Post on 22-Jun-2015
Calendarios de SabiduríaBy Marc Torra
Dicho artículo explica el computo del tiempo que utilizaron habitantes del Anáhuac, como los mayas, y la sabiduría que éste contenía.
Los 13 numerales
EL UNIVERSO DANZA al compás de los ciclos y las diversas culturas del
Anáhuac, como la olmeca, maya, mexica, zapoteca, hopi o apache,
fueron expertos en computarlos. Ellos observaron cómo el ciclo solar es
de aproximadamente 364 días (13x28); que Mercurio alcanza el punto
más cercano a la Tierra cada 117 días (13x9); que Venus nos besa cada
584 días (13x45) y que Marte se coloca en su posición opuesta al Sol
cada 780 días (13x60). Todos dichos ciclos, llamados sinódicos, son
divisibles entre 13, un número primo. De ahí que su semana tuviera 13
días.
Trece también son las constelaciones de su zodiaco. ¿Porqué? El
ecuador solar completa una vuelta cada poco más de 25 días, pero dado
que la Tierra también se habrá desplazado en relación al Sol, para
nosotros esa rotación dura aproximadamente 28 días. Así, al multiplicar
13 por 28 obtenemos 364. Y si con cada rotación del ecuador solar
trazáramos una línea imaginaria entre nosotros y el Sol, obtendríamos
una división de la eclíptica en trece partes iguales.
13 constelaciones
De ahí que su zodiaco contenga 13 constelaciones. Los mayas
llaman Tzab-ek (Cola de Cascabel) a la primera de tales constelaciones.
Nosotros la llamamos Las Pléyades.1 Tzab-ek es el cascabel de una
serpiente que tiene su cabeza en el punto opuesto, en una zona
conocida como el centro galáctico. En la astrología maya la cabeza de
esa serpiente corresponde a Itzamná (la iguana), también
llamada shibkay (peje lagarto). El peje lagarto es un pez con hocico de
lagarto típico de la región del estado de Tabasco. Dice la tradición que no
puedes visitar el paraíso sin haber comido carne de peje lagarto. Tal
creencia esconde un profundo conocimiento: la ubicación de los planos
energéticos superiores (el Paraíso) en el centro galáctico (peje lagarto).
Los sumerios también consideraron a las Pléyades como la primera de
sus constelaciones. Así, según el compendio Babilonio del Mul Apin el
transito de la Luna surca 18 constelaciones, siendo la primera Mul Mul, y
que justamente corresponde a las Pléyades.2 Los Babilonios heredaron
de los sumerios las mencionadas 18 constelaciones, pero redujeron su
número a 12, al tener en cuenta solo aquellas por las que transitaba el
Sol (constelaciones de la eclíptica). Fue entonces que la primera
constelación del zodiaco pasó a ser Aries, sistema que tanto occidente
com la India heredaron.
Sin embargo, desde el año 1930 la Unión Astronómica Internacional
reconoce que el Sol también transita por una treceava constelación,
llamada Ofiuco y ubicada entre Escorpio y Sagitario, punto en el que se
encuentra el centro galáctico o cabeza de la serpiente. Y al igual que los
mayas con su constelación del peje lagarto (shibkay) o la iguana
(Itzamná), la constelación de Ofiuco tiene como símbolo la serpiente.
Y es que tanto los pobladores del Anáhuac como los antiguos sumerios
sabían que nuestra galaxia disponía de una región central, la cual
supieron ubicar. También percibieron que las estrellas partían de dicho
punto, con brazos que como serpientes se extendían formando un arco, y
que las Pléyades estaban en una de las colas de tales serpientes,
aquella más cercana a nosotros, mientras que el centro galáctico se
hallaba en la posición opuesta. Son conocimientos que seguramente
emanaron de un origen pre-diluviano común, pero que muchos
acabamos olvidando.
En el antiguo Egipto, mientras el pueblo adoraba al buey y miraba hacia
la constelación de Tauro, ubicada justamente al lado de las Pléyades, los
sacerdotes miraban en la dirección opuesta, hacia la cabeza de la
serpiente, punto en el que se encuentra el sol de nuestra galaxia. El culto
al toro por parte del pueblo del antiguo Egipto se dio durante el periodo
en el que el equinoccio de primavera cruzaba la constelación del toro,
hace entre dos mil y cuatro mil quinientos años, durante la llamada Era
de Tauro.
3
Observa la serpiente que aparece saliendo del tercer ojo. Ella es
Uraeus.
El ciclo sagrado de 260 días
LOS ANTIGUOS POBLADORES del Anáhuac no solo dividieron su
zodíaco en 13 constelaciones, sino que también vincularon dicho número
a los niveles energéticos que nos llegan del Sol y a los 13 cielos de su
cosmología. Y de la combinación de dichos 13 niveles energéticos con su
sistema vigesimal (base 20), obtuvieron el ciclo sagrado de 260
días. Veinte suman los dedos de ambas manos y de los dos pies, y
también son las cualidades vibratorias que nos llegaban del Sol. Ellos las
representaron a partir de 20 glifos, los cuales observamos, por ejemplo,
en la piedra del sol, de origen mexica (azteca).
Dichos 20 glifos son agrupados en cuatro grupos de cinco, en los que
cada grupo posee un elemento dominante (Tierra, Aire, Agua y Fuego),
y otro elemento secundario. Tal distribución la observamos en la Cruz de
Quetzalcoatl que aparece en la imagen inferior.
Es una imagen del códice de Madrid, y en ella nos aparecen los 20 glifos
con el diseño utilizado por los mayas. La imagen nos está definiendo el
proceso evolutivo del alma. Dicho proceso evolutivo comienza con el
elemento Tierra combinándose primero consigo mismo {1}, y después
con Aire {2}, Agua {3} y Fuego {4}, para –una vez integradas todas las
lecciones de ese nivel evolutivo– alcanzarse la quintaesencia, el quinto
glifo del grupo a partir del cual Tierra se expresa en estado de equilibrio
{5}.
De allí se saltaría al segundo grupo (aspa inferior), aquel que combina el
elemento Aire con cada uno de los cuatro, hasta alcanzarse nuevamente
ese punto central que permite el salto hacia el siguiente estadio evolutivo
y así sucesivamente hasta el glifo final llamado ahau (Sol), en el cual uno
cierra el ciclo al adquirir el pleno dominio de los cuatro
elementos.4 Observamos la secuencia Tierra, Aire, Agua y Fuego, la cual
es la misma utilizada por la astrología Occidental y Védica. Por ejemplo,
a Tauro (Tierra) le sigue Géminis (Aire), Cáncer (Agua), Leo (Fuego),
Virgo (Tierra), Libra (Aire) y así sucesivamente.
Dicho proceso evolutivo inicialmente se llevaba a cabo al nivel del primer
numeral, de la primera octava, para con cada nueva vuelta acceder a un
numeral más alto, hasta alcanzar el treceavo del último glifo (ahau) en el
que la consciencia se manifiesta al nivel del Sol (20) Cósmico (13). Como
resultado obtenemos trece octavas (numerales), con 20 acordes cada
una (glifos), que resultan de la combinación de cuatro notas (elementos).
Dicha escala celestial fue llamadatonalpoahuali por los mexicas,
o tzolkin en el caso maya.5 y constituye su calendario sagrado.
Ambos, mayas y mexicas, también utilizaron dicha serie de 260
permutaciones para definir la cualidad vibratoria de cada día. Pero una
cosa es la secuencia evolutiva del alma, la cual se alcanza a lo largo de
muchas vidas, y otra la distribución vibratoria de los días, la cual se repite
indefinidamente. Por ello, en el segundo caso la combinación entre glifo y
numeral venía definida por dos ruedas, que como dos engranajes, iban
girando una dentro de la otra. En la imagen inferior observamos ambas
ruedas, utilizando los glifos mexicas:
Tal cantidad de días es la que media en la concepción humana, desde la
fecha en la que se hubiera tenido que dar un nuevo periodo en la madre,
y el momento del nacimiento del hijo. Y dado que como es arriba, es
abajo, en el ciclo de 260 días sus sabios vieron un máximo común divisor
de los ciclos mayores, es decir, el ciclo más largo posible que los dividía
sin dejar rastro. Así, mientras 13, como número primo, es el mínimo
común múltiplo de los ciclos sinódicos del Sol, Mercurio, Venus y Marte;
260 es el máximo común divisor de sus ritmos conjuntos.
Así, después de nueve ciclos sagrados de 260 días (2.340 días),
Mercurio, Venus y Marte vuelvan a reencontrarse en la misma posición.
El primero habrá completado 20 órbitas, el segundo cuatro y el tercero
tres.
Después de 72 ciclos sagrados (18.720 días), los tres anteriores planetas
coincidirán con otro ciclo: el tun o año armónico de 360 días. A dicho año
se le llama armónico por ser el que media entre trece órbitas lunares o
meses siderales (27.3 x 13 ≈ 355 días) y la órbita terrestre de poco más
de 365 días. Los Babilonios lo utilizaron para definir los 360 grados de
una circunferencia. Los incas también lo utilizaron.
En ese instante habrán transcurrido 52 años armónicos, 160 años
Mercurianos, 32 años Venusianos y 24 años Marcianos. Y un ciclo
sagrado más tarde (260 días después) los 52 años armónicos de 360
días se habrán convertido en 52 haab o años vagos de 365 días.
Transcurridos 657 ciclos sagrados (170.820 días), los ciclos de Mercurio,
Venus y Marte coinciden con los del haab o año solar vago de 365 días.
Habrán transcurrido 468 años vagos. Entonces, 117 días más tarde, una
vez Mercurio haya completado otra vuelta, habrán transcurrido 468 años
julianos exactos (365.25 días). Será entonces que Mercurio y el Sol
vuelvan a encontrarse en la misma posición.
El Fuego NuevoCADA AÑO, DURANTE el paso cenital de las Pléyades por la bóveda
celeste, los mexicas (aztecas) celebraban el rito del Fuego Nuevo.
Actualmente ello sucede hacia el 20 de noviembre, pero debido a la
precesión de los equinoccios, durante aquella época las Pléyades
surcaban su punto más alto del firmamento un poco antes, a la razón de
un día antes por cada 72 años transcurridos.
Cada Fuego Nuevo anual tomaban una caña y cada 13 años hacían un
atado de 13 cañas. Entonces, cada 52 años, una vez realizados cuatro
de tales atados (13×4=52) el rito del Fuego Nuevo adquiría una especial
relevancia. Llegado dicho momento los sacerdotes destruían las
imágenes de todos los templos, para evitar la idolatría. Y durante cinco
días apagaban todos los fuegos del imperio, para encender un nuevo
fuego con la llegada del nuevo ciclo de 52 años. De la llama de dicho
fuego nuevo volvían a encender todas las hogueras, simbolizando un
acto de renovación que también daba vida al Sol, para que éste brillara
durante 52 años más.
Era el momento en el que dos de sus calendarios se sincronizaban, el del
ciclo sagrado de 260 días y el año vago de 365 días (365 x 52 = 260 x
73). Mientras que justo 260 días antes, había sido el año armónico de
360 días el que se había sincronizado con el ciclo sagrado (360 x 52 = 72
x 260). Al sincronizarse, tanto el año armónico como el vago volvían a
empezar con la misma combinación de glifo y numeral que se había dado
52 años antes.
El milenio toltecaOBSERVAMOS CÓMO LA semana de 13 días multiplicada por 20 nos
da el ciclo sagrado de 260 días, y el mes de 18 días multiplicado por 20
nos da el año armónico de 360 días. Por lo tanto, resulta lógico esperar
que el ciclo de 52 años, multiplicado por 20, también constituya otro ciclo
importante. Constituye el periodo de 1040 años, también conocido como
milenio tolteca. Los toltecas no fueron una etnia, sino que eran los
hombres y mujeres de conocimiento. Tolteca es pues un estado de
iniciación.
Dicho periodo de 1040 años corresponde al ciclo solilunar, tras el cual el
Sol, la Luna y la Tierra regresan a su punto de partida. Diversas
evidencias arqueológicas sugieren que transcurrido un milenio tolteca los
sacerdotes destruían y abandonaban sus centros ceremoniales. Un
posible ejemplo lo tenemos en el llamado colapso del periodo clásico.
Así, hacia el año 850 d. C. y en el transcurso de menos de una
generación, los grandes centros ceremoniales fueron inexplicablemente
abandonados. Los hombres y mujeres de conocimiento que habían
habitado dichos centros desde el siglo II a. C., durante 1.040 años,
súbitamente se fueron, dejando sus lugares de culto huérfanos.
Teotihuacan, Uaxacatún, Tikal, Yaxchilán, Bonampak y Palenque, entre
otros, son los nombres de algunos de tales lugares.6 A dicho evento le
siguió la decadencia del periodo postclásico, con la llegada de los
mexicas (aztecas), y la posterior invasión y colonización europea y el
criollismo.7
¿Cómo explicar dicho misterio? La hipótesis más plausible es que sus
sabios habían identificado el ciclo de 1.040 años al renacimiento, auge y
muerte de las culturas. Ello les llevó a percatarse de que si no llevaban a
cabo tal renovación de manera voluntaria, ésta les vendría impuesta por
el destino. Era un sacrificio consciente que buscaba evitar el dolor
causado por el colapso involuntario de un centro urbano y de la cultura
ligado al mismo.
Dicha hipótesis se apoya sobretodo en el hecho de que otras culturas
también definieron ciclos muy similares para el renacimiento y muerte de
las culturas. Por ejemplo, los egipcios poseían la leyenda del ave Bennu,
llamada Fénix por los Griegos, la cual renacía de sus cenizas cada 500
años, para entonces morir tras otros 500 años de vida y volver a renacer
de nuevo, completándose un ciclo cada 1000 años. Mientras que el
mundo andino posee el concepto de pachakuti, el cual simboliza un
periodo de 480 años. Son 480 años dado que el sistema numérico inca
era en base 40 y su año poseía 12 meses, (40 x 12 = 480). Un primer
pachakuti marcaba pues la transición de la oscuridad a la luz y el
siguiente de la luz a la oscuridad, completándose un ciclo cada 960 años.
Los solesTODOS DICHOS CÁLCULOS servían para marcar un gran ciclo, el cual
tanto mexicas como incas llamaron Sol, mientras que hopis y mayas
llamaron mundos. Es un ciclo de 4.800 años en el caso inca, 5.000 años
en el caso griego y 5.200 años en el caso del Anáhuac.
Para las culturas del Anáhuac constituía la suma de cinco ciclos
solilunares, de manera que 1.040 años se convertían en 5.200. Cinco
como los dedos de una mano, o del pié, o las extremidades del cuerpo
humano más la cabeza. Cinco como la quinta esencia, aquella que
armoniza los restantes cuatro elementos de tierra, aire, agua y fuego. A
dicha quinta esencia en el idioma nahuatl se la
llamó Macuilxochitl (cinco flor). Y cinco como los pétalos de la flor de
Venus, planeta que entra en conjunción con el Sol cinco veces cada ocho
años, describiendo una flor de cinco pétalos como la que aparece en la
imagen inferior.
La mencionada imagen se obtiene al trazar una linea recta entre la
Tierra y Venus cada dos días durante 8 años. Yo la llamo la Flor de
Venus, símbolo de la armonía y la belleza que nos transmite dicho
planeta.
Y también alcanzaban dicho periodo a partir de su calendario de cuenta
larga. Constituye el calendario más conocido como maya, si bien también
fue utilizado por otras culturas del Anáhuac, incluso muy anteriores a los
mayas.
En su terminología maya, tenemos cómo 20 años armónicos de 360 días
(tun) dan un katún, el cual se compone de 7200 días. Tal es la cantidad
de días que media entre dos conjunciones de Júpiter y Saturno, llamadas
Grandes Conjunciones, de manera que el katún parece permitirles
anticipar tal tipo de conjunciones.
La siguiente unidad del calendario de cuenta larga es el baktún, periodo
que comprende 20 katunes. Y dado que transcurridas 40 conjunciones
entre Júpiter y Saturno, la nueva conjunción vuelve a darse en el mismo
punto de partida, dos baktunes ajustados convenientemente abarcan un
periodo de 800 años, periodo tras el cual ambos planetas volvían a entrar
en conjunción en el mismo punto del firmamento.
Y así com la semana consta de 13 días, el mundo de arriba de 13 cielos,
y el Sol de 13 niveles vibratorios, la suma de 13 baktunes nos da 5200
años. Dicha es la cantidad de años cuando los baktunes han sido
ajustados, o sino el ciclo de 13 baktunes dura poco mas de 5125 años.
Sin embargo, si tenemos en cuenta que los diversos calendarios del
Anáhuac eran como engranajes dentro de otros engranajes, que
encajaban a la perfección, resulta lógico esperar que el calendario de
cuenta larga fuera convenientemente ajustado para que
13 baktunes duraran 5.200 años, equivalente a 5 milenios toltecas, a
100 fuegos nuevos de 52 años, y a 7305 ciclos sagrados (7200 + 100 +
5).
Tal vez hayan aquellos que se pregunten ¿y porqué llamaron Sol a dicho
periodo de 5.200 años? Los llamaron soles por estar vinculados a la
actividad solar y es que sus calendarios no solo fueron capaces de
sincronizar los ciclos de los 5 planetas visibles, o del Sol y la Luna, sino
también los ciclos de actividad solar.
Tal sugerencia sería una mera hipótesis si no fuera porque el doctor
Lonnie Thompson, paleontólogo y distinguido profesor universitario por la
Universidad Estatal de Ohio, nos demostró que hace 5200 años una
caída de la actividad solar causó el enfriamiento global del planeta, y la
entrada en un periodo más seco.
Fue dicho periodo que convirtió la sabana del norte de Africa en el actual
desierto del Sahara, y forzó a muchas de sus tribus nómadas a
establecerse a las orillas del río Nilo, para habitar de nuevo unas tierras y
ruinas que habían quedado prácticamente deshabitadas desde el gran
diluvio que se estima tuvo lugar hacia el 9700 a. C.
En la cordillera de los Andes, el incremento del frío y mayor escasez de
agua parece que forzó a sus habitantes a abandonar muchas de las
terrazas de cultivo construidas en las laderas de las montañas durante
los anteriores 5200 años, y empezaron a construirlas en los valles
fluviales. Eran terrazas que habían construido después del Unu Pachacuti (Diluvio Universal), cuando huyendo de las zonas bajas y los
valles fluviales, se refugiaron en las montañas.
El ciclo de precesiónDE LA MISMA forma que cinco milenios toltecas nos dan un Sol de 5200
años, cinco Soles constituyen el ciclo de precesión de los equinoccios, de
aproximadamente 26 mil años. Se cree que dicho ciclo se debe al vaivén
del eje terrestre, el cual gira completa un giro cada dicho periodo de
tiempo, como si de una peonza se tratara. Sin embargo, mucho mucho
más plausible es que se deba a la rotación del sistema solar respecto al
fondo estelar.
De venir causado por el vaivén del eje terrestre, el ciclo de precesión
estaría desvinculado del resto del sistema solar, siendo un movimiento
que únicamente afecta a la Tierra. Pero observamos como cinco Soles
completan un ciclo de precesión, y como el final de cada Sol coincide con
cambios en la actividad solar, con cambios climáticos que no solo afectan
a la Tierra sino también a los otros planetas.
Por ello es más plausible que el ciclo de precesión sea la rotación de esa
burbuja de espacio-tiempo que llamamos sistema solar en relación al
fondo estelar, una rotación que podría ser el resultado de la órbita de
nuestro Sol alrededor de una estrella binaria, o simplemente porque ese
es su movimiento natural, un movimiento que afecta a todo el sistema
solar y que por lo tanto nos une y vincula con el Sol y con los restantes
planetas.
ConclusiónPOCA ES LA información que nos llega de las diversas culturas del
Anáhuac como la maya. En el caso maya, por ejemplo, su saber estaba
registrado en los miles de códices que Fray Diego de Landa, arzobispo
de Yucatán, mando quemar en 1562 durante el Auto de fe de Mani. Las
palabras de Landa fueron:
“Hallámosles gran número de libros de estas sus letras, y porque no
tenían cosa en que no hubiese superstición y falsedades del demonio,
se los quemamos todos, lo cual sentían a maravilla y les daba pena“.8
Casi todos los códices fueron quemados y ahora no nos queda otra
opción que tratar de inferir la sabiduría que éstos contenían. Pero al
inferirla, tendemos de nuevo a proyectar la visión occidental del mundo,
la misma que llevó a Europa a llamar indios a los habitantes originales
del continente americano, al creerse que había encontrado una ruta de
comercio alternativa hacia las Indias.
Occidente no percibe el tiempo de manera circular sino lineal. Es por ello
que después del quinto Sol, el cual se afirma concluyó el 21 de diciembre
del 2012, fueron muchos los que pensaron que se acababa el mundo,
como si a un Sol no le siguiera otro. Otros si comprendieron que después
del quinto venía el siguiente, pero a éste lo llamaron el sexto, sin
percatarse que el ciclo de precesión de 26.000 años se compone de 5
soles de 5.200 años cada uno, por lo que después del quinto volvemos
de nuevo al primer Sol del siguiente ciclo.
Esa misma concepción occidental también buscó eventos astronómicos
que dieran significado a las fechas. Por ello, muchos quisieron ver en la
fecha del 21 de diciembre del 2012 alineaciones galácticas que no
existían. El plano galáctico se halla cinco grados al sur del plano de la
eclíptica, por lo que el Sol nunca pasará por el centro de la galaxia, sino
que lo hará 5 grados más al norte. A parte, aun estamos a 3 grados de
alcanzar la vertical de su ubicación exacta, linea que el Sol cruza
actualmente el 18 de diciembre de cada año. Dado que el
desplazamiento del fondo celeste es de un grado cada 72 años, no
cruzará dicha linea un 21 de diciembre (Solsticio) hasta dentro de dos
siglos.
Dicho ciclo responde sobretodo a cambios en la actividad solar. Los
antiguos pobladores del Anáhuac lo sabían y por ello a dicho ciclo de
5200 años lo llamaron Sol. A cada sol lo vincularon con una humanidad y
un nuevo nivel de la conciencia. Los antiguos incas también lo sabían,
pues ellos también llaman soles a los periodos de aproximadamente 5
mil años. Lo supieron los antiguos griegos, como Hesíodo, quien dividió
el ciclo de precesión en cinco Edades de 5 mil años. O los aborígenes
australianos, quienes llaman Senderos del Soñar a los ciclos de 5 mil
años, cada uno caracterizado por un sueño de la consciencia colectiva
humana.
NASA | SDO: Three Years of Sun in Three Minutes
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De todos ellos tenemos mucho por aprender y dicho artículo intentó ser
un granito de arena más que ayude a recuperar parte de la sabiduría
ancestral perdida. Una sabiduría quemada por aquellos que en su
ignorancia, la despreciaron. Es la misma ignorancia que quemó la
biblioteca de Alejandría, para robarle a la humanidad un pasado en el
que decididamente fuimos mucho más sabios que en la actualidad. Por
suerte el Sol de la ignorancia justo terminó, el velo se destapa, y el nuevo
Sol nos promete algo mejor, un periodo de luz y harmonía.
Lecturas complementarias: Los Pilares de una Nueva Era , por Marc Torra, para leer cuáles fueron
los pilares sobre los que se sustentó la Era o Sol de 5200 años que justo terminó.
Tiempo Sagrado por Marc Torra, aporta una descripción más detallada de cuales son los ciclos más importantes que existen entre el anual y el de precesión de los equinoccios (26.0000 años), y el efecto que tales ciclos tienen sobre nosotros.
Ciclos y Eras por Marc Torra, para indagar en el conocimiento de las cinco Eras o Soles del último ciclo de precesión.
Dinosaurios y Flores por Marc Torra, nos explica el concepto de tiempo en espiral y los grandes ciclos (aquellos superiores al de precesión de 26.000 años).
México Despierta por Lino Ramírez y Marc Torra, para leer sobre el nuevo despertar de México.
2013, Marc Torra para mastay.infoNotas a pie:
1. Dicha información sobre las Pléyades siendo el punto cero de su zodiaco me fue dada por Fidelia García, estudiosa de la civilización maya. ↩
2. A ellas le siguen: Tauro, Orion, Perseus, Auriga, Géminis, Cáncer, Leo, Virgo, Libra, Escorpio, Sagitario, Capricornio, Acuario, Piscis, Pegaso, Andromeda y Aries. ↩
3. By Aoineko at fr.wikipedia CC-BY-SA-3.0 (http://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0/), via Wikimedia Commons ↩
4. Dicha explicación se la debo a Sergio Calderón, Fidelia García y a los trabajos de Hector Calderón. Ellos también me dieron permiso para mostrar la imágen de la cruz de Quetzalcoatl con los 20 glifos mayas. ↩
5. William E. Gates acuchó el nombre de tzolkin del idioma quiché ch’ol q’iij, y que significa ‘el orden de los días’. ↩
6. León Portilla, Miguel. “La filosofía náhuatl estudiada en sus fuentes”, FCE, México, 1956. ↩
7. Para indagar más sobre dicho periodo se recomiendan las obras de Guillermo Marin, disponibles en http://www.toltecayotl.org ↩
8. de Landa, Fray Diego “Relación de las cosas de Yucatán”. ↩
Autor/a: Marc Torra
Marc procede de la comunidad de Urus (que en lengua indoeuropea significa “lugar del
que emana el agua”) ubicada en los Pirineos, tierra de cátaros. Una vez licenciado en
Economía por la Universidad de Barcelona, se fue al extranjero. Ello sucedía en 1995 y
desde entonces ha vivido y trabajado un poco en cada continente. A medida que vivía en
otros países, Marc empezó a relacionarse con culturas y formas de pensar distintas,
especialmente con aquéllos a los que él llama «gente de tierra». De ellos aprendió una
forma diferente de razonar y también descubrió que el futuro del planeta depende de
nuestra habilidad para aprender lo que tales culturas pueden aportar. Como autor, escribe
sobre espiritualidad y nuevas tendencias, géneros que cultiva y entremezcla haciendo uso
de la narrativa y del ensayo. Diplomado por la tradición Satyananda Yoga, intenta
comprender y experimentar por sí mismo, para así crear puentes de unión entre las
distintas culturas, las distintas tradiciones espirituales del Mundo, así como un puente
hacia el futuro.
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