Post on 26-Dec-2015
– Antropología – Unidad 1
Objeto y problemáticas de la Antropología
Patricia A. Campan
1. “¡Qué raros son los extranjeros!”1 o Antropología: descubrimiento de lo
diferente
“Ellos andan todos desnudos (...) también las mujeres, (...) muy bien hechos, de fermosos cuerpos... Deben ser muy buenos servidores y de buen ingenio, (...) y creo que ligeramente se harían cristianos; que me pareció que ninguna secta tenían ...”. (C. Colón 1492. Diario de a bordo).
“El traje de las mujeres se compone de una túnica estrecha (...). La mujer libre se distingue de la esclava por un pedazo de tela que le cubre la cabeza. Su adorno más preciado son (...) sus orejas, cuyos lóbulos llegan a adquirir unas dimensiones verdaderamente prodigiosas ...”. (Capitán R. Burton, siglo XIX, refiriéndose a las mujeres de un pueblo del este africano).
“El hecho de que el hombre sea un producto de la evolución no debe hacernos buscar en cada forma de comportamiento humano su correspondiente ventaja desde el punto de vista de la selección natural”. (P. Kitcher 1997. ”El origen de la moral”).
¿Por qué hemos presentado estas frases? ¿Qué tienen en común todas ellas? Podríamos decir, en
primer lugar, que se refieren al hombre y, a juzgar por las dos primeras, alguien está haciendo una
descripción de estos hombres. Más aún, mientras que en la segunda encontramos una breve pero
detallada descripción de sus peculiares gustos por el adorno corporal, en la primera además, se ha
elaborado un juicio acerca de su comportamiento. En la tercera se han expresado ideas más
complejas. Se habla de evolución, selección natural, y comportamiento humano nuevamente y el
autor deja la inquietante idea de que podría haber o no una relación entre la evolución biológica y
la forma de comportarse de nuestra especie.
En segundo lugar, podemos observar que, claramente, las tres frases fueron escritas en diferentes
siglos. Pasemos entonces, a la primera pregunta. La respuesta a ella sería: nuestro interés está
puesto en mostrar cómo a lo largo de su historia, el hombre se ha preocupado por hacer alguna
referencia con respecto a otros hombres, a hablar de ellos, a describirlos, y a elaborar juicios
acerca de éstos. ¿Y por qué el hombre se ha ocupado, y aún lo hace, de otros hombres? Porque ha
sentido la curiosidad por conocer, de algún modo, a aquéllos con los que toma contacto, con
aquéllos que se muestran tan diferentes a su propia forma de ser. ¿Qué pudo haber sentido
cualquier conquistador, aventurero o viajero cuando se encontró frente a personas que poco tenían
que ver con sus propias vestimentas, costumbres alimentarias, viviendas, creencias, por señalar
sólo algunos de los aspectos proclives a la comparación? O cuando nosotros mismos tenemos la
oportunidad de viajar a lugares distantes y diferentes del nuestro, ¿no nos asombramos al ver esas
diferencias con respecto a aquello a lo que estamos tan habituados? (Mair 1998). El asombro, en un
primer momento, probablemente curiosidad más tarde, por la forma de vida que desarrollaron
otros grupos... lo que los antropólogos han denominado cultura.
Si algo provoca asombro es porque el individuo que observa se hace consciente de que lo que tiene
frente a él es diferente; se asemeja un poco o nada a lo propio. De modo que, como sostiene el
antropólogo mexicano Esteban Krotz, “el asombro no surge autónomamente de la realidad
observable y observada, no se imprime en la mente vacía del observador” (Krotz s/f::5), sino que es
1 Mair, L. 1998. “Introducción a la Antropología Social”, p. 9.
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el resultado de una relación que se establece entre los objetos y la conciencia del hombre. En otras
palabras, este sería “el descubrimiento que el yo hace del otro” (Todorov 1995:13), es decir, del yo
que comparte con otros individuos ciertas características y que se encuentra con otros, cuyas
características difieren.
Como ejemplo podríamos tomar cualquiera de las dos primeras frases que se presentan al
comienzo. Tanto Colón como el explorador Burton están describiendo a las personas con las que se
han encontrado. ¿A quiénes están dirigidas estas descripciones? A otros que, como ellos,
comparten los mismos o parecidos gustos en la vestimenta; que son cristianos, como ellos; que
seguramente no se perforarían los lóbulos de las orejas para adornárselas. En pocas palabras, a
europeos u occidentales (en este caso) que, como ellos, habrán de asombrarse con estos
“descubrimientos”.
Ahora bien, ese otro no necesariamente debe estar fuera de la sociedad a la que pertenece ese yo.
Puede estar también dentro de su propia sociedad o grupo: “ las mujeres para los hombres o los
‘locos’ para los ‘normales’” (Todorov 1995). En otras palabras: todo grupo al que nosotros no
pertenecemos porque no compartimos esos comportamientos o esas costumbres, etc.2. Se
denomina alteridad entonces, a esta referencia constante al otro, y tiene, como hemos visto, una
relación estrecha con el asombro, debido a que se constituye a partir de la conciencia que tenemos
de lo propio, un conocimiento de aquello que caracteriza al yo - nosotros ante el otro - los otros (el
diferente). Dice Krotz:
“... el asombro se relaciona con y se explicita en la categoría de la alteridad. La alteridad – precisamente como categoría y no como concepto – es constitutiva para el trabajo antropológico. Su uso, su reconocimiento, su comprensión implican siempre un conocimiento de lo propio, ante cuyo horizonte solamente lo otro puede ser concebido como otro” (Krotz s/f:5).
Y este interés no es reciente. Lo encontramos en la Antigüedad clásica con Heródoto, cuando
describe a las distintas culturas o civilizaciones preocupándose por las diferencias que observaba
entre éstas y la propia. También en el origen de la filosofía. Sin embargo, es en el siglo XV, con el
comienzo de los grandes “descubrimientos” de nuevas tierras, por parte de las potencias europeas,
que esta realidad asombrosamente diferente va a comenzar a verse de otra manera. Es el período
en el que se manifiesta con más intensidad el asombro y las descripciones de pueblos de distintos
lugares del mundo, se multiplican (Cocchiara 1961).
El reconocimiento de la categoría alteridad permitió comprender no sólo las características sociales
y culturales de los grupos diferentes sino también las de la propia sociedad, y en determinados
momentos históricos utilizarlos aún como una crítica para los valores que la sociedad de la época
había desarrollado.
En el siglo XIX, con la 2º gran expansión que Europa realiza hacia el resto del mundo, nace la
ciencia que tendrá a la variabilidad cultural, la alteridad, como objeto de estudio: la Antropología. A
este respecto, dice Krotz:
“la pregunta antropológica nace del encuentro: el encuentro entre pueblos, culturas, épocas. Siempre los ha habido y por ello siempre ha habido antropología, siempre ha habido la pregunta antropológica, aunque de diversas formas y, desde luego, con respuestas más diversas aún” (Krotz s/f:3).
Porque ha tomado como objeto de estudio la explicación de ese otro, interés que ha mantenido
desde entonces.
2 Ver el concepto de identidad en: M. C. Chiriguini y M. Mancusi “Las alteridades socialmente construidas”.
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2. Una definición de Antropología
Por lo que hemos expuesto hasta el momento, podemos decir de manera muy general, que
Antropología significa “hablar del hombre” (Mair 1998). Muchos pensarían entonces, que a esta
disciplina le corresponde explicar todo lo que al hombre se refiera. De esta manera se pensaba en
el siglo XIX cuando surgió esta ciencia convirtiéndose así en la más ambiciosa de todas las
disciplinas sociales. Por ello necesitamos acotar este interés por lo humano puesto que no es la
única que ha centralizado su estudio en él.
Hemos visto que se ha ocupado por observar, describir y analizar al hombre que se constituye
como diferente, es decir, la variabilidad humana, pero no sólo es esto; además tiene como objetivo
explicar las semejanzas. El antropólogo explora las similitudes (culturales y biológicas) dentro del
contexto de las diferencias que observa, claro que “al notar las diferencias entre los habitantes de
las islas Trobriand y los europeos generalmente tendemos a quedar más impresionados por éstas
que por las aparentes similitudes que presentan sus culturas, y no sólo quedaremos impresionados,
sino que probablemente, preguntemos por qué existen tales diferencias?” (Kaplan y Manners
1979:20).
Es decir, el problema central en la Antropología, e insistimos en esto, es explicar las semejanzas y
las diferencias de las sociedades, y la continuidad y el cambio en el tiempo. “Si las culturas no
difirieran una de otra y si no cambiaran, jamás surgirían cuestionamientos sobre los mecanismos
de cambio o de estabilidad. Pero observamos que las culturas sí difieren una de otra y - en
diferente grado – cambian en el tiempo”. Podríamos decir, entonces, que lo que le da “unidad” a
esta ciencia (dentro de la variedad de problemáticas por las que se interesa) son dos grandes
preguntas: “¿cómo funcionan los diferentes sistemas culturales?” y “¿cómo en su inmensa
variedad, estos sistemas culturales llegaron a ser lo que son?” (Kaplan y Manners 1979:21).
Una de las definiciones que se ha elaborado acerca de esta ciencia es la de Claude Lévi-Strauss
(1984) – antropólogo contemporáneo - quien señala, justamente, la amplitud del interés
antropológico:
“La Antropología apunta a un conocimiento global del hombre y abarca el objeto en toda su extensión geográfica e histórica; aspira a un conocimiento aplicable al conjunto de la evolución del hombre, desde los homínidos hasta las razas modernas y tiende a conclusiones, positivas o negativas, pero válidas para todas las sociedades humanas, desde la gran ciudad moderna hasta la más pequeña tribu melanesia” (Lévi-Strauss 1984).
Al leer atentamente esta definición encontramos que la Antropología abarca una amplia variedad
de temas que cubren distintos aspectos del hombre. Pero también en ella se hace referencia al
hombre en “su extensión geográfica e histórica”, de modo que, si ubicáramos en un gráfico sus
temas de interés, podríamos hacerlo sobre dos ejes: uno que correspondería a la variable tiempo y
otro a la variable espacio. Y esto es así porque esta ciencia comprende en su análisis “todas las
épocas (...) y todos los espacios” (Lischetti 1994).
Cuando Lévi-Strauss se refiere en su definición a la “evolución del hombre desde los homínidos
hasta las razas modernas” nos encontramos con que está abarcando un rango de tres o cuatro
millones de años. Es clara entonces, la profundidad temporal que maneja esta disciplina, pero a la
vez, también es amplio el espacio en el que trabaja porque se refiere a todos los hombres en tanto
miembros de una sociedad.
Si atendemos a otra parte de la definición, leemos que la Antropología llega a conclusiones a partir
de exhaustivos análisis que son válidas para todas las sociedades humanas, donde están
contempladas no sólo la sociedad moderna, “industrializada” o “desarrollada”, sino también una
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pequeña tribu que habita en lugares muy distantes del nuestro, demostrando nuevamente que su
campo es muy vasto.
Hay otros aspectos importantes en la definición que presentamos. Al referirse a la evolución
humana, Lévi-Strauss nos permite introducir uno de los temas más interesantes de la Antropología:
el que trata de las dimensiones biológica y cultural del hombre. Ambas se encuentran
estrechamente relacionadas, y esto ocurre porque cuando piensa al hombre, la Antropología
enfatiza esta bidimensionalidad, dado que nuestra especie posee rasgos cuyo origen es biológico -y
como tales transmitidos genéticamente-, y otros que se adquieren o aprenden a partir de la vida
social (el hombre en grupo) y dentro de su cultura3.
En el hombre hay diferentes necesidades y pulsiones que son características de su condición
biológica, como por ejemplo, la necesidad de comer, pero la forma en que las satisface corresponde
ya al ámbito cultural: un grupo de cazadores-recolectores del Amazonas podrá obtener su alimento
a través de la caza y / o de la recolección, mientras que otros lo hacen a partir de una compra en
un supermercado.
Por el hecho de que los humanos somos también animales, la perspectiva bidimensional tiene
sentido: si sólo consideramos el comportamiento cultural podemos cometer el error de dejar de
lado nuestras capacidades y limitaciones de tipo físico; por el contrario, si sólo nos concentráramos
en nuestro aspecto biológico omitiríamos un importante atributo humano: la cultura. Esta manera
de enfocar a su objeto de estudio es la que hace a la Antropología una “ciencia única” (Nelson y
Jurmain 1991).
3. La Antropología y sus problemáticas de interés
La amplia gama de estudios que se fueron realizando acerca del hombre y el grado de profundidad
que alcanzaron, llevaron a que esta ciencia comenzara a abrirse en diferentes especialidades de
acuerdo con lo que más específicamente se tratara de analizar. Si tenemos en cuenta las variables
de tiempo y espacio mencionadas, tendremos las siguientes orientaciones, según se haga más
énfasis en un eje o en otro:
Antropología Social o Cultural: los antropólogos sociales están interesados no solamente por lo que
la gente hace o dice cotidianamente sino también por la manera en que esta gente se organiza,
qué normas observa, entre tantos otros temas. Se ha ocupado, y aún lo hace, de sociedades,
barrios, grupos, comunidades, que hacen las cosas de manera muy diferente al del propio grupo de
referencia, pero también estudia sociedades “complejas”, “industrializadas”; se ocupa de explicar
las diferencias entre los pueblos de manera opuesta a la de aquellos que lo hacen apelando a
“características genéticas” o porque esas cualidades “se llevan en la sangre” (Mair 1998). Estos
antropólogos utilizan una práctica originada dentro de esta ciencia, el trabajo de campo. Si bien
trabajan con comunidades actuales, éstos tienen en cuenta el proceso histórico, los cambios
producidos a lo largo del tiempo en el momento de realizar su análisis.
Arqueología: pone un énfasis mayor en la variable tiempo, dado que estudia sociedades del pasado
a través de sus restos materiales (construcciones, material lítico y óseo, cerámica, entre otros), es
decir, lo que constituye la cultura material de los grupos humanos. Una de las principales tareas del
arqueólogo es interpretar la cultura material a partir del registro arqueológico. Uno de los métodos
que emplea es la excavación porque le proporciona la evidencia necesaria para explicar las
actividades humanas en un período determinado y los cambios experimentados por esas
actividades. También utiliza diferentes técnicas que le permite fechar los restos materiales que ha
hallado, es decir saber qué antigüedad tienen. Y como su propósito no es “reconstruir” sino explicar
3 Ver los capítulos de Chiriguini sobre la naturaleza humana y de Gravano sobre el concepto de cultura.
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esos cambios, lo hace empleando teorías y modelos. Le interesa tener una imagen de cómo vivía
esa gente, cómo explotaba su entorno, cómo fueron produciéndose cambios en la cultura del
hombre a medida que se modificaba el ambiente y viceversa. Pero principalmente, el arqueólogo
quiere saber por qué vivían de esa forma.
Antropología Biológica: a partir de la bidimensionalidad característica de la especie humana, los
bioantropólogos centralizan su interés en el estudio de la evolución (proceso de hominización) y la
variación humanas. El hombre ha desarrollado estrategias adaptativas (obtención de alimentos,
búsqueda de protección, confección de artefactos, entre otras), lo que hemos denominado
anteriormente como cultura. Entonces, las preguntas, entre otras, que se formula la antropología
biológica son: ¿nuestra evolución depende de la cultura? ¿El desarrollo de la cultura depende de
nuestra constitución biológica? Estas preguntas son importantes puesto que la influencia de los
factores de selección natural han jugado y juegan un importante rol en nuestra especie (Nelson y
Jurmain 1991). Trabajan analizando restos humanos muy antiguos y también con poblaciones
actuales para realizar estudios sobre variabilidad, fecundidad y demografía, entre otros temas.
Dado el aumento de problemáticas actuales -entre otras, las relacionadas con el pasado reciente de
la Argentina- y que son objeto de interés de la Antropología, comenzaron a surgir varias
especialidades. Mencionaremos una de ellas: la Antropología Forense. En ésta encontramos que se
hacen presente las orientaciones a las que nos referimos anteriormente: la antropología social, a
través de las historias de vida que realizan estos antropólogos; la arqueología, por la aplicación del
métodos y técnicas propias de ésta (la excavación, por ejemplo) y la antropología biológica, porque
su formación les permite saber, entre otras características, la edad y el sexo de un cuerpo hallado,
determinar el tiempo que ha estado enterrado y la causa de la muerte, aún a partir de restos
esqueletarios muy fragmentados. Por ello, su participación en distintas áreas es muy amplia y
valiosa.
Estas problemáticas surgidas en la Antropología a lo largo de su historia como ciencia se
complementan con otras disciplinas en la medida en que sus teorías y métodos se adecuan a sus
problemas. Asimismo, trabajan con otras ciencias aportando sus conocimientos y experiencias. Es
desde esta perspectiva del trabajo interdisciplinario de donde se logra un real enriquecimiento de
la tarea científica. Por señalar sólo unos ejemplos, los bioantropólogos encuentran en las ciencias
biológicas una base para encarar sus estudios; los arqueólogos se nutren de las paleociencias
(geología, paleontología y paleoecología) y la biología; los antropólogos sociales, de la historia, la
economía política, entre otras.
Con respecto a la Sociología, ¿cuál es su relación? En el origen de ambas ciencias, el siglo XIX, la
práctica antropológica estaba focalizada en las “sociedades exteriores” a Occidente, sociedades a
las que se las percibía como “simples”, “inferiores” o “salvajes”, dadas las diferencias que, desde el
punto de vista cultural y sobre todo tecnológico, presentaban con respecto al mundo occidental. La
Sociología, en cambio, dirigía su mirada a Occidente, a la sociedad que era considerada como
“civilizada”.
La aparición de estas disciplinas en este momento (siglo XIX) fue la respuesta que se dio desde la
ciencia a la “división del mundo” que se había llevado a cabo desde el plano económico-político por
las potencias colonialistas europeas. A una división dual del mundo parecía corresponderle una
división dual de las ciencias (Worsley 1971)4.
En la actualidad, la Antropología (que ha sufrido cambios en su objeto de estudio especialmente a
partir de la segunda mitad del siglo XX) ya no está focalizada exclusivamente en las sociedades no-
4 Ver M. C. Chiriguini “Del colonialismo a la globalización: procesos históricos y Antropología”.
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occidentales, y ahí es que se aproxima al trabajo del sociólogo. Ambas disciplinas estudian
actualmente realidades muy próximas, si bien cada una construye su objeto de manera diferente5.
En consecuencia, las diferencias que se habían dado con la Sociología en un primer momento,
parecen ahora muy difusas. Podemos decir que no se separan ni aún epistemológicamente,
compartiendo en parte, métodos y técnicas (Lischetti 1994). Esta situación, en vez de presentar un
problema para el desarrollo de estas disciplinas, puede constituirse como un claro ejemplo de lo
que mencionáramos anteriormente: la importancia que han ido cobrando los enfoques
interdisciplinarios en la construcción del conocimiento científico.
4. La Antropología como ciencia
El hombre ha creado a lo largo de su historia diferentes maneras de explicar la realidad con la que
tiene contacto. Lo ha hecho con la Filosofía (con los comienzos de ésta en la Antigüedad clásica);
con la religión; a través de lo mágico y con la ciencia. Es de esta última de la que nos ocuparemos
brevemente.
En primer lugar, todo conocimiento científico parte de problemas; no puede hacerlo a partir de
datos u observaciones simplemente, pues esto sólo conduce a una mera recolección de información
sin un propósito establecido que lo guíe. El científico plantea un problema; luego, recoge
información; formula una hipótesis (proposición para explicar los datos, esto es, un intento de dar
respuesta al problema planteado); contrasta la hipótesis con más datos, y finalmente, elabora un
modelo (descripción simplificada de la realidad a partir de lo observado en la evidencia).
En segundo lugar, la ciencia como actividad pertenece a la vida social; la ciencia es un fenómeno
social. Esto es, una empresa humana, una obra de las personas. Por eso decimos que está inserta
en la vida social. Como consecuencia de esto, no es absolutamente autónoma. Todo conocimiento
científico está condicionado por el contexto socio-histórico en el que se desarrolla. Los
investigadores no están ajenos a las circunstancias del medio en el que viven, puesto que viven en
sociedades y tienen intereses sociales. Frente al objeto de estudio está el científico con su visión de
la realidad y con las teorías que trae con él y que comparte con otros debido a que responde a
propósitos de un grupo, de una comunidad formada por iguales (Schuster 1982).
En palabras de Stephen J. Gould -paleontólogo y autor de trabajos de divulgación científica-: “Los
hechos no son fragmentos de información puros e impolutos; también la cultura influye en lo que
vemos y en cómo lo vemos. Las teorías más creativas suelen ser visiones imaginativas proyectadas
sobre los hechos; también la imaginación deriva de fuentes en gran medida culturales” (Gould
1988:4).
Tomemos como ejemplo el momento mismo del surgimiento de la Antropología como ciencia en el
siglo XIX. El marco teórico que prevalecía era el que se sustentaba en la teoría evolutiva. La
evolución, se sostenía, seguía una única línea de desarrollo.
Ocurría que la noción de evolución se ajustaba a las ideas sociales, políticas, económicas, de la
época. Las ideas de evolución y progreso aplicadas a la vida social de los hombres, llevaba a
explicar las diferencias entre las sociedades (e inclusive las diferencias biológicas entre los
hombres) a partir de grados diferentes de evolución6. Años más tarde, a comienzos del siglo XX, la
percepción que se tenía de las sociedades “no occidentales” fue otra: las diferencias serán
explicadas desde la teoría funcionalista o desde el particularismo histórico7, para los cuales las
5 Como se verá en el capítulo dedicado a los movimientos recientes de las teorías antropológicas, de Gravano.6 Ver el trabajo de M. E. Vitelo acerca de los antropólogos evolucionistas.
7 Ver el trabajo de M. Mancusi acerca de la antropología del siglo XX.
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sociedades y sus respectivas culturas habían seguido diferentes líneas evolutivas. Asimismo, como
ocurrió con el funcionalismo, no se tendrá en cuenta el proceso colonialista y sus consecuencias8: la
colonización tenía ahora la necesidad de conocer esas sociedades tan alejadas de Occidente.
Podríamos decir, entonces, que la “forma de ver el mundo” y explicarlo conforma un paradigma
compartido por todos los que se dedican a “hacer ciencia” (incluidos los científicos de las ciencias
naturales), que no está alejado ni abstraído del entorno social.9
Destacamos la inclusión de los científicos de las ciencias naturales por el hecho de que,
tradicionalmente se ha pensado que el científico social no puede acceder al conocimiento de su
objeto de estudio sin que medien ciertos preconceptos, prejuicios, y que por ello, este conocimiento
no sería válido y confiable. Al respecto,
“pensamos que debe desconfiarse de una objetividad empírica pretendidamente libre de toda interferencia, incluso en las ciencias naturales. Se suele criticar a los investigadores sociales, seres humanos que viven en sociedades, (...) y aceptan ciertos modos de vida, por su falta de objetividad, pero también un físico o un biólogo pueden aferrarse a una teoría determinada (...)”. “De la misma manera que el investigador social, así el biólogo es un organismo que actúa junto con otros organismos (...). Pero de ahí no suele deducirse que las teorías de los biólogos y de los físicos están desfavorablemente influidas por su medio ambiente” (Schuster 1982:14).
Es interesante lo que al respecto dice Gould:
“Me interesa criticar el mito mismo de la ciencia como una empresa objetiva, realizable sólo cuando
los científicos logran liberarse de los condicionamientos de sus respectivas culturas y ver al mundo
tal como en realidad es” (Gould 1988:3-4).
La imagen de un científico neutral no existe porque ningún científico puede ser separado de su
contexto social. Tampoco la posibilidad de obtener una “representación cuasifotográfica” de la
realidad social: “todos los datos son selecciones de la realidad con base en las visiones del mundo
o los modelos teóricos de la época, filtrados por medio de las posiciones de grupos particulares en
cada época. En este sentido las bases de selección se constituyen históricamente y siempre
cambiarán inevitablemente a medida que cambie el mundo. Si lo que entendemos por objetividad
es la de los estudiosos perfectamente desapegados que reproducen un mundo social exterior a
ellos, entonces no creemos que tal fenómeno exista” (Wallerstein 1998:99).
Esta pretendida neutralidad o el intento de que el científico se “liberara” de cualquier preconcepto
(“ser objetivo”) llevó, por ejemplo, a la postura “dura” de los positivistas, para quienes la
mensurabilidad y comparabilidad de los datos eliminaba la posibilidad de incurrir en la
subjetividad10.
Las ciencias disponen de medios adecuados para la comprensión de la objetividad. Si bien el
trabajo de campo11, metodología originaria de la Antropología, no es sinónimo de objetividad
8 Ver M. C. Chiriguini “Del colonialismo a la globalización: procesos históricos y Antropología”.
9 Las teorías científicas no aprehenden la realidad tal como es sino que lo hacen a través de construcciones teóricas sostenidas por un grupo de investigadores que los aproxima a la realidad (=paradigma) (Schuster, F. 1982. Explicación y predicción. Buenos Aires, CLACSO).
10 “ (...) ‘Subjetivo’ casi siempre definido como la intrusión de las tendencias del investigador en la recolección e interpretación de los datos. Se pensaba que eso distorsionaba los datos y por lo tanto reducía su validez” (Wallerstein, I. (coord.). 1998. Abrir las Ciencias Sociales. Siglo XXI Editores, México. Pp. 97-98.
11 Ver de M. Mancusi y M. E. Vitelo, “La aproximación cualitativa: el trabajo de campo antropológico”.
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– Antropología – Unidad 1
absoluta, le permite a ésta acceder a un conocimiento más profundo de su objeto de estudio dadas
las características de esta técnica (observación participante, convivencia con el grupo a estudiar).
En tercer lugar y con relación a lo anterior, la ciencia se construye a partir de ideas que se
establecen provisionalmente y es, a su vez, una actividad que genera ideas nuevas a partir de la
investigación científica. Hablar de ideas establecidas provisionalmente significa que la ciencia sufre
muchas transformaciones a lo largo del tiempo. Esto es, siempre implica un avance que se apoya
en los resultados previos, por eso se construye y conserva una continuidad, aún cuando se
produzcan cambios y rupturas por la caída del paradigma sostenido hasta ese momento. Las
explicaciones científicas son perfectibles, por el hecho de que nunca son finales. La prueba de que
las explicaciones científicas se corrijan o sean reemplazadas por otras se encuentra en la historia
misma de la ciencia.
En el caso particular de la Antropología, como ocurre en las ciencias sociales, los hechos que
estudia están marcados por la historicidad, es decir que se trata de hechos socioculturales y por lo
tanto, cambian permanentemente, al igual que todo el mundo material. Tener en cuenta esta
condición (histórica) de los fenómenos sociales “tiende a reducir la tendencia a hacer abstracciones
prematuras de la realidad y en definitiva ingenuas” (Wallerstein 1998:100). Las condiciones
sociales están sujetas a cambios en el tiempo y por ello, se generan nuevas teorías para explicar
esos nuevos eventos o hechos y el orden social consecuente. Como ejemplo de lo que estamos
diciendo, recordemos el proceso de colonización emprendido por Europa en el siglo XIX12 y las
profundas –en la mayoría de los casos– transformaciones que produjo en las sociedades “no
occidentales”. O bien los cambios permanentes que se observan en las sociedades actuales dado el
proceso de globalización13.
Ahora bien, estas transformaciones no significan que la ciencia se esté acercando a la verdad
absoluta sino que, como hemos dicho, corresponden en parte a una modificación de los contextos
culturales que ejercen su influencia sobre ella. Sin embargo, no debemos pensar que los cambios
producidos por la ciencia son sólo consecuencia de cambios en el contexto socio-histórico. La
ciencia realiza avances que le son propios:
“No suscribiré una extrapolación bastante difundida (...): la tesis puramente relativista según la cual el cambio científico sólo se debe a la modificación de los contextos sociales; la verdad considerada al margen de toda premisa cultural se convierte en un concepto vacío de significado, y por tanto, la ciencia es incapaz de proporcionar respuestas duraderas. (...) Creo que existe una realidad objetiva y que la ciencia (...) es capaz de enseñarnos algo sobre ella” (Gould 1988:4).
Pongamos por caso a Galileo (s. XVII):
“(...) sus ideas amenazaban la argumentación tradicional de la Iglesia a favor de la estabilidad social y doctrinal, el orden estático donde los planetas giraban alrededor de una tierra central, los sacerdotes estaban subordinados al Papa y los siervos a sus señores. Pero la Iglesia no tardó en hacer las paces con la cosmología de Galileo. No le quedaba otra alternativa: la tierra gira realmente alrededor del sol” (Gould 1988:4).
Por último, la Antropología como todas las ciencias sociales, ha tenido y principalmente, tiene en la
actualidad, un compromiso importante con la realidad social. Su compromiso es el análisis de los
problemas sociales y la colaboración con distintos actores para buscar soluciones a estos
problemas. Es significativo al respecto, el prejuicio racista de amplia vigencia en el siglo XIX y aún
en la actualidad, o bien, las explicaciones de tipo economicista, que hacen resurgir el concepto de
“darwinismo social” para justificar la aplicación de determinadas políticas. Y son significativas las
12 Remitimos para este tema al trabajo de M. C. Chiriguini: “Del colonialismo a la globalización”.
13 Ver el trabajo de M. Pautasso y M. L. Diez acerca de la globalización.
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críticas y los planteos que, desde la Antropología, se oponen a estas perspectivas deterministas14.
Tal el caso (como señaláramos al comienzo), de las explicaciones del comportamiento humano
basadas en las características genéticas de nuestra especie, que pueden constituir un grave
reduccionismo. Esto no significa que la Antropología y las ciencias sociales se alejen de las ciencias
naturales: “más bien nos parece que la principal lección de los avances recientes de las ciencias
naturales (tales como el proyecto del genoma humano) es que es necesario tomar más en serio
que nunca la complejidad de la dinámica social” (Wallerstein 1998:85).
A modo de comentario final, podríamos decir que nuestro propósito ha sido presentar, quizás de
manera muy general, aquello de lo que trata la actividad de la Antropología. Probablemente uno de
sus mayores compromisos, como el de todas las ciencias sociales, sea su relación con los cambios
que conduzcan al mejoramiento de la vida humana. Por eso, la idea de la neutralidad en las
ciencias podría ser un engaño: en la historia del hombre, y con demasiada frecuencia, se ha
hablado en nombre de la ciencia como un medio para asegurar el status quo. Y nuestro
compromiso es con su opuesto: la transformación.
Bibliografía
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14 Ver relacionados con los temas de prejuicio y racismo y los determinismos, los trabajos de M. C. Chiriguini y M. Mancusi: “Alteridades socialmente construidas”, M. C. Chiriguini: “La ‘naturaleza’ de la naturaleza humana” y J. Ghiglino “Determinismo biológico y simplificación de lo humano”, respectivamente.
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