UFC, 1998, p. 88).
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Pero la elevación mayor del poema está en lo que sigue. La bella
moza del villorrio se casa con un joven agraciado por la diosa Fortuna,
tucumano para más datos. Esto me da ocasión para invitarme a mí
mismo y ser un pueblero más, aunque pobre. Y miro con alegría a la
muchacha; me olvido también de dietas no cumplidas y doy buena
cuenta de lechones y chivos asados; y hasta me animo -¡yo, pésimo
bailarín!– a danzar con alguna señora de esa Salta tan hispana que
todavía tenemos; y me aprendo la letra de esa zamba personificada. Digo
“personificada”, porque así interpreto el verso: esta humilde zamba
(sujeto) va cantando. La zamba de El Morocho y El Oriental vive en el
criollito y en todos los que se la apropian, porque los autores de la
creación popular son legión. Y me gusta también el estoicismo de este
salteñito, que se fue como quien se desangra. ¿Hizo bien? Cada uno
responderá según su percepción. Lo que él tenía para su niña era nada
más una “humilde zamba.” ¿Por qué humilde? Quizás porque el oro es
rival más fuerte que el amor, como enseñaba Ovidio, preceptor de
amores. En todo caso, nos aprovechamos hoy de la riqueza del mozo, de
Gardel y de Razzano.
RAÚL LAVALLE
Contritos y en silencio, de Cecilia Revol Núñez
1
(óleo con espátula, sobre lienzo)
1 Destacada artista “salteña” (no nació en Salta, pero creció y vive en la provincia).
Cf.:: www.ceciliarevol.com En la página siguiente tenemos un testimonio de su pluma.
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MÁS SOBRE CAMPANITAS
CECILIA REVOL NÚÑEZ1
Debo decir que Campanitas es una obra que me encanta. Yo viví
(casi desde mi nacimiento) en la vereda del frente de donde vivía José
Antonio Saravia Toledo, el “Chango Saravia Toledo”, el fundador de
Los Chalchaleros. Así que vi nacer a dicho conjunto. Ellos ensayaban de
noche en el living comedor, que tenía un balcón que daba a la calle (calle
25 de Mayo). Y mi dormitorio de niñez y adolescencia también daba a la
calle. Esto, como es de imaginar, en el silencio de la noche, me llevaba a
disfrutar del mejor folklore.
Saravia Toledo
1 Destacada artista plástica. En p. 15 nos hemos referido a ella. Muy gentilmente me ha
dado permiso de reproducir aquí este testimonio que, según propias palabras, fue hecho
“dentro ’e casa”, con la espontaneidad de una epístola personal a mí dirigida. [R.L.]
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En las noches de verano, abrían el balcón y era tenerlos en vivo.
Pasó el tiempo, “el Chango” había abandonado sus estudios de abogacía
por todas sus giras, estaba casado con varios hijos, y pensó que ya no
podía seguir ese ritmo de trotamundos teniendo una familia. Es cuando
se aleja del conjunto y continúa su carrera universitaria hasta recibirse, e
ingresa al Poder Judicial de Salta como Secretario de Corte. En ese
entonces, yo estudiaba y buscaba trabajo. Me entusiasma para que rinda
para ingresar al Poder Judicial, el año 1969. Así lo hago e ingreso a su
Secretaría (o sea, fue mi primer jefe), desde donde me jubilo después de
cuarenta años.
Siempre hubo una relación de muchísima amistad entre ellos y
mis padres, que hoy mantenemos los hijos. Pero “el Chango” nunca
dejó la música. Formó, “en el mismo balcón” un conjunto llamado Los
Duendes, que lo integraban dos hijos de él (que eran muchachitos de 12
o 14 años), José Antonio y José Ignacio junto a dos hermanos de
apellido van Cawlaert, Víctor y Carlos. Ellos cantaban Campanitas, que
uno de sus hijos la pasó a CD junto con otras canciones. Sus dos hijos se
retiraron por estudios universitarios y entraron dos hermanos más van
Cawlaert, Leopoldo y Arturo. Ese conjunto pasó a llamarse Los Cuatro
Hermanos Salteños, fundado y dirigido por Saravia Toledo.
También formó otro conjunto llamado Los de Salta, que también
sentí crecer en el balcón las noches de verano. Y lo más inverosímil de
esto es que la pasión de Saravia Toledo era la música clásica. Estoy
hablando de muchos años atrás, donde la vida era así, música y silencio,
en los barrios de mi Salta. Tengo fotos de “el Chango”. Disculpen los
lectores, si me extendí y aburrí, en mi relato pero, al recordar
Campanitas, me llegaron muy gratos recuerdos de Saravia Toledo, a
quien lloré frente a su tumba, igual que lloré a mi padre.
CECILIA REVOL NÚÑEZ
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POETAS Y CANCIONES DE SALTA
RAÚL CHULIVER
El salteño lleva implícita en su autenticidad el culto de antiguas
tradiciones, donde las costumbres se reflejan en gestos de sabor añejo.
Quizás porque nuestra cordillera de los Andes los nutre y amuralla.La
escritora argentina Ana Emilia Lahitte (1921-2013) se refería en la
década del sesenta: “los salteños poseen una suerte de autoridad natural
y aguerrida que se trasunta en lo físico de igual manera que en lo
anímico y transforma la gravedad en fervor amantísimo.
Estas constantes perfilan su poesía con características netamente
acusadas en ellas, la piedra, el monte, el paisaje, el amor, no compiten
con la nostalgia musical de los arroyos, el verde de los ríos, las
quebradas, las tardes pastorales del valle”.
Raúl Aráoz Anzoátegui, en su juventud, ya posee una obra seria,
donde el ensayo alterna con la poesía y proyecta nuestro folklore hacia
otros pueblos. Aráoz Anzoátegui fue uno de los mayores poetas de la
generación del cuarenta que ha dado nuestro país. Cultivó el género
narrativo y la poesía y también trabajó en movimientos culturales cuyo
fin fue mejorar la calidad de vida de los habitantes de su tierra. Participó
de La Carpa, movimiento literario que él mismo describiera como uno
de los que se particularizó por su extraordinaria cohesión y envergadura.
También participaban en este grupo: María Adela Agudo, Julio Ardiles
Gray, Manuel J. Castilla, María Elvira Juárez, Raúl Galán, José
Fernández Molina, Nicandro Pereyra y Sara San Martín.
El grupo La Carpa fue un movimiento que ha marcado
significativamente la obra de Anzoátegui y del resto de sus
contemporáneos, era un movimiento literario que se caracterizaba por
proponer la identidad colectiva antes de la individual, generando un arte
que fuera reivindicativo de las raíces y los compromisos sociales, que
buscara siempre una concepción del arte tendido hacia lo social, que
escucha las voces del pueblo y mira reflexivamente hacia dentro de su
formación histórica.
Entre sus obras citamos la que musicalizó Robustiano Aráoz
Anzoátegui titulada Este canto de amor, y que llevó al disco Hernán
Figueroa Reyes.
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Como siempre el otoño nos iba penetrando
y la tarde caía desde sus grandes ráfagas
y era la tierra entonces una aldea olorosa
pero atrás han quedado las torres provincianas
y el valle del aroma.
Porque el amor es esto que aprendí sin nombrarte
o todo lo que fuimos diciendo sin decirnos.
No es necesario, no, buscar la primavera solamente
ni todas esas cosas que tú bien sabes amo;
esa nube espesa flotando como un tronco,
sobre el río nuestro granado en flor
y mis amigos que traen su guitarra
en la noche para salir desde mi corazón
Porque el amor es esto,
lo único que solo no pude construir nunca,
lo que me acerca a todo con tu misma alegría.
Por eso pienso cosas que sin ti callaría,
porque no es el amor únicamente tu cintura de trigo;
fuimos hechos también para la vida
y esto para mí como la tierra y el agua.
Por eso estás en lo que digo
en la resina ardiente del tabaco,
en los hijos que llenan con sus voces
la lenta transparencia del aire entre los álamos.
Aquí, aquí mi amor te recupera,
aquí mi amor te recupera y canta…
El poeta salteño es cabal protagonista de su naturaleza dramática
y la densidad de su temperamento lo lleva a tratar los temas del hombre
(el indio, el hachero) con una dignidad muy particular. Hay matices
nobles en lo profundo de su intención creadora. Ameno es su modo de
expresarse.
Manuel J. Castilla, laureado por su libro de poemas titulado Bajo
las altas nubes, escribió varias obras que musicalizó el gran maestro
Eduardo Falú. También con Cuchi Leguizamón. Algo de salvaje y tierno
su cuela por sus páginas, cualquiera sea el tema que trate, como bien lo
define sin rodeos, Salta es así.
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Esta tierra es hermosa.
Crece sobre mis ojos como una abierta claridad asombrada.
La nombro con las cosas que voy amando y que me duelen;
Montañas pensativas, lunas que se alzan sobre el chaco
Como una boca de horno de pan recién prendido,
Yuchanes de leyenda
En donde duermen indios y ríos esplendentes,
Gauchos envueltos en una gruesa cáscara de silencio
Y bejucos volcando su azulina inocencia.
Todo eso quiero.
Y hablo de contrapuntos encrespados
Y de lo que ellos para virilmente sangrientos
Cuando el vino en la muerte es un adiós morado.
Otra faz del paisaje que en Salta es un prodigio de veracidad
radiante nos la da Antonio Nella Castro, poeta, escritor y autor teatral.
Estuvo muy vinculado al movimiento folklórico de su provincia, al que
entregó la Zamba del Chaguanco, entre otros memorables temas. Otras
obras: Bajo el azote del sol, de Antonio Nella Castro y música Gustavo
Leguizamón; Canción de cuna para dormir a un niño y La diablera, de
Antonio Nella Castro y musicalizadas por la pianista Hilda Herrera.
LA DIABLERA
Metido en un silbido
transita por la selva
lijando las picadas
y los huesos se le hacen
cedro, roble, lapacho,
guayacán o tipa blanca.
Herido de paisaje
retumban en su pecho
los bombos de las hachas
y se pasan los días
lentos, lacios, tendidos
sobre el humo de su chala.
Total cuando haga noche
en medio de la huella
y se eche largo a largo
debajo de algún tala
el diablero mirando las estrellas
ya ni se acordará de cuánto gana.
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Llevando hasta la sierra
el duro y silencioso
rollizo de la carga
se le vuelve la sangre
sombra, tierra, paloma,
garañón, viento y baguala.
Hermano del sendero
el perro de la luna
le lame las pisadas
y dormida su pena
manso, flaco, tirado
en un rincón viejo del alma.
Nella Castro laureado en 1960 por un Canto a Salta, brotado de
la copla ¡Soy de Salta y hago falta!
Allí donde galopa el Mojotoro
Y la tierra se entrega en un sonoro
Perfume a palo santo
Hay un país de sangre algarrobera
Hay un terruño toro
Que sube rumbo al canto
Usando el corazón por estribera
Hay un río con hondas y muchachos
Quemado de malojas y lapachos
Un ámbito de nido
Sabroso como humita envuelta en chala
Un límite de machos
Que monta hecho alarido
En el humo animal de las bagualas.
Este es el tono del Canto a Salta, donde Nella Castro vuelca con
vitalidad y llaneza su convicción filial y su lirismo. Así nos lleva tierra
adentro, agitada y gozosa la sangre vidalera.
Yo que llevo su poncho y su tormenta
Y que sé que a los dos nos emparenta
El mismo y lacio techo
Le tiemblo desde el alma hasta los poros
Y a su aire me alimenta
Entrándome en el pecho
Lineal como el mugido de los toros
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Cuando miro su pulpa y su corteza
El vino que le aturde la tristeza
Con sus bombos espesos
Y ese poco de locro que le falta
Me duele su pobreza
Y hermano hasta los huesos
Les digo a los amigos
¡Soy de Salta!
RAÚL CHULIVER
“Soy de Salta y hago falta”,
dicho que se ha hecho proverbial
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ALGO SOBRE LAMENTO MATACO
FANOR ORTEGA DÁVALOS
Félix Octavio Polanco, conjuntamente con los integrantes de Los
Cantores del Alba, Horacio Aguirre, Javier Pantaleón, Gilberto Vaca,
compusieron el bien logrado tema Lamento mataco, dedicado al guaraní
que logró arraigarse en Vapo-renda o Wapo-renda (‘lugar de trabajo’,
‘donde hay trabajo’), como conocían a la Argentina los guaraníes, sobre
todo en las márgenes del Y-Pytá, ‘Agua roja’, o Rio Bermejo.
Antes de adentrarse en territorio argentino, el Bermejo es muy
torrentoso y son famosas las leyendas cuentan que no pudieron con él los
mejores nadadores.
RIO LOCO, TRAICIONERO
Río loco, traicionero,
Me dejaste sin amor.
Cuando duerma en mi chalana,
Quiero que me lleves vos.
(Estribillo de Lamento Mataco)
Glosa
Nuestros Cantores del Alba,
Realzaron el cancionero
Cantándole al Y Pytá,
Rio loco, traicionero.
La cuñataí me tenía
Preferencia entre los dos,
Por eso con tu corriente
Me dejaste sin amor.
Río loco, aunque no quieras,
El cariño de mi amada
Siempre ha de volver a mí
Cuando duerma en mi chalana.
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Pero cuando me despierto
Pido a Ñamandú,1 mi dios,
Que adonde te la llevaste,
Quiero que me lleves vos.
FANOR ORTEGA DÁVALOS
1 El hacedor de las cosas.
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EDUARDO FALÚ
El ulular de los vientos sobre los cerros de Salta, es la plegaria en voz alta
que conjuga sentimientos. Acaso los instrumentos
que pulsara su maestría, lloran también este día
con lágrimas musicales, mientras duendes celestiales
despliegan su algarabía.
Tal vez el negro crespón que cuelga bajo la parra, enlutando una guitarra traduzca la admiración
por él, y su gran pasión, su talento y su desvelo.
Hoy, que ha alcanzado su cielo en un sentido profundo,
sabemos por qué en el mundo la música está de duelo.
Las guitarras apenadas
por la muerte del maestro, le rezan un Padrenuestro
desde sus cuerdas templadas. Entre cerros y quebradas se oye el llanto de un laúd
y debajo de un ombú un criollo que no lo nombra, bebe su “Trago de sombra”
llorando a Eduardo Falú.
MARIO ROJMAN
1
1 Agradezco nuevamente a Don Mario Rojman, El Payador Urbano, su permiso para
publicar estas décimas que recuerdan a un autor que llevó a la fama cantidad de
canciones salteñas.. Recomendamos al lector visitar el sitio poético de Don Mario:
https://payadorurbano.wordpress.com/.
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APÉNDICE DOCUMENTAL
De un poeta a otro poeta: Romero Sosa a Castilla
Manuel José Castilla es muy bien conocido como escritor y
poeta; también como autor de letras del folklore. Su Balderrama, escrita
junto con Gustavo Leguizamón, es un verdadero símbolo. Muchos años
atrás mi amigo Carlos María Romero Sosa, también de prosapia salteña,
le dedicó un soneto. Abajo están la tapa del libro y el texto.
MANUEL J. CASTILLA
Dúctil como la arena transitoria, dócil como una orilla a la mirada, ala como una urgencia consumada, eco como el instante de la gloria.
Ronda como una tarde en la memoria de rutinas, de pasos sin llegada, como el ciclo puntual de una jornada frágil como una línea divisoria.
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Penas como secretos miradores. Manos oteando nombres a las cosas. Ojos para el color de los rumores.
Tardes, ecos, orilla, duda ilesa, sombras bordeando copas sigilosas: quizá ayer es ya luego y él regresa.
Este soneto parece, a mi juicio, evocar la vida y la obra del gran
poeta salteño, quien escribió recuerdos y nostalgias; quien supo beber el
trago del instante; quien se sintió peregrino de la tierra y del tiempo.
Pero sobre todo destaco el primer terceto, pues poner nombres a las
cosas, reales o imaginarias, es la tarea esencial del Creador divino y del
creador humano. Y está bien un cierre con tardes, ecos y sombras,
porque –no nos engañemos– Romero Sosa y Castilla bien saben que
vivir es regresar, como podemos, andando a tientas.
E.L.
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MINUCIAS CANCIONERAS
R.L., acompañado por gauchos salteños,
en uno de los encuentros folklóricos de la provincia
Coplas cancioneras
HIMNO SALTEÑO Dicen que fuiste robada por aquel gran santiagueño; quizás tuviste una pluma pero tu autor es Juan Pueblo. NEGRO FRONTERIZO Negro López, vozarrón… honduras de nuestra tierra. Voz ronca y dulzura en canto, Esos cuatro… ¡gloria eterna!
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ESAS CARPAS ¿Podré acaso yo olvidar aquellas carpas salteñas? Esas tiendas me cobijan, para endulzarme las penas. Eufrasio López
Coplas a la zamba salteña
DANZA
Pañuelos cual nubes bajas que inauguran otro cielo, a nivel de las figuras delicadas de una zamba.
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ZAMBA Va como un ave el pañuelo bien extendidas las alas; alas de vuelo y encuentro en el baile de la zamba.
Carlos María Romero Sosa